Una
operación militar de EEUU contra Irán
sería un grave error
Por
Igor Panarin (*)
Russia Today / Global Research, 14/01/12
Aumenta la
presión por la controversia sobre Irán. El escritor
analista político Igor Panarin cree que EE.UU. debería
prestar atención al razonamiento de Rusia, China y Turquía
y abstenerse de ir a la guerra contra Irán.
El gobierno de
Irán ya ha acusado a Israel de ser responsable del
asesinato de Mostafa Ahmadi Roshan, el científico nuclear
iraní asesinado en Teherán a principios de este mes. Irán
también anunció que la muerte de Roshan no detendrá su
programa nuclear.
El asesinato
de Roshan tuvo lugar en el clímax de la renovada tensión
entre Washington y Teherán por el programa nuclear iraní.
Amenazado con un aumento de las sanciones económicas por
parte EE.UU., Irán ha declarado que podría responder
mediante el cierre del Estrecho de Ormuz. Esto lleva por
primera vez en muchos años el antiguo punto muerto entre
EE.UU. e Irán a un probable teatro de operaciones en el
Estrecho de Ormuz.
Después de la
advertencia de Teherán, la Armada de EE.UU. envió rápidamente
su grupo de portaaviones de la Quinta Flota al Golfo Pérsico,
y elementos navales británicos se apresuran a sumarse a sus
aliados estadounidenses.
Mientras
tanto, Irán realizó un ejercicio naval titulado Velayat–90
(Supremacía–90) entre el 24 de diciembre de 2011 y el 2
de enero de 2012. El juego de guerra cubrió una vasta área
desde el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán al Golfo de Adén
y el Mar Arábigo. La escala del ejercicio sirvió para
demostrar la preparación de Irán para involucrarse en una
guerra naval fuera del Golfo Pérsico. La Armada Iraní
también utilizó el ejercicio para ensayar sus nuevos
misiles crucero de largo alcance, demostrando su capacidad
de alcanzar bases de EE.UU. en el Golfo, Israel, y los
aliados árabes de EE.UU. en la región.
Teherán
declaró que el ejercicio naval tuvo un inmenso éxito, y
anunció que la Segunda Etapa tendrá lugar en febrero.
Obviamente la situación se desarrolla muy rápido.
El ejercicio
iraní fue rápidamente seguido por un intercambio de
ataques mediáticos y retórica agresiva entre Washington y
Teherán. Los últimos dos eventos –el asesinato de Roshan
y el anuncio de Irán respecto a su capacidad de
enriquecimiento de uranio a un 20%– han propulsado el ya
sobrecalentado impasse al punto de alta inflamabilidad. Las
amenazas de nuevas sanciones por parte de Occidente solo
contribuyen a agravar la situación.
Mientras la
Unión Europea declaró su intención de prohibir las
importaciones de petróleo crudo de Irán en su próxima
reunión del Comité de Asuntos Exteriores del 23 de enero
de este año, Teherán anunció que reaccionaría cerrando
el tráfico marino en el Estrecho de Ormuz, que acomoda casi
un 40% de los embarques marítimos globales de petróleo,
con 15–17 millones de barriles diarios. Esto excluiría
efectivamente del mercado global cerca de un 90% del total
de las exportaciones de petróleo de todas las naciones del
Golfo.
Las fuerzas
navales iraníes, que constan de la armada regular y de la
Armada de los Guardias Revolucionarios Islámicos, siempre
han sido importantes protagonistas en el tráfico marítimo
del del Estrecho de Ormuz. Irán ha permitido
voluntariamente el tráfico comercial internacional por sus
aguas territoriales sobre la base de la Ley de la Convención
Marítima III de la ONU, que estipula el derecho de “paso
inocente” a través de todas las aguas territoriales a los
navíos con el fin de asegurar un tránsito rápido y sin
impedimentos entre los puertos abiertos y alta mar. Aunque
Irán no ha ratificado la convención y por lo tanto no
tiene que cumplirla, se ha avenido de buena fe a la mayor
parte de sus provisiones.
Rusia expresó
su actitud sobre el tema el 12 de enero en una declaración
pública del viceministro de Exteriores, Sergey Ryabkov,
quien llamó a Irán y a Occidente a abstenerse de toda acción
que pueda agravar la situación en el Estrecho de Ormuz.
China mantiene
una posición muy similar, y acaba de rechazar el llamado
del secretario del Tesoro de EE.UU., Timothy Geithner, a
favor de una reducción significativa de las importaciones
de petróleo iraní por parte de China. Geithner dirigió
ese llamado a la República Popular durante su visita de la
semana pasada a Pekín.
El secretario
del Consejo Nacional de Seguridad de Rusia, Nikolai
Patrushev, también encaró el tema el 12 de enero de este año.
Advirtió de una posible escalada militar del conflicto, y
afirmó que Israel está incitando a Washington a tomar una
acción militar agresiva.
A pesar del
formidable poderío de la Armada de EE.UU., la estrecha
entrada de mar del Golfo Pérsico hace que sea altamente
vulnerable a un ataque de misiles tierra–mar desde Irán.
Incluso las lanchas rápidas iraníes pueden plantear una
seria amenaza para los portaaviones y destructores
estadounidenses debido a su pequeño tamaño combinado con
su alta velocidad, lo que las hace difíciles de avistar
antes de que lleguen a la distancia de fuego de los grandes
barcos de guerra estadounidenses.
Irán también
puede atacar a la Quinta Flota con sus misiles crucero desde
la costa norte del Golfo. Sus otros recursos militares
incluyen submarinos enanos, aviones sin tripulación, vehículos
de colchón de aire, escuadrones de hombres rana y minas
flotantes. Por ello, a pesar de que un enfrentamiento
militar entre la Armada de EE.UU. y las fuerzas armadas iraníes
sería probablemente un caso de guerra asimétrica, Irán
tendría de su parte una variedad de capacidades militares
letales además de la geografía.
En boca del
viceministro de Exteriores de Rusia, Sergey Ryabko, “una
operación militar contra Irán sería un error
extremadamente grave, un error de cálculo extremo. Las
consecuencias de un hipotético desarrollo de ese tipo podrían
tener una gran repercusión en la seguridad regional y
global”.
La oposición
de Rusia a una operación militar occidental contra Irán se
explicó recientemente cuando Moscú envió a su propio
grupo de tareas de portaaviones al puerto de Tartus en
Siria. China también se ha opuesto a cualquier acción
militar contra Siria o Irán, y advierte de que un conflicto
armado en el Golfo sería desastroso para la economía
global y provocaría una crisis humanitaria.
La renuencia
de Turquía a respaldar una guerra contra Irán también
plantea una importante limitación a un juego militar
occidental. Ankara ha insistido en mantenerse dentro de las
fronteras diplomáticas al encarar la controversia nuclear
iraní. El ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, presentó
recientemente la propuesta de Turquía para auspiciar una
conferencia internacional sobre el tema nuclear iraní.
La actitud de
ciertos poderosos protagonistas regionales y globales como
Rusia, China y Turquía sugiere que sería más prudente que
Washington siguiera sus consejos y recurriera a nuevos
esfuerzos diplomáticos frente a Irán en lugar de entrar en
otro cenagal en Medio Oriente con un resultado
extremadamente impredecible.
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Igor Panarin es, en Rusia, profesor, académico y analista
político especializado en relaciones internacionales.
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