“Israel
tiene carta blanca para matar, destruir y colonizar...”
Con
amigos como éstos...
Por
Gideon Levy
Haaretz, 23/03/08
Rebelión, 29/03/08
Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R. (*)
El derroche
de demostraciones de apoyo que está recibiendo Israel
durante estos días resulta casi bochornoso. El desfile de
eminentes invitados extranjeros y la calurosa recepción que
se dispensa en el exterior a los estadistas israelíes,
realmente no se había visto nunca. ¿Quién no ha venido de
visita últimamente? Desde la canciller alemana al principal
aspirante a la presidencia estadounidense. Y el secretario
general de las Naciones Unidas está en camino. Visitar
Israel se ha convertido en una cuota para los políticos
extranjeros. Si no han estado aquí, no han estado en
ninguna parte.
A los
visitantes se les lleva, por supuesto, al Yad Vashem -Museo
de la Memoria del Holocausto-, al Muro de las Lamentaciones
y ahora, además, a Sderot, el nuevo centro nacional de
peregrinación. Algunos pagan también por una visita
superficial a Ramala, nadie va a la Franja de Gaza, y todos
se deshacen en elogios hacia Israel. Ni una palabra de crítica
a la ocupación, a las violentas operaciones de Israel en
los territorios palestinos ocupados, al asedio ni a la
condena al hambre, salvo algunos vagos comentarios sobre la
necesidad de una solución. Israel exprime el limón «mediático»
de Sderot para todos sus valedores.
La mezcla
de Sderot y el Holocausto, la islamofobia internacional y el
gobierno de Hamás en Gaza, dan el pego. Israel no se había
apuntado un éxito de este tipo en la política exterior
desde la época de los Acuerdos de Oslo. A juzgar por las
declaraciones de nuestros invitados extranjeros y nuestros
organizadores, en el extranjero, ningún otro estado del
mundo es más amado que el nuestro. Un estado que impone un
asedio casi inaudito actualmente en el mundo en términos de
crueldad, que adopta una política oficial de asesinatos, es
abrazado por la familia de las naciones, si juzgamos por las
palabras de muchos estadistas que cruzan nuestro umbral.
Por
supuesto es agradable disfrutar de esta ola de apoyo, pero
es una ilusión. La opinión pública de la mayoría de los
países cuyos líderes están amontonando todas esas
alabanzas sobre nosotros no está con ellos. Israel sigue
siendo un estado rechazado, a veces, incluso, con marginación
y desprecio. El mundo ve las imágenes de Gaza en la
televisión -en comparación, Sderot parece un balneario- y
saca sus propias conclusiones. El sentido natural de
justicia que dicta el apoyo a la lucha por la libertad de
los pueblos oprimidos, como el tibetano, dicta el apoyo
natural a la lucha palestina por la liberación. El hecho de
que sea una lucha entre un David palestino y un Goliat
israelí sólo completa la historia. Con la excepción de
EEUU el mundo, al margen de sus estadistas, está contra
nosotros.
Por lo
tanto, no debemos ceder ante la ilusión: La actual
temporada de apoyo oficial no es auténtica. Tampoco lo es
la idea de que la amistad ciega, incondicional, sea amistad.
El apoyo a Israel, como una empresa justa, que está
extendido por la mayoría de Occidente, no significa que se
acepten todos sus caprichos. Un verdadero amigo de Israel,
uno que esté sinceramente interesado en su destino, es sólo
ese amigo que se atreve a expresar una crítica severa a su
política de ocupación, que supone el riesgo más grave
para su futuro, y que además actúa en consecuencia para
acabar con ella. La mayoría de los «amistosos» estadistas
no entienden esto.
La posición
de los líderes europeos es particularmente desconcertante.
No estamos hablando de EEUU, con su lobby judío y
cristiano, sino de la testaruda Europa, que también ha
perdido su habilidad para actuar como un intermediario
honrado, el tipo que blande su influencia para acabar con un
conflicto que también la pone en peligro. Necesitamos a
Europa, la paz necesita a Europa, pero la Europa oficial se
tapa los ojos y cae automáticamente alineada con EEUU y su
ciego apoyo a Israel y su asedio de Gaza. Angela Merkel, que
recibió una recepción regia aquí la semana pasada, no
planteó ningún problema polémico en su discurso en la Knesset.
Y así su «histórico» discurso se convirtió en un
discurso vacío.
La misma
conducta exhibió su colega en el liderazgo europeo, el
presidente francés Nicolás Sarkozy, durante la visita a su
país del presidente Simon Peres. Las banderas israelíes
que ondeaban a lo largo de los Campos Elíseos y la tan
discutida caseta israelí en la Feria del Libro de París no
pueden ocultar el hecho que muchos ciudadanos franceses están
dolidos por la ocupación. Al no hablar sobre el asedio de
Gaza, el hambre que se ha impuesto a la Franja y la matanza
de cientos de sus habitantes, los líderes de Europa no están
cumpliendo con sus obligaciones políticas y morales. Los
que creen que sólo la honrada intervención internacional
puede llevar al final de la ocupación, se sienten
desesperados y defraudados. Sí, Europa, precisamente ese
continente que arrastra justificables sentimientos de culpa
por el Holocausto judío, debería encontrar otra manera de
venir en ayuda de Israel. Las visitas edulcoradas y los
discursos melífluos, de hecho, expresan una profunda falta
de respeto por Israel y por la opinión pública europea.
Esta
amistad ciega permite que Israel haga lo que le viene en
gana. Ha pasado el tiempo en que cada fortín erigido en los
Territorios y cada asesinato selectivo se estudiaban
minuciosamente por miedo a la crítica internacional. Esa época
ya no existe. Israel tiene carta blanca para matar, destruir
y colonizar. Estados Unidos abandonó el papel de
intermediario honrado hace tiempo y ahora Europa sigue sus
pasos. ¡Qué deprimente! Con amigos como estos, Israel casi
no necesita enemigos.
(*)
Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de
Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede
reproducir libremente a condición de respetar su integridad
y mencionar al autor, al traductor y la fuente.
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