Le
asiste toda la razón a Debka, presunto portal del Mossad
(servicios de espionaje israelí), que sentencia que Israel
fue el gran perdedor en el Medio Oriente en el año 2009”
(Debka Net Weekly, No. 426, 18/12/09): “una empinada (sic)
declinación en la cotización (sic) militar, diplomática y
regional de Israel”.
Agregaríamos
que el declive de su imagen fue en todo el mundo, si tomamos
en cuenta el lacerante Reporte Goldstone de la ONU sobre el
infanticidio palestino en Gaza que, a nuestro juicio, marca
el barómetro de los derechos humanos y la bioética del
siglo XXI.
Tampoco
se puede soslayar que, desde el punto de vista geopolítico,
Israel sufrió dos severas derrotas diplomáticas en Turquía
(ver “Radar Geopolítico”, Contralínea, 1/11/09) y
Brasil (la recepción de Lula al presidente Ahmadinejad y su
apuntalamiento al programa nuclear pacífico persa).
Cabe
señalar que el gobierno filosionista de Calderón se
abstuvo de votar a favor –como si el infanticidio fuese
negociable– del demoledor “reporte Goldstone”.
Algo
telúrico ha de estar ocurriendo subterráneamente en las
relaciones de Gran Bretaña con Israel y cuyo epifenómeno
se trasluce en una serie de eventos y revelaciones
desgarradoras, que van desde el esclavismo atávico de los
banqueros Rothschild –presuntos controladores de sionismo
financiero global, que incluye a George Soros, formulador
del “gobierno mundial” (ver Bajo la Lupa, 8/7/09; 1 y
4/11/09)–, pasando por la espectacular orden de aprensión
girada por un juez británico a la anterior canciller Tzipi
Livni (hoy líder del partido Kadima de oposición) por los
crímenes de guerra israelíes en Gaza (Haaretz, 14/12/09),
hasta la publicación, en el periódico británico The
Guardian (21/12/09), muy cercano al premier Gordon Brown, de
la confesión por Israel de su tráfico de órganos
palestinos (del que ya habíamos alertado: “¿Israel está
detrás del tráfico global de riñones?”; Bajo la Lupa,
23/8/09).
Cabe
destacar que Livni, ex agente del Mossad, es un
“caramelo” comparada con su sucesor, Avigdor Lieberman,
quien desea(ba) la “solución final” de lanzar bombas
nucleares (¡extra–súper–sic!) para exterminar a los
palestinos de Gaza y concluir favorable y rápidamente la
guerra, al estilo de Estados Unidos con Japón (Mondoweiss,
13/1/09; ¡existe ya casi un millón de citas en Google al
respecto!).
Ian
Black, editor de asuntos mediorientales en The Guardian,
expone que “Israel admitió que sus patólogos cosecharon
(¡súper–sic!) órganos de palestinos muertos (sic) sin
el consentimiento de sus familias”. ¡Qué feo!
El
galeno (sic) Yehuda Hiss, anterior director del Instituto
Forense Abu Kabir, cerca de Tel Aviv, admitió su execrable
culpabilidad como consecuencia de “un pleito feroz (sic)
provocado por la publicación de un periódico sueco (nota:
Aftonbladet, el de mayor circulación) de que Israel estaba
asesinando palestinos para usar (sic) sus órganos, acusación
que Israel negó (¡súper–sic!) y calificó de antisemita
(sic)” y “libelo sanguinario”.
Ian
Black considera que el documental televisivo (donde extrañamente
aparece el Instituto Forense Leopold Greenberg en lugar del
de Abu Kabir) “probablemente (sic) generará enojo en los
mundos árabe e islámico (nota: y en todo el mundo
civilizado que se entere) y reforzará los estereotipos
siniestros (sic) de Israel y su actitud con los
palestinos”.
Por
lo pronto, Press TV de Irán ha difundido la macabra
historia y ha coincidido con sus competidoras, las
televisoras árabes de Al Jazeera y Al Arabya, las cuales la
han reproducido ampliamente. No es para menos.
Los
“militares de Israel” confirmaron a un programa del
Canal 2 (de Israel, obviamente; no el de México, donde es
impensable algo similar mientras Enrique Krauze Kleinbort
funja, de su propia confesión, como su Torquemada
censurador) que su “práctica (sic) había tenido lugar
(…) de manera informal (¡súper–sic!) y sin permiso de
los familiares”, y juraron que su “actividad (sic)
concluyó hace una década”.
Nancy
Sheppard–Hughes, profesora de antropología de la
Universidad de California en Berkeley, quien reveló la
confesión del galeno israelí Yehuda Hiss, destaca el
profundo “simbolismo” de “despellejar (súper–sic) a
la población considerada enemiga”.
La
estrujante revelación de Nancy Sheppard–Hughes concede
razón al periódico sueco Aftonbladet y a su reportero
Donald Bostrom, el exhumador del tráfico de órganos
palestinos por Israel, quien comentó a la televisora Al
Jazeera (21/12/09) que “funcionarios de la ONU” lo
alertaron sobre “la desaparición de jóvenes palestinos,
quienes reaparecían en sus aldeas con una autopsia, contra
la voluntad de sus familiares”.
Cabe
señalar que Yehuda Hiss fue removido de la dirección (“¿Misión
cumplida?”) pero sigue laborando como jefe de patología
en el instituto forense (¡ni mandado a hacer!).
¿No
amerita Yehuda Hiss, émulo del galeno alemán Josef Mengele
en Auschwitz–Birkenau, un juicio en la Corte Penal
Internacional?
Ian
Black atenúa la culpabilidad israelí al pretender que
“no existe evidencia (sic) de que Israel asesinó
palestinos para quitarles sus órganos” (nota: el alegato
del periódico sueco denostado por el gobierno de Bibi
Netanyahu, lo cual desembocó en una crisis con Suecia que
defendió la “libertad de expresión” de su rotativo muy
irritador) y concluye con la autoexculpación del
“Ministerio (sic) de Salud israelí” de que “desde
hace 10 años” el instituto forense “trabaja de acuerdo
con la ética y las leyes judías”, ya que “antes no
existían guías claras (sic)”. ¡Cómo no!
Sin
desparpajarse, “el Ministerio (sic) de Salud israelí”
consideró que se trataba de “un viejo tema”. ¿Qué tan
“viejo”?
¿Pueden
surgir “evidencias” del “despellejamiento”
palestino, cuando ni siquiera existe una investigación que
imperativamente debe ser internacional?
¿Se
puede deslindar el “despellejamiento” palestino del tráfico
de riñones trasnacional: una “práctica” y/o
“actividad” muy lucrativa de cierto tipo de rabinos
ultraortodoxos de Brooklyn, aliados de Avigdor Lieberman,
tan proclive a la exterminación nuclear de los palestinos
de Gaza?
Al
Arabya (20/12/09) fue mucho más feroz que The Guardian:
“un video israelí confirmó las acusaciones de que Tel
Aviv estaba robando ilegalmente (sic) órganos de los cadáveres
palestinos y justificó la práctica (sic) en nombre de la
investigación científica” y “el progreso médico”.
Los órganos ajenos fueron donados sin permiso familiar al
hospital Hashomer y al Centro Médico Hadassah, de Jerusalén.
Sin comentarios.
Los
derrelictos palestinos han sido despojados por los israelíes
no solamente de su país, sus tierras y su derecho a
(sobre)vivir, sino hasta de sus órganos vitales, además de
sus “pieles, huesos largos (sic), córneas y válvulas
cardiacas” con fines experimentales.
Desde
1986 (toda una generación) fue creado “un banco (sic) de
piel” en Israel, cuyos tejidos, provenientes del
“despellejamiento” palestino, fueron dados a los
soldados israelíes que sufrieron quemaduras de guerra. ¡Ni
lo agradecen!
A
los supervivientes palestinos parece solamente quedarles la
protesta eterna.