Palestina

El Estado de Israel una vez más “víctima de los atropellos mundiales”

Israel contra el informe Goldstone

Luis E. Sabini Fernández (*)
Rebelión, 19/09/09

Si estuviésemos abordando una situación doméstica o social, tendríamos que recomendar una revisión psiquiátrica, pero se trata de uno de los poderes de mayor peso mundial, si no el principal; el de la dupla política de un eje fuertemente establecido Israel–EE.UU. y tal vez con mayor precisión, reconociéndole el lugar que ocupa, el de un eje político que pasa al menos por EE.UU., la Unión Europea e Israel.

El informe que llamaremos para simplificar por el nombre de quien preside la comisión que lo firmó, Richard Goldstone, ha levantado las iras del establishment israelí. Cuando fue nombrado a principios de 2009 para elaborar dicho informe, sectores palestinos, comprensiblemente, desconfiaron de lo que se “armaba” puesto que Goldstone, judío sudafricano, ha aclarado públicamente que su padre era un ardiente sionista. Algo que adquiere un peculiar tinte, dicho desde Sudáfrica, puesto que durante décadas Israel y Sudáfrica jugaron una llamativa alianza geopolítica, muy elaborada sobre la base de origen, trayectoria y destino común (de la cual Israel prestamente, en su momento, se desmarcó).

Incluso más: el informe Goldstone menciona ‘crímenes de guerra y posiblemente crímenes de lesa humanidad’ por parte del estado israelí con su invasión devastadora de diciembre 2008–enero 2009 y tipificaría exactamente del mismo modo, según sus transcripciones periodísticas, a acciones de los palestinos; ‘crímenes de guerra y posiblemente crímenes de lesa humanidad’. Con lo cual presentaría una inaceptable equivalencia física, de magnitudes, entre los dispositivos militares israelíes y palestinos, pero sobre todo un desconocimiento o desprecio absoluto por el advenimiento secuencial, histórico, de este conflicto, “igualando” a ocupantes con resistentes, poniendo a los “actores” en juego como si se tratara de un partido de tenis, que se cuenta exclusivamente desde que se dispara la primera pelota hasta el final del partido, deshistorizando, en suma, la tragedia palestina.

Pero no es para hablar y criticar a Goldstone y a la ONU por semejante nombramiento que queremos presentar estas consideraciones.

Es, por el contrario, para analizar por qué las “autoridades” sionistas se rasgan las vestiduras.

No deja de ser llamativo que, por ejemplo, Mark Regev, vocero de Netanyahu declare: “Sería un error darle credibilidad a una misión que tiene más en común con una corte de canguros que con una investigación seria.” (D. Macintyre, Página 12, Buenos Aires, 17/9/2009). La frasecilla tiene una curiosa sintonía con la del canciller hondureño del presidente golpista Micheletti, que se refiriera despreciativamente a Barack Obama calificándolo de “aquel “negrito” ignorante que ‘no sabe ni donde está Tegucigalpa’. Enrique Ortez Colindres pagó con su cargo tamaña osadía, algo a lo que una red de poder como la israelí no necesita exponerse; le auguramos larga actividad “representativa” a Regev. Israel fue el primer estado del planeta que reconoció al gobierno hondureño surgido de una movida militar, hace un par de meses, algo más que los une.

¿Por qué tamaña reacción israelí? Porque el informe afirma que ha habido violaciones a los derechos humanos, atentados a población desarmada, matanza de seres humanos absolutamente al margen de toda “comprensión” militar o judicial. En suma, porque se afirma que Israel actúa mal. Criminalmente. Mediante comportamientos lesivos al ser humano. Y anuncia que si no hay propósito de enmienda (¡le otorga al estado israelí la posibilidad de que revise y juzgue su comportamiento en seis meses!), si no lo hace, quienes han cometido diversas atrocidades, caerán bajo la férula de la Corte Penal Internacional.

Allí está el vejamen. Israel arriesgaría según esta ponderadísima resolución a no mantener la impunidad planetaria que tienen, por ejemplo, los soldados estadounidenses cuyo gobierno ha decidido desde siempre, que sean cuales fueren los delitos cometidos, no van a ser nunca juzgados por un tribunal internacional o extranjero, sea en La Haya, con nuestro Moreno Ocampo, sea bajo la legislación “universal” que propende Garzón. Esos tribunales serán para croatas, mexicanos, nigerianos, serbios, cubanos, libios, venezolanos, portugueses, griegos, pero no para estadounidenses. A Israel no le hace gracia perder esa excepcionalidad que a su vez ha gozado durante sesenta años. ¡Y todo porque han sido masacrados algunos centenares de niños y actos por el estilo!…

Por otra parte, Israel, celosa democracia, inmediatamente puso su comportamiento bajo la lupa. Jana Beris (La Nación, Buenos Aires, 15/9/2009) nos cuenta que: “Organizaciones de derechos humanos en Israel publicaron ayer un comunicado exhortando a ese país a permitir que se investigue ‘en forma independiente’ lo sucedido durante la guerra. Pero el gobierno en Jerusalén recordó que hasta ahora, el ejército ya ha abierto investigaciones de más de cien acusaciones sobre el comportamiento de sus fuerzas durante el operativo militar en Gaza. ‘La mayoría han sido cerradas ya que lo alegado fue hallado sin fundamento’.”

Un caso prístino de divorcio entre el orden jurídico y la realidad. Hay miles de cadáveres desperdigados entre escombros, hay decenas de miles de hogares destruidos, hay una sociedad literalmente aplastada y desecha, sin agua corriente, con cloacas despanzurradas, con vías de comunicación cortadas, sin alimentos o con provisiones absolutamente por debajo de todo mínimo más o menos admisible, hay terror diseminado como una plaga, hay mezquitas y escuelas (hasta de la ONU) hechas polvo con alumnos y docentes adentro, mediante artillería;, hay hospitales destrozados durante ataques, hospitales y servicios médicos que no cuentan ni con material de emergencia, quirúrgico ni higiénico (porque el gobierno israelí bloquea tales suministros), hay un ejercicio de fuerza como pocas veces se ha visto. Todo eso a cargo de un ejército que se construyó sobre un territorio que era palestino, un ejército que cargó contra la población que vivía allí desde hace milenios y… no hay crimen, no hay delito. Una vez más, las investigaciones militares israelíes no registran delito alguno.

Pero la elite política sionista no solo no se hace cargo de sus actos sino que los justifica. Se desespera por el “igualitarismo” malsano de Goldstone que se permite comparar las acciones de “los terroristas” con “las atenidas a derecho” del estado israelí.

Luciendo un retorcimiento semántico digno del Guiness declara Danny Ayalon, en Nueva York: “el informe Goldstone es un intento peligroso para dañar el principio de autodefensa de los estados democráticos”. Obsérvese que, en rigor, si alguien puede hablar de autodefensa, históricamente hablando, y sin incursionar en otras consideraciones políticas, ideológicas, religiosas, ateniéndonos a los hechos tanto como nos sea posible, son los palestinos.

También habría que aclararle al bueno de Ayalon, que la calidad de “estado democrático” con la que pretende ejercer tales reclamos “contra el terrorismo” es en sí bastante problemática. ¿Qué estado democrático puede ser Israel, un estado con bases raciales y por lo tanto racistas? Pero otro dato de la realidad zanja la validez de esa invocación mucho más radicalmente: ya deberíamos saber que muchos estados más o menos democráticos son capaces de ejercer el terrorismo.1 ¡Y qué terrorismo!

Pero la oratoria de la indignación moral rinde. Por eso Ayalon prosigue su catilinaria ante un comité judío estadounidense (Página 12, ibíd.) diciendo que el informe era: “un intento cínico de revertir roles culpando a Israel por crímenes de guerra en lugar de culpar a las organizaciones terroristas.”

¡Cuantas distorsiones en una sola línea! ¡Como si el estado israelí no tuviera organizaciones terroristas! Como si no se hubiera construido sobre la base organizaciones terroristas. Mazin Qumsiyeh2 ha elaborado una lista sobrecogedora de los primeros hechos de violencia en Palestina en los más diversos aspectos; desde crímenes o purgas por razones ideológicas, hasta secuestro de aviones, dinamitado de puentes, atentados personales, y en todos los casos,3 las primeras acciones terroristas en la Palestina moderna, de 1924 para aquí, la llevaron a cabo los sionistas. Que Ayalon hable con tanto desenfado poniéndose en el lugar de víctima, habla de la enorme suficiencia moral, de la soberbia, que caracteriza a la dirigencia israelí, pero no habla de la verdad a secas.

Pero Ayalon no es tonto. Cuenta con el apoyo del fuerte lobby judío estadounidense. Y con el de la Unión Europea, que no admite bajo ningún aspecto la insubordinación árabe. Si los árabes fueran buenos chicos, “protegibles”, vaya y pase, pero con ínfulas de querer ser, en una palabra, seres humanos adultos, resultan siempre condenables.

Pero una cosa son las elites políticas, económicas, culturales. Y otra la gente nomás. En Europa está brotando con fuerza cada vez más incontenible un movimiento de boicot a Israel, a sus inversiones, a sus jugadas de charming cultural y, a la vez, de defensa de lo palestino. BDS es su sigla y tiene cada vez más presencia.

Y no sólo en Europa. En el parlamento brasileño se acaba de plantear el congelamiento del infame tratado de libre comercio con Israel decidido entre bambalinas en el MERCOSUR sin participación de la sociedad civil, entre gallos y medianoches. Falta ver que pasará “entrecasa”.

Israel, arquetipo de sociedad–cuartel, va a tener que rendir cuentas.


(*) Luis E. Sabini Fernández es Docente de la Cátedra Libre de Derechos Humanos, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, periodista y editor de la revista semestral Futuros en el Planeta.