El
lobby israelí en EEUU
Ocupaciones
Por
Juan Gelman
Bitácora,
14/06/09
Las
declaraciones de Obama instando al gobierno de Tel Aviv a
congelar los asentamientos ilegales de colonos israelíes en
territorios palestinos ocupados, concretamente en
Cisjordania, y a facilitar la creación del Estado palestino
han provocado reacciones de diverso tipo, algunas
previsibles, otras menos. No faltó la absurda y aun
divertida: el ministro sin cartera Yossi Peled envió una
carta de once páginas a todos los miembros del gabinete de
Netanyahu proponiendo sanciones económicas contra EE.UU. (Jerusalem
Post, 9–6–09). Por ejemplo, vender a otros países
equipos de tecnología avanzada que Washington le
proporciona con la estricta prohibición de hacerlo. Peled
no inventa algo nuevo: hace tiempo que Israel los ofrece a
quien los quiera comprar.
El
ministro sin cartera insiste en mostrar su desinformación:
sugiere reconsiderar la política de compras civiles y
militares a EE.UU. y por lo visto ignora que Washington y
Tel Aviv firmaron en agosto del 2007 un acuerdo que dispone
la entrega a Israel de 30.000 millones de dólares a lo
largo de una década. Es un subsidio en efectivo donado a
Israel al comienzo de cada año fiscal con la condición de
destinar el 74 por ciento a la compra de armamentos
estadounidenses (www.counterpunch.org, 5–3–09). Los
30.000 millones no vuelven al Tesoro de EE.UU., alimentan
las fauces siempre abiertas del complejo
militar–industrial. Más delicada, también inútil, es
otra indicación de la carta.
“Peled
recomienda intervenir en las campañas electorales de
candidatos al Congreso (norteamericano) para debilitar a
Obama y solicitar a los donantes judíos que no apoyen a los
demócratas. Predice que esto llevará a los candidatos a
presionar a Obama para que adopte una posición más pro
israelí”, se lee en el diario jerosolimitano (www.jpost.com).
Cuánto desconoce el señor ministro. Israel ocupa
militarmente territorios palestinos desde 1967 y hace mucho
que el lobby pro israelí ocupa las dos cámaras del
Congreso de EE.UU.
Es
el más poderoso de Washington y se concentra en el Comité
Estadounidense Israelí de Asuntos Públicos (Aipac, por sus
siglas en inglés). A principios de mayo pasado dio pruebas
manifiestas de su influencia: Steny Hoyer, líder de la
mayoría demócrata de la Cámara de Representantes, y Eric
Cantor, líder de la minoría republicana, dirigieron una
carta a Obama diciéndole que “Israel es el que correrá
mayores riesgos en cualquier acuerdo de paz (con los
palestinos)” y que EE.UU. “debe ser tanto un mediador
fiable como un amigo devoto de Israel”. Agrega que
cualquier desacuerdo entre los dos países debe ser
discutido “privadamente”. El 76 por ciento de los
senadores y un 75 por ciento de los representantes firmaron
la carta. Lo curioso –o no– es que cuando un periodista
la buscó en Internet, encontró que su título era “Carta
Aipac Hoyer Cantor mayo 2009.pdf” (Washington Post,
15–5–09). Se habían olvidado de quitarlo.
Todo
o casi todo tiene explicación: 36 grupos privados pro
israelíes donaron 3,14 millones de dólares a los
candidatos de su preferencia, contra los que no lo eran, en
el ciclo electoral del 2004 (www.thenation.com,
31–7–06). Votar en el Congreso contra las decisiones
favorables a Israel puede poner en peligro una futura
reelección. El 18 de julio de 2006 el Senado aprobó por
unanimidad una resolución no vinculante en apoyo “al
ejercicio del derecho de autodefensa de Israel”. Israel
había invadido el Líbano seis días antes y, como otras
veces, Aipac redactó el texto sancionado. Zbigniew
Brzesinski, ex asesor de seguridad de Jimmy Carter, señaló
que los senadores “ni siquiera lo habían preparado”. La
voluntad de Aipac de ahorrarles trabajo es ejemplar.
El
tema de los asentamientos israelíes en Cisjordania
palestina es el nudo de la cuestión de la paz. Se han
duplicado desde comienzos de los ‘90 y están
interconectados mediante autopistas de las que los
palestinos están prácticamente excluidos. Tel Aviv viola
la Cuarta Convención de Ginebra, que prohíbe a cualquier
país instalar a sus civiles en territorios tomados
militarmente. Cuatro resoluciones del Consejo de Seguridad
de la ONU y un fallo de la Corte Internacional de Justicia
reconocieron formalmente la ilegalidad de esa confiscación
de tierra. En los últimos 20 años los legisladores demócratas
de Washington han apoyado sin vacilación el expansionismo
israelí. Ahora no pocos dicen que Obama no debe presionar a
Israel por el desarrollo “natural” de sus asentamientos
y que no cabe la injerencia en sus “asuntos internos”.
Tel
Aviv –y menos su gobierno actual– no renuncia a la
empresa del Gran Israel, que entraña la absorción de los
territorios palestinos y de las alturas del Golán. Los
asentamientos son el medio de lograrlo. Ariel Sharon,
entonces primer ministro israelí, se lo dijo claramente a
Colin Powell (www.alternet.org, 9–6–09): “Hemos
aprendido mucho de ustedes. Advertimos cómo se movieron al
Oeste con el mismo método”.
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