Estados
Unidos–Afganistán
El
pacto que no cambiará nada
Análisis
de Gareth Porter (*)
Inter Press Service (IPS), mayo 2012
Washington,
may (IPS) – Los acuerdos firmados entre Washington y Kabul
se presentan como el medio para que el pueblo de Afganistán
se haga cargo de su propio destino y Estados Unidos ponga
fin a la guerra que inició contra ese país hace casi 11 años.
Pero una lectura más minuciosa sugiere lo contrario.
El
presidente Barack Obama se dirige a los periodistas
prudentemente escondido en
la base aérea de Bagram, en Afganistán, el 1 de mayo.
Los dos
gobiernos firmaron una “Asociación Estratégica Duradera
con Afganistán” y varios memorandos de entendimiento.
Pero el único
acuerdo sustancial alcanzado, y bien oculto entre esos
documentos, es el que autoriza a las Fuerzas de Operaciones
Especiales (SOF) de Estados Unidos a seguir efectuando
redadas nocturnas contra domicilios particulares en
territorio afgano, odiadas por la población de zonas
pashtunes.
La presentación
del acuerdo se hizo en un viaje sorpresa del presidente
estadounidense Barack Obama a Afganistán, con un discurso
en horario central de la televisión y varias conferencias
de prensa que le facilitan presentarse en la reñida
contienda electoral de su país como el mandatario que puso
fin a una muy impopular guerra.
También el
mandatario de Afganistán, Hamid Karzai, puede sostener que
logró poner bajo control las redadas nocturnas de las SOF,
además de conseguir un compromiso estadounidense de apoyo
económico por 10 años.
Pero el texto
real del acuerdo y del memorando de entendimiento sobre las
batidas nocturnas –incluido en el pacto mediante una
referencia– no ponen fin a la guerra en Afganistán, ni
dan a Karzai el control sobre esas acciones.
La noticia
real es que el gobierno de Obama consiguió disimular estos
hechos.
Las decisiones
de Obama sobre la cantidad de efectivos estadounidenses que
permanecerán en Afganistán en 2014 y más allá y sobre la
misión que tendrán, solo se tomarán en un Acuerdo
Bilateral de Seguridad que todavía no se ha negociado.
Aunque los
altos funcionarios no brindan datos específicos sobre esas
negociaciones a los medios de comunicación, la Asociación
Estratégica señala que se procederá a la firma del
documento "con el objetivo de concluirlo en el plazo de
un año".
Eso significa
que Obama no tiene que tomar ninguna decisión sobre
despliegue de tropas en Afganistán antes de las elecciones
presidenciales de este año, lo que le permite enfatizar en
la retirada de suelo afgano y eludir la cuestión de un
compromiso militar a largo plazo.
Según el
texto, el Acuerdo Bilateral de Seguridad sustituirá al
"Estatuto de Fuerzas", firmado en 2003 con
Afganistán y que confería inmunidad judicial a los
soldados estadounidenses y no imponía limitaciones en
cuanto a su despliegue y operaciones en territorio de ese país
de Asia central.
El mes pasado,
Estados Unidos se vio obligado a firmar el memorando de
entendimiento sobre operaciones nocturnas a raíz de las
reiteradas amenazas de Karzai de no suscribir la Asociación
Estratégica a menos que Obama le diera el control sobre las
redadas de viviendas particulares.
La insistencia
de Karzai de poner fin a esos ataques nocturnos unilaterales
y a la detención de afganos, retrasó varios meses el
acuerdo de Asociación Estratégica.
Pero Karzai se
puso así en conflicto directo con los intereses de uno de
los elementos más influyentes de las Fuerzas Armadas
estadounidenses: las SOF.
Tanto bajo el
mando de los generales Stanley A. McChrystal como de David
Petraeus, la estrategia bélica de Estados Unidos en
Afganistán pasó a depender de la supuesta efectividad de
las redadas nocturnas de unidades de las SOF para debilitar
al movimiento extremista Talibán.
Los oficiales
del Comando Central de Estados Unidos (Centcom) se negaron a
detener estas operaciones y a ceder al gobierno afgano el
control de las mismas, como informó IPS en febrero.
Ambas partes
intentaron durante semanas redactar un acuerdo del que
Karzai pudiera decir que cumplía con su demanda, pero que
en realidad cambiaría muy poco.
Al final,
Karzai tuvo que ceder. Y lo que se hizo para disimularlo
lleva a un nuevo grado de ingenio el engaño sobre el
verdadero sentido de un acuerdo internacional sobre
operaciones militares de Estados Unidos.
El memorando
de entendimiento fue reportado por las cadenas de noticias
como un cambio radical de la conducción de las operaciones
militares. Pero una lectura minuciosa del texto revela que
prácticamente no habrá alteración del statu quo.
El acuerdo fue
negociado entre el comando militar estadounidense instalado
en Kabul y el Ministerio de Defensa afgano. Abogados de las
Fuerzas Armadas de Estados Unidos incluyeron una disposición
clave que modifica sustancialmente el significado del resto
del documento.
En el primer párrafo,
sobre la definición de los términos, el memorando plantea
que las operaciones especiales son aquellas "aprobadas
por el Grupo Afgano de Coordinación de Operaciones y
efectuadas por las fuerzas afganas con apoyo de tropas
estadounidenses de acuerdo con las leyes afganas".
Esa frase,
cuidadosamente redactada, significa que las únicas redadas
nocturnas comprendidas por el memorando son aquellas que el
comandante de las SOF decida realizar con previa consulta al
gobierno afgano. Por lo tanto, las efectuadas sin consultar
a las autoridades afganas quedan fuera del acuerdo.
La cobertura
que los principales medios periodísticos sobre el
memorando, indicando que la participación de unidades de
las SOF dependería del gobierno afgano, simplemente ignoró
esa disposición.
Pero el
portavoz del Departamento de Defensa, John Kirby, dijo el 9
de abril a periodistas que Karzai no tendría poder de veto
sobre las redadas nocturnas. "No se trata de que
Estados Unidos esté cediendo la responsabilidad a los
afganos", declaró.
Kirby no
comentó si esas unidades de las SOF que operan en forma
independiente se verían afectadas por el memorando,
confirmando de manera implícita que no lo harán.
El portavoz
del Pentágono explicó que el acuerdo "codifica"
lo que se viene haciendo desde diciembre de 2011: las
fuerzas afganas especiales dirigen la mayor parte de las
operaciones nocturnas, es decir son las que ingresan a los
hogares y recintos de las familias de ese país.
Sin embargo,
las fuerzas estadounidenses siguen capturando o matando
afganos en esos operativos.
El conflicto
entre la realidad de lo acordado y lo expuesto por el
gobierno de Estados Unidos recuerda las declaraciones de
Obama de 2009 y 2010 sobre el retiro de Iraq y el fin de la
guerra en ese país, cuando las unidades de combate
permanecieron activas mucho después del 1 de septiembre de
2010, fecha límite que el mandatario había fijado para el
repliegue. Pasado ese
plazo, en 2010 y 2011 murieron 58 militares estadounidenses
en Iraq.
Pero hay una
diferencia fundamental entre los dos casos de manipulación
de la información que llega al público.
El acuerdo de
retiro de Iraq de 2008 volvió políticamente difícil, si
no imposible, que el gobierno iraquí pudiera mantener
soldados estadounidenses en su territorio luego de 2011. En
el caso de Afganistán, los acuerdos ahora firmados no
imponen ninguna restricción a los militares
estadounidenses.
Y aunque Obama
promueve su política de terminar la guerra, sus Fuerzas
Armadas y el Pentágono han dicho públicamente que esperan
mantener miles de efectivos de las SOF en suelo afgano hasta
mucho después de 2014.
El presidente
esperaba conseguir que los jefes del Talibán aceptaran
iniciar negociaciones de paz, lo que hubiera hecho más fácil
vender la idea del repliegue, mientras sigue la guerra. Pero
el movimiento islamista no cooperó.
En su discurso
en Kabul, Obama no podía amenazar a los talibanes con la
continuación de la cacería nocturna casa por casa si no
aceptaban negociar la paz con Karzai. Eso hubiera revelado
lo que en realidad negociaron los dos países.
Pero Obama
debe suponer que el Talibán entiende lo que el público
estadounidense no: las redadas nocturnas van a seguir más
allá de 2014, no importa cuánta resistencia se presente a
las odiadas tropas estadounidenses.
*
Gareth Porter es historiador y periodista de investigación
especializado en seguridad nacional de Estados Unidos. Su último
libro, "Perils of Dominance: Imbalance of Power and the
Road to War in Vietnam" (Peligros del dominio:
Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en
Vietnam), fue editado en 2006.
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