Asentamientos se expanden, expulsando a
las familias palestinas
Por Mel Frykberg
Desde Ramalah
Inter
Press Service (IPS), julio 2009
Ramalah.- La aldea palestina de Wadi Fuqin, de 2.500 habitantes, lucha por
sobrevivir en un valle entre varias colinas de la gobernación
de la cisjordana ciudad de Belén.
A su alrededor se encuentra el asentamiento ilegal de Beitar Illit, donde
viven 35.000 colonos judíos. Varios puestos de avanzada de
colonos forman, junto a Beitar, un semicírculo en torno de
Wadi Fuqin que encierra la aldea.
Aunque el auge de la construcción de asentamientos y la cantidad de colonos
en Beitar y sus puestos continúa creciendo, las autoridades
israelíes prohíben a los palestinos de Wadi Fuqin
construir nuevas casas o ampliar las ya existentes.
IPS acompañó a funcionarios del Ministerio de Agricultura de la Autoridad
Nacional Palestina (ANP) en un recorrido por Belén y las
aldeas aledañas para evaluar de primera mano la tierra,
cada vez más escasa, de que disponen los palestinos, a
medida que se acelera la expansión de colonias israelíes
en Cisjordania.
"Nos estamos enfrentando con un desastre", dijo el ministro,
Ismail Da'iq. "Estamos perdiendo tierra a un ritmo sin
precedentes debido a la expansión de los asentamientos
israelíes y a sus zonas militares cerradas."
"Para combatir este continuo robo de tierras, proyectamos plantar cinco
millones de árboles en la gobernación de Belén en los próximos
cinco años. Esperamos que esto le vuelva más difícil a
Israel expropiar nuestra tierra. Pero eso no nos garantiza
nada", dijo Da'iq a IPS.
De hecho, en el camino de Ramalah a Belén este periodista vio varias
decenas de árboles palestinos que habían sido talados,
justo por encima de la tierra, por las autoridades israelíes.
En el marco de los acuerdos de paz firmados en 1993 en Oslo, 66 por ciento
de la gobernación de Belén fue designada parte del Área C
de Cisjordania. Es decir que Israel controla totalmente su
planificación y sus construcciones. (El área A está bajo
total control palestino, y el área B, bajo control militar
israelí y civil palestino). "La ANP cometió un error
al ceder en Oslo, pero esperamos rectificarlo. Estamos
determinados a que no se reanuden las conversaciones de paz
hasta que Israel congele toda la actividad de asentamientos
en Cisjordania", expresó Da'iq a IPS.
Según un informe difundido el mes pasado por la Oficina de Coordinación de
Asuntos Humanitarios (OCAH) de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), tras más de cuatro décadas de
ocupación israelí apenas 13 por ciento de la gobernación,
en buena medida fragmentada, es de uso palestino.
"Hoy hay aproximadamente 86.000 israelíes viviendo en 19 asentamientos
en la gobernación de Belén y en 16 puestos de
asentamientos", señala el informe de la OCAH. Allí
viven unos 175.000 palestinos, agrega.
Si el muro que separa el territorio israelí de Cisjordania mantiene su
trazado, el acceso palestino a la tierra y a los recursos
pastoriles e hídricos se verá aun más limitado.
La actual barrera se desvía, adentrándose de modo significativo en
territorio palestino en relación a la internacionalmente
reconocida Línea Verde, tragándose vastos tramos de
territorio en el camino.
Como consecuencia, se estima que 21.000 residentes palestinos de la
gobernación de Belén afrontarán restricciones adicionales
a la hora de acceder a mercados, servicios de salud y
educación superior en las áreas urbanas.
El potencial de Belén para la expansión residencial e industrial ya se
redujo.
La mayoría de la población de Belén también está aislada de la de
Jerusalén oriental, de mayoría palestina, dado que apenas
una cantidad limitada recibe los permisos de seguridad
otorgados por el gobierno israelí para ingresar a la
ciudad.
Quienes son suficientemente afortunados para conseguir esos permisos de
empleo esperan, en promedio una hora y 10 minutos para
cruzar la barrera de seguridad, según un informe de la
Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de
Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) difundido a comienzos
de año.
Los cisjordanos tienen con Jerusalén oriental firmes vínculos culturales,
educativos, religiosos, empresariales y familiares, y
Palestina reivindica la ciudad, o al menos esa zona, como su
capital.
La municipalidad israelí de Jerusalén también ha vuelto a trazar sus
fronteras para incorporar grandes segmentos del área de Belén,
que incluyen a los asentamientos israelíes de Har Jomá y
Guiló.
Israel aceleró la apropiación de tierra palestina en 1950, en el marco de
la Ley de Propiedad de Ausentes. Cientos de miles de
palestinos huyeron --muchos de ellos sólo temporalmente-- o
bien fueron expulsados de sus tierras durante la guerra de
1948, en el origen del Estado judío.
La aldea de Nahalin, cerca de Belén, ahora tiene apenas 1.000 hectáreas.
Antes de 1948 tenía 1.700.
"En 1948 mi abuelo tenía 100 dunams (10 hectáreas) en las que
cultivaba aceitunas y uvas. Hoy a mi familia le quedan
apenas dos dunams (0,2 hectáreas). Si todavía tuviera
acceso a esa tierra, yo podría ganar 700 dólares extra por
mes con la agricultura", dijo a IPS Dib Najaja, padre
de cinco hijos.
"Pero soy afortunado de tener un trabajo de tiempo completo como
miembro del concejo municipal. Otras personas que dependen
enteramente de la agricultura para ganarse la vida son
indigentes", agregó.
Wadi Fuqin, que se ubica muy cerca de la Línea Verde, se encuentra en una
posición precaria, porque la mitad de la aldea depende de
la agricultura para sobrevivir.
Antes de 1948, cuando todos los aldeanos o bien huyeron o bien fueron
expulsados, la aldea tenía 1.400 hectáreas. Hoy tiene 600.
"Tras la guerra árabe-israelí de 1967 (de los Seis Días), cuando
Israel ocupó Cisjordania, comenzamos a abandonar el
campamento de refugiados de Deheishe, arrastrándonos
subrepticiamente en la noche, hasta que una cantidad
considerable de nosotros hubo regresado", relató a IPS
Mohammad Shaker, de 80 años y uno de los refugiados
originales, que vive en una cueva cercana.
El futuro de Wadi Fuqin depende de la presión internacional que se ejerza
sobre Israel.
"Necesitamos ayuda para rehabilitar la tierra y hacer que vuelva a ser
viable desde el punto de vista agrícola", dijo a IPS
Awni Al-Manassra, miembro del comité de la aldea.
"También necesitamos asistencia financiera para presentar demandas en
tribunales israelíes por confiscaciones de tierras y
demoliciones de casas pendientes, para los hogares
construidos sin permisos israelíes", agregó.
El movimiento israelí Paz Ahora informó que las autoridades israelíes ya
aprobaron la construcción de otras 790 viviendas en Beitar
Illit. También hay planes para construir 2.500 en Guivat
Eitam, una extensión del asentamiento de Efrat, cerca de
Belén.
Crónica desde Talmon
El verde angelical de los asentamientos
Por Ricardo Mir de Francia
Corresponsal en Jerusalén
El Periódico, 20/07/09
Asentamiento de Neria.- Villas unifamiliares a 120.000 euros. Jardín. Aire
puro. Vistas a los valles y las colinas. Carreteras
exclusivas; sin tráfico ni árabes. A medio camino entre
Jerusalén y Tel Aviv. Guardería y transporte
subvencionado. Protección del Ejército. Este podría ser
el texto de un anuncio algo impúdico de las gangas
inmobiliarias que se pueden encontrar en los asentamientos
judíos de la Cisjordania ocupada. «Lo siento, está todo
vendido, pruebe en la comunidad vecina de Dolev», responde
una agente inmobiliaria al llamar inquiriendo por una oferta
en Talmon, al noroeste de Ramala.
A los asentamientos no ha llegado la crisis. Todo lo contrario. El Gobierno
pide a EEUU permiso para seguir construyendo con el fin de
acomodar la demanda. Lo llama «crecimiento natural». Y no
es de extrañar que, cada año, muchos israelíes abandonen
la congestión de Jerusalén o las decadentes ciudades de la
periferia. La población crece a un ritmo del 5%, muy
superior al del conjunto de Israel.
Las colonias son una delicia. Se levantan en los cerros de las colinas como
antiguos castillos medievales para controlar las fuentes de
agua y disfrutar de una posición defensiva inmejorable. La
empresa la suele iniciar un grupo de sacrificados creyentes.
Varias familias o un grupo de estudiantes talmúdicos eligen
un cerro vapuleado por el sol y plantan varias
autocaravanas. Pueden pasar semanas viviendo como pioneros
del Lejano Oeste, pero luego se instala un depósito de
agua, se hace llegar la electricidad, se construye una
carretera y se valla el perímetro. En menos que canta un
gallo ya se levanta otra villa ajardinada con inconfundibles
tejados rojos.
Llueve
el dinero desde EEUU
Las donaciones, sobre todo de fundaciones y particulares de EEUU, y las
subvenciones estatales hacen el resto: escuelas talmúdicas,
guarderías, canchas deportivas, parques infantiles. Paz y
vida campestre en un entorno hostil de pueblos árabes, que
raramente molestan. La seguridad paramilitar de las colonias
y el Ejército se encargan de mantenerlos a raya.
Proyectos que nacieron con unas cuantas caravanas polvorientas son hoy auténticas
ciudades que en algunos casos superan los 30.000 habitantes,
como Maale Adumim. No importa que la tierra donde se
levantan sea de propiedad privada palestina (casi un 40% de
los predios ocupados por asentamientos, según “Paz
Ahora”, donde viven casi medio millón de personas). La
Biblia es el más fehaciente certificado catastral. “Los
árabes que paguen impuestos y sean leales al Estado de
Israel se pueden quedar; al resto habría que transferirlos
a los estados árabes vecinos porque toda la tierra es
nuestra”, dice Yossi, colono de Neria, sin pestañear.
Otra gran ventaja de vivir en los asentamientos es que se contrata a
palestinos como mano de obra barata. En Israel es mucho más
difícil desde que el Estado sionista cortara el flujo de
trabajadores de los territorios tras la segunda Intifada. En
casa de Yossi, dos palestinos arreglan la fachada. “¿No
te preocupa tener árabes trabajando en tu casa?”, le
pregunto. “Los tengo vigilados”, sonríe, mientras se
lleva una mano al cinto para mostrar una pistola.
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