No
puede disfrazarse de víctima cuando es verdugo - Israel y
los métodos nazis
Propone
un ex ministro
lanzar bombas atómicas en Gaza
Por
Guillermo Almeyra
La Jornada, 18/01/09
El actual
diputado a la Knesset Avigdor Lieberman, ex ministro de Ehut
Olmert, propuso lanzar bombas atómicas en Gaza, obligar a
los ciudadanos israelíes árabes (más de un millón) a
jurar fidelidad al Estado sionista (que los mismos judíos
ortodoxos rechazan por blasfemo) y expulsar a Jordania a
todos los palestinos de Cisjordania y de Gaza junto con los
israelíes árabes, en una especie de “solución final”.
Evidentemente,
su discurso es sólo el de una parte de la sociedad israelí,
en la que decenas de miles de ciudadanos israelíes, judíos
y no judíos protestan por todos los medios con gran valentía
y dignidad contra el genocidio en Gaza. Pero el hecho mismo
de que ese diputado haya sido elegido y no esté preso por
incitación al genocidio demuestra el preocupante y rápido
crecimiento de la ideología nazi, de los métodos nazis, de
la falta de moral y de escrúpulos en un Estado que, sin
embargo, nazi no es.
Israel, en
efecto, nació del reaccionario movimiento liberal, burgués
nacionalista, sionista (que la mayoría de los judíos
europeos y latinoamericanos, que hasta la Guerra Mundial
eran sobre todo socialistas, repudiaban y combatían) que
utilizó los intereses de dominación mundial de Inglaterra
y Estados Unidos que tenían como objetivo crear un enclave
colonialista en el mundo árabe en rebelión.
El sionismo
optó por la emigración a Palestina (había encarado también
la posibilidad de crear el Estado judío en Sudáfrica o en
Argentina) recién en los años 20, cuando dicha emigración
fue favorecida por el ocupante británico de la región, o
sea, mucho antes de Hitler y del holocausto (el exterminio
por los nazis de millones no sólo de judíos, sino también
de gitanos, eslavos, homosexuales, discapacitados, enfermos
mentales, socialistas y comunistas durante la guerra).
Antes de su
reconocimiento como Estado por la ONU, la ínfima comunidad
judía en Palestina (menos de un décimo de la población,
según los censos turcos y británicos) creció brutalmente
mediante el despojo de las tierras árabes, la violencia y
aprovechando la complicidad de las corruptas clases
dirigentes árabes.
Apenas
nacido como Estado, con el apoyo de las armas y soldados
rusos (porque Stalin quería echar a los ingleses del camino
hacia la India), Israel se expandió mediante el terror, el
asesinato, la guerra y el despojo de tierras y bienes de los
árabes. Para eso apoyó su política colonialista en una
ideología basada en el racismo y el apartheid, y construyó
un Estado fundamentalista, confesional, semejante a Arabia
Saudí, pero judío, a pesar de que entre los poco más de 6
millones de ciudadanos israelíes sólo 80 por ciento son
israelitas (es decir, judíos), y el resto, es decir, un
quinto, son árabes mayoritariamente musulmanes, aunque
entre ellos se cuenten muchos cristianos.
La guerra
preventiva constante y los métodos nazis de los racistas
que gobiernan Israel (disfrazados a veces de
“socialistas”, como el actual ministro de Defensa, Ehud
Barak, o el presidente Shimon Peres) son la consecuencia de
su mismo nacimiento como Estado. Porque el despojo de las
tierras árabes, la expulsión de sus legítimos
propietarios, la utilización feroz de la mano de obra
esclava palestina por un Estado que actúa frente a ésta
colectivamente como si fuera una clase explotadora sólo
pueden sostenerse armándose hasta los dientes y recurriendo
al terror masivo contra los árabes. Israel –que nació
artificialmente, en tierras robadas y como dependencia de
Estados Unidos– sólo puede afirmarse, tal como el Estado
alemán en tiempos de Hitler, mediante la guerra de agresión
y la supresión de los derechos, la cultura y el nivel de
civilización de los que califica de “inferiores” (y
cuyos hospitales, escuelas y universidades destruye para
hacerlos retroceder a la barbarie), mientras inculca el
racismo a su propio pueblo en nombre de su supuesta
“defensa frente a la agresión”.
El diario
israelí Haaretz, por ejemplo, escribe que los cohetes de
Hamas fueron respuesta a anteriores bombardeos israelíes y
asesinatos en Gaza de dirigentes palestinos, tal como los
cohetes desde Líbano son una débil respuesta al genocidio
en Gaza. El mismo diario revela que el plan de ataque fue
elaborado en agosto por Olmert y Barak (antes de los cohetes
palestinos).
Un general
francés especializado en los asuntos de Medio Oriente
sostiene por su parte que la guerra fue desatada por Israel
para destruir Hamas, el cual está muy enraizado en Gaza por
su obra asistencial y mutualista y porque crece
constantemente por el odio al bloqueo israelí.
Un pueblo
antes dirigido por una organización pluralista y laica,
como la OLP, es empujado hacia la desesperación suicida y
el fundamentalismo religioso por la agresión racista.
Israel está fomentando así el fundamentalismo islámico
–que podría triunfar en las próximas elecciones
palestinas– para poder justificar su guerra preventiva y
su “solución final” en nombre de una “seguridad
nacional”que Hamas no está en condiciones de amenazar.
De paso,
Olmert, Barak y los otros candidatos a las próximas
elecciones en Israel buscan acumular cadáveres de
palestinos para demostrar que, aunque sean corruptos (como
es Olmert y antes fue Sharon), tienen mano dura frente a los
esclavos. La Internacional Socialista, por supuesto, no
expulsa a estos “socialistas” asesinos, y los gobiernos
occidentales no tienen la decencia de tomar medidas
inmediatas sancionando con el bloqueo económico y militar y
la expulsión de la comunidad de naciones a un gobierno que
se burla de las resoluciones de la ONU, tal como hacía
Hitler con la Sociedad de las Naciones.
En Medio
Oriente fue el terrorismo de Estado israelí (y antes, el de
los Menajem Beguin e Itzaak Shamir, contra la ONU o los
ingleses y los árabes) el que engendró el otro terrorismo,
el de los desesperados, el de quienes se inmolan, y fue
Israel el que fomentó a Hamas para combatir a Yasser Arafat
y el laicismo palestino de la OLP. No puede, pues,
disfrazarse de víctima cuando es verdugo. Acabemos con la
hipocresía: las sanciones contra Israel, la expulsión de
los colonos judíos fascistas que ocupan tierras palestinas,
más tropas internacionales que se interpongan entre ambas
partes, podrían eliminar fácilmente los cohetes contra la
población civil israelí.
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