Palestina

La conferencia de la infamia

Por Jamal Halawa (*)
OIC–Palestina, 14/12/07

Lo denigrante, no era ver a los representantes de los dieciséis regímenes árabes cómo acudían a Annapolis para sellar su rendición sin luchar. Lo denigrante, no era ver a quien dice ser representante del pueblo palestino (a mí no me representaba) aparecer con Bush y Olmert como mendigo recién trajeado. Lo denigrante, para la inmensa mayoría de los pueblos árabes que pudieron ver la escena, no era contemplar como quienes no tienen legitimidad para hacerlo, te representen y normalicen relaciones con la entidad colonial, criminal y racista protectora del capitalismo que es Israel.

Lo que realmente, fue denigrante, era el contenido de los tres discursos lanzados al aire por Bush, Olmert y el lacayo de Abbas. Es difícil volver a escuchar tanta infamia, tanta mentira y tanta insidia en poco tiempo. Tan avergonzados estaban los representantes árabes, que en ningún momento la cámara les enfocó durante los tres infames discursos. Tal vez sea la única condición, que sugerida por los representantes árabes, fue aceptada por el imperio.

En los tres discursos, existen mensajes de humillación permanente hacia los árabes al recordarles tanto Bush como Olmert, que tendrían que normalizar sus relaciones con Israel ya, y sin esperar nada a cambio. Calumnias tan repetidas como canallescas al lanzar esa consigna: resistencia es igual a terrorismo y tratar de hacerles ver a los ilegítimos representantes árabes, que tanto EEUU como Israel, tienen el mismo enemigo que vosotros, y que son los que luchan contra nuestras ocupaciones y vuestras dictaduras. Mentiras históricas al presentar al pueblo judío, una vez más, como víctima del terror árabe–palestino, ignorando el autentico horror, terror, muerte, destierro y estado de injusticia permanente en que vive el pueblo palestino desde la ocupación de Palestina en 1919 por el Reino Unido (cuestión esta, sin mencionar ni siquiera en el discurso del lacayo Abbas).

Un presidente palestino que ha perdido toda legitimidad al acudir a una conferencia internacional sin respaldo de su parlamento y sin consenso nacional al no conseguir el visto bueno del Comité Ejecutivo de la OLP, ni siquiera dentro de su propia organización de Al Fatah, cuyo Consejo Revolucionario tampoco se reunió para debatir y tomar una decisión de vital importancia como es la participación en una conferencia internacional donde se pretende tomar decisiones de dimensiones históricas y que afectarán a millones de palestinos, tanto en la diáspora (unos seis millones), como en el interior (más de cuatro millones).

Un presidente palestino de una ilusa Autoridad Nacional Palestina, y que dirige a un grupúsculo de políticos corruptos, sin tener estos, el visto bueno del parlamento palestino elegido democráticamente, donde decenas de sus parlamentarios elegidos, se encuentran presos en cárceles israelíes.

Un presidente palestino que tiene el reconocimiento de las democracias occidentales porque ha sido elegido por el pueblo palestino (después de asesinar Israel al líder histórico Yaser Arafat), pero dirige un gobierno que carece del respaldo del parlamento que tiene aún más legitimidad que él, puesto que en las elecciones presidenciales, no participaron los partidos con más peso en el escenario político palestino (Hamas, Frente popular o Yihad Islámica…), sin embargo, en las legislativas si participaron todos a excepción de Yihad Islámica.

Un presidente palestino que se niega a dialogar con Hamas, cuyos parlamentarios son mayoría en el parlamento palestino, pero sí dialoga con el estado criminal de Israel que a diario está asesinando indiscriminadamente al pueblo palestino, sitiando ciudades y pueblos, deteniendo arbitrariamente a civiles o activistas palestinos y haciendo pasar una auténtica hambruna al pueblo palestino en Gaza.

Un presidente así, ¿cómo puede representar a un digno pueblo que dio miles de mártires a lo largo de décadas de lucha por su liberación?

En una administración norteamericana tan reaccionaria y fanática como la de Bush, sabemos que los símbolos son importantes, así pues, ni el lugar ni el tiempo, en que se celebra la conferencia de la infamia, son casuales. Se celebra en Annapolis donde se firmó hace más de dos siglos el pacto entre trece federaciones para constituir la actual entidad de EEUU, es pues, un lugar que implica victoria política.

El 27 de noviembre, y rememorando las propias palabras de Bush cuando empezó junto a Blair y Aznar su “guerra contra el terrorismo”, dijo que aquello era una cruzada, así podemos entender que no es casualidad que un 27 de noviembre de 1095 y durante el Concilio de Clermont (Francia), el Papa Urbano II, y cito textualmente la información recogida de la página Web de wikipedia:

“Dios había elegido a Francia como guía de la Cristiandad para liberar las tierras sagradas de Canaán del yugo de los infieles musulmanes, en un proceso en el que todo aquel que participase vería perdonados sus pecados y sería recompensado a su llegada a Palestina con las fértiles tierras de ésta, ricas en leche y miel. Cuando preguntó a los asistentes si pondrían su espada al servicio de Dios, toda la audiencia contestó con un sonoro Dieu le veut! ("¡Dios lo quiere!") que a partir de entonces se convertiría en el grito de guerra de los cruzados.”

Otro hecho lamentable, cuando las delegaciones participantes hacían sus maletas para regresar a sus países en un 29 de noviembre, se conmemoraba una desastrosa fecha para el pueblo palestino. Fue en 1947, cuando la recién fundada ONU, y a través de la resolución 181, decide en una votación muy ajustada dividir Palestina en dos estados, regalando (lo que no posee a quien no corresponde) el 55% del territorio para fundar un estado judío. Nada es casual con esta prepotente y criminal administración, y no sólo han querido humillar a los ilegítimos representantes árabes que fueron llevados como ovejas al matadero, sino que han querido lanzar un claro mensaje a todos los pueblos árabes, musulmanes y a todos los pueblos resistentes del globo terrestre: ¡Aquí mandamos nosotros!

Así es, diez días después, Israel decide seguir con su política de anexión y usurpación ampliando el asentamiento del “Monte de Abu Ghnem”(2) (Jerusalén este) con 307 unidades de vivienda más, ¿alguien quiere más caña? Tiempo al tiempo, la resistencia al final vencerá.

10/12/07


(*) Jamal Halawa es traductor y articulista palestino residente en España.