Estados
Unidos en Medio Oriente
Annapolis,
un nuevo callejón oscuro
Por
Leonardo Montero
Agencia Periodística del Mercosur (APM), 25/11/07
La
Conferencia prevista para esta semana difícilmente traiga
paz. La sociedad entre Washington y Tel Aviv es de viaja
data. Siempre el factor bélico estuvo de por medio.
El próximo
jueves 29 de noviembre se cumplirán sesenta años de la
aprobación por parte de la Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) de la Resolución
181 que recomendaba la partición de Palestina en un estado
judío, un estado árabe y una zona bajo régimen
internacional. Pese al fracaso que significó esta resolución,
la misma constituyó el puntapié inicial para que seis
meses después fuera proclamada la independencia del Estado
de Israel en esos territorios.
Con esta
proclamación no sólo nació formalmente Israel sino también
comenzó un período, que perdura hasta nuestros días,
marcado a sangre y fuego por los conflictos entre árabes e
israelíes. Este conflicto ha tenido sucesivos capítulos
que no han hecho más que agravar las disputas, que
actualmente lejos están de ser subsanadas. Los episodios
violentos, las anexiones ilegales de territorios, los
bloqueos económicos, los atentados terroristas y las
constantes violaciones de los derechos humanos sobre los
ciudadanos de la zona, han opacado los escasos intentos por
lograr un cese al fuego y una consiguiente paz duradera.
Bajo una
capa de polvo han quedado aquellas imágenes de septiembre
de 1993 que mostraban al entonces presidente de Estados
Unidos, Bill Clinton, junto al en ese momento primer
ministro israelí, Isaac Rabin, y al histórico líder de la
Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser
Arafat. En aquella oportunidad se firmaron los Tratados de
Oslo que simplemente significaron un acercamiento entre las
partes y poco hicieron en pos de lograr una tregua en los
conflictos.
Otra de las
postales muy bien guardadas en el álbum de los recuerdos es
de julio del 2000 cuando Clinton, Arafat y el entonces
primer ministro y actual ministro de Defensa de Israel, Ehud
Barak, se reunieron en la residencia de Camp David para
solamente conseguir un rotundo fracaso en las negociaciones.
Este fracaso tuvo como repercusión un incremento de la
violencia que tuvo como punto máximo de tensión el
comienzo de la “segunda intifada” en septiembre de ese
mismo año.
Siete años
después, parece que la historia volverá a repetirse. Ya
sin Arafat y sin Clinton, nuevamente los líderes de
Palestina e Israel volverán a celebrar una cumbre
internacional con el objetivo de alcanzar la creación del
Estado palestino. El martes 27 comenzará la tan mentada
Conferencia de Annapolis, organizada por el gobierno
estadounidense de George W. Bush con el repetido propósito
de sentar las bases del futuro estado palestino.
A sesenta años
de aquel episodio, los líderes mundiales parecen querer
retribuir a los palestinos por aquella desafortunada decisión
(¿para que mencionar las sucesivas desafortunadas
decisiones tomadas por Tel Aviv y sus aliados contra los
palestinos en este extenso período?). Sin embargo, las
condiciones en que se llevará a cabo la reunión no dan
lugar a pronósticos positivos respecto al futuro de las
negociaciones.
Si se tiene
en cuenta la real situación de los territorios palestinos,
actualmente no puede hablarse de una “única Palestina”.
Esto debido a la división no sólo territorial sino también
política que existe entre Cisjordania y la Franja de Gaza.
Desde mediados de junio del corriente año, ambas
territorios funcionan como unidades políticas aisladas. En
esa oportunidad las dos facciones –Hamas y Al Fatah– que
conformaban el gobierno de coalición se enfrentaron en las
calles palestinas y rompieron relaciones.
Por esto,
Hamas se hizo con el control de la zona de Gaza y Al Fatah
hizo lo propio en Cisjordania. Este conflicto fue alentado
por las injerencias de Estados Unidos e Israel que nunca
aceptaron la victoria electoral del movimiento Hamas en 2006
y, que a pesar de la formación de un gobierno de coalición,
hicieron suficientes esfuerzos para debilitar al grupo islámico.
El apoyo
explícito al movimiento Al Fatah se hizo evidente una vez
que este asumió el poder de Cisjordania. A partir de allí
comenzaron los acercamientos entre Tel Aviv y el presidente
de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas. Este
último se ha mostrado predispuesto a realizar todo tipo de
concesiones siempre y cuando pueda continuar contando con el
apoyo necesario para contrarrestar el poder de Hamas.
Estos
acercamientos convergieron en la decisión de realizar la
conferencia de Annapolis por parte de Estados Unidos que
observó un terreno óptimo para la firma de algún tipo de
tratado aunque más no sea simplemente un papel rubricado
por las partes. Esta claro que las condiciones para la
creación de un Estado palestino no están dadas debido, en
parte, a la división de los territorios de Gaza y
Cisjordania y, en parte, porque Israel no ha aceptado ceder
a los históricos reclamos palestinos.
Cabe
destacar que los organizadores de la cumbre no tienen en
cuenta a Hamas. Por lo tanto, dejan de lado a casi un millón
y medio de palestinos que habitan ese territorio y cuyas
aspiraciones no serán tenidas en cuenta. Lo llamativo del
caso es que ni el líder de la ANP ni ningún funcionario
estadounidense o israelí han declarado que harán con Hamas
y como edificarán el Estado Palestino sobre la Franja de
Gaza, si es que el movimiento islámico continúa con el
dominio allí.
Para
entender la situación de Gaza vale la pena repasar parte
del informe, realizado por Gabriel Ruiz Enciso para la
Revista Pueblos. Ruiz es integrante de una ONG de Andalucía
y estuvo en Palestina hace algunas semanas.
“En la
franja de Gaza viven más de un millón y medio de personas
hacinadas en un territorio minúsculo. El irracional bloqueo
emprendido por Israel y avalado por la comunidad
internacional ha dado lugar a una situación de extrema
pobreza, hasta tal punto que hace dos semanas algunos medios
señalaron que la situación era peor que la de Somalia.
Este bloqueo ha conllevado que durante tres meses no hayan
entrado apenas mercancías a la franja de Gaza, únicamente
algo de combustible, agua y una reducida cantidad de
alimentos a través de la Cruz Roja Internacional, sólo
aquellos considerados imprescindibles (por Israel). Ni
siquiera semillas para posibilitar la agricultura de
subsistencia, o cuadernos de papel para que los niños
puedan acudir a clase, cualquiera de estos objetos son
considerados como innecesarios y `potenciales armas
terroristas` por parte de Israel, a pesar de las fuertes críticas
de diversos organismos internacionales y ONG’s”.
Justo
cuatro días antes de la realización de la conferencia de
Annapolis, Israel anuncia que seguirá reduciendo el
suministro de electricidad y de combustible a la Franja de
Gaza. La excusa es que los cálculos del gobierno israelí
aseguran que la reducción de la cantidad de combustible no
influirá en la capacidad de abastecimiento de quienes viven
allí. Pese a esto, en los últimos días se ha denunciado
que los gazanos sufren las inclemencias de las bajas
temperaturas.
La pregunta
que surge inevitablemente es ¿resulta posible discutir las
bases de un nuevo estado, mientras se somete a un millón y
medio de personas a un criminal bloqueo económico? La
respuesta es no. Por esto no deja de sorprender que la
cuestión de Gaza no este en el centro de las
conversaciones.
Hasta el
momento, las discusiones entre Abbas y el premier israelí
Ehud Olmert se centran en las fronteras del futuro estado,
el destino de las colonias judías asentadas en suelos
palestinos, la repartición de Jerusalén y que sucederá
con la cuestión de los refugiados palestinos. Las últimas
noticias acerca de estas discusiones aseguran que aún las
diferencias son muy pronunciadas y que sólo pueden ser
saldadas debido a la generosa actitud del líder de la ANP
ya que Olmert no estaría dispuesto a ceder.
Respecto a
esto, una información publicada por el diario El País de
Madrid manifiesta que un documento fechado el 17 de
noviembre revela que la delegación palestina ha rebajado
ostensiblemente el nivel de exigencias. Según este esta
información, en el documento no figuran explícitamente
requerimientos como la interrupción de la construcción de
asentamientos de colonos judíos en Cisjordania, no se hace
referencia al muro israelí que cerca este territorio, omite
alusiones a los controles militares y tampoco versa acerca
de los más de 500 obstáculos de circulación que
implementa la seguridad israelí. Obviamente tampoco hace
alusión al bloqueo de Gaza.
Frente a
este panorama, las críticas se suscitan teniendo en cuenta
la Hoja de ruta para la paz de 2003, en la cual se preveían
una serie de obligaciones para los palestinos a las cuales
estaba sujeta la acción de Israel.
En las últimas
horas, el propio Abbas reconoció el estancamiento de las
negociaciones respecto al documento final. "Queremos
por medio de las negociaciones arribar a un documento común,
pero desafortunadamente no hemos podido acordar la formulación
ya que cada parte tiene su punto de vista", dijo Abbas
frente a la Liga Árabe que, con reservas, participará de
la conferencia.
Por su
parte, Siria miembro de la Liga y uno de los invitados a la
cumbre manifestó que sólo asistirá si entre los temas a
tratar se incluye la cuestión de los Altos del Golán,
territorios anexionados por Israel en la Guerra de los Seis
Días de 1967. Hasta el momento, Tel Aviv no ha aceptado la
petición y se prevé que no lo hará. Esto supone el primer
revés para Washington que pretendía la presencia de todos
los países de la Liga.
Por otra
parte, el movimiento Hamas intenta boicotear la realización
de la conferencia basado en el hecho de que para ellos Abbas
no toma en cuenta consenso nacional, actúa sin el mandato
del pueblo y no posee ninguna legitimidad, según lo
manifestado por el diputado Mushir Al Masri. Estas
afirmaciones tienen que ver con el resultado de las últimas
elecciones, en las que Hamas triunfó.
Su líder,
Ismail Haniyeh aseguró que la “cumbre ha nacido muerta y
que no conseguirá para la población palestina ninguno de
los objetivos ni ninguno de los derechos políticos y
legales que se les deben”. Haniyeh se opone a que Abbas
renuncié a alguno de los reclamos históricos de Palestina,
como el de las fronteras anteriores a 1967 o el derecho de
regreso de los refugiados. Además, Hamas se resiste a que
se reconozca a Israel como Estado judío.
¿Cuál será
la reacción de Hamas si la ANP renuncia a alguno de esos
reclamos? Seguramente se incrementará el enfrentamiento
entre ambos bandos y escenas violentas como las sucedidas
durante la conmemoración del tercer aniversario de la
muerte de Arafat, se repetirán.
Por el otro
lado, las presiones internas no son menores. En un nota
publicada por la agencia IPS, el analista internacional
Peter Hirschberg asegura que Olmert llega a Annapolis
“sabiendo que si realiza allí concesiones importantes
dejará a la coalición de gobierno en una situación incómoda
y de frente a comicios que no quiere y que, seguramente, no
podrá ganar”. Además, dice Hirschberg que el
ultraortodoxo Shas –partido que integra la coalición
gobernante– advirtió que se pasará a la oposición si
Olmert se compromete con un diálogo sustancial con los
palestinos.
Afirma
Hirschberg que el líder espiritual del Shas se mostró en público
junto al máximo líder del partido opositor Likud, lo que
significa un claro mensaje hacia Olmert frente a la
Conferencia. El líder del derechista partido Israel
Beiteinu, Avigdor Liebeman, quien se desempeña como
ministro de Olmert, advirtió que cualquier movimiento en el
frente palestino deberá depender de la implementación de
la Hoja de ruta.
Estos
sectores de la derecha judía exigen que antes de cualquier
concesión, Palestina reconozca a Israel como Estado judío.
Es necesario recordar que los sectores más conservadores de
la derecha israelí a lo largo de los años han condenado
cada aproximación de los gobiernos de Tel Aviv a los
palestinos por mínima que haya sido. Un caso paradigmático
lo constituye el asesinato del premier Isaac Rabin, a quien
la derecha condenaba por los acercamientos a Arafat y fue
ultimado por un fanático.
Pero el
lobby y las presiones también aquejan a Bush. Según el
analista Jim Lobe de IPS, “personalidades de línea dura
del American Enterprise Institute (AEI) y del Freedom Watch,
campaña liderada por miembros de la Coalición Judía
Republicana, lanzaron una ataque contra la reunión pues
temen que tenga como resultado más presión a Israel para
que haga concesiones territoriales”. Uno de los neocons
que más se opone a la cumbre es David Wurmser quien hasta
agosto se desempeñaba como principal consejero sobre Medio
Oriente del vicepresidente Dick Cheney. Wurmser es un
reconocido defensor de las acciones políticas del ala dura
de Israel.
Según
Lobe, en un almuerzo realizado días atrás por el
derechista Proyecto Israel, Wurmser señaló que este es el
peor momento para que el gobierno de Bush inicie un proceso
de paz palestino–israelí, sobre todo considerando la
importancia y las nuevas amenazas a los intereses de
Washington, como Corea del Norte, Irán, Irak, Siria y
Venezuela.
En este
mismo sentido, el presidente del Centro para Políticas de
Seguridad, Frank Gaffney, publicó una columna en el diario
The Washington Post en la que calificó a Condolezza Rice de
"fanática que perdió todo sentido de la
realidad", y llamó "organización
terrorista" al movimiento Al Fatah y lo incluyó entre
otros grupos "neofascistas" como "Hamas,
Hezbolá, Al Qaeda y los Cuerpos de la Guardia
Revolucionaria Iraní". Para el lobbysta Gaffney si se
fundase un estado palestino “permitirá la creación de un
nuevo y seguro refugio para el terrorismo”.
En conclusión,
pese a todas estas oposiciones internas y externas y a la
sensación generalizada de que la cumbre no arrojará
resultados positivos y que como en otras ocasiones sólo
servirá para firmar papeles, el martes 27 será el día en
que Bush y Rice intentarán jugar una carta importante con
el objetivo de lavarle la cara a su debilitada gestión.
Para la Casa Blanca significaría un punto muy importante
lograr un acercamiento significativo y nadie oculta que el
objetivo es lograr establecer las bases del estado palestino
antes de que Bush abandone su cargo.
Sin
embargo, mientras el camino sea exigirle concesiones a los
palestinos y seguir dejando que Israel realice todo tipo de
atropellos contra sus vecinos, no se vislumbran buenos
augurios para el Estado palestino.
Entonces
para pensar la creación de un estado, debe exigirse el fin
del criminal bloqueo israelí sobre la población de Gaza.
Luego, Estados Unidos e Israel deberán pensar la salida al
conflicto del cual ellos fueron –en parte– generadores
entre Hamas y Al Fatah. Porque es imposible pensar Palestina
sin alguno de sus territorios y es insostenible seguir
sometiendo a un millón y medio de personas a una condena
que nada tiene que envidiarle al Ghetto de Varsovia o al
Apartheid sudafricano.
Por otra
parte, justamente la semana pasada se cumplieron nada menos
que cuarenta años de la Resolución 242 del Consejo de
Seguridad de la ONU que establece que Israel debe volver a
las fronteras anteriores a la “Guerra de los Seis Días”
de 1967. Esta reivindicación no puede ser desoída por los
halcones de Tel Aviv verdaderamente pretenden el cese de la
violencia.
Por último,
otra cuestión muy importante para los palestinos es la de
los refugiados. Aquí también hay una Resolución de la ONU
que legisla al respecto. La Resolución 194 de 1948 obliga a
Israel a aceptar el retorno de los refugiados expulsados ese
año. Actualmente, se estima que del total de
aproximadamente 9 millones de palestinos, poco más de 4
millones viven en Gaza y Cisjordania.
A esto se
deben agregar los reclamos sobre la libre circulación de
los palestinos que se ve interrumpida por los controles
militares de seguridad y por la construcción del ilegal
“muro de la vergüenza” que encierra a Cisjordania.
Si todos
estos temas no son tratados con la seriedad necesaria, la
creación del Estado de Palestina difícilmente pueda ser el
método para resolver los conflictos existentes. Durante la
conferencia de Annapolis la gran mayoría de estos temas no
se tomarán en consideración, por lo tanto antes de que se
lleve a cabo puede decirse que Annapolis será otra linda
foto para el álbum.
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