Jerusalén
oriental.– El riesgo de que se desate una tercera intifada
(levantamiento popular palestino contra la ocupación israelí)
es real y no debe subestimarse, advierten analistas y políticos.
El
peligro se agudizó esta semana. Manifestantes palestinos y
fuerzas de seguridad israelíes chocaron el domingo en
Jerusalén, luego de que un grupo de colonos judíos
extremistas, escoltados por soldados y policías, intentaron
ingresar en el área de la mezquita Al–Aqsa.
Se
trata del tercer sitio más sagrado del Islam. Por eso, la
incursión fue interpretada como una agresión por parte de
jóvenes palestinos, que lanzaron piedras y trozos de
mobiliario contra los israelíes.
Las
fuerzas de seguridad respondieron con golpes, gases lacrimógenos,
granadas de estruendo y disparos con munición metálica
cubierta de goma. Decenas de policías y manifestantes
resultaron heridos.
Eso
fue en vísperas de Yom Kippur (día del perdón), el día más
sagrado del almanaque judío y que con frecuencia coincide
con el final del mes santo islámico de Ramadán.
Creyentes
del Templo del Monte, grupo extremista de judíos residentes
en asentamientos en territorio palestino, tratan de ingresar
todos los años en esa fecha en el área de la mezquita
Al–Aqsa, a la que creen construida sobre los restos del
segundo Templo de Jerusalén, destruido por el Imperio
Romano en el año 70.
El
programa de los Creyentes incluye la demolición de la
mezquita de Al–Aqsa y la construcción del tercer Templo
en ese lugar.
Mientras,
transcurre el proceso de judaización de Jerusalén
oriental, zona anexada por Israel al cabo de la Guerra de
los Seis Días (1967) pero ilegalmente ocupada, según la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otras
instituciones de la comunidad internacional.
Israel
considera a Jerusalén su "capital única, eterna e
indivisible", mientras los palestinos aspiran a
instalar en la zona oriental de la ciudad la capital de su
futuro estado. En ese contexto, el área conocida como
Explanada de las Mezquitas, en la Ciudad Vieja, es escenario
de frecuentes choques.
El
mundo islámico percibe en la ocupación de Jerusalén
oriental un escandaloso ataque contra su sensibilidad, y así
lo entienden también palestinos jerosolimitanos
practicantes de distintas denominaciones cristianas
El
libanés Partido de Dios (Hezbolá) condenó la acción
israelí. El palestino Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás)
urgió a sus compatriotas en Cisjordania, Gaza e Israel a
salir a las calles para lanzar una nueva revuelta contra la
ocupación.
El
arzobispo Atallah Hanna, uno de los principales líderes
religiosos cristianos de Jerusalén, vio en los hechos de
violencia del domingo una mala señal sobre los planes de
Israel para la ciudad.
"Como
palestinos y jerosolimitanos cristianos, no podemos seguir
presenciando esto de manos atadas. El domingo fue Al–Aqsa,
pero mañana podría ser la Iglesia del Santo
Sepulcro", advirtió Atallah, en referencia al templo
cristiano construido en el lugar donde se cree que Jesús
fue inhumado.
El
principal negociador de paz de la Autoridad Nacional
Palestina (ANP) que controla Cisjordania, Saeb Erekat,
consideró "inaceptable" el "ataque contra
civiles comunes y feligreses". "Israel debe frenar
toda acción que solo contribuya a encender los ánimos",
exhortó.
La
primera intifada precedió en los años 80 al proceso de paz
de Oslo que concluyó con los acuerdos entre Israel y la
Organización para la Liberación Palestina (OLP) que presidía
Yasser Arafat. La segunda se detonó con una visita del ex
primer ministro Ariel Sharon a la misma Explanada de las
Mezquitas en septiembre de 2000.
"Los
palestinos nos estamos preparando para lanzar otra intifada
de independencia y libertad en respuesta a las violaciones,
masacres y políticas de Israel contra Palestina y contra
Jerusalén, como la confiscación de tierras y la separación
de los territorios palestinos", dijo un antiguo asesor
de Arafat, Bassam Abu Sharif.
Otro
alto funcionario de la ANP, Muhammad Dahlan, no descartó
una tercera intifada.
Fuerzas
israelíes irrumpieron el lunes de noche en viviendas
palestinas de toda Jerusalén oriental y arrestaron a unas
60 personas que, según las autoridades, participaron en los
choques con la policía.
El
martes, IPS visitó Jerusalén oriental, donde la ira y el
resentimiento parecían a punto de asomarse por encima de la
aparente calma.
Grupos
de soldados y policías israelíes fuertemente armados se
encontraban apostados en sitios estratégicos, en vehículos
o fuera de ellos, para hacer efectivo el estado de
emergencia.
Varios
palestinos se mostraron demasiado atemorizados como para
hablar con IPS. El miedo tenía sus motivos, pues soldados y
policías se aproximaron, en cada ocasión, a atender las
conversaciones.
Un
palestino jerosolimitano se animó a dialogar, pero a
condición de mantenerse anónimo. "Habrá mucha
violencia el viernes si los fanáticos judíos tratan de
hacer nuevamente sus trucos. Estamos hartos de ellos",
dijo.
La
violencia está cocinándose lentamente en la olla.
"Pero no creo que los palestinos puedan sostener una
intifada prolongada. Son demasiado débiles política y económicamente,
y, además, están emocionalmente exhaustos", dijo a
IPS el experto Samir Awad, de la cisjordana Universidad
Birzeit.
El
profesor Moshe Maoz, de la Universidad Hebrea de Jerusalén,
consideró que "otra intifada es muy posible si no hay
avances" en el estancado proceso de paz. "A los
palestinos se les está acabando la paciencia tras 42 años
de ocupación", advirtió.
Yousef
Natsche, director de la institución islámica Waqf que
administra la mezquita de Al–Aqsa, dijo a IPS que confía
en que no habrá más disturbios, pero que teme nuevas
"visitas provocativas de judíos extremistas".