A pesar de las concesiones anunciadas
por los militares, los manifestantes
exigen su salida
inmediata
Egipto vive una nueva rebelión popular
Por Temoris
Grekco
Desde El Cairo
temorisblog.wordpress.com, 23/11/11
El Cairo.– Elecciones presidenciales
en junio, entrega del poder en julio, gobierno de salvación
nacional, libertad de protesta, investigaciones sobre las
muertes de manifestantes e incluso la posibilidad de un
referéndum sobre la retirada inmediata de los militares del
poder.
Cuatro días de enfrentamientos
callejeros y multitudinarias protestas le arrancaron ayer
importantes concesiones al Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas (CSFA), la junta de oficiales que controla Egipto
desde la caída de Hosni Mubarak.
Pero puede haber llegado demasiado
tarde. En la plaza Tahrir, que anoche se encontraba repleta
como no lo había estado desde la revolución que derrocó
al dictador, decenas de miles de personas indignadas por la
sangre derramada expresaron la exigencia de que los
militares suelten ya el poder que detentan desde hace nueve
meses.
Después de que el primer ministro,
Essam Sharaf, y su gabinete presentaron su dimisión
anteayer, la junta militar convocó a los dirigentes políticos
a un diálogo urgente, que se prolongó durante cinco horas.
La tensa reunión concluyó con una
serie de acuerdos. El más importante es el adelanto de las
elecciones presidenciales, que no tenían fecha definida y
que podrían haberse postergado hasta 2013, con lo que los
militares habrían gobernado el país durante dos años.
Ahora se dice que los comicios de los que saldrá el sucesor
de Mubarak se celebrarán en junio de 2012.
Otro punto vital es que se formará un
gobierno de salvación nacional. En él deberán participar
todas las fuerzas políticas, desde los liberales laicos y
los izquierdistas hasta las formaciones religiosas de
orientación islamista (los Hermanos Musulmanes, que son
moderados, y los radicales de la secta salafista). Todavía
no se sabe quién lo encabezará.
Como gestos dirigidos hacia los
manifestantes de la plaza Tahrir y otras ciudades de Egipto,
se prometió que antes del sábado serán liberadas todas
las personas arrestadas durante los enfrentamientos de los
últimos cuatro días. También habrá investigaciones sobre
las muertes de decenas de manifestantes: tanto las ocurridas
en este lapso como las que provocó la sanguinaria represión
contra una marcha cristiana el 9 de octubre pasado.
Además, los militares reconocieron que
los ciudadanos tienen libertad de protestar pacíficamente y
realizar sentadas, lo que implica que pueden quedarse en la
plaza Tahrir, convertida nuevamente en el epicentro de la
revolución.
"El ejército está preparado para
volver a los cuarteles inmediatamente si la gente quiere
eso, mediante un referéndum popular si hiciera falta",
dijo en un discurso por televisión el mariscal Mohammed
Hussein Tantawi, jefe del consejo militar, que asumió como
presidente de facto después de la caída de Mubarak el 11
de febrero pasado, tras una revuelta que duró 18 días.
Pero para los manifestantes no alcanza.
Tantas muertes (36 desde el sábado), el uso de municiones
reales y de gases lacrimógenos con efectos mortales han
radicalizado a mucha gente, que no da señales de darse por
vencida si los militares no dejan el poder y si no se juzga
a los culpables.
La ira popular contra los militares
estalló este mes después de una propuesta para establecer
principios constitucionales que hubieran protegido al ejército
del control civil. En la plaza Tahrir, la gente se
amontonaba ayer alrededor de unos altavoces para escuchar el
discurso de Tantawi.
"No nos vamos, él se va",
gritaban, y cambiaron el famoso eslogan de la revolución de
enero pasado, "el pueblo demanda la caída del régimen",
por "el pueblo demanda la caída del mariscal".
Un problema clave es que la virtud de
este movimiento, que es su horizontalidad y su falta de
liderazgos (todos cuentan igual), es también su gran
defecto, porque los partidos que pactaron con los militares
no lo representan y no hay dirigentes populares que lleven a
cabo negociaciones y transmitan los resultados a los
manifestantes en la plaza.
En Tahrir, la gente promete resistir. Y
los militares siguen actuando con la misma torpeza que
provocó la radicalización. A las 20, minutos después del
fin del discurso de Tantawi, furgonetas blindadas de la
policía militarizada bañaron con sus temibles gases lacrimógenos
las calles del centro de El Cairo. Las limpiaron de
manifestantes y los arrearon hacia Tahrir.
A las 23, las granadas de gas
disparadas desde unos 100 metros de distancia cayeron en
medio de la plaza.
Los protagonistas
Los Hermanos Musulmanes: Los
islamistas fueron prohibidos durante el régimen de Hosni
Mubarak, pero hoy son considerados la mayor fuerza
opositora. Defienden la creación de un Estado islámico
sobre los fundamentos de la sharia, la ley islámica. En la
crisis actual, sin embargo, pasaron a un segundo plano.
Anunciaron que no quieren participar en más protestas y se
mostraron dispuestos a pactar con la cúpula militar.
Los salafistas: Más radicales
que los Hermanos Musulmanes, los salafistas anunciaron su
participación en las protestas. Este grupo islámico
ultraconservador se convirtió en una fuerte amenaza para
los cristianos coptos, con quienes se enfrentan cíclicamente.
Los salafistas tienen una interpretación rígida del islam
y consideran que su única interpretación es aquella que
fue practicada por las primeras tres generaciones de los líderes
de esa religión.
El movimiento juvenil: Las
protestas son organizadas mayormente por los jóvenes, como
ocurrió durante la "primavera árabe". El grupo más
importante es el movimiento 6 de Abril, que agrupa a gran
cantidad de jóvenes universitarios y empezó como un grupo
de Facebook en 2008.
Las fuerzas seculares: Los
partidos socialistas y liberales participan también en la
protesta. El Nobel de la Paz Mohammed el-Baradei declaró su
simpatía por los manifestantes y exigió un gobierno de
transición civil. El ex secretario general de la Liga Arabe
Amre Mussa exigió un calendario para la celebración de
elecciones presidenciales, pero desaconsejó una retirada
anticipada del consejo militar. Mussa y El-Baradei son los
candidatos más fuertes para ocupar la presidencia del país.
El ejército: Los manifestantes
acusan a los generales del Consejo Supremo de las fuerzas
armadas, que gobiernan desde la caída de Hosni Mubarak, en
febrero, de no ceder el poder como se habían comprometido.
Culpan sobre todo al jefe de la junta militar, Mohammed
Tantawi, que fue ministro de Defensa de Mubarak durante 20 años.
El ejército tiene un papel clave en Egipto, al punto de que
cuenta con una jurisdicción independiente y con empresas
propias.
La policía: Era muy odiada en
la era Mubarak. Las fuerzas de seguridad son consideradas
corruptas y brutales. También se las acusa de actuar de
forma desproporcionada contra los manifestantes en las
protestas. El movimiento juvenil exige una reestructuración
completa del Ministerio del Interior.
Los militares
adelantaron la fecha de
entrega del poder, pero quieren
quedarse hasta el 2012
Miles de manifestantes protestaron esta
decisión
por no ser inmediata
Associated
Press (AP), 22/11/11
El Cairo.– Para poner fin a una nueva
oleada de protestas y violencia en todo el país ha dejado
30 muertos y cientos de heridos, y ha sumido en el caos a la
política egipcia, el régimen militar de Egipto adelantó
la fecha para entregar el poder a un gobierno civil al 1 de
junio de 2012.
Los políticos Abu al-alla Madi y
Mohamed Selim el-Awa, quienes asistieron a una reunión de
crisis de cinco horas con el gobierno militar, anunciaron
que el consejo aceptó la renuncia del gobierno del primer
ministro Essam Sharaf y que crearán en su reemplazo un
gabinete de "salvación nacional". Pero decenas de
miles de manifestantes en la plaza Tahrir rechazaron el
anuncio.
"No nos vamos nosotros, se va él",
corearon en alusión al jefe del gobierno militar, mariscal
Hussein Tantawi. Las fuerzas de seguridad se mantuvieron
fuera de la Plaza Tahrir para tratar de disminuir la tensión,
pero hubo enfrentamientos en las calles aledañas a la
plaza, el epicentro de la sublevación que derrocó al
presidente Hosni Mubarak en febrero.
Miles de egipcios frustrados con la
junta militar que gobierna el país se enfrentaron
nuevamente hoy con la policía en las calles de El Cairo,
mientras los generales trataban de hacer frente a la dimisión
presentada por el gabinete después de un derramamiento de
sangre que podría alterar los planes de celebrar las
primeras elecciones libres en Egipto en décadas.
En un duro veredicto sobre los nueve
meses de control del Ejército, el grupo de defensa de
derechos humanos Amnistía Internacional acusó al Consejo
Supremo de las Fuerzas Armadas, en el poder en Egipto, de
una brutalidad en ocasiones superior a la del ex presidente
Hosni Mubarak.
Miles de personas desafiaron los gases
lacrimógenos que flotaban por la plaza Tahrir de El Cairo,
foco de las protestas que han aumentado desde el viernes
hasta convertirse en el desafío más grave hasta ahora a
los generales que sustituyeron a Mubarak y que se muestran
reacios a ceder el poder militar y los privilegios.
La junta militar, encabezada por un
mariscal de campo de 76 años que fue ministro de Defensa de
Mubarak durante dos décadas, tenía previsto reunirse con
los partidos políticos para hablar sobre la crisis, que ya
provocó más de 30 muertos y cientos de heridos.
Manifestantes que ondeaban banderas y
cantaban tuvieron un enfrentamiento con las fuerzas de
seguridad dentro y en los alrededores de la plaza Tahrir,
donde se podían leer pancartas que decían: "Salven a
Egipto de los ladrones y los militares" y "La
entrega del poder a los civiles es la demanda de todos los
egipcios".
Grupos de jóvenes han instado a una
participación masiva en una protesta que pretende presionar
en sus demandas de que los militares den paso a un gobierno
civil de inmediato, en lugar de seguir su propio laborioso
calendario, que podría mantenerlos en el poder hasta 2012.
En
medio de violentas manifestaciones
reclaman la renuncia de la junta militar
que dirige el país
Miles de personas siguen en la plaza
Tahrir
contra el ejército
Associated
Press (AP), 23/11/11
El Cairo.– La nueva rebelión popular
que sacude a Egipto desde hace cuatro días y que ya causó
al menos 36 muertos continuaba hoy con la presencia de
varios miles de personas en la plaza Tahrir, centro de
protestas que mantienen ocupado desde ayer para reclamar la
salida lo antes posible de los militares que dirigen el país,
a pesar de la promesa del mariscal Mohammed Hussein Tantawi,
jefe del consejo militar, de entregar el poder a un
presidente electo a mediados de 2012.
"El ejército está preparado para
volver a los cuarteles inmediatamente si la gente quiere
eso, mediante un referéndum popular si hiciera falta",
dijo ayer en un discurso por televisión Tantawi, que asumió
como presidente de facto después de la caída de Mubarak el
11 de febrero pasado, tras una revuelta que duró 18 días.
Pero para los manifestantes no alcanza.
Por ello, muchos egipcios que ayer se manifestaron por
decenas de miles en la plaza Tahrir para expresar su rechazo
a esta oferta afirmaron no creer en las palabras del
mariscal, ministro durante el antiguo régimen y que ahora
asimilan al derrocado presidente.
"Tantawi, es copia conforme de
Mubarak. Es Mubarak vestido de militar", afirmó Ahmed
Mamduh, un contador de 35 años que se mantiene firme en las
manifestaciones en el centro de El Cairo.
La determinación de los manifestantes,
que ya provocaron la renuncia del gobierno instalado por el
poder militar, da a pensar que habrá un pulso de largo
aliento, cuando las primeras elecciones legislativas desde
la caída de Mubarak deben comenzar el 28 de noviembre.
"Una segunda revolución",
tituló hoy el diario Al Akbar: "Lo más peligroso que
puede darse es la deterioración de la relación entre el
pueblo y el ejército", advirtió el medio local.
La ira popular contra los militares
estalló este mes después de una propuesta para establecer
principios constitucionales que hubieran protegido al ejército
del control civil. Un problema clave es que la virtud de
este movimiento, que es su horizontalidad y su falta de
liderazgos, es también su gran defecto, porque los partidos
que pactaron con los militares no lo representan y no hay
dirigentes populares que lleven a cabo negociaciones y
transmitan los resultados a los manifestantes en la plaza.
Ayer, después de que el primer
ministro, Essam Sharaf, y su gabinete presentaron su dimisión
anteayer, la junta militar convocó a los dirigentes políticos
a un diálogo urgente, que se prolongó durante cinco horas.
La tensa reunión concluyó con una
serie de acuerdos. El más importante es el adelanto de las
elecciones presidenciales, que no tenían fecha definida y
que podrían haberse postergado hasta 2013, con lo que los
militares habrían gobernado el país durante dos años.
Ahora se dice que los comicios de los que saldrá el sucesor
de Mubarak se celebrarán en junio de 2012.
EEUU
respalda a los militares egipcios
mientras continúa la represión
“Queremos que EEUU se mantenga
afuera”,
exigen en plaza Tahrir
Por
Kristen Chick
CSM/Information
Clearing House, 22/11/11
Rebelión, 23/11//
Traducido por Germán Leyens
El intento de EEUU de volver a
posicionarse como un partidario de la democracia y los
derechos humanos en Medio Oriente está siendo socavado por
una creciente percepción egipcia de que Washington
respaldará sin reservas a la junta militar de Egipto a
pesar de la creciente represión.
Esa percepción se reforzó ayer,
cuando una declaración de la Casa Blanca sobre los choques
entre manifestantes y fuerzas de seguridad parecía culpar
por igual a ambas partes de la violencia en la que murieron
al menos 29 manifestantes desde el sábado.
El portavoz de la Casa Blanca Jay
Carney dijo que EEUU está “profundamente preocupado”
por la violencia y la “trágica pérdida de vidas” y
pidió “contención a todas las partes, para que los
egipcios puedan avanzar para forjar un Egipto fuerte y
unido”.
El llamado a la contención de “todas
las partes”, después de varios días de uso excesivo de
la fuerza por policías y soldados, se recibió con
incredulidad en El Cairo. Las fuerzas de seguridad han
disparado no solo gas lacrimógeno y balas de goma, sino
también perdigones y munición de guerra contra
manifestantes que lanzaban piedras y cócteles Molotov.
“¿Quieren que dejemos de morir? ¿Es
la manera de demostrar contención?” se burló la
manifestante Salma Ahmed mientras resonaban fuertes disparos
en toda la plaza Tahrir.
En los últimos meses, los gobernantes
militares de Egipto han aumentado gradualmente la represión
–torturando con impunidad, encarcelando a blogueros,
enviando a más de 12.000 civiles ante los tribunales
militares, utilizando fuerza excesiva contra los
manifestantes, matando a docenas de personas. Sin embargo,
mientras se acumulan los abusos, EEUU no ha criticado en público
a los militares de Egipto, cuyos 1.300 millones de dólares
de ayuda de EEUU podrían revisarse si prevalecen los críticos
en el Congreso. El relativo silencio de Washington ha creado
la apariencia de que EEUU ha vuelto a su política de la era
de Mubarak y mira hacia otro lado ante los abusos de su
aliado a fin de preservar la relación.
“No podemos caer en la posición en
la que parece que hemos dado un cheque en blanco al Consejo
Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF)” dice Michael Wahid
Hanna, miembro de The Century Foundation en Nueva York.
“Si esto no cambia pronto, EEUU se encontrará en una
posición muy difícil porque parecerá que no hemos
aprendido ninguna de las lecciones de la Primavera Árabe. Y
volveremos a estar donde estábamos, apoyando a la
estabilidad por el bien de la estabilidad, incluso a la luz
de la continuación de muchas de las mismas prácticas que
provocaron el levantamiento”.
Por qué EEUU ha evitado una crítica pública a los
militares
En mayo, mientras las revoluciones y
levantamientos se extendían por el mundo árabe, el
presidente Obama pronunció un discurso prometiendo su apoyo
para la lucha por la libertad de la región.
Dijo: “Después de décadas de
aceptación del mundo tal cual es en la región, tenemos una
oportunidad de buscar un mundo como debe ser… EEUU se
opone al uso de la violencia y la represión contra la gente
de la región”.
En los meses siguientes, EEUU ha
emitido declaraciones limitadas en las que critica los
juicios militares y el hecho de que el ejército no haya
revocado la ley de emergencia, un instrumento de represión
odiado bajo Mubarak. Más recientemente, el intento de los
militares de obtener poderes de mayor alcance y asegurar que
en gran parte no tengan que rendir cuentas ante los
gobernantes civiles llevó a la secretaria de Estado Hillary
Clinton a emitir una advertencia indirecta a los generales
en un discurso.
Sin embargo, EEUU ha dicho poco en público
para condenar la represión y el uso de la violencia por los
gobernantes de Egipto. Su reticencia está arraigada en su
temor de perder acceso e influencia sobre el consejo militar
en tiempos delicados de transición. También parece que los
funcionarios estadounidenses han decidido que los militares
son el único cemento que mantiene firme una situación muy
frágil de la seguridad en Egipto, que tiene fronteras con
el aliado clave de EEUU, Israel, y controla el Canal de
Suez, un corredor marítimo crucial.
Algunos egipcios dicen que la política
de EEUU de no correr riesgos para preservar el acceso es una
escapatoria. El señor Hanna dice que EEUU tiene suficiente
influencia como para jugar un papel más constructivo sin
poner en peligro su relación con los gobernantes militares.
Y no importa cuánta influencia pueda tener, EEUU debería
dejar claro que no aprueba la represión, dice.
“Pienso que incluso en las
circunstancias en que no podamos lograr un cambio radical de
política o influenciarla, es importante que mostremos
nuestras propias líneas rojas, porque es importante que
dejemos claras las cosas con las que no estamos de
acuerdo”, dice.
¿Más influencia en conversaciones
privadas?
Los funcionarios estadounidenses tienen
contacto regular con los generales, y pueden pensar que son
capaces de ejercer más influencia en privado, donde algunos
dicen que han aumentado recientemente sus advertencias.
El portavoz adjunto del Departamento de
Estado, Mark Toner, dijo en una declaración escrita al
Monitor, enviada antes de los choques más recientes, que
EEUU habla sobre los temas de derechos en conversaciones
privadas con dirigentes egipcios.
“Como lo hacemos con cualquier otro
país, presentamos regularmente preocupaciones respecto a
los derechos humanos en Egipto, tanto en público como en
privado”, dijo. “También estamos comprometidos con la
ayuda a Egipto mientras navega por un camino hacia
elecciones democráticas”.
Pero los funcionarios de EEUU también
han expresado consistente y públicamente su confianza en la
capacidad y desempeño del consejo militar para controlar el
período de transición.
EEUU “no puede conseguir todo lo que
desea”, dice Heba Morayef, una investigadora basada en El
Cairo para Human Rights Watch. “EEUU no puede mantener su
enfoque de los últimos meses de expresar confianza en el
SCAF y al mismo tiempo plantear temas específicos como la
ley de emergencia o los procesos militares. Enfrenta una
alternativa entre el apoyo al SCAF o a las voces a favor de
la reforma”.
Calificó la declaración del lunes de
espantosa. “Pienso que esa cita muestra una carencia total
de comprensión de la situación en el terreno, o muestra
algo más siniestro, que sería, una vez más, un apoyo
incondicional al SCAF a costa de las vidas de los
manifestantes”, dijo, agregando que tiende a la primera
interpretación.
Los egipcios a EEUU: ¡Fuera las manos de nuestro país!
Por cierto, no está claro si los
funcionarios estadounidenses tienen en cuenta la percepción
popular de semejantes declaraciones. Hanna de The Century
Foundation dice que parece que no comprenden cómo se
percibe la política de EEUU en la calle.
“Pienso que existe una importante
brecha en la percepción que los responsables políticos de
EEUU no parecen superar, porque no entienden que la gente ve
su política esencialmente como una recuperación de la era
de Mubarak sustituido por el SCAF”, dice.
Para complicar aún más la actitud de
EEUU, el humor que prevalece en Egipto es de decidida
oposición a la interferencia extranjera. Muchos egipcios,
cansados de 30 años en los que percibieron que Mubarak hacía
el juego a EEUU a costa del interés nacional, esperaban que
sus dirigentes plantearan un camino más independiente después
del levantamiento. En ese terreno, hay quienes no desean oír
ninguna declaración en absoluto de EEUU.
“Rechazamos toda intervención
extranjera”, dice Mohamed Abdullah, un manifestante de la
plaza Tahrir, cuando se le preguntó sobre la posición de
EEUU ante los gobernantes de su país. “Queremos que EEUU
nos deje tranquilos, que se mantenga afuera”.
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