Reflexiones
sobre el intercambio de prisioneros
entre Israel e Hizbola
Por
Khalid Amayreh
Palestine Think Tank, 17/07/08
OIC–Palestina,
20/07/08
Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
El último
intercambio de prisioneros entre Israel e Hizbola es
altamente indicativo de que al menos algunos árabes están
empezando a comprender la depravada mentalidad sionista y
actúan en consecuencia. Esta mentalidad se basa en la
arrogancia, la insolencia y la superioridad religiosa y étnica.
Israel, un
país cuyo imaginario colectivo considera a los no judíos
prácticamente animales o, cuando menos, seres humanos
inferiores, se tiene que enfrentar a un nuevo enemigo, a un
enemigo que no se asustará de su brutalidad abrumadora,
sino a uno que se enfrentará al terrorismo de Estado de
Israel con dureza, resistencia, valor y rebeldía.
Es una
nueva realidad que los israelíes, especialmente sus
dirigentes, todavía tienen que aceptar, sobre todo desde el
punto de vista psicológico.
Esto
explica la profunda frustración que resulta patente en el
tono de los dirigentes israelíes al reaccionar al último
intercambio de prisioneros, especialmente al hecho de que se
haya obligado a Israel a liberar el guerrillero libanés
Samir Kuntar.
Ignorando
completamente sus incontables pecados asesinos propios,
Israel ha llegado a considerar a Kuntar el prototipo del
terrorista máximo, como si las decenas de miles de asesinos
y terroristas judíos cuyas manos están manchadas con una
cantidad descomunal del sangre inocente fueran los ángeles
de amor y de clemencia del Señor.
Es más, si
Israel fuera un Estado normal y su pueblo fuera un pueblo
normal, habría adoptado una actitud justa y honesta en
relación a sus vecinos, una actitud que no haría
dsitinciones entre “una sangre y otra” ni entre “una
vida y otra”.
Sin lugar a
dudas, semejante actitud habría salvado miles de vidas, judías
y árabes, y habría ahorrado a la zona y a los pueblos que
habitan en ella décadas de dolor y de sufrimiento.
Pero
entonces el sionismo estaría perdiendo su rostro, su
mentalidad y su corazón, y se estaría metamorfoseando en
algo completamente diferente.
Por
desgracia, probablemente es inútil predicar moralidad al
sionismo, un movimiento manifiestamente demoniaco del que la
experiencia demuestra que no es capaz de comportarse moral y
humanamente.
Pues bien,
examinemos algunas de las declaraciones y observaciones
hechas por los dirigentes sionistas en relación al último
intercambio con Hizbola.
Shimon
Peres, el héroe de la masacre de Qana en1996, actualmente
el presidente de Israel, se le ha citado afirmando: “no
queremos que los asesinos estén libres, pero tenemos la
obligación moral de traer a casa a los soldados a los que
enviamos a defender su país”.
También se
informó de que Peres había dicho que “mi corazón está
destrozado por la decisión de liberar a Kuntar”, y añadió
que esta decisión “no implica en modo alguno el perdón”.
Desde
luego, nadie, sea árabe o no, está especialmente contento
con lo que hizo Kuntar en 1979, a pesar de que el ejército
israelí fue entonces parcialmente responsable de que la
guerrilla libanesa matara a tres israelíes: un policía
paramilitar, un hombre y su hija.
Las tres víctimas,
como muchas otras víctimas, árabes o judías, se habrían
ahorrado si la insolente clase militar dirigente israelí se
hubiera comportado sabiamente.
Después de
todo, Kuntar y sus compañeros que fueron asesinados en
aquella operación de rescate no fueron a Israel a matar y
derramar sangre sino a forzar a Israel a liberar a
prisioneros árabes.
No
obstante, uno está empujado a plantear preguntas difíciles,
preguntas que la mayoría de los israelíes no quieren oír
ni mucho menos contestar, pero que cuando se ven enfrentados
a ellas, o bien tratan de evadirse o bien responden con
evasivas y utilizan subterfugios al responder.
¿Quién ha
matado a más inocentes, Shimon Peres o Samir Kuntar? ¿Quién
tiene más sangre en las manos, incluyendo la sangre de niños,
Shimon Peres o Samir Kuntar? ¿Quién ha infligido a gente
inocente más terror, sufrimiento y muerte, Shimon Peres o
Samir Kuntar?
Si la
honestidad ha de ser el arbitro supremo, entonces nadie
puede eludir la ineludible conclusión de que quienes
realmente necesitan el perdón por sus horribles crímenes
contra la humanidad son los asesinos de masas israelíes,
vivos o muertos, como Peres, Ariel Sharon y otros dirigentes
israelíes.
De hecho,
los israelíes deberían recordar en esta ocasión que un
cargo de presidente, el traje y la corbata y la capacidad de
hablar de manera elocuente en varios idiomas, y el ser
recibido por hombres de Estado y VIPs de todo el mundo en
realidad no transforma a un criminal en un auténtico ser
humano.
Un criminal
es un criminal, especialmente si se niega a aceptar sus crímenes
y si se niega a pedir perdón a sus víctimas. No hay
necesidad de decir que Peres no ha hecho ni una cosa ni
otra.
Pero
entonces a los criminales no les preocupan sus pecados.
Una anciana
israelí entrevistada por el diario Ha’aretz arremetía
contra Hizbola por haberse negado a decir hasta el último
momento si los dos prisioneros israelíes estaban vivos o
muertos.
“Es el día
más triste para Israel. Nos tuvieron esperando hasta el último
momento para conocer cuál era la suerte de nuestro
hijos”, afirmó la mujer.
Desde
luego, simpatizo con esta mujer a nivel personal. Sin
embargo, me gustaría preguntar a esta señora israelí por
qué pensó que las vidas judías valían más que las vidas
no judías.
También me
gustaría preguntarle qué les diría a las madres, familias
y parientes de los miles de prisioneros árabes que desde
1976 languidecen en cárceles israelíes oscuras y subterráneas.
¿Estamos
hablando de prisioneros de guerra y desaparecidos en
combate, y de otras personas normales cuyas familias no
tienen modo alguno de saber si sus seres queridos están
vivos o muertos? ¿Estos “prisioneros olvidados” no son
también seres humanos? ¿Son hijos de un Dios menor?
Por
desgracia, a la mayoría de los israelíes, completamente
absortos en sí mismos y egocéntricos, no les gusta que se
les plantee estas preguntas por temor a que su complejo de
superioridad y su psicosis colectiva queden expuestos.
Por último,
el último intercambio de prisioneros demuestra que Israel sólo
entiende el lenguaje de la fría realpolitik que es por
definición inmoral y coercitiva.
El mensaje
es muy claro para los palestinos, que tienen a más de
10.000 seres queridos languideciendo en las prisiones israelíes:
si queréis que Israel libere a vuestros seres queridos,
tomad rehenes israelíes y cambiadlos por cautivos
palestinos.
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