La
conferencia de donantes para la reconstrucción de Gaza
Una
conspiración disfrazada de compasión
Por
Jean Shaoul
Global Research, 06/03/09
Rebelión, 07/03/08
Traducido del inglés por Sinfo Fernández
La
conferencia celebrada el pasado lunes en Sharm el-Sheikh, en
Egipto, no tuvo nada que ver con un intento de aliviar la
atroz crisis humanitaria que se vive en Gaza, ni su
ostensible objetivo era reconstruir las casas, fábricas,
infraestructuras y colegios destruidos por Israel. Su
declarado propósito fue proporcionar cobertura para la
promoción de los intereses geopolíticos de Washington en
el Oriente Medio rico en petróleo, derrocar a Hamas y
restaurar en el poder al desacreditado Presidente de la
Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, ayudando así a
controlar la región en función de los intereses
estadounidenses e israelíes.
La reunión
se produjo tras la guerra de Israel contra Gaza de veintidós
días de duración, que contó con el apoyo estadounidense y
que empezó a finales del pasado año, un ataque que mató a
más de 1.300 palestinos, hirió a muchos miles más y
desplazó de sus hogares a más de 400.000 personas.
La
conferencia de donantes, que contó con la asistencia de la
Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, es parte de
un intento de la administración Obama por parecer algo más
imparcial en su enfoque hacia Oriente Medio en general y
hacia el conflicto israelí-palestino en particular. Esto es
vital para proporcionar cobertura a la colusión de los regímenes
árabes con EEUU en la ocupación de Iraq, en la guerra en
Afganistán y en cualquier ofensiva contra Irán.
El propósito
esencial de la reunión era exigir que los palestinos
“rompieran el ciclo de rechazo y resistencia” y se
sometieran a las demandas israelíes. Eso implica aceptar un
estado lleno de bifurcaciones que estaría compuesto por
Gaza y varios enclaves sin continuidad en Cisjordania,
gobernados por la AP bajo el control de Fatah. Tal entidad
estaría dominada por Israel con la ayuda de Egipto y
Jordania, mientras Israel continúa ampliando sus
asentamientos en Cisjordania. Justo la pasada semana, el
movimiento israelí Paz Ahora anunció que Israel había
preparado ya planes para construir 70.000 nuevas casas para
los colonos judíos en Cisjordania.
A la
conferencia asistieron diplomáticos de 45 países, pero no
de Palestina. Hamas, a pesar de ser el gobierno electo, no
fue invitado, porque Israel, EEUU y la Unión Europea la
consideran una organización terrorista. En su lugar, los
palestinos estuvieron representados por el régimen-títere
de la Autoridad Palestina, encabezado por Abbas, aunque su
mandato expiró el pasado 9 de enero.
El Ministro
egipcio de Asuntos Exteriores Aboul Gheit anunció que los
donantes internacionales, procedentes de 68 países, habían
prometido 5.200 millones de dólares para reconstruir Gaza.
Dijo que esa suma “supera con mucho nuestras
expectativas”. La Autoridad Palestina había pedido sólo
2.800 millones de dólares para la reconstrucción, que serían
canalizados a través de su gobierno en Cisjordania. Los países
del Golfo, incluida Arabia Saudí, prometieron 1.650
millones de dólares, EE.UU. 900 millones, y las potencias
europeas 554 millones de dólares.
Clinton dejó
claro que la contribución de Washington de 900 millones de
dólares está condicionada a que los palestinos acepten sus
dictados. Dijo: “Se hará el desembolso [del paquete de
ayuda] siempre que tengamos claro que van a cumplirse
nuestros objetivos, que no van a ser socavados o
desvirtuados. Queremos demostrar que nos preocupa su grave
situación [de los palestinos] y que obviamente no queremos
que los civiles sufran más de lo que ya han sufrido. Pero
queremos asegurarnos de que ninguna contribución que
hagamos irá a parar a Hamas”.
Clinton añadió:
“Nuestra respuesta a la crisis actual en Gaza no puede
separarse de nuestros esfuerzos más amplios para conseguir
una paz global”. El objetivo de la ayuda es “promover
las condiciones para que se pueda alcanzar un estado
palestino”.
Su
portavoz, Robert A. Word, dijo que 600 millones de dólares
eran para la AP, que tiene sus cuarteles en Cisjordania, y
que sólo 300 millones de dólares serían para la ayuda
humanitaria en Gaza. Eso es una gota en el océano comparado
tanto con las necesidades de Gaza como con el apoyo que
Washington ha prodigado a Israel durante más de cuarenta años.
Clinton insistió en que se implementarían salvaguardas
incontrovertibles para asegurar que ni un céntimo de los
300 millones de dólares iría a parar a Hamas.
Las
potencias europeas apoyaron totalmente esta agenda, aunque
intentaron parecer algo más imparciales. El Secretario del
Foreign Office británico, David Miliband, dijo que era
vital que hubiera “señales visibles de progreso” en
Cisjordania y Gaza. Sin embargo, añadió, que los
palestinos necesitaban “un único gobierno en todos los
territorios ocupados”.
El
Presidente francés Nicolas Sarkozy adoptó un enfoque algo
diferente, urgiendo a Hamas a “comprometerse decididamente
en la búsqueda de una solución política y en el diálogo
con Israel”.
Muy pocos
de esos dineros prometidos son nuevos. La mayoría de las
cantidades ya se prometieron en la conferencia de París de
diciembre de 2007 y nunca se entregaron debido a la negativa
de Israel a levantar los entonces más de 500 bloqueos de
carretera en Cisjordania y permitir que Gaza abriera sus
fronteras, haciendo así imposible e inútil cualquier
inversión. Ahora hay ya más de 600 carreteras bloqueadas.
Se
destinaron específicamente 1.500 millones de dólares para
el déficit presupuestario de la Autoridad Palestina, para
las “reformas” económicas y los proyectos del sector
privado.
Sólo se
presupuestaron 1.330 millones de dólares para la
reconstrucción en Gaza. Esto es mucho menos de los 2.400
millones que las Naciones Unidas estimaban necesarios para
reponer la destrucción perpetrada por Israel. E incluso esa
miseria no va a desembolsarse hasta que Hamas deje de
existir como fuerza en Gaza.
Los países
del Golfo, incluidos Arabia Saudí, Qatar y Kuwait, dijeron
que los 1.600 millones de dólares que habían prometido no
serían ni para Hamas ni para la AP. No querían que se les
viera favoreciendo directamente a Abbas, dijeron que abrirían
una oficina en Gaza para llevar a cabo su propia
reconstrucción. Pero como todos los materiales para la
reconstrucción, como cemento, aparatos para bombear y
generadores deben pasar a través de Israel, y un portavoz
del Ministerio israelí de Defensa ya ha recalcado que
Israel quiere implementar un proceso de aprobación
proyecto-por proyecto para que se “justifiquen todas y
cada una de las tuberías que entren”, parece que será
bastante imposible que se pueda realizar ni siquiera el más
modesto programa de reconstrucción.
El dinero
con propósitos humanitarios circunvalará a Hamas y será
canalizado a través de las agencias de Naciones Unidas y de
los grupos internacionales de ayuda. Pero, desde el momento
en que Israel controla las fronteras, las aguas
territoriales y el espacio aéreo de Gaza, y permite que
entre en Gaza sólo algo de comida, suministros médicos y
fuel, lo anterior carece de significado sustantivo. Según
Naciones Unidas, Gaza necesita un mínimo de 500 camiones
diarios con ayuda humanitaria y productos comerciales.
Aunque las
autoridades israelíes han dicho a las agencias humanitarias
que permitirán que entren hasta 200 camiones al día, la
cifra actual no ha superado nunca los 120 desde que empezó
el bloqueo en junio de 2007. La media en febrero fue de
entre 88 y 104, incluido el grano enviado por el cinta
transportadora del cruce de Karni. Los nuevos procedimientos
de seguridad implantados a partir de la guerra de enero han
hecho casi imposible que las agencias de ayuda puedan
planificar sus entregas con más de 24 horas de anticipación.
La última condición de Israel para aliviar las
restricciones es la liberación de Gilad Shalit, un soldado
israelí retenido en Gaza desde junio de 2006.
Según
Human Rights Watch, el grupo que tiene su sede en Nueva York,
los trabajadores de la ayuda humanitaria dijeron que en
varias ocasiones las autoridades israelíes se habían
negado a permitir el envío de la ayuda previamente acordada
justo unas horas antes del momento en que se suponía que
tenían que enviarla. La Oficina de Naciones Unidas para la
Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas
en inglés) dijo que Israel se había negado arbitrariamente
a que entraran incluso productos básicos como garbanzos,
macarrones y harina de trigo, cuadernos para los
estudiantes, frigoríficos, generadores, bombas de agua y
gas para cocinar.
Israel
insiste en que todos los camiones entren en Gaza a través
de Kerem Shalom, cerca del sur de Gaza, donde cada producto
que llevan los camiones deben ser descargado, inspeccionado,
vuelto a empaquetar y vuelto a cargar con una “tasa de
tramitación” de 1.000 dólares, aunque hay otros cruces
con un equipamiento de seguridad mucho más sofisticado. Está
claro que las acciones de Israel tienen menos como objetivo
impedir que lleguen armas a Gaza que intimidar y castigar a
la población de Gaza, destruyendo todo lo que quede de su
economía y obligando a los gazatíes a exiliarse.
Egipto, que
controla la frontera sur de Gaza, dice que sólo puede abrir
completamente Rafah, su cruce con Gaza, bajo los anteriores
acuerdos que requerían que la AP, no Hamas, controlara la
terminal. Egipto continúa auspiciando negociaciones entre
Hamas y Fatah, con el objetivo de restaurar a Fatah en el
poder.
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