Palestina

El drama de una familia palestina que acampa en el patio de su casa

La policía israelí desalojó a los El Kurt y
dio sus tierras a colonos judíos

Clarín, 28/03/10

A la fuerza, las familias árabes son sacadas
con violencia de las casas que habitan
desde hace varias generaciones

Tel Aviv (Corresponsal).- La lluvia torrencial que cae en Jerusalén camino al barrio de Shej Jarach limpia la tierra que cubría el coche. Pero para Maizun El Kurt la lluvia no es una bendición en la carpa en la que todos los días permanece de guardia junto a su marido y sus cuatro hijos, desde que la desalojaron de su casa en esta barriada de la parte oriental de la ciudad y que fue entregada a colonos judíos. La justicia israelí no hizo caso de la documentación que esta familia palestina halló en Turquía (el Imperio Otomano fue la potencia dominante en estos territorios a comienzos del siglo pasado). Pero sí le permitió instalarse con esa carpa improvisada, armada con telas atadas, en el patio de la que fuera su casa. El sitio ganó fama porque es ahí donde semanalmente se manifiestan palestinos y también israelíes contra la invasión de los barrios árabes de Jerusalén Este.

"Mi suegra, que era originaria de Haifa (norte de Israel) y tuvo que escapar de allí en la guerra del '48, recibió en 1956 de la ONU una casa de una pieza a cambio de renunciar a la condición de refugiada", cuenta a Clarín. Con su esposo estaban tramitando la propiedad del terreno cuando, en 1967, Israel conquistó la zona e impuso sus propias leyes, impidiendo finalizar el trámite.

"Nos casamos hace 12 años y vivíamos con mi suegra y los chicos mientras tramitábamos el permiso paras construir en el patio". La municipalidad demoró en responder el pedido. En la zona no es posible construir sin autorización aunque la casa sea propia. "Como muchos otros, construimos mientras seguíamos el trámite. Pero de repente llegaron colonos que sostenían que se trata de tierras de un antiguo poblado judío que existía cerca de una cueva donde fue enterrado Shimon Hatzadik (El Misericordioso). Quizás Shimon llegó al Paraíso, pero a partir de ese momento nuestra vida es un infierno".

Cuando Maizún dice infierno, sabe a qué se refiere. Su marido consiguió los documentos que probaban que esos terrenos fueron árabes mucho antes que cristianos. Pero la justicia rechazó la prueba aduciendo demoras en presentarla. Les ocurrió igual que a otras dos celebres familias palestinas expulsadas, los Ghawi y los Hanun. El desalojo policial fue a las dos de la mañana. Los enseres y ropas terminaron en el patio y el lugar se convirtió en un aula de estudios religiosos para los hijos de los colonos.

Maizún agrega que la empresa que limpió la casa y les arrojó sus pocas cosas al patio se presentó tiempo después con una factura de US$ 4.000 por ese servicio.

"¿En qué democracia puede aceptarse que a nosotros nos negaran el permiso en la casa que habitábamos y cuando nos desalojan el permiso es otorgado inmediatamente a los colonos?". Maizún se ofende ante la pregunta sobre si aceptaría una vivienda, a cambio, en otro lugar. "Imposible. Aprendimos de la historia de nuestros hermanos y sabemos que lo que quieren es que nos vayamos de nuestro hogar, pero yo no me iré ni a cambio de un castillo".

La mujer relata sus penas sin esperar que vengan en su ayuda EE.UU. ni Europa ("No harán nada contra Israel"), o la justicia israelí ("Está en servicio de los colonos"). Pero fundamentalmente protesta contra los países árabes ("Ellos podrían forzar al mundo a que se haga justicia").

Pero la mayor pena de Maizún parece ser su nena de dos años y medio sentada en un triciclo dentro de la carpa. La madre se esfuerza todo el tiempo para evitar que la niña se moje con la lluvia que no se detiene.

"Los tres más grandes dejaron de usar pañales al año. Ella volvió a hacerse encima cuando nos desalojaron. Desde entonces no duerme, escucha voces y tiene miedo de que vengan a desalojarnos de la casa de mi suegra durante la noche".

Sus temores son ciertos. La municipalidad quiere hacer un camino a la tumba de Shimon, "que pasará por el medio de la casa de mi suegra, que ya recibió una orden de desalojo. ¿Le parece que las cosas tienen que ser así?", pregunta sin esperar respuesta. Afuera sigue lloviendo. El automóvil lavado por la lluvia es lo único que brilla en esta mañana de Jerusalén.