Las
razones de la masacre en el estadio de fútbol
La
Junta Militar sigue asesinando al pueblo
Por
Ale Kur
Para
Socialismo o Barbarie, 12/02/2012
El
pasado 1 de febrero, fueron noticia los grandes disturbios
en un estadio de fútbol en Port Said, que dejaron como
saldo más de 75 muertos y decenas de heridos.
Mientras
algunos quieren pintarlo como un episodio más de
"violencia en el fútbol" o de barrabravas, los
propios egipcios lo describen como algo bien diferente.
En
esa ocasión, se enfrentaban dos equipos: Al–Ahly y Al–Masry.
La hinchada del primero es conocida en el mundo por algo
totalmente ajeno al deporte: fueron la primera línea de
defensa de la plaza Tahrir contra los matones de la Junta
Militar, a lo largo de los 11 meses de rebelión popular
contra Mubarak y luego contra sus títeres del ejército.
Conocidos
como "Ultras Ahlawy", fueron un gran dolor de
cabeza para los militares en batallas como las del
Ministerio de Interior ocurrida en noviembre. Formada por jóvenes,
mayoritariamente de los barrios humildes, se convirtió en
uno de los bastiones de la resistencia contra la dictadura,
aprovechando los lazos previamente creados por el fútbol.
El clima general de rebelión popular politizó a esta
hinchada, que aborrece la brutalidad policial y la enfrenta
cotidianamente. Por esta misma razón, ya había tenido
varios mártires previamente.
Los
que asistieron al trágico partido, relatan que la hinchada
de al–Masry invadió la cancha una vez terminado, con
plena complicidad policial que no hizo nada para evitarlo.
Hay reportes, inclusive, de que las puertas de seguridad de
la hinchada de al–Ahly habían sido cerradas
deliberadamente por los organizadores. Se sospecha también
de provocadores infiltrados entre ellos.
Es
decir: no fue un hecho de violencia deportiva sino política,
en el cual la Junta Militar, a través del Ministerio de
Interior y su policía, dejaron zona liberada y generaron
todas las condiciones para una ataque contra una hinchada
fuertemente radicalizada. Algo totalmente acorde a la forma
de manejarse de los militares, que exactamente un año atrás,
daban luz verde para que los mubarakistas invadieran la
Plaza Tahrir en lo que fue conocido como "la batalla de
los camellos".[1]
Luego
de la masacre, muchos jóvenes (hinchas de Al–Ahly y también
de otros clubes que se solidarizaron,[2] además del
activismo político y social) marcharon nuevamente al
Ministerio de Interior a repudiar la masacre, y fueron
nuevamente reprimidos, lo que llevó a 5 días de
enfrentamientos con nuevas muertes, heridos y detenidos.
Esta
nueva masacre contra la población demuestra que la Junta
Militar no está para "proteger la revolución",
ni siquiera la "seguridad de los ciudadanos", sino
que es el mayor enemigo del pueblo, y que mientras siga en
el poder, van a continuar las provocaciones y los asesinatos
de civiles. El pueblo egipcio tiene en sus manos la tarea de
tirar abajo la dictadura con su movilización
revolucionaria.
Notas:
1.–
Fue el episodio más sangriento de la rebelión contra
Mubarak. Literalmente, sus defensores entraron montados a
camello y con sables, dejando decenas de muertos.
2.–
en las movilizaciones se puede ver la confraternización de
los Ultras Ahlawy con los "Ultras White Knights",
hinchada del Zamalek, su histórico rival deportivo,
desmintiendo las versiones puramente futbolísticas de los
incidentes.
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