Obama buscaría distanciarse de un
ataque israelí
Análisis de Gareth Porter (*)
Inter
Press Service (IPS), enero 2012
Washington.- El presidente de Estados
Unidos, Barack Obama, parece mantener la esperanza de no
quedar atrapado en una guerra contra Irán iniciada por
Israel, pese a las presiones del primer ministro de ese último
país, Benjamín Netanyahu.
El año pasado salieron a la luz nuevas
evidencias de que Netanyahu habla en serio de asestar un
golpe militar al programa nuclear iraní. Para ello explota
la fuerte influencia que su derechista partido Likud ejerce
en Estados Unidos sobre el opositor Partido Republicano y,
por extensión, sobre el Congreso legislativo.
El exjefe del Mosad (servicio secreto
israelí) Meir Dagan reveló el 2 de junio de 2011, en su
primera aparición pública tras la renuncia a ese cargo en
septiembre de 2010, que él, el entonces comandante en jefe
de las Fuerzas Armadas, Gabi Ashkenazi, y el entonces jefe
de los servicios de seguridad (conocidos por sus siglas
hebreas Shin Bet), Yuval Diskin, habían podido
"bloquear toda aventura peligrosa" por parte de
Netanyahu y del ministro de Defensa, Ehud Barak.
El periódico israelí Maariv informó
que esas tres figuras, junto con el presidente Shimon Peres
y el comandante Gadi Eisenkrot, habían vetado en 2010 una
propuesta de Netanyahu para atacar Irán.
Dagan dijo formular públicamente esas
revelaciones por "miedo de que nadie parara a Bibi
(apodo de Netanyahu) y a Barak". También afirmó que
un ataque israelí contra Irán podría desatar una guerra
que "pondría en peligro la existencia del Estado"
de Israel, señalando que su revelación no era parte de una
guerra psicológica.
En general hay consenso en cuanto a que
un ataque israelí puede retrasar solo temporariamente el
programa nuclear iraní, implicando un riesgo importante
para el Estado judío. Pero Netanyahu y Barak esperan
involucrar a Estados Unidos en la guerra, a fin de crear una
destrucción mucho mayor y, tal vez, derrocar al régimen
islámico.
El secretario estadounidense de
Defensa, Leon Panetta, intentó infructuosamente en octubre
lograr un compromiso del primer ministro israelí y de Barak
en cuanto a que el estado judío no lanzaría un ataque
contra Irán sin consultar primero a Washington, según
fuentes de Estados Unidos e Israel citadas por The Telegraph
y por el periodista especializado en temas de inteligencia
Richard Sale.
En una reunión con Obama pocas semanas
después, el nuevo jefe del estado mayor conjunto, general
Martin Dempsey, y el nuevo jefe del Comando Central de
Estados Unidos (Centcom), general James N. Mattis, se
mostraron desilusionados porque el presidente no había sido
suficientemente firme en su oposición a un ataque israelí,
según Sale.
Obama respondió no tener influencia
sobre Israel, porque este "es un país soberano".
Su comentario pareció indicar un deseo
de distanciar a su gobierno de un ataque israelí contra Irán,
pero también dejó en claro que no le diría a Netanyahu
que no toleraría tal acción.
El gobierno de Obama considera que las
sanciones contra Irán, que en los últimos tiempos han
buscado reducir las importaciones mundiales de crudo iraní,
son una alternativa a un ataque israelí. Pero lo que
Netanyahu tenía en mente al proponer tal iniciativa era
mucho más radical de lo que el gobierno de Obama o la Unión
Europea podrían aceptar.
Cuando Mark Dubowitz, director
ejecutivo de la Fundación para la Defensa de las
Democracias, estrechamente alineada con el partido Likud de
Netanyahu, impulsó la idea de las sanciones contra toda
institución financiera que hiciera negocios con el Banco
Central de Irán, el objetivo fue que a los países les
resultara imposible importar crudo iraní.
Funcionarios estadounidenses dijeron el
8 de noviembre a la agencia Reuters que las sanciones contra
el Banco Central iraní no estaban sobre la mesa. El
gobierno de Obama alertó que tales sanciones implicaban el
riesgo de una aguda subida de los precios del petróleo en
todo el mundo, y un empeoramiento de la recesión mundial,
además de, en realidad, incrementar las ganancias
petroleras de Irán.
Pero Netanyahu usó el poder del
American Israel Public Affairs Committee (AIPAC) sobre el
Congreso en relación a Israel para sobrellevar la oposición
a Obama.
El Senado aprobó por unanimidad una
enmienda que representaba la posición de Netanyahu sobre
las sanciones centradas en el sector petrolero y el Banco
Central de Irán. Y esto, pese a una carta del secretario
del Tesoro, Tim Geithner, en la que se manifestaba en
contra. Una enmienda similar se aprobó el 15 de diciembre
en la Cámara de Representantes.
El gobierno de Obama se sentó a
negociar con sus aliados europeos, Arabia Saudita y Emiratos
Árabes Unidos sobre la reducción de las importaciones de
crudo iraní, intentando a la vez llenar los vacíos con
otras fuentes. Pero varios países, entre ellos Japón y
Corea, se excusan, y la UE insiste en proteger a Grecia y a
otras economías vulnerables.
Es probable que el resultado sea un régimen
de sanciones que reduzca las exportaciones iraníes solo
marginalmente, en vez de imponer las drásticas que
reclamaban Netanyahu y Barak. Toda suba de los precios del
petróleo generada a raíz de las sanciones contra el sector
petrolero iraní solamente perjudicarán las posibilidades
de reelección de Obama.
En una entrevista concedida en
noviembre a la cadena de televisión por abonados
estadounidense CNN, Barak advirtió a la comunidad
internacional que Israel podría tener que tomar una decisión
sobre la guerra en un plazo de apenas seis meses, porque los
esfuerzos de Irán de "dispersar y fortificar" sus
instalaciones nucleares pronto volverían ineficiente un
ataque contra las centrales.
Netanyahu, quien no oculta su
desconfianza hacia Obama, puede esperar presionarlo al máximo
para que apoye militarmente a Israel en una guerra con Irán,
atacando durante una campaña en la que el candidato
republicano le acuse de ser suave en relación a la amenaza
nuclear iraní.
Por otro lado, si el candidato
republicano está en una posición fuerte como para ganar
las elecciones, Netanyahu querrá esperar a que se instaure
un nuevo gobierno alineado con su postura beligerante hacia
Irán.
Mientras, el hecho de que Estados
Unidos se retirara de Iraq implicó también el fin del
control de la fuerza aérea estadounidense sobre el espacio
aéreo iraquí, que durante mucho tiempo se había
considerado un importante disuasor de un eventual ataque
israelí contra Irán.
(*) Gareth Porter es historiador
y periodista de investigación especializado en seguridad
nacional de Estados Unidos. Su último libro, "Perils
of Dominance: Imbalance of Power and the Road to War in
Vietnam" (Peligros del dominio: Desequilibrio de poder
y el camino hacia la guerra en Vietnam), fue editado en
2006.
EEUU
advierte a Israel de que
no se
unirá a su guerra contra Irán
Por
Gareth Porter (*)
Asia
Times/IPS, 03/02/12
El presidente de la Junta del Alto
Estado Mayor de la Defensa (JCS, por sus siglas en inglés),
el general Martin Dempsey, comunicó a los dirigentes israelíes
el 20 de enero que EEUU no iba a participar en una guerra
contra Irán iniciada por Israel sin el acuerdo previo de
Washington, según han referido altos mandos del ejército
bien situados.
La advertencia de Dempsey, de la que se
dio traslado tanto al primer ministro Benjamin Netanyahu
como al ministro israelí de defensa Ehud Barak, representa
la medida más firme adoptada por el presidente Obama para
impedir un ataque israelí y asegurar que EEUU no se vea
envuelto en una conflagración regional con Irán.
Pero el gobierno israelí sigue
adelante con su desafío manteniendo su libertad de acción
para emprender una guerra contra Irán porque sigue contando
con la influencia de los puntos de vista y el apoyo de los
extremistas de la derecha en la política estadounidense a
la hora de presionar a Obama y conseguir que se sume a un
posible ataque durante su campaña electoral del próximo
otoño.
Obama parece seguir aún resistiéndose
a romper pública y explícitamente con Israel respecto a su
amenaza de agresión militar contra Irán, aunque no cuente
con pruebas de que Irán ha decidido fabricar un arma
nuclear.
El viaje de Dempsey fue sobremanera atípico
ya que el presidente no convocó conferencia de prensa
alguna ni ninguna de las partes hizo declaraciones acerca
del contenido de lo tratado con los dirigentes israelíes. Y
lo que es más destacable aun, nada de lo que dijo a los
israelíes se filtró ni en los medios de comunicación
israelíes ni en los estadounidenses, lo que indica que
ambas partes consideran que lo trasladado por Dempsey es
extremadamente sensible.
Sin embargo, a través de altos
oficiales tanto en activo como retirados con conexiones con
la JCS, ha llegado a conocerse lo esencial de la advertencia
de Dempsey a los israelíes, según la fuente militar que la
obtuvo de esos oficiales.
Un portavoz de la JCS, el comandante
Patrick McNally, no hizo el pasado miércoles comentario
alguno cuando Inter Press Service (IPS) le preguntó sobre
la advertencia citada de Dempsey a los israelíes.
El mensaje trasladado por Dempsey fue
la primera declaración explícita al gobierno de Netanyahu
de que EEUU no defendería a Israel si este país atacaba
unilateralmente a Israel. Pero el secretario de defensa Leon
Panetta había hecho una insinuación clara en una
entrevista en “Face the Nation” el 8 de enero, en el
sentido de que la administración Obama no iba a defender a
Israel en una guerra contra Irán que Israel hubiera
iniciado.
Al preguntarle cómo iban a reaccionar
los EEUU si Israel lanzara un ataque unilateral contra Irán,
Panetta primero subrayó la necesidad de una política
coordinada con Israel respecto a Irán. Pero cuando el
presentador Bob Schieffer le repitió la pregunta, Panetta
dijo: “Si los israelíes toman esa decisión, no estaríamos
preparados para proteger a nuestras fuerzas en tal situación.
Y eso nos preocupa”.
El ministro de defensa Barak había
tratado, antes de la llegada de Dempsey, de rebajar las
especulaciones de los medios, que postulaban que el
presidente pretendía presionar a Israel por su amenaza de
atacar a Irán, pero después procedieron a reiterar la
posición de Netanyahu-Barak de que no podían renunciar a
su responsabilidad por la seguridad de Israel “ante nadie,
incluidos sus amigos estadounidenses”.
No hay prueba alguna, desde que se
produjo la visita de Dempsey, de que se haya producido algún
cambio en la insistencia del gobierno de Netanyahu de
mantener su libertad de acción para atacar a Irán.
Los encuentros de Dempsey con Netanyahu
y Barak tampoco sirvieron para resolver la cuestión de los
ejercicios militares conjuntos EEUU-Israel “Austere
Challenge 12”, pergeñados para simular un ataque de
misiles, programados para abril de 2012 y que fueron
repentinamente aplazados pocos días antes de su llegada a
Israel.
Más de dos semanas después de la
reunión de Dempsey con Barak, el portavoz del Pentágono,
John Kirby, dijo a IPS: “Todo lo que puedo decir es que
los ejercicios se celebrarán este año, aunque más
tarde”. Eso indicaba que no ha habido un cambio importante
en la situación de las discusiones entre EEUU e Israel
sobre la cuestión, ya que el aplazamiento del ejercicio se
filtró el 15 de enero.
El aplazamiento ha sido objeto de
explicaciones contradictorias y poco convincentes por la
parte israelí, que sugirió cierta desorganización en el
gobierno de Netanyahu acerca de cómo manejar la cuestión.
Para añadir más confusión, los
comunicados de Israel y EEUU no dejaban claro si la decisión
había sido unilateral o conjunta, ni las razones de la
decisión.
El 18 de enero, Panetta afirmó en una
conferencia de prensa que el mismo Barak era quien le había
pedido aplazar las maniobras.
Ahora está claro que ambas partes tenían
interés en retrasar el ejercicio y es muy posible que lo
dejen expirar evitando llegar a tomar una decisión sobre el
mismo.
Parece que los israelíes tienen dos
razones distintas para anular el ejercicio, reflejando las
diferencias entre los intereses de Netanyahu y su ministro
de defensa.
El principal interés de Netanyahu en
relación con el ejercicio era evidentemente dar munición
al candidato republicano para tirar contra Obama durante la
campaña de otoño insinuando que el aplazamiento se decidió
a petición de Obama para reducir las tensiones con Irán.
Así pues, Mark Regev, portavoz de
Netanyahu, lo explicó como una decisión “conjunta” con
EEUU, añadiendo: “La idea es que ahora no es el momento
adecuado para llevar a cabo tales ejercicios”.
Sin embargo, Barak tenía una
preocupación totalmente diferente que tenía más que ver
con la preparación de las fuerzas israelíes para perpetrar
una operación que implica tanto atacar las instalaciones
nucleares de Irán como reducir la capacidad de respuesta
iraní.
Un antiguo analista de inteligencia
estadounidense que sigue estrechamente la actuación del ejército
israelí dijo a IPS que sospechaba firmemente que el ejército
israelí ha presionado a Barak para que insistiera en que
las fuerzas israelíes están totalmente preparadas para
atacar a Irán en cuanto se les pida que lo hagan.
El analista, que insistió en mantener
el anonimato debido a sus continuos contactos con el ejército
y el personal de inteligencia de EEUU, dijo que la debacle
de la guerra del Líbano de 2006 sigue obsesionando el
pensamiento de los altos cargos del ejército de Israel.
En esa guerra quedó claro que las
fuerzas israelíes no estaban adecuadamente preparadas para
hacer frente a los ataques de cohete de Hizbollah y el ejército
israelí sufrió un serio descalabro.
La insistencia de los altos mandos del
ejército en que nunca van a la guerra sin estar
completamente preparados es una consideración fundamental
para Barak, según el analista. “Austere Challenge 12”
implicaría inevitablemente un consumo importante de
recursos militares, observó, lo que reduciría la disposición
israelí para una guerra a corto plazo.
La preocupación de que unos
importantes ejercicios militares puedan reducir en estos
momentos la disposición para la guerra contra Irán del ejército
israelí, explicaría por qué se informó de que los altos
oficiales militares israelíes habían sugerido que las
razones del aplazamiento eran mayoritariamente de orden “técnico
y logístico”.
Podría explicarse, desde luego, la
preocupación del ejército israelí por tener que emplear
en las maniobras unos recursos que son escasos,
independientemente de que estuvieran planificadas para abril
o finales de 2012. Ese hecho ayudaría a explicar por qué
no se ha fijado una nueva fecha a pesar de las afirmaciones
por parte estadounidense de que iba a ser así.
Sin embargo, el ejército
estadounidense tiene sus propias razones para no sentir
mucho entusiasmo por la operación. IPS ha sabido de fuente
fidedigna que, antes de que la administración Obama
empezara a distanciarse de la política israelí hacia Irán,
el jefe del Mando Central de EEUU, James N. Mattis, había
expresado su preocupación por las implicaciones de un
ejercicio tan obviamente basado en un escenario que implicaría
una repuesta iraní a un ataque israelí.
Se ha citado a autoridades
estadounidenses declarando que sospechaban que la petición
israelí de aplazamiento del ejercicio indicaba que Israel
quería dejar todas sus opciones abiertas para lanzar
durante la primavera un ataque contra las instalaciones
nucleares iraníes. Pero un aplazamiento hasta el otoño no
va a cambiar el problema.
Por esa razón, el antiguo analista de
la inteligencia estadunidense dijo a IPS que dudaba que las
maniobras “Austere Challenge 12” lleguen algún día a
celebrarse.
Pero la Casa Blanca tiene un interés
político obvio en utilizar los ejercicios militares para
demostrar que la administración Obama había aumentado su
cooperación con Israel a niveles sin precedentes.
El departamento de defensa quiere que
el ejercicio se celebre en octubre, según la fuente militar
que está en contacto con altos oficiales relacionados con
los Jefes de los Altos Estados Mayores.
(*) Gareth Porter es
historiador-investigador y periodista de Inter-Press
Service, especializado en la política de seguridad nacional
de EEUU. La edición en rústica de su último libro
“Perils of Dominance: Imbalance of Power and the Road to
War in Vietnam”, se publicó en 2006.
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