Crónicas
desde Palestina I
Gaza
otra vez
Por
Lidón Soriano
Rebelión, 25/07/08
Si existe
un territorio en donde los contrastes son indescriptibles es
la Franja de Gaza. Desde que conseguimos entrar hemos vivido
las historias mas tristes, visto los panoramas mas
desoladores, escuchado informaciones desesperanzadoras, pero
sorprendentemente es de aquí de donde me llevo el mejor
recuerdo y el mensaje mas optimista.
Es
ciertamente difícil entender cómo esta gente, hasta en las
condiciones más duras, después de contarte delante de una
casa demolida, que esa casa era de su hermano, que la
demolieron con la abuela y el nieto dentro, después de
compartir su dolor y de expresarnos que sufren una epidemia
de miedo pero que conviven con ella y no tienen mas remedio
que superarla. Después de escuchar su tono de voz pausado,
sus palabras incomprensibles pero llenas de fuerza, después
de no entender como el ser humano puede cometer tan crueles
barbaridades, nos invitan a tomar un te en su humilde casa.
Nos invitan compartir su sufrimiento, pero también su
calor.
Esta buena
gente nos recuerda en cada momento cuál es el verdadero
sentido de la palabra dignidad, cómo se materializa la
grandeza humana. Hemos visitado todo el territorio y en cada
casa, en cada organización no ha faltado una bebida, algo
que picotear, fruta fresca o caramelos, que en realidad son
garbanzos rebozados de azucar glase.
Pero no
importa lo que nos dan, lo impactante son ellos y ellas
mismas, sus comportamientos, sus actitudes, su fuerza, su
amor. Ya se que parezco exagerada, pero aunque sea la novena
vez que vivo esta tierra, no puedo dejar de sorprenderme por
su capacidad de resistencia y por esa sonrisa que se les
escapa incluso detrás de alguna que otra furtiva lagrima.
Como dicen los y las birgadistas: 'esto hay que vivirlo,
para creerlo'.
La entrada,
como el resto de checkpoints que hemos cruzado me ha
resultado sorprendentemente permeable. En Cisjordania no
tuve que enseñar el pasaporte al salir de Ramalah, ni al
salir de Nablus, ni de Belén, ni de Qalqilia, ni de Hebron
,no sé... es como si estuvieran relajando los controles
para la población extranjera, queriendo dar la falsa imagen
de bondad, permisividad y democracia que por supuesto no se
molestan ni en intentar con la población local. Tan solo
para entrar en la colonia mas violenta de todas: la de Tal
Rumeida, en Hebron nos pidieron el pasaporte. Bueno y por
supuesto en el chekcpoint de Erez, ya convertido en una
frontera aduanera en toda regla. En él, tras pasar todo el
procedimiento burocrático, tienes además que llamar con
antelación para asegurarte que te han aprobado la
coordinación que les pide el consulado español. Y aun y
todo, depende del humor del soldado de turno que las
preguntas y la investigación sean mas o menos intensivas.
Como nos
dijo un compañero palestino, nuestra vida al llegar a un
checkpoint depende de como le fue la noche anterior, al
soldado de turno, con su novia. Tan duro, tan triste y tan
incomprensible como eso. Una vez pasado el paso de Erez,
empezamos nuestras visitas y nuestro recorrido por el
territorio, por esta gran cárcel de 365 Km2 en donde viven
aproximadamente 1.500.000 de personas. Aunque como nos
repiten insistentemente aquí, ojala esto fuera una cárcel,
porque si así fuera tendrían derecho a comer tres veces al
día, a estudiar, a tratarse sus enfermedades, a una cama, a
un tiempo de esparcimiento. Por supuesto sabemos que las políticas
penitenciarias en nuestro país dejan mucho que desear y en
múltiples ocasiones incumplen los derechos humanos y
vulneran la dignidad de la población presa, pero en Gaza la
situación está alcanzando unos niveles realmente dramáticos
y la humillación se convierte en una constante, sumergiéndoles
en una pobreza y desesperación cada vez mayor. Por poner un
ejemplo insignificante pero significativo que nos dio el
ministro de Salud: Hace unos días un amigo le llamo para
pedirle si podía conseguir un par de colchones, como
ministro, porque su hijo se acababa de casar y no encontró
en toda la franja ni un colchón en donde descansar con su
mujer.
Por
supuesto no es una situación de vida o muerte, pero ilustra
perfectamente como antes del embargo de la Comunidad
internacional a la Franja de Gaza, cada día pasaban 9.000
productos diferentes por los pasos de control y después los
redujeron a la escalofriante cifra de 9: leche, azúcar,
harina, lentejas, gasolina. Por supuesto esto afecta a todo
tipo de productos como medicamentos, anestesia, cemento... y
desgraciadamente no solo a materiales, sino también a
personas. El ministro de Salud, perteneciente a Hamas, nos
contó la historia de una familia a la que había visitado
recientemente. Al padre de familia de 40 años le habían
diagnosticado un cáncer intestinal y pidió permiso a
Israel para tratarse en Jerusalén, pues como ya sabemos
Israel prohibe la utilización de quimioterapia en la Franja
de Gaza por lo que los pacientes con cáncer deben salir a
Egipto, Israel, Jordania, Jerusalén,... para tratarse. Al
mismo tiempo prohibe a la población de Gaza salir de la
Franja y solo en condiciones excepcionales como una
enfermedad grave se lo permite.
Sin embargo
en los últimos dos años la restricción a estos pacientes
ha ido en aumento y mas de 300 han muerto porque Israel no
les ha permitido salir de Gaza para recibir su tratamiento.
Este hombre, siguiendo el protocolo, pidió el permiso a
Israel y a las semana le llego denegado. Indagaron el motivo
del rechazo y finalmente les dijeron que era por ser padre
de un mártir, es decir de una persona muerta en el
conflicto. Ellos enviaron un recurso porque aunque el nombre
y apellidos concidian se trataba de otra persona. A pesar
del recurso y tras esperar otras dos semanas el permiso
llego de nuevo denegado. Volvió a insistir, pues su
situacion se iba agravando al ser un cáncer avanzado
diagnosticado tardíamente y le citaron en el cruce de Erez,
para una investigación. Allí acudió el hombre a las 4 de
la mañana. Le tuvieron esperando hasta las 6 de la tarde y
entonces le enviaron con un soldado una nota diciéndole que
ya no había tiempo para hacer la investigación y que debía
volver a Gaza. Tres días después murió en su casa. Su
mujer y sus 6 hijos no entienden nada, pero ¿como entender
la muerte de un ser querido porque otras personas así lo
han decidido? Porque otras personas se arrogan el poder de
decidir tu futuro, tu vida o tu muerte. Porque por dejadez o
indiferencia, tu vida no vale nada para ellos. No eres nada
para los representantes de la 'única democracia de Oriente
Medio'. Y no, no son solo soldados obligados a cumplir
ordenes y protocolos, son personas que con sus actuaciones o
con su desidia colaboran activamente en esta limpieza étnica
que esta sufriendo el pueblo palestino. Pero no, no pensemos
que nosotras en occidente estamos libres de responsabilidad,
las cosas no 'son así' y 'yo no puedo hacer nada', como
dijo Martin Luther King:'Cuando hagamos repaso de lo
sucedido durante el sigo XX no nos asombraran las maldades
cometidas por la gente mala, sino la pasividad de la gente
buena' Hay mucho trabajo por hacer para transformar este
mundo en un lugar habitable para todos los seres humanos,
solo hay que elegir la trinchera en la que nos sentimos mas
cómodas y ponerse a trabajar. Ni siquiera hacen falta
grandes actuaciones, solo perseverancia, pues como dice el
sabio dicho: 'el agua, gota a gota, horada la piedra no por
su fuerza, sino por su constancia.
Crónicas
desde Palestina II
Castigos
colectivos
Por
Lidón Soriano
Rebelión, 31/07/08
El lunes 28
de Julio a la familia de Majid Abu 'Eisha y a otras 5
familias se les vino la casa encima. Desgraciadamente en
este caso la expresión no es retórica.
A las 4 de
la madrugada del lunes 28 de julio, las fuerzas de seguridad
israelíes en número desconocido pero que rondaba los 200
elementos despertaron a todas las familias y las hicieron
salir del edificio a trompicones, sin permitirles coger
nada, ni ropa, ni dinero, ni las joyas, ni los electrodomésticos,
ni las fotos de toda una vida, nada, materialmente nada. Los
seis vehículos aparcados en el garaje fueron golpeados, los
cristales rotos y después de revisarlos a conciencia, sin
entender nadie que podían estar buscando en ellos, les
permitieron sacarlos semidestrozados. Al Sr Wael Awidah se
le caen las lágrimas cuando me lo cuenta y cuando consigue
calmarse me sigue contando que su mujer le pedía al soldado
que le permitieran ponerse algo de ropa para no salir con el
pijama a la calle y el soldado le decía que si quería
cambiarse el iría con ella y que le daba solo 2 minutos. En
tres minutos estaban todos en la calle.
Los
soldados y la policía se quedaron en la casa. Nadie sabía
qué estaban haciendo, aunque durante las ocupaciones de
casas en Cisjordania en el periodo duro de la represión a
la Intifada era frecuente que los soldados se dedicaran no
solo a romper los muebles, pintar sobre cuadros y fotos y
hacer sus necesidades por toda la casa, sino también era
frecuente que robaran el dinero y las joyas de la familia
dueña de la casa, que era confinada en una habitación o
sacada al tejado o a la calle. A lo largo del día gran
cantidad de personas se fueron acercando a las inmediaciones
de la casa, pues nadie podía acercarse en un perímetro
acordonado por la policía y repleto de cuerpos de
seguridad. También algunos internacionales se acercaron
para intentar lo imposible: detener la demolición. La policía
cargó duro contra ellos y contra muchos de los vecinos que
allí se encontraban dando apoyo a la familia y protestando
por el inminente derribo.
Las horas
pasaban, interminables, densas, deseperanzadas y a las
18.30h en punto las cargas que el ejército había colocado
en los cimientos de la casa hicieron explosión. La casa se
vino abajo, un piso fue cayendo sobre otro, hasta que todo
el edificio quedó convertido en un enorme amasijo de
hierros retorcidos, ventanas rotas, tuberías, depósitos,
bloques de cemento enterrando recuerdos y sueños de toda
una vida.
Tras la
demolición las fuerzas ocupantes abandonaron el lugar
dejando tras de sí una atmósfera de total incredulidad e
inconsolable dolor. La gente fue acercándose a la casa y
entre algunos familiares y amigos fueron sacando aquellos
electrodomésticos que se habían salvado y aquellos
recuerdos que a través de las rendijas creadas entre el
caos del derrumbe sus brazos pudieron rescatar. Le pregunté
al Sr Awidah cuál había sido el motivo de la demolición y
pensaba que me iba a decir que estaban construyendo sin
licencia. Pero no, no fue esa la causa. La causa fue que en
la planta que estaba construyendo (la 4ª) el arquitecto
municipal denunció que las dimensiones se habían excedido
en 20 cm de ancho y 60 de largo. En vez de proceder a
multarles o a obligarles a cambiar la construcción que
estaban iniciando, su respuesta fue demoler no solo esa
construcción, sino las casas de las 6 familias que allí
vivían, en un claro ejemplo más de los castigos colectivos
que el estado sionista aplica constantemente en toda
Palestina contra la población cristiana y musulmana.
En este
caso, la municipalidad de Jerusalén, como parte de sus
estrategias de limpieza étnica para librarse de la población
palestina les niega la concesión de licencias de construcción
de forma sistemática. Muchas veces ante las peticiones de
solicitud, ni tan siquiera reciben respuesta, en otras
ocasiones, reciben la respuesta: Denegada. En otras les
permiten empezar los trámites. Para ello tienen que abonar
unas tasas de 10.000 sheckels (unos 2000 E) que les permite
durante un año conseguir todos los permisos para llevar a
cabo la obra. Es en ese momento cuando empieza la tortura.
Les piden papeles, uno detrás de otro, les hacen repetir
tramitaciones, alargan los tiempos de respuesta
adminitrativa y en la mayoría de los casos se cumple el año
sin que la familia haya podido cumplimentar las
tramitaciones que les piden, por lo que pierden los 10.000
shecekls y tienen que volver a empezar a cumplimentar desde
la primera solicitud. Por supuesto esto no sucede si vives
en Jerusalén y eres judio, en ese caso, solo hay que pagar
el permiso de obra, como en occidente, y si se cumplen los
requisitos, adelante. Pero si eres palestino da igual que
necesites construir otra habitación porque has tenido una
nueva hija o que tu hijo se ha casado y va a vivir con su
mujer en la casa familiar, da igual que el tejado este a
punto de venirse abajo, a la municipalidad israelí le da
absolutamente igual. Su objetivo es claro: eliminar a la
población palestina de Jerusalén y poder llevar acabo la
judeización de la ciudad.
Estos
planes están claramente explicitados en el plan Jerusalén
2020, pero por si quedaba alguna duda las declaraciones de
estos días del Primer Ministro Ehud Olmert considerando a
la población palestina de Jerusalén como “un peligro
interior” lo dejan bien claro. Pienso en la casa que con
tanto esfuerzo acabamos de hacernos mi compañero y yo,
intento pensar que sentiría si las fuerzas de seguridad que
teóricamente deben protegerte, fueran a destruirla, si la
ley que teóricamente debe ampararte, te abandonara,
criminalizándote por el simple hecho de haber nacido árabe
y palestino. Pienso que sentiría al perder en ella todo
cuanto poseemos, sabiendo que nadie va a indemnizarnos por
lo ocurrido, ni a nivel material, ni, lo que resulta
demoledor, a nivel humano, afectivo y sentimental. Y cuanto
mas trato de imaginar esa escena más dolor me entra y mas
rabia y mas impotencia.
¿Que haría
si llegar a sucederme algo así? No lo se, pero desde luego,
cualquier cosa sería posible. Cualquiera.
Pd: en
breve os adjuntaré un link que esta haciendo un amigo sobre
el video de la demolición que un familiar me ha pasado,
espero que entre todas lo hagamos circular y mostrar a la
gente el verdadero rostro de la “única democracia de
Oriente Medio”.
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