¡Por el
amor de Dios, disuelvan ya
la Autoridad Palestina!
Por
Jalid
Amayreh
Peace
Palestine, 03/03/08
Tlaxcala,
08/03/08
Traducido
por Manuel Talens (*)
Mientras
que el sionismo supremacista sigue emulando a sus mentores
nazis con obscenos asesinatos en masa de palestinos apátridas
e indefensos, la denominada Autoridad “Nacional”
Palestina se regodea en su impotencia y sigue haciéndose
morbosas ilusiones sobre “conversaciones de paz” con
Israel.
Y ello a
pesar de la intensa campaña militar que el Estado judío
está llevando a cabo en la Franja de Gaza y de la
igualmente criminal política de reducción de los
horizontes palestinos en Cisjordania, donde unos medios de
comunicación occidentales escandalosamente falsos repiten
hasta la náusea que “Abbas controla la situación”.
El pasado sábado,
1 de marzo, el propio líder de la Autoridad Palestina
calificó con razón los horrendos crímenes de Israel en
Gaza de “implícito holocausto” y de “atrocidades
similares a las de los nazis”. También ha ordenado la
suspensión de las “conversaciones de paz” con Israel
hasta que se acabe la “agresión”.
Pero, ¿realmente
cree Abbas que una vez terminada la agresión Ehud Olmert,
Ehud Barak y el resto de la elite judeonazi se transformarán
de improviso y milagrosamente en palomas de la paz?
Si lo cree
es más que ingenuo y, si no, ¿por qué atormenta a su
pueblo con esta peligrosa ilusión?
El asunto
está más claro que el agua y no hace falta ser un gran
experto en política para saber que Israel está más
interesado en despedazar a los palestinos que en alcanzar
una paz digna y genuina con ellos.
Juzguemos a
Israel por su comportamiento, no por sus hipócritas
alegaciones sobre la búsqueda de la paz con los palestinos.
Al fin y al cabo, incluso Adolf Hitler y sus colegas
afirmaban buscar una paz genuina en Europa y el mundo. Todos
sabemos cómo terminó aquella historia.
Por eso, a
fin de cuentas lo importante no es lo que dice Israel, sino
lo que hace. Y lo que hace demuestra sin la menor duda que
la paz ocupa el último lugar en su lista de preocupaciones.
Veamos algunas de las conductas de Israel en los últimos
meses, sobre todo desde la desventurada conferencia de
Annapolis en diciembre.
En
Cisjordania, y a pesar de la casi absoluta sumisión de la
Autoridad Palestina ante Israel, el gobierno israelí ha
insistido en tratar a la Autoridad Palestina y a sus
llamadas “fuerzas de seguridad” como un ente
colaboracionista, como indignos rehabilitados que no sólo
informan sobre su pueblo, sino que también lo reprimen, lo
torturan e incluso lo asesinan, y todo ello con el fin de
demostrar su compromiso con la paz y de recibir un
certificado de buena conducta de los amos imperiales.
Hace unos días,
un joven y frustrado policía palestino se me quejó de que
Israel “Nos trata mucho peor que los alemanes trataron a
los Judenrat –dijo esto en referencia a los consejos judíos
nombrados por los nazis para vigilar los asuntos internos de
las comunidades judías en Europa durante la Segunda Guerra
Mundial–. Cada vez que vienen los israelíes, y lo hacen
casi todas las noches, tenemos que regresar de inmediato a
nuestro gallinero, como hacen las gallinas al final del día.
Es como si dijeran beiti beiti beiti” –concluyó. Para
quienes no lo sepan, beiti es la palabra que utilizan las
palestinas en el campo para que las gallinas se metan en el
gallinero a la puesta del sol.
Pregúntenle
a cualquier taxista o estudiante o trabajador palestino que
transite estos días por Cisjordania si él o ella piensan
que el tratamiento general que los palestinos reciben de los
israelíes en las carreteras es mejor o peor desde la
conferencia de Annapolis: no dudarán en decirles que es
mucho peor que antes. Lo repito, esto sucede a pesar de la
abyecta docilidad de la Autoridad Palestina y de sus
“fuerzas armadas” ante cada capricho y exigencia de
Israel.
Esta relación
amo–esclavo entre Israel y la Autoridad Palestina obligó
recientemente a Ibrahim al–Abrashi, el ministro palestino
de Cultura, a presentar su dimisión al presidente Abbas. El
ahora ex ministro se quejó de “Una crisis nacional
absoluta que abarca todos los aspectos de nuestra vida como
pueblo. El país se está desmoronando, la causa nacional se
está desmoronando, la brecha nacional está destruyendo la
unidad y el futuro de nuestro pueblo. En pocas palabras, lo
que hemos venido construyendo desde hace cincuenta años está
siendo destruido ante nuestros propios ojos.”
Al–Abrahsi
podría haber dicho mucho más en su carta de dimisión.
Podría haber añadido que Israel ha incrementado su bloqueo
gestapoide en las carreteras de Cisjordania, que ha
duplicado o incluso triplicado sus robos de tierra
palestina, que está expandiendo sin cesar las colonias judías
en Cisjordania, mientras que todos, incluida Condoleezza
Rice y su jefe, miran para otro lado y repiten las mismas
aburridas trivialidades sobre “la necesidad de no hacer
nada que socave el proceso de paz”. Por desgracia, en vez
de mostrar su responsabilidad nacional retirándose de este
vergonzoso “proceso de paz”, que tiene forma pero no
sustancia, Abbas ha elegido vivir en su propio mundo, un
mundo artificial donde el ininteligible disco rayado y las
falsas promesas de Rice, junto con las engañosas tácticas
de Olmert, son más importantes que la horrible realidad en
las calles y callejuelas de Palestina.
De hecho,
cuando uno escucha las declaraciones de Abbas tiene la
impresión de que el contragolpe de Estado de Hamas en Gaza
hace veinte meses ha sido el responsable de todos los
problemas palestinos por su traicionera “coordinación de
la seguridad” con Israel para continuar la expansión de
los asentamientos judíos en Jerusalén.
Abbas es el
líder perfecto según el modelo yanqui. Los dos Ehud
esperan que sea él quien imponga a su pueblo unos acuerdos
de paz “realistas”. Y, por supuesto, todos sabemos lo
que significa la palabra “realista” en el léxico israelí.
¿Acaso no
es esa la razón por la que las fuerzas de Abbas han sido
reforzadas? ¿No es esa la razón por la que Keith Dayton y
Elliot Abrams y Rice están continuamente pidiéndole al
Congreso que asigne más fondos para fortalecer a Abbas?
Como muchos
palestinos, yo espero que el movimiento nacional palestino
tome por fin la tan esperada decisión de desmantelar y
disolver esta impotente Autoridad que carece prácticamente
de autoridad, una Autoridad que hace ya mucho tiempo se
convirtió en un grave obstáculo para la verdaderamente
heroica lucha palestina en pos de la libertad y la liberación
de la ocupación nazi–israelí.
Esta
Autoridad tolera que líderes judeonazis como Olmert y Barak
puedan afirmar que están asesinando niños palestinos en
aras de la paz, que nos están matando por nuestros propios
intereses... que sólo tendremos nuestro Estado una vez que
la mitad de nuestra población haya sido incinerada en un
“holocausto mucho mayor”, mientras que la otra mitad serán
esclavos o acarreadores de agua o leña.
Así que,
¡por el amor de Dios, disuelvan esta criatura deforme, esta
entidad mal parida, pero ahora mismo, ya! ¡Y no permitan
que Israel la utilice como brazo ejecutor para aniquilar a
nuestro pueblo y liquidar nuestra justa causa!
(*)
Manuel Talens es miembro de Cubadebate, Rebelión y
Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición
de respetar su integridad y mencionar al autor, al
traductor, al revisor y la fuente.
Revelaciones
de la revista yanqui “Vanity Fair”
Abbas y
Dahlan conspiraron junto a Israel y EE.UU. para derrocar a
Hamas
Por Jalid
Amayreh
The
Palestinian Information Center / La Haine, 06/03/08
Traducido
del inglés por Sinfo Fernández
Se
demuestra que el presidente de la Autoridad Palestina,
Mahmud Abbas, y su ayudante, Muhammad Dahlan, conspiraron
con el régimen de Bush para derrocar al Gobierno democráticamente
elegido de Hamas y maquinaron una guerra civil en los
territorios palestinos ocupados.
La famosa
revista estadounidense Vanity Fair [moda y cultura] ha
destapado un asunto meticulosamente investigado que
demuestra que el Presidente de la Autoridad Palestina,
Mahmud Abbas, y su ayudante, Muhammad Dahlan, conspiraron
activamente con la administración Bush para derrocar al
gobierno democráticamente elegido de Hamas y maquinaron una
guerra civil en los territorios palestinos ocupados.
En un
amplio artículo del último número de la revista, Vanity
Fair informaba que había obtenido diversos “documentos
confidenciales”, corroborados por fuentes de EEUU y de
Palestina, que descubrían una operación secreta
estadounidense aprobada por el Presidente Bush y puesta en
marcha por la Secretaria de Estado Condoleeza Rice y el
Asesor Adjunto para la Seguridad Nacional Elliott Abrams,
que tenía como objetivo provocar una guerra civil
palestina.
Según la
revista, el plan se refería a las fuerzas dirigidas por
Dahlan, a las que se dotaría, a instancias de EEUU, de
nuevo armamento que diera a Fatah la fuerza necesaria para
derrocar al democráticamente elegido gobierno de Hamas.
Los
siguientes párrafos son extractos del artículo:
“Estábamos
en las oficinas de Abbas en Ramala y le expliqué todo a
Condi. Y ella dijo: ‘Sí, tenemos que hacer un esfuerzo
para llevar esto a cabo. No hay otro camino’”.
“Tanto
Walles como Abbas sabían bien lo que cabía esperar de
Hamas si se seguían esas instrucciones: rebelión y baño
de sangre. Por esa razón, según afirma el memorándum,
EEUU trabajaba ya para reforzar las fuerzas de seguridad de
Fatah. ‘Si actúas de acuerdo con estas instrucciones, te
apoyaremos tanto material como políticamente’, decía el
escrito. ‘Estaremos allí para apoyarte’. También se
animaba a Abbas a ‘fortalecer su equipo’ incluyendo a
“personalidades que tuvieran credibilidad y un peso fuerte
en la comunidad internacional”. Entre los personajes que
EEUU quería incluir, dice un funcionario conocedor de los
hechos, estaba Muhammad Dahlan”.
“Abbas,
dice un funcionario, estaba conforme en empezar a actuar dos
semanas después. Pero ocurría que era Ramadán, el mes en
que los musulmanes ayunan durante las horas de luz del día.
Cuando se iba acercando el crepúsculo, Abbas le pidió a
Rice que se le uniera para el iftar –un tentempié que
rompe el ayuno–. Después, siempre según el funcionario,
Rice subrayó su posición: ‘Entonces, ¿estamos de
acuerdo? ¿Disolverás en gobierno en dos semanas?’
‘Quizá no pueda en dos semanas. Dadme un mes. Esperemos
hasta después del Eid’, dijo, refiriéndose a los tres días
de celebraciones que marcan el fin del Ramadán. (El
portavoz de Abbas dijo vía e–mail: ‘Según nuestros
archivos, esto es incorrecto’.) Rice entró en su SUV
[4x4] blindado, donde, afirma el funcionario, dijo a un
colega estadounidense: ‘Ese maldito iftar nos ha costado
otras dos semanas de gobierno de Hamas’”.
“Bush se
encontró con Dahlan al menos en tres ocasiones. Tras las
conversaciones de la Casa Blanca en julio de 2003, Bush alabó
públicamente a Dahlan como “líder bueno y sólido”. En
privado, según afirman multitud de funcionarios
estadounidenses e israelíes, el presidente estadounidense
se refería a él como “nuestro hombre”.
“Con
documentos confidenciales, corroborados por anteriores y
actuales funcionarios estadounidenses indignados, David Rose
revela cómo el Presidente Bush, Condoleeza Rice y el
Consejero Adjunto para la Seguridad Nacional Elliott Abrams
apoyaron una fuerza armada dirigida por el hombre fuerte de
Fatah, Muhammad Dahlan, que acabó desencadenando una
sangrienta guerra civil en Gaza de la que Hamas salió más
fuerte que nunca”.
“Dentro
de la administración Bush, la política hacia Palestina
provocó un debate furioso. Uno de sus críticos es David
Wurmser, neocon confeso, que dimitió como consejero jefe
para Oriente Medio del Vicepresidente Cheney en julio de
2007, un mes después del golpe en Gaza. Wurmser acusa a la
administración Bush de ‘implicarse en una guerra sucia en
un esfuerzo por llevar a la victoria a una dictadura
corrupta’ [dirigida por Abbas]. Cree que Hamas no tenía
intención de tomar Gaza hasta que Fatah forzó las cosas”
“Me
parece a mí que lo que ocurrió no fue tanto un golpe de
Hamas sino un intento de golpe de Fatah que se previno antes
de que ocurriera”, dice Wurmser. “La chapuza ha hecho
que el sueño de la paz en Oriente Medio sea más remoto que
nunca. Hay una asombrosa desconexión entre el llamamiento
del Presidente a una democracia en Oriente Medio y esta política”,
dice. “La contradice directamente”.
“Dahlan
trabajó estrechamente con el FBI y la CIA y desarrolló una
cálida relación con el Director de la Central de
Inteligencia, George Tenet, nombrado por Clinton y que
permaneció en su puesto con Bush hasta julio de 2004”.
“Dahlan
dice que advirtió a sus amigos de la administración Bush
de que Fatah no estaba preparado aún para las elecciones en
enero. Décadas de gobierno de supervivencia de Arafat habían
convertido al partido en un símbolo de corrupción e
ineficacia, una percepción que a Hamas le resultó fácil
explotar. Las divisiones en el interior de Fatah debilitaron
aún más su posición: en muchos lugares, un único
candidato de Hamas se presentaba contra varios de Fatah”.
“Todo el
mundo estaba en contra de las elecciones”, dice Dahlan.
Todo el mundo excepto Bush. Bush decidió: ‘Necesito unas
elecciones. Quiero elecciones para la Autoridad
Palestina’. Todo el mundo le siguió en la administración
de EEUU, y todo el mundo le daba la lata a Abbas diciéndole:
‘El presidente quiere elecciones’. Muy bien, ¿con qué
propósito?”
Las
elecciones siguieron adelante según el calendario previsto.
El 25 de enero, Hamas consiguió el 56% de los escaños en
el Consejo Legislativo.
Dentro de
la administración Bush, muy pocas personas fueron capaces
de prever los resultados, por tanto, no se preparó plan de
contingencia alguno frente a esa posibilidad. “He
preguntado por qué nadie vio lo que se aproximaba”, dijo
Condoleeza Rice a los informadores. “No sé de nadie que
hubiera bajado la guardia si se hubiera sabido la fuerza que
Hamas mostró”.
“Todos
culpan a todos”, dijo un funcionario del Departamento de
Defensa. “Nos sentamos allí en el Pentágono y dijimos:
“¿Quién demonios recomendó hacer eso?”
“En público,
Rice intenta mirar el lado positivo de la victoria de Hamas.
‘Imprevisiblemente’, dice, ‘es la naturaleza de un
gran cambio histórico’. Sin embargo, incluso mientras
hablaba, la administración Bush estaba ya revisando su
actitud hacia la democracia palestina.
“Washington
reaccionó con consternación cuando Abbas empezó a
mantener conversaciones con Hamas con la esperanza de
establecer un ‘gobierno de unidad’. El 4 de octubre de
2006, Rice viajó a Ramala para encontrarse con Abbas. Se
reunieron en la Muqata, la nueva sede presidencial surgida
de las ruinas del recinto de Arafat, que Israel había
destruido en 2002”.
“El nivel
de penetración estadounidense en los asuntos palestinos era
mucho más fuerte que lo había sido en tiempos de Arafat.
Abbas nunca había contado con una base independiente y
fuerte y necesitaba desesperadamente restaurar el flujo de
ayuda exterior y, con él, su capacidad de patrocinio. También
sabía que no podía hacer frente a Hamas sin la ayuda de
Washington”.
“En la
conferencia de prensa conjunta, Rice sonreía cuando
expresaba la ‘gran admiración’ de su nación hacia el
liderazgo de Abbas. Sin embargo, a puerta cerrada, el tono
de Rice era mucho más mordaz, según comentan los
funcionarios presentes en aquella reunión. Aislar a Hamas
no había funcionado, le dijo al parecer a Abbas, y EEUU
esperaba que disolviera el gobierno de Haniyeh cuanto antes
y celebrara nuevas elecciones”.
“Las
semanas pasaban sin que hubiera señales de que Abbas
estuviera preparado para cumplir la oferta de EEUU. Al
final, se envió a otro funcionario a Ramala. Jake Walles,
el cónsul general en Jerusalén, era un funcionario de
carrera del servicio exterior con muchos años de
experiencia en Oriente Medio. Su objetivo era entregar un
ultimátum, apenas disimulado, al presidente palestino”.
“Conocemos
lo que dijo Walles porque quedó una copia olvidada, al
parecer accidentalmente, del memorándum con los ‘puntos
de conversación’ que el Departamento de Estado le había
preparado. El documento ha sido autentificado por
funcionarios estadounidenses y palestinos”.
“Necesitamos
entender tus planes sobre un nuevo gobierno [de la Autoridad
Palestina]”, decía el guión de Walles. “Le dijiste a
la Secretaria Rice que estarías preparado para seguir
adelante en un plazo de entre dos a cuatro semanas después
del encuentro que mantuviste con ella. Creemos que ya es
hora de que te muevas con rapidez y decisión”.
El memorándum
no dejaba lugar a duda sobre qué clase de acción estaba
buscando EEUU: “Hay que plantearle a Hamas una opción
clara, con un plazo concreto: … O aceptan un nuevo
gobierno que cumpla los principios del Cuarteto o, si lo
rechazan o no cumplen el plazo, informarles abiertamente de
las consecuencias de esa decisión: Declarar un estado de
emergencia y formar un gobierno de emergencia explícitamente
comprometido con ese programa”.
Walles y
Abbas sabían ambos muy bien lo que podía esperarse de
Hamas si se seguían esas instrucciones: rebelión y baño
de sangre. Por esa razón, el memorándum afirma que EEUU
estaba ya trabajando para reforzar las fuerzas de seguridad
de Fatah. “Si actúas siguiendo estas directrices, te
apoyaremos tanto material como políticamente”, decía el
guión. “Estaremos allí para apoyarte”.
Se animaba
también a Abbas a “fortalecer su equipo” incluyendo
“personalidades con credibilidad, que tuvieran una
presencia fuerte en la comunidad internacional”. Entre las
que EEUU quería que se incorporaran, dice un funcionario
conocedor de toda esa política, estaba Muhammad Dahlan.
“No había
señal alguna de que Abbas estuviera dispuesto a llevar las
cosas a un punto crítico disolviendo el gobierno de Hamas.
Contra estos antecedentes, EEUU empezó a mantener
conversaciones directas sobre seguridad con Dahlan”.
“Él
es nuestro hombre”
“En el
2001, el Presidente Bush pronunció la archiconocida frase
de que había mirado a los ojos al presidente ruso Vladimir
Putin para captar lo que había en su alma y que encontró
que era “digno de confianza”. Según los tres
funcionarios estadounidenses, Bush hizo un juicio similar
sobre Dahlan cuando se encontraron por vez primera en 2003.
Los tres funcionarios recuerdan haber oído a Bush decir:
“Es nuestro hombre”.
Dicen que
esa valoración fue repetida por otras figuras claves en la
administración, incluyendo a Rice y al Secretario Adjunto
David Welch, el hombre encargado de la política de Oriente
Medio en el Departamento de Estado. “A David Welch no le
preocupaba mucho Fatah”, dice uno de sus colegas. “Se
preocupaba por los resultados y apoyaba a cualquier hijo de
puta que hubiera que apoyar. Dahlan era el hijo de puta que
mejor conocíamos. Era una clase de persona que podía
funcionar. Dahlan era nuestro hombre”.
El Teniente
General Keith Dayton, nombrado en noviembre de 2005
coordinador de seguridad de EEUU para los palestinos, no
estaba en situación de cuestionar el juicio del presidente
sobre Dahlan. Su única experiencia anterior con Oriente
Medio fue como director del Iraq Survey Group, la instancia
que se dedicó a buscar las escurridizas armas de destrucción
masiva de Sadam Husein.
En
noviembre de 2006, Dayton se reunió con Dahlan en la
primera de una larga serie de conversaciones celebradas en
Jerusalén y Ramallah. Ambos hombres estuvieron acompañados
por sus ayudantes. Desde el principio, dice un funcionario
que tomó notas de la reunión, Dayton estuvo promoviendo
dos agendas superpuestas.
“Necesitamos
reformar el aparato de seguridad palestino”, dijo Dayton,
según las notas. “Pero también necesitamos aumentar tus
fuerzas para que se enfrenten a Hamas”.
Dahlan
contestó que, a largo plazo, Hamas podría salir derrotado
utilizando tan sólo medios políticos. “Pero si voy a
enfrentarme con ellos”, añadió, “necesito recursos
sustanciales. Según están las cosas, no tenemos capacidad
suficiente”.
Los dos
hombres acordaron que trabajarían en un nuevo plan de
seguridad palestino. La idea era simplificar la confusa red
de las fuerzas de seguridad palestinas y hacer que Dahlan
asumiera la responsabilidad de todas ellas con un puesto
recién creado de consejero para la seguridad nacional
palestina. Los estadounidenses ayudarían con suministros de
armas y entrenamiento.
Como parte
del programa de reformas, según el funcionario que estuvo
presente en las reuniones, Dayton dijo que quería disolver
el Servicio de Seguridad Preventiva, ampliamente conocido
por estar implicado en acciones de secuestros y torturas. En
una reunión en la oficina de Dayton en Jerusalén a
principios de diciembre, Dahlan ridiculizó la idea. “La
única institución que protege ahora a Fatah y a la
Autoridad Palestina en Gaza es la que quieres eliminar”,
dijo.
Dayton se
suavizó un poco: “Queremos ayudarte”, dijo. “¿Qué
necesitas?”
Dahlan no
dudó en manifestar su exasperación. “Hablé con
Condoleeza Rice en varias ocasiones”, dice. “Hablé con
Dayton, con el cónsul general, con todos los que conocía
en la administración. Me dijeron: ‘Tienes un argumento
convincente’. Estábamos sentados en la oficina de Abbas
en Ramala y le expliqué todo a Condi. Y ella dijo: ‘Sí,
tenemos que hacer un esfuerzo para hacer eso. No hay otra vía’.
‘En algunas de esas reuniones’, dice Dahlan, ‘estaban
también presentes el Ayudante del Secretario de Estado
Welch y el Consejero Adjunto para la Seguridad Nacional
Abrams’”.
La
administración Bush volvió al Congreso, que aprobó, en
abril de 2007, un reducido paquete por valor de 59 millones
de dólares para ayuda no letal. Pero como Dahlan sabía, el
equipo de Bush había pasado ya los últimos meses
explorando medios alternativos clandestinos para conseguirle
los fondos y las armas que quería. La desgana del Congreso
significaba que: “Tenían que buscar en diferentes ollas,
en diferentes fuentes para conseguir para el dinero”, dijo
un funcionario del Pentágono.
Un
funcionario del Departamento de Estado añade: “Todos los
que estaban encargados de poner en marcha esa política
estaban diciendo: ‘Haz lo que sea necesario. Tenemos que
conseguir que Fatah derrote militarmente a Hamas y sólo
Muhammad Dahlan tiene la astucia y la fuerza para hacerlo.
Las expectativas existentes se movían alrededor de si todo
esto podría acabar en un enfrentamiento militar’. Había,
dice este funcionario, dos ‘programas paralelos’, el
manifiesto, que la administración llevó al Congreso, ‘y
uno secreto no sólo para comprar armas, sino también para
pagar los salarios del personal de seguridad’".
Pero había
también importantes diferencias, empezando por el hecho de
que el Congreso nunca aprobó una medida que expresamente
prohibiera prestar ayuda a Fatah y Dahlan. “Estaba muy
cerca de los límites”, dice un antiguo oficial de
inteligencia con experiencia en programas secretos. “Pero,
posiblemente, no era ilegal”.
Legal o no,
los envíos de armas se iniciaron pronto. A finales de
diciembre de 2006, cuatro camiones egipcios entraron en Gaza
por un cruce controlado por Israel, donde su carga fue
entregada a Fatah. Esa carga incluía 2.000 rifles automáticos
fabricados en Egipto, 20.000 dispositivos para munición y
dos millones de balas. Se filtró la noticia del envío y
Benjamín Ben–Eliezer, miembro del gabinete israelí, dijo
en la radio israelí que los rifles y la munición darían a
Abbas “la capacidad para hacer frente a esas
organizaciones que están intentando arruinarlo todo”, es
decir, Hamas.
Avi Dichter
señala que todos los envíos de armamento tenían que ser
aprobados por Israel, que vacilaba, comprensiblemente, a la
hora de permitir que entraran armas modernas en Gaza. “Hay
algo seguro, no estábamos hablando de armamento pesado”,
dice un funcionario del Departamento de Estado. “Eran
armas pequeñas, ametralladoras ligeras, munición”.
Plan B
El
Departamento de Estado preparó una alternativa al nuevo
gobierno de unidad. Conocida como “Plan B”, su objetivo,
según un memorándum del Departamento de Estado, que ha
sido confirmado por un funcionario que lo conoció en aquel
momento, era “capacitar [a Abbas] y a sus partidarios para
llegar a un final definido a finales de 2007. Ese final
pondría democráticamente en escena un gobierno [de la
Autoridad Palestina] que aceptara los principios del
Cuarteto”.
Al igual
que el ultimátum de Walles de finales de 2006, el Plan B
pedía a Abbas que “hundiera el gobierno” si Hamas se
negaba a cambiar su actitud hacia Israel. A partir de ahí,
Abbas podría convocar unas prontas elecciones o imponer un
gobierno de emergencia. No está claro si, como presidente,
Abbas tenía autoridad constitucional para disolver un
gobierno elegido dirigido por un partido rival, pero a los
estadounidenses les tenía sin cuidado esa cuestión.
Las
consideraciones sobre la seguridad eran fundamentales, y el
Plan B daba prescripciones explícitas sobre cómo
abordarlas. Mientras el gobierno de unidad nacional
permaneciera en el poder, era esencial que Abbas mantuviera
“un control independiente de las fuerzas clave de
seguridad”. Debe “evitar que Hamas se integre en esos
servicios, mientras se elimina la Fuerza Ejecutiva o se atenúan
los desafíos planeados por su continuada existencia”.
En una
clara referencia a la ayuda secreta que se esperaba de los
árabes, el memorándum hacía esta recomendación para los
seis a nueve meses siguientes: “Dahlan supervisará ese
esfuerzo en coordinación con el General Dayton y las
naciones árabes, con objeto de entrenar y equipar una
fuerza de 15.000 hombres bajo el control del Presidente
Abbas para establecer la ley y orden internos, acabar el
terrorismo y disuadir a las fuerzas extralegales”.
Los
objetivos de la administración Bush para el Plan B se
concretaron en un documento titulado “Plan de Acción para
la Presidencia Palestina”. A este plan de acción se llegó
después de varios borradores y fue desarrollado por EEUU,
los palestinos y el gobierno jordano. Sin embargo, diversas
fuentes están de acuerdo en que se originó en el
Departamento de Estado.
Los
primeros proyectos acentuaban la necesidad de reforzar las
fuerzas de Fatah para “desalentar” a Hamas. El
“resultado previsto” era dar a Abbas “la capacidad
para que pudiera tomar las decisiones político–estratégicas
necesarias… tales como deshacer el gabinete, estableciendo
un gabinete de emergencia”.
Los
proyectos exigían incrementar el “nivel y capacidad” de
los 15.000 integrantes del personal de seguridad de Fatah añadiendo
4.700 tropas en siete nuevos “batallones especializados en
actuaciones de especial dureza”. El plan también prometía
organizar “en el extranjero ese entrenamiento
especializado”, en Jordania y Egipto, y se comprometía a
“proporcionar el necesario equipamiento y las armas para
que el personal de seguridad desarrollara sus misiones”.
Un
presupuesto detallado señalaba el coste total de salarios,
entrenamiento y “del equipamiento de seguridad necesario,
letal y no letal” en 1.270 millones de dólares a lo largo
de cinco años. El plan afirmaba: “Los costes y
presupuesto global se desarrollarán conjuntamente con el
equipo del General Dayton y el equipo técnico palestino
designado para llevar a cabo la reforma”, una unidad
establecida por Dahlan y dirigida por su amigo y ayudante
político Basil Jaber. Jaber confirma que el documento es un
resumen exacto del trabajo que él y sus colegas hicieron
con Dayton. “El plan trataba de crear un establishment de
seguridad que pudiera proteger y fortalecer un estado pacífico
palestino viviendo junto a Israel”, dice.
El borrador
final del Plan de Acción fue redactado en Ramala por
funcionarios de la Autoridad Palestina. Esta versión era idéntica
a los anteriores borradores en todos los aspectos
significativos excepto en uno: presentaba el plan como si
hubiera sido idea de los palestinos. También dijo que los
objetivos de la seguridad habían sido “aprobados por el
Presidente Mahmud Abbas después de haberlos discutido y
acordado con el equipo del General Dayton”.
El 30 de
abril de 2007, se filtró una parte de este primer borrador
a un periódico jordano, Al–Majd (*). Desde la perspectiva
de Hamas, el Plan de Acción equivalía a una sola cosa:
“un anteproyecto de golpe de Fatah apoyado por Estados
Unidos”.
N. de la
T.: Enlace con el artículo que en su día elaboraron Mark
Perry y Paul Woodward sobre la filtración, traducido al
español: www.lahaine.org/index.php?p=21402
– Enlace
con un artículo anterior de Jalid Amayreh sobre el mismo
asunto: www.rebelion.org/noticia.php?id=52810
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