Primeras
elecciones tras la caída de Mubarak
Participación
masiva en una jornada electoral
llena de irregularidades
Por
Jordi Carreras
Desde
El Cairo
Gara,
29/11/11
Las
primeras elecciones celebradas en Egipto tras el
derrocamiento de Hosni Mubarak atrajeron masivamente a los
votantes, que formaron largas colas ante los colegios
electorales. Los comicios, bajo la tutela de la junta
militar que sigue en el poder, registraron numerosas
irregularidades, como compra de votos, robo de papeletas,
papeletas falsas, reparto de propaganda y campañas de los
partidos en el interior y exterior de los colegios.
Los
egipcios acudieron en masa a la primera jornada electoral
tras la caída de Hosni Mubarak. La Alta Comisión Electoral
señaló que la participación era superior a la prevista y
anunció que prorrogaba el horario de votación dos horas más,
hasta las 21.00, hora local, debido a la gran afluencia de
votantes.
"Nos
hemos visto sorprendidos por el número de electores que
participan", declaró el presidente de la comisión, el
juez Abdel Moez Ibrahim, quien añadió que el escrutinio se
desarrollaba sin problemas a pesar del tenso clima político.
Más tarde, nunció, además, que los colegios abrirán hoy
"hasta que el último elector vote".
Sin
embargo, los colegios electorales fueron escenario de una
jornada caótica por retrasos e irregularidades. Desde
primeras horas de la mañana se formaron largas filas para
votar, sobre todo en El Cairo y Alejandría, en la primera
etapa de este largo proceso que se prolongará durante
cuatro meses.
A
pesar de la tutela del Ejército sobre todo el proceso,
muchos electores se felicitaban de poder depositar su voto
después de decenios de fraudes durante el régimen de
Mubarak.
Islamistas
favoritos
El
Partido Libertad y Justicia (PLJ) de los Hermanos
Musulmanes, parte como favorito entre más de cincuenta
partidos salafistas, liberales o de izquierda, la mayor
parte recientes y poco implantados. Además, numerosos
cargos del antiguo partido de Mubarak, ahora prohibido, se
han presentado como independientes o abanderados de nuevos
partidos políticos.
Según
denunciaron varias formaciones, se registraron casos de
compra de votos en diferentes ciudades, así como claras
violaciones de la Ley Electoral por parte de los partidos y
de candidatos independientes. El director de Operaciones del
partido Egipcios Libres -el más importante del laico Bloque
Egipcio-, Walid Daudi, denunció que "en algunos
colegios hay personas repartiendo comida y bebida entre los
votantes, y en otros se les paga dinero directamente".
También el PLJ denunció casos de compra de votos.
Mientras
los egipcios votaban, los colegios electorales eran
escenario de actos de campaña electoral con pancartas,
repartos de folletos o incluso visitas de candidatos, tanto
en el exterior como, en algunos casos, en el interior de los
mismos.
Sin
embargo, Abdelmoaiz Ibrahim dijo que las denuncias sobre
irregularidades presentadas por los votantes y los
observadores "no van a afectar el proceso
electoral". El presidente de la comisión electoral
explicó que aunque se registraron cerca de 400 denuncias de
infracciones, los comicios continúan "sin problemas
graves". Sólo destacó el retraso en la apertura de
colegios o en la llegada de papeletas.
La
votación continuará hoy, lo que ha suscitado inquietud por
que las urnas tengan que permanecer una noche en los
colegios. Ibrahim aseguró que los jueces sellarán con
lacre las puertas y ventanas de los colegios, además de las
urnas.
Los
comicios se desarrollan en un tercio de los gobernoratos
para elegir a 168 de los 498 diputados. El sistema electoral
prevé una división del proceso en tres zonas de este país
de más de 80 millones de habitantes, lo que lo alargará
hasta el 11 de enero. Después comenzará la elección de la
Shura, cámara alta, entre el 29 de enero y el 11 de marzo.
El futuro Parlamento deberá nombrar a una comisión
encargada de redactar una nueva Constitución.
División
de opiniones entre los irreductibles de Tahrir
La
campaña electoral se ha visto eclipsada por las protestas
que exigen que los militares dejen el poder, y que han sido
reprimidas causando al menos 42 muertos y 3.000 heridos.
Ayer, en la plaza Tahrir, epicentro de la movilización en
El Cairo, varios centros de personas mantuvieron la protesta
por la mañana, pero varios miles más la reforzaron a lo
largo del día.
La
opinión no era unánime. "Lo que pedimos aquí, en
Tahrir, es la caída del mariscal Tantawi, por lo que no voy
a participar en las elecciones que él organiza",
afirmaba Omar Hatem, estudiante de 22 años. Abdelmoneim
Ibrahim, profesor de historia, forma parte del movimiento
del 6-Abril. Es observador en un colegio electoral pero no
votará . "Había pensado votar, pero eso fue antes de
que los `mártires' cayeran en la calle Mohamed
Mahmud", explica.
Bahya
Kasseb, de 43 años, afirma que "pueden hacer lo que
quieran con sus elecciones. Yo no iré, mis reivindicaciones
las expreso aquí, en Tahrir".
"Hace
falta votar para expresarse, después no se podrá decir que
no se nos escucha", asegura Abdelhamid, de 58 años.
"Treinta
años de corrupción no se borran de golpe, hay que
participar en el cambio, por lo tanto voy a votar",
sostiene Mohamed.
Otros
rechazan a los candidatos. "Hemos decidido hacer una
gran cruz en las papeletas de voto para decir que no
queremos a ninguno de estos", indica Oum Moaz.
Naira
Bahraoui, empleada de banca, abandona la plaza para ir a
votar a su barrio, "pero volveré a Tahrir, porque hace
falta gente en la plaza, la movilización debe
continuar".
Crónica
de la segunda jornada electoral
Votos
entre la tensión, el entusiasmo y la esperanza
Por
Jordi Carreras
Desde
El Cairo
Gara,
30/11/11
Las
largas colas en los colegios electorales a primera hora del
lunes reflejaban las ganas que tenían la mayoría de los
egipcios de participar por fin en unas elecciones. A causa
de los incidentes de los últimos días, en el ambiente
flotaba una cierta tensión que se mezclaba con el
entusiasmo y la esperanza que se abre con la nueva etapa.
Entre
el lunes y el martes ya han podido votar más de 17 millones
de egipcios, en nueve de las 27 provincias electorales. Pese
al temor que muchos tenían de incidentes, al final solo se
registraron algunos problemas menores como retrasos en la
apertura de colegios electorales -algunos de más de dos
horas--, porque no había las papeletas, o porque los jueces
no se presentaron puntuales. Por eso, la Comisión Electoral
permitió alargar el cierre de los colegios que no abrieron
puntualmente. También hubo irregularidades como no respetar
la prohibición de repartir propaganda electoral 48 horas
antes.
En
un colegio electoral del barrio popular de Helwan se
registraron ambos incidentes pero los centenares de hombres
que guardaban cola -hombres y mujeres votan en colegios
separados-, muchos desde el alba, se lo tomaban con filosofía.
En esta zona de El Cairo el año pasado hubo fuertes
manifestaciones que fueron duramente reprimidas por el régimen.
Lo
explica Tomás Alcoverro, el corresponsal más veterano en
Oriente Medio, que trabaja para el periódico catalán
"La Vanguardia" en la zona desde hace cuatro décadas.
"Por supuesto que la caída de Mubarak se produjo
gracias a los centenares de miles de personas que ocuparon
la plaza de Tahrir en un desafío inédito al régimen. Sin
embargo, a mucha gente le parece que el mérito fue sobre
todo de los jóvenes que tan eficazmente supieron utilizar
las redes sociales. Yo creo que los jóvenes tuvieron un
papel fundamental para que el mundo supiera cómo Egipto decía
definitivamente `basta' pero el caldo de cultivo llevaba años
cocinándose, con hechos como los de Helwan", explica.
En Helwan la mayoría de la población se reparte entre el
Partido Libertad y Justicia, de los Hermanos Musulmanes, y
los de centro izquierda que llevan tiempo velando por
derechos como la sanidad y la educación.
"Los
Hermanos Musulmanes son los que están más preparados.
Controlan prácticamente todos los colegios de profesionales
liberales. Sin embargo pese a que trabajan desde 1934, hasta
ahora se sentían cómodos en su papel secundario y nunca
habían ambicionado el poder", explica Taha Zaada, un
traductor que se expresa perfectamente en castellano.
En
Helwan, muchos discrepan de los manifestantes de la plaza de
Tahrir, creen que representan a una pequeña minoría que no
quiere la democracia.
Tahrir
resiste el pulso
Mientras
tanto, Tahrir resiste el pulso con la Junta Militar pero la
plaza dista mucho de estar llena, los atrincherados son unos
pocos miles y entre ellos, no todos están de acuerdo en no
participar en las elecciones.
Mohamed
Rashad, un químico de 24 años, dice estar de acuerdo y
ayer ejerció su derecho a voto pero por encima de todo,
quiere que los candidatos que se presentan que habían
estado con Mubarak no formen parte del nuevo gobierno:
"Ellos son parte del problema y ahora no pueden ser la
solución".
A
su lado, Adel Zanaty, un politólogo de 33 años que acaba
de publicar un libro sobre los partidos políticos egipcios
antes y después de la revolución de Tahrir, asiente pero
discrepa de las elecciones. "No estoy de acuerdo y por
supuesto no votaré. Creo que no hay diferencia entre lo que
había antes con Mubarak y lo que hay ahora. Para cambiar de
verdad necesitamos que la Junta Militar se vaya
inmediatamente y pactar nuevas normas para tener un nuevo
escenario. Por eso estoy en contra de las elecciones".
Más
allá, Ahmed B., un joven bloguero que lleva colgada en el
cuello una especie de credencial con los logos de facebbok y
twitter y la inscripción "Revolution rage" (Rabia
revolucionaria), comparte que el gobierno actual debe irse
inmediatamente pero no se muestra en contra de las
elecciones: "Es una oportunidad que tenemos para hacer
oír nuestra voz. Ha costado mucho llegar aquí y no podemos
darle la espalda".
El
Ejército egipcio se apunta el tanto electoral,
pero afronta
grandes retos
Por
Jordi Carreras
Desde
El Cairo
Gara,
30/11/11
El
Ejército egipcio se ha anotado el tanto del comienzo de las
elecciones legislativas frente a quienes rechazan su
permanencia en el poder y exigen que lo entregue
inmediatamente a manos civiles, como los jóvenes de la
plaza Tahrir. Sin embargo, la duración de la votación, el
peso de las formaciones islamistas y la perspectiva de un
Parlamento con mayor legitimidad popular le pueden poner
todavía en dificultades.
Largas
colas de electores esperaban ayer de nuevo ante los colegios
electorales de El Cairo o Alejandría, después de una
semana de manifestaciones y represión militar que dejó
decenas de muertos. El general Ismail Atman, miembro del
Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA), aseguró
ayer que la participación podría estar por encima del 80%
y "supera cualquier expectativa que tuviese el
mundo", añadió.
"El
pueblo y las fuerzas armadas deben considerar el 28 de
noviembre (comienzo de la votación) como una fiesta para
los egipcios" se felicitaba el general Mohamed
el-Assar, también miembro de la junta militar que dirige el
país desde la caída de Hosni Mubarak.
Dirigida
por el mariscal Husein Tantawi, el CSFA ha mantenido el
calendario a pesar de la violencia de la semana anterior a
la votación, haciendo ver que seguía a la "mayoría
silenciosa" frente a la "oposición ruidosa"
de la plaza Tahrir.
Éxito
y desafíos
Algunas
personalidades, sin embargo, mencionaron la dificultad de
llevar a cabo unas elecciones dignas de ese nombre en un
contexto tan conflictivo. Los Hermanos Musulmanes, en
cambio, sabiéndose en una posición de fuerza y favoritos
en los comicios, rechazaron en todo momento cualquier
retraso.
"La
gestión de estas elecciones por los militares ha sido seria
hasta el momento", estima el politólogo y
editorialista Hassan Nafaa. Para Tewfik Aclimandos,
especialista en Egipto del Collège de France, "es un
éxito popular y un éxito para el Ejército, en la medida
en que siempre ha jugado la carta de las elecciones para
estabilizar el país frente a la calle". Pero al acudir
en masa a las urnas los egipcios, a su vez, envían el
mensaje de que diez meses después de la revuelta que derrocó
a Mubarak, rechazan cualquier poder autoritario, lo que
supone un obstáculo a los deseos de perpetuarse en el poder
que pudieran tener los militares, como algunos les acusan.
"El mensaje es que la gente quiere tomar sus asuntos en
sus manos, que un sistema autoritario no es ya
posible", estima Ezzedine Chukri Fishere, profesor de
la Universidad Americana en El Cairo.
Antes
del escrutinio, despertó la preocupación sobre su auténtica
voluntad de retirarse, por la ley que garantiza que su
presupuesto escape a cualquier debate parlamentario, y que
tendría la última palabra en cualquier decisión que le
afecte.
Además,
después de meses sin avances, fueron necesarios varios días
de movilizaciones y duros enfrentamientos en las calles para
que el mariscal Tantawi anunciara una fecha tope -junio de
2012- para que se celebren elecciones presidenciales, después
de las cuales la junta militar deberá entregar el poder a
manos civiles.
El
nuevo Parlamento restará también margen de maniobra al Ejército.
"Un Parlamento que disponga de una fuerte legitimidad
popular podrá en el futuro colocar un reto añadido al
poder del consejo militar", destaca a Karim el-Assir,
del centro independiente Institute Signet en El Cairo.
Largo
proceso electoral
La
duración de las votaciones que se llevan a cabo en tres
etapas diferente en otras tantas zonas del país -hasta el
11 de enero para los diputados y hasta el 11 de marzo para
los senadores- también presenta riesgos. "Supone un
peligro en materia de seguridad, en particular en las zonas
rurales o remotas. Aún pueden pasar muchas cosas",
estima Choukri Fishere.
El
final de las legislativas también va a marcar el inicio de
otra etapa, la de la redacción de una nueva constitución,
crucial para el porvernir de la influencia de los militares,
que han impuesto al país todos sus presidentes desde 1952.
Por
su parte, el candidato presidencial Amro Musa opina que
"se ha exagerado la brecha" entre la junta militar
y el pueblo egipcio por las protestas de la plaza Tahrir, y
sostiene que la celebración de las legislativas "es la
prueba del éxito de la revolución". Musa declaró a
Efe que a pesar de las desconfianzas, "no se puede
decir tan fácilmente `entreguen el poder a los civiles'. ¿Quiénes
son esos civiles que van a asumir la autoridad? ¿Quién les
encomendó esa misión?", se preguntó. El exsecretario
general de la Liga Árabe sostuvo que la transferencia de
poder debe realizarse a una autoridad civil elegida democráticamente,
y no a "civiles" en general.
En
cuanto a la plaza Tahrir, afirmó que "no hablamos de
un solo grupo, sino de muchas corrientes dentro de la plaza
que quieren cosas diferentes".
Los
Hermanos Musulmanes confían en la tercera victoria
islamista en dos meses
Fayiz
Mohamed, un voluntario de los Hermanos Musulmanes, ingeniero
de 40 años, sonríe mirando a los electores que hacen cola
para votar, confiado en el éxito de su formación. Hace 20
años que Fayiz Mohamed está afiliado a esta hermandad islámica,
a pesar de las prohibiciones bajo el régimen de Hosni
Mubarak. "Es la primera vez que me siento seguro. Es
una sensación formidable. Antes siempre éramos
perseguidos", explica al lado de dos mujeres con velo
que dirigen a los votantes hacia su colegio electoral. Además
de esta nueva libertad, Fayiz Mohamed también prueba el
aroma de la victoria. "Vamos a ganar. Durante mucho
tiempo, hemos trabajado para el pueblo. Ellos nos
conocen", afirma. Los analistas independientes creen,
como él, que la hermandad ganará las elecciones pero sin
mayoría absoluta. Aun así, los Hermanos Musulmanes no
detallan cuántos de sus candidatos forman parte de la
coalición de doce partidos denominada Libertad y Justicia.
El
partido ha enviado cientos de observadores como Fayiz por
todo el país para supervisar las elecciones. En una sala en
la sede del partido en El Cairo, otros voluntarios reciben y
tratan los informes de los observadores sobre la participación
y los sondeos en la salida de las urnas. "Por primera
vez, la Seguridad del Estado y el Partido Nacional Democrático
(el partido de Mubarak) no están. El ambiente es
diferente", afirma el coordinador de las operaciones,
Mohamed Saad. Formaciones islamistas han ganado las
elecciones en Túnez y Marruecos en los últimos meses.
Para
el vicepresidente de Libertad y Justicia, Essam al-Erian, el
islam político se va a imponer también en Egipto y obligará
al mundo a aceptarlo. "Es tiempo de que las capitales
del mundo que han apoyado a Mubarak digan que aceptan el
resultado ahora, no después de los resultados",
afirma. "No somos inferiores, somos iguales a otros
humanos. La democracia es pluralidad, el mundo entero debe
aceptar a los musulmanes. La cultura islámica es compatible
con los principios democráticos. Los árabes tienen su
propia cultura y el islam su propia civilización", añade
Erian.
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