"Jornada
de la Ira" en Jerusalén en
un clima de fuerte tensión
Por
Ahmad Gharabli
Agence
France–Presse (AFP), 17/03/10
Los palestinos y las fuerzas de
seguridad israelíes se enzarzaron este martes en
enfrentamientos en Jerusalén Este, los más violentos desde
hace años, dentro de un clima de tensiones político–religiosas
y de crisis diplomática entre Israel y Estados Unidos.
En
Gaza, el movimiento islamista Hamas llamó a una nueva
Intifada (sublevación popular palestina) y, en Nueva York,
el secretario general de la ONU, Ban Ki–moon, hizo un
llamamiento a la calma.
El
enviado especial estadounidense George Mitchell aplazó a
finales de marzo la visita prevista este martes a Oriente
Medio, en un momento en que las relaciones entre los israelíes
y los norteamericanos, dos aliados tradicionales, se han
crispado por la política de colonización israelí.
En
Jerusalén Este, 60 palestinos fueron detenidos y 14 policías
heridos durante varias escaramuzas en la Ciudad Santa, donde
había 3.000 efectivos de las fuerzas de seguridad, declaró
el portavoz policial Micky Rosenfeld.
Además,
16 manifestantes tuvieron que ser hospitalizados, según el
director de urgencias de la Media Luna Roja palestina, Amin
Abu Ghazali, y tros muchos recibieron atención médica en
el lugar.
Agentes
de paisano de unidades especiales de la policía,
disfrazados de manifestantes palestinos, realizaban
arrestos. Por la tarde, los incidentes habían disminuido de
intensidad.
Los
palestinos se manifiestan por "la defensa de Jerusalén",
la manzana de la discordia con Israel. Protestan sobre todo
contra la inauguración de la sinagoga histórica de la
Hurva, reconstruida en el barrio judío del casco antiguo y
que consideran una nueva provocación. La Organización de
la Conferencia Islámica (OCI) denunció su construcción
por considerar que se hace en terrenos palestinos.
En
el campo de refugiados de Chufat y en el barrio árabe de
Isawiyé, los manifestantes, algunos enmascarados,
apedrearon a los policías y a los guardias fronterizos que
respondieron con disparos de granadas ensordecedoras y
lacrimógenas y con balas de caucho.
También
hubo enfrentamientos en Wadi Joz, otro barrio árabe del
sector oriental de Jerusalén anexionado en 1967, así como
en el casco antiguo y en Qalandiya, principal paso entre
Jerusalén y Ramala, sede de la Autoridad Palestina. En
Cisjordania, se registraron incidentes en Hebrón.
La
policía permanecerá en alerta hasta el viernes, afirma su
jefe Dudi Cohen, quien no ve en estas escaramuzas una
"tercera intifada", en referencia a la
sublevaciones sangrientas de finales de los años 1980 y de
principios del 2.000.
La
policía mantuvo la prohibición de acceso a la Explanada de
las Mezquitas, tercer lugar santo del islam, para los fieles
menores de 50 años y los visitantes no musulmanes.
En
declaraciones a la televisión Al Jazeera, Musa Abu Marzuk,
jefe adjunto de la oficina política de Hamas, que controla
la Franja de Gaza, llamó a una nueva "Intifada"
que "debe beneficiarse de la participación de toda la
sociedad palestina".
En
este enclave palestino, miles de personas participaron en la
'Jornada de la Ira' de Hamas.
Los
nuevos enfrentamientos de Jerusalén se producen en un
momento en que el gobierno estadounidense intenta reanimar
un proceso de paz moribundo. La semana pasada, Washington
logró arrancar a los palestinos un acuerdo para
negociaciones indirectas con Israel bajo sus auspicios, pero
parecen abocadas al fracaso desde que Israel dio luz verde a
la construcción de 1.600 viviendas en un barrio de
colonización en Jerusalén Este. La Autoridad Palestina
advirtió de que no volverá a la mesa de negociaciones
hasta que el Estado hebreo congele la colonización.
Palestina
vive su día de furia
Por
Mel Frykberg
Inter
Press Service (IPS), 17/03/10
Qalandia,
Cisjordania.– Decenas de miles de palestinos tomaron el
martes las calles, mientras las protestas se extendían por
los territorios ocupados de Jerusalén oriental, Cisjordania
y Gaza, e incluso por el propio Israel.
Este
miércoles, miles de efectivos militares y policiales israelíes
continuaban en estado de alerta.
La
pequeña "Intifada" (levantamiento) fue una
respuesta al llamado de Hamás (acrónimo árabe de
Movimiento de Resistencia Islámica) a resistir la
persistente judaización de Jerusalén oriental, una zona
ancestralmente árabe que ha vivido desalojos y demoliciones
de viviendas de familias palestinas a favor del ingreso de
colonos judíos.
El
otro motivo de la protesta es, para los palestinos, el
intento de tomar sitios sagrados del Islam.
Los
militares israelíes consiguieron mantener fragmentados a
los manifestantes bloqueando calles y estableciendo un cerco
en torno de Cisjordania para impedir que los palestinos
llegaran a Jerusalén.
Más
de 100 palestinos fueron heridos, 16 de ellos fracturados y
unos 80 arrestados cuando se generalizaron los choques con
fuerzas de seguridad israelíes, que también tuvieron
lesionados entre sus filas.
La
alerta se extendió a las fuerzas de seguridad palestinas,
ante el temor de que las protestas se generalizaran en los
puestos de control de Israel y en los asentamientos judíos
en Cisjordania.
"Volveremos
mañana después de la escuela. Esto no se acaba aquí.
Vendremos todos los días a seguir protestando, durante
semanas y meses", dijo a IPS uno de los manifestantes.
"Esto
es el comienzo. Es una campaña contra la ocupación israelí
y la profanación de nuestros sitios sagrados", dijo un
joven líder local a IPS.
En
el campamento de refugiados de Qalandia, oleadas de cientos
de estudiantes y hombres jóvenes se lanzaban sobre el retén
israelí, arrojando piedras y botellas.
Volaban
las bombas Molotov y los contenedores de basura, mientras un
manifestante palestino disparó contra un policía israelí.
Los
militares respondieron con balas de goma y gases lacrimógenos.
Pero los manifestantes se dispersaban y volvían a arremeter
contra el puesto de control. Decenas sufrieron heridas.
Las
manifestaciones aquí siguen unas reglas que las dos partes
respetan. Las protestas suelen durar unas horas, al cabo de
las cuales cada parte descansa y regresa a su
"base". Así lo había observado IPS en anteriores
choques en Qalandia.
Pero
el martes, la violencia estalló temprano en la mañana y
continuó hasta bien entrada la noche. Una dinámica similar
se registró en otras zonas de Jerusalén oriental y
Cisjordania, mientras miles de gazatíes tomaban también
las calles.
En
las semanas anteriores, era notoria la atmósfera de rabia
reprimida de los palestinos ante la acelerada judaización
de Jerusalén oriental.
Las
tensiones se exacerbaron el lunes con la inauguración de
una sinagoga en un sitio donde había una mezquita en el
vecindario judío de la ciudad vieja de Jerusalén.
Las
provocaciones de judíos extremistas, que intentaron entrar
a la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del
Islam, echaron más leña al fuego. En agresivas
declaraciones sostenían que intentarían erigir el tercer
templo judío sobre los restos de Al Aqsa.
La
importancia y significado de Al Aqsa, incluso para los
musulmanes moderados y laicos, no suele apreciarse en muchos
vecindarios occidentales.
"Tengo
dos hijos y los amo mucho, pero estoy dispuesto a
sacrificarlos por Al Aqsa", dijo a IPS un ex alto
dirigente del movimiento político laico Fatah en la ciudad
vieja de Jerusalén.
"Cuando
los choques de unas semanas atrás, telefoneé a mis hijos,
y les dije que cerraran nuestra tienda y vinieran a la
mezquita a defenderla de los judíos. ¿Cree que es fácil
perder a los hijos? Al Aqsa es una línea roja que nadie
debería cruzar", agregó.
Este
razonamiento fue la respuesta que los dirigentes de Fatah y
de Hamás, las dos principales y rivales fuerzas políticas
palestinas, encontraron cuando llamaron a sus respectivos
seguidores a protestar.
Altos
dirigentes de la Organización para la Liberación de
Palestina, a la que pertenece Fatah, se reunieron tres días
atrás en el Hotel Ambassador de Jerusalén Oriental, antes
del llamamiento.
El
mismo hotel había servido de sede de la dirigencia
palestina en 2000, cuando el llamado fue a tomar medidas
defensivas antes de la segunda Intifada, lanzada en reacción
a la provocativa visita del entonces primer ministro israelí
Ariel Sharon a la mezquita.
Más
aún, el brazo armado de Fatah, las Brigadas de Mártires de
Al Aqsa, pidieron a la Autoridad Nacional Palestina permiso
para defender por la fuerza la mezquita.
Israel
indultó hace poco a 70 miembros de las brigadas a condición
de que rindieran sus armas y cesaran acciones de
resistencia. La misma medida se tomó en los últimos años
con varios cientos de combatientes.
El líder
de Hamás, Ahmed Bahar, reclamó nuevos ataques armados
contra Israel y pidió apoyo de los estados árabes a la
resistencia.
Mientras,
los colonos judíos prometieron represalias y ataques contra
los "árabes y sus propiedades" si se les impide
en lo sucesivo ingresar al recinto de Al Aqsa.
Aunque
una Intifada en toda regla no parece inminente, sí se ve
muy posible un continuo estado de inquietud que podría
adquirir grandes proporciones. De hecho, algunos analistas
ya califican los acontecimientos del martes como la "Intifada
light".
Día
de furia por las nuevas construcciones
Por
Donald Macintyre
Desde
Jerusalén
The
Independent, 17/03/10
Página
12, 17/03/10
Traducción
de Celita Doyhambéhère
La crisis entre Israel y
Estados Unidos, su principal aliado, por el anuncio de
nuevas edificaciones para colonos israelíes en Jerusalén
del Este, es una de las peores de la historia. Ayer Obama y
Clinton bajaron el tono de la disputa, pero Tel Aviv sigue
firme con su postura.
Catorce
policías y por lo menos 40 palestinos resultaron heridos
ayer en choques entre los manifestantes que tiraban piedras
y las fuerzas de seguridad armadas israelíes en Jerusalén
Este, afirmó el vocero de la policía Micky Rosenfeld. La
violencia, la más grande en la ciudad desde hace meses,
erupcionó después que Hamas llamó a un “día de ira”.
Sucedió cuando el enviado presidencial de Estados Unidos,
George Mitchell, postergó su planeada visita a la ciudad.
Con
una creciente tensión ante el anuncio –condenado por
Estados Unidos, Naciones Unidas y la Unión Europea– de
planes para expandir los asentamientos de Jerusalén Este,
la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton,
dio pasos para calmar la crisis diplomática con Israel
mientras decía que había “intensas conversaciones”
sobre los pasos de confianza necesarios para reabrir las
conversaciones indirectas con los palestinos.
Los
actos se desarrollaban en varias localidades y campos de
refugiados del enclave palestino, como Jabaliya, Beit Lahiya,
Jan Yunés y Rafah. En la ciudad de Gaza, los manifestantes
marcharon hacia el Parlamento palestino, bombardeado por la
aviación israelí durante la guerra de Gaza a inicios de
2009. Cientos de palestinos se enfrentaron a gases lacrimógenos
y balas de goma de la policía israelí en una serie de
distritos en Jerusalén Este, el sector ocupado por Israel
después de la Guerra de los Seis Días de 1967, que los
palestinos quieren como capital de su futuro Estado.
La
policía dijo que 60 palestinos fueron arrestados en
disturbios que habían sido alentados por el llamado de
Hamas a un “día de ira”, que llegó como protesta por
la inauguración de la sinagoga de la Hurva en el barrio judío
de la Ciudad Vieja que, decían, ponía en peligro a la
mezquita Al Aqsa a 400 metros de distancia. La sinagoga de
la Hurva (ruina en hebreo) es uno de los lugares de culto de
los judíos desde antes de la creación del Estado de Israel
en 1948, y fue reconstruida por completo, 62 años después
de haber sido destruida por Jordania en la primera guerra árabe–israelí.
También
el Fatah, el partido del presidente palestino Mahmud Abbas,
que controla Cisjordania, denuncia la construcción de la
sinagoga. Un dirigente del Fatah, Hatem Abdel Qader, ve en
ella “el preludio a la violencia, al extremismo y al
fanatismo religioso”’ por parte tanto de “los
extremistas judíos como de miembros del gobierno israelí”.
Hamas,
que gobierna la Franja de Gaza, sostiene que la reconstrucción
de la sinagoga es un preludio a la construcción del
“tercer templo” del judaísmo, previa destrucción de la
mezquita de Al Aqsa en la Explanada de las Mezquitas, que
los judíos llaman Monte del Templo y lo consideran como el
lugar más sagrado de su religión.
Clinton
usó un lenguaje más suave que el que utilizó el viernes,
cuando describió como “insultante” el momento del
anuncio de planes para construir 1600 nuevas viviendas en un
asentamiento ultra–ortodoxo durante la visita del
vicepresidente Joe Biden a la región la semana pasada.
Enfatizando
el “absoluto compromiso” de Washington hacia la
seguridad de Israel y el “fuerte e indestructible lazo”
entre los dos países, dijo ayer: “Compartimos valores
comunes y un compromiso con el futuro democrático del
mundo, y ambos estamos comprometidos a una solución de dos
estados (para Israel y los Palestinos). Pero eso no quiere
decir que vamos a estar de acuerdo. No estamos de acuerdo
con ninguno de nuestros socios internacionales en todo”.
La
secretaria de Estado dijo que mientras Estados Unidos había
expresado su “asombro y desilusión” ahora era el
momento de seguir hacia adelante. Añadió: “Creo que
veremos lo que nos deparan los próximos días y esperamos
que el senador Mitchell vuelva a la región y comience las
conversaciones indirectas”. Clinton declinó decir cuándo
viajaría Mitchell. El lunes, el Departamento de Estado había
indicado que Washington todavía estaba esperando una
respuesta a una serie de demandas de Estados Unidos a Israel
–que se cree firmemente que incluyen el descarte del plan
para la expansión del asentamiento ultraortodoxo de Ramat
Shlomo que generó la crisis. Clinton añadió: “Estamos
trabajando en consultas activas con los israelíes sobre los
pasos que creemos que demostrarían que tienen el compromiso
necesario para el proceso”.
Pese
a las crecientes tensiones y a que la crisis entre Israel y
Estados Unidos, su principal aliado, es una de las peores de
la historia, el canciller israelí, Avigdor Lieberman, dijo
ayer que las exigencias de cancelar el proyecto en Jerusalén
Este –que viola la ley internacional– son
“irracionales”.
El
primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, defendió ayer
“42 años” de construcciones ininterrumpidas en Jerusalén
Este y dijo que los planes no afectan “para nada” a los
palestinos, mientras que su canciller insistió en que el
Estado judío no tiene ninguna intención de dar marcha atrás.
Netanyahu dijo, además, que ya ha demostrado “con
palabras y hechos” su compromiso con la paz, en respuesta
a unas declaraciones efectuadas poco antes por la secretaria
de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton. “El gobierno
de Israel probó durante el último año su compromiso con
la paz, tanto en palabras como en hechos”, señaló en un
comunicado de su oficina recogido por el diario Haaretz.
Horas antes, Clinton había asegurado en una reunión con su
colega irlandés, Michael Martin, que Israel “debe
demostrar su compromiso” con el proceso de paz en Medio
Oriente.
Los
diplomáticos estadounidenses también estaban en contacto
con funcionarios de una Autoridad Palestina liderada
moderadamente en Ramalá sobre las últimas 36 horas para
instarlos a desalentar protestas violentas en Jerusalén. La
policía israelí hizo regresar a ómnibuses con árabes
israelíes que viajaban hacia Jerusalén ayer a la mañana.
La policía israelí también mantuvo ayer la prohibición
de acceso a la Explanada de las Mezquitas a los musulmanes
de menos de 50 años, así como a todos los visitantes no
musulmanes.
Con
3000 policías desplegados ayer por la ciudad, la fuerza
recibió la orden de permanecer en alerta máxima en la
Ciudad Vieja y en otros lados a lo largo de Jerusalén hasta
el viernes. El comisionado de policía de Israel, Dud Cohen,
dijo después de revistar la Ciudad Vieja que había desafíos
especiales para controlar lo que los judíos conocen como el
Monte del Templo y los árabes como Haram al Sharif, lugar
de tanto la mezquita como el Muro Occidental, sagrado para
los judíos para mantener la libertad de culto en ambas.
Saeb
Erekat, el jefe negociador palestino, comparó el manejo político
de Israel sobre Jerusalén como “echar nafta al fuego”.
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