La soledad del pueblo palestino frente
a la ignominia
¿Consentiremos que Israel convierta
Gaza en
un inmenso cementerio?
Por Silvia Cattori (*)
silviacattori.net, 10/04/10
Traducido por Caty R.
Omar (pseudónimo), de 38 años,
vive en un barrio muy pobre e insalubre de Gaza. Está sin
trabajo, sin ingresos. El 80% de los habitantes de Gaza se
hallan en la misma situación. La historia que nos cuenta
refleja la trágica situación y la desesperación en las
que Israel mantiene a la población de Gaza. A lo que hay
que añadir, además, la desesperación de saber que la «comunidad
internacional» no hace nada para acabar con lo intolerable.
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Gaza: protesta en las rejas en el campo de
exterminio
más grande de la historia |
Silvia
Cattori:
¿Qué siente usted en su «moridero» de Gaza cuando ve
a los jóvenes palestinos protestando en la ciudad de
Jerusalén contra las restricciones de acceso a la mezquita
de Al Aqsa, arriesgando sus vidas frente a los ataques de
las tropas israelíes?
Omar:
Lo que está pasando en Jerusalén, las provocaciones de
Israel y la judaización de la Tierra Santa, concierne a
todos los palestinos. Es muy grave. Israel pretende empujar
a los palestinos a un gran levantamiento para presentarlos
después como una amenaza para su seguridad y aprovecharlo
para intensificar la represión.
No
creo que los palestinos estén dispuestos a correr el riesgo
de entrar en esa pérfida estrategia, a prestarse a que los
humillen y aplasten una vez más. ¿Sabe?, los palestinos
todavía no han curado las heridas de la última Intifada
(levantamiento que se reveló como una aniquilación).
Tantos sacrificios aceptados para no conseguir nada. Como
padre no estaré lo bastante loco como para dejar que mis
hijos se enfrenten a los soldados que disparan sobre los
adolescentes, muy frustrados, que responden a sus agresiones
lanzando piedras.
Creo
que en ese contexto incluso los adultos que deberían
protestar por los peligros que penden sobre la mezquita de
Al Aqsa y otros edificios religiosos islámicos dudan de ir
a manifestar su cólera contra los soldados de la ocupación.
Saben que es una situación explosiva; que se van a
sacrificar para nada, que Israel incluso conseguirá una
excusa para detenerlos, masacrarlos e intensificar las
medidas represivas. Los palestinos piensan que todos los
sacrificios que ya han hecho nunca han conseguido nada.
Desde
el año 2000 la resistencia sólo les ha dado pérdidas y
sufrimientos enormes. Sin contar con que, a cambio, todos
sus sacrificios han sido muy mal remunerados por sus
innobles políticos en Ramala. Les desespera oír a Abu
Mazen, Fayyad, Erekat y otros hablando de un Estado
palestino dentro de la línea de 1967 y no, como debería
ser, de la línea de 1948. Los territorios del 67 sólo
representan el 26% de la Palestina histórica. Y ese 26%,
después del muro y las anexiones, se reduce a un 10 ó 15%.
Lo que quiere decir, para los jóvenes palestinos
encolerizados, que sus padres no consiguieron nada con la
resistencia; que hicieron todos esos sacrificios para nada.
Silvia
Cattori:
El Estado de Israel no podrá seguir siempre actuando
fuera de la ley. Su imagen se degrada en Occidente, muchas
personas que apoyaban a Israel no pueden mantener su apoyo
como antes. Se ha vuelto difícil sostener lo insostenible
sin comprometerse. Nuestras autoridades democráticas saben
que algún día tendrán que responder por apoyar a un
gobierno criminal. Y por haber elegido apoyar a una
Autoridad Palestina repudiada por su pueblo. Si hay
elecciones, ¿cree que el pueblo palestino votará a Salam
Fayyad?
Omar:
Fayyad no es popular. Es el hombre de Occidente; está muy
alejado de nuestra realidad. Hizo carrera en las
instituciones internacionales. Está acostumbrado al lujo y
el prestigio que acompañan a ese tipo de puestos. Fayyad no
es una elección de los palestinos; nos lo impuso Estados
Unidos. Es un hombre corrupto que, con Abu Mazen (Mahmud
Abbas), ha implementado una política represiva, financiada
por Estados Unidos y Europa, dirigida a liquidar cualquier
resistencia. Fayyad es un hombre muy comprometido con los
objetivos del ocupante. Nunca será un resistente. Ya está
del lado de los ocupantes.
Es
el hombre de confianza de Europa; es el que recolecta el
dinero que dona la Unión Europea a Ramala para pagar los
sueldos de los aproximadamente 200.000 empleados de la
administración. Y el dinero que se entrega a la Autoridad
Palestina no es un gesto de generosidad, es una obligación;
Europa tiene que pagar sus errores. Los palestinos
consideramos que fue Europa la que permitió que los judíos
vinieran a ocupar nuestras tierras y continúa apoyando su
expansión. Por lo tanto es Europa quien tiene que pagar por
nuestro inmenso sufrimiento.
Silvia
Cattori:
¿Los activistas internacionales que vinieron a vivir a
Gaza durante los crueles años en los que los abandonó la
comunidad internacional tienen su reconocimiento?
Omar:
Aquí en Gaza la gente está acostumbrada desde hace mucho
tiempo a ver a los jóvenes activistas extranjeros que
vienen, se van, algunos se quedan porque aquí encontraron
una vida más apasionante que en su casa. La gente no les
pide que vengan pero son bienvenidos; la hospitalidad forma
parte de nuestra cultura. Los activistas pueden vivir en las
casas de los habitantes y subsistir con muy poco dinero.
También hay quienes se aprovechan de nuestra generosidad,
que se portan mal y desprecian nuestras costumbres.
Actualmente
hay algunos raros activistas del movimiento «Free Gaza»,
del «International Solidarity» y otros que ven lo que está
pasando y pueden dar a conocer nuestra realidad fuera. El
problema es que no hay acuerdo entre las diversas
asociaciones que vienen. Eso no es bueno, porque aquí ya
hay bastantes problemas.
Silvia
Cattori:
¿Qué círculos frecuentan los activistas?
Omar:
A menudo están rodeados de palestinos que saben sacar
provecho y los separan del resto de la sociedad. Los
activistas no saben, o no quieren saber, que las personas a
las que frecuentan no son forzosamente representativas. Por
eso la presencia de esos jóvenes que vienen a veces puede
dar más lugar a resentimiento que a apaciguamiento en el
corazón de muchas personas. Con frecuencia se mueven en el
círculo, sobre todo, del FPLP (una facción laica
minoritaria) cuyos líderes aquí están mal vistos porque
no trabajan por el interés de la población; lo que
recolectan del exterior en concepto de donaciones lo desvían
a proyectos que les proporcionan más beneficios. Hay que
decir a la gente que recolecta dinero en nombre de los
palestinos que no les den ni un solo shekel, porque actuar
de esa forma no es ayudarnos; incluso es otra forma de
violar los derechos de los palestinos y de envenenar la
situación.
El
hecho de dar dinero sin saber adónde va empuja a la gente a
la corrupción. Las personas que viven en mi barrio nunca
han visto nada de esas recaudaciones de las que nos hablan.
Viven peor que los perros. Aplastados por la pobreza. Las
ONG van y vienen pero a nosotros no nos afecta en nada.
Silvia
Cattori:
¿Los últimos convoyes que llegaron en enero –después
de salvar grandes obstáculos– tampoco les han dado
satisfacción?
Omar:
«Viva Palestina» [2]
de Galloway y «The European Campaing to End the Siege on
Gaza» (ECESG) [3]
sí se han apreciado. Sus aportaciones se enviaron al
ministerio de Sanidad, el único organismo capaz de cubrir
toda la Franja de Gaza y de distribuir lo que recibe por
todos los centros de salud. Lo que aportan es visible, sirve
a toda la población.
Cuando
se habla de toneladas de medicamentos entregados al
ministerio de Sanidad por diversos donantes hay que darse
cuenta de que no es suficiente para cubrir las necesidades.
En pocas horas las donaciones distribuidas en los hospitales
y las farmacias se agotan. Aquí no se encuentra nada, ni
siquiera paracetamol; las cantidades que envían o traen los
donantes son irrisorias en comparación con las inmensas
necesidades.
Silvia
Cattori:
Sin embargo se criticó a Georges Galloway por entregar
las ambulancias a las autoridades de Hamás. ¿Qué opina
usted?
Omar:
Si usted entrega los medicamentos al ministerio de Sanidad
(bajo la autoridad de Hamás desde 2006), se distribuyen en
los hospitales y centros públicos y después nosotros
podemos comprarlos por un shekel, incluso si cuestan treinta
shekels. Por el contrario, si usted dona esos medicamentos a
los responsables del FPLP, éstos los distribuyen a sus clínicas
privadas, las cuales los venden a su precio. Eso enriquece a
sus clínicas, a sus bolsillos. Y no disminuyen el
sufrimiento de la población a la que ya le cuesta mucho
pagar un shekel. Cuando las asociaciones donan miles de dólares
al FPLP la gente de aquí no ve adónde van realmente. No
tienen ni idea de la forma en que se utiliza ese dinero. Ésa
es la diferencia entre lo que se dona a Hamás y lo que se
dona al FPLP o a Fatah.
Silvia
Cattori:
En lo que respecta a las necesidades básicas, como el
agua potable y los alimentos, ¿cómo está la situación?
Omar
: Nosotros compramos, endeudándonos, galones de agua
filtrada a una estación privada que se está enriqueciendo
a nuestra costa. Pero no nos queda más remedio. El agua está
contaminada [4],
y con los cortes de electricidad a menudo nos dejan sin agua
y sin luz.
Aquí
la gente tiene que apañárselas. Sobre todo gracias a los
empleados que reciben un sueldo de Ramala o de la UNRWA,
porque un empleado ayuda a muchas familias con su salario.
Si aquí no existiera esa solidaridad, en pocos meses Gaza
se convertiría en un inmenso cementerio [5].
Afortunadamente
todavía no han cerrado los túneles. El muro no está
terminado.
Silvia
Cattori:
¿No cree que Obama acabará obligando a Israel a abrir
las puertas de este infierno?
Omar:
Nunca he creído que un presidente de Estados Unidos vaya a
apoyarnos contra Israel. Eso no ocurrirá nunca. Si Obama
nos apoya, aunque sólo sea con una simple palabra, tendrá
que pagar muy caro ese apoyo.
Silvia
Cattori:
Entonces, ¿qué puede salvarles de esta situación?
Omar:
Sólo Dios. Los Estados árabes nos han abandonado. Hemos
perdido la credibilidad y el honor debido a nuestras
divisiones. Espero que nuestros líderes lleguen a unirse
algún día; sin la unión nunca conseguiremos el respeto de
las demás naciones. Hemos perdido el respeto.
Silvia
Cattori:
Su pueblo ha ganado la admiración y el respeto de todo
el mundo por su resistencia. Pero si tuviera que hacer la
lista de los líderes palestinos que les han perjudicado, ¿qué
nombres daría?
Omar:
Mazen (Mahmud Abbas en Ramala) al frente de Fatah. Y Meshaal [6].
Considero que ambos nos han traicionado. Si supieran cómo
es nuestro sufrimiento ya se habrían unido. Sus divisiones
nos han convertido en un pueblo de mendigos. Pero nosotros,
los palestinos, nunca fuimos mendigos.
Silvia
Cattori:
¡Usted compara a Kahled Meshaal con Mahmud Abbas! Pero
Meshaal, él al menos, nunca se ha puesto en manos del
ocupante y sus cínicos aliados
Omar:
Abu Mazen nos ha traicionado desde siempre. Es un hombre
impuesto por Estados Unidos e Israel. De Mazen ya se sabía
quién era de antemano y que en su posición nos iba a
llevar al desastre. Sabemos que Meshaal es honrado. Pero el
hecho es que no nos ha conseguido nada.
Israel
ataca la mezquita, a nuestro patrimonio religioso. ¿Qué ha
hecho Hamás contra los ataques dirigidos a la mezquita de
Al Aqsa? Para nosotros, los palestinos, es muy doloroso ver
que Israel usurpa los lugares sagrados. Eso nos toca el
corazón. Despreciamos a Abu Mazen, sabemos que él y su
banda son unos vendidos. Pero me he quedado atónito al oír
hoy a Mahmud Zahar (alto dirigente de Hamás) decir que
quienes lanzan los cohetes contra Israel ayudan a los
provocadores. Anteriormente Yasser Arafat y Abu Mazen
dijeron lo mismo.
Silvia
Cattori:
¿Meshaal no ha condenado recientemente a Israel?
Omar:
Lo que dijo en su discurso es para la fachada; pero sobre en
terreno salvo una manifestación popular en Gaza no ha
pasado nada. No hay esperanza.
Silvia
Cattori:
A pesar de su represión brutal Israel no ha conseguido
someterlos. Ni el asedio que perdura desde hace cinco años
ni las innumerables masacres han conseguido los objetivos
que pretendía Israel: ponerlos de rodillas y volverlos
contra Hamás.
Omar:
Sí, eso es verdad.
(*)
Silvia Cattori es una periodista independiente de
nacionalidad suiza, especializada en temas del Oriente
Medio.
Mutilado,
enfermo y encarcelado
Por
Pam Bailey
Inter
Press Service (IPS), 14/04/10
Gaza.– Ya era suficientemente grave
que el adolescente Ahmad Asfour quedara mutilado por el
ataque de un avión no tripulado israelí el 9 de enero de
2009. Cuando procuró recibir tratamiento médico especial,
terminó en la cárcel.
Según Mahmud Abo Rahma, del Centro Al
Mezan para los Derechos Humanos, no muchos palestinos son
arrestados como lo fue Ahmed, pero es cada vez más común
que a los pacientes que ingresan a Israel se les niegue
tratamiento a menos que ellos o su familia acepten colaborar
con las agencias de inteligencia del Estado judío.
El Centro Al Mezan se unió con la
organización Médicos por los Derechos Humanos y el Centro
ADALA para acusar a Israel de chantajear a pacientes
palestinos de Gaza.
Ahmad y cuatro primos suyos
adolescentes resultaron heridos por un misil lanzado por un
avión no tripulado al este de Khan Younis, en el sur de
Gaza, apenas 14 días después de que concluyera un masivo
ataque israelí contra ese territorio costero.
Fragmentos del misil se alojaron en el
ojo izquierdo de Ahmad ––estudiante de periodismo hoy de
19 años––, rompieron su mandíbula y sus dientes,
laceraron sus dos manos y su muslo derecho, destruyeron sus
genitales y dañaron su páncreas e intestinos.
Su padre, Samir, estaba en Egipto
entonces acompañando a otro hijo que también había
resultado herido apenas ocho días antes. A causa del cerco
impuesto por Israel desde que Hamás (acrónimo árabe de
Movimiento de Resistencia Islámica) tomó control de Gaza
en 2007, la atención médica allí es por lo general
inadecuada.
Los palestinos no han podido
reconstruir los 15 hospitales ni los 43 centros de primeros
auxilios destruidos en la invasión israelí del año pasado
debido a que está prohibida la importación de materiales
de construcción.
El tratamiento que se brinda en Egipto
no es avanzado y, de acuerdo con Abo Rahma, el riesgo de
contraer hepatitis C allí es significativo. Obtener permiso
para ingresar a Israel siempre es difícil para los
palestinos en tiempos normales, y era imposible durante e
inmediatamente después de la invasión a Gaza.
La Organización de las Naciones Unidas
informó que a casi un cuarto de los 1.103 pacientes
palestinos que solicitaron tratamiento en Israel en
diciembre de 2009 se les prohibió ingreso. Como resultado,
27 de ellos murieron.
Ahmad y sus primos fueron llevados a un
hospital local por un hermano mayor, y el director del
nosocomio los transfirió de inmediato a Egipto. Ahmad pasó
los ocho meses siguientes allí, pero poco se pudo hacer.
Debido al grave daño que sufrió en el páncreas y ante la
falta de tratamiento adecuado, desarrolló una diabetes.
Los médicos que lo atendían
recomendaron enviarlo a Alemania. Pero había un problema:
Ahmad necesitaba una visa, y para tramitarla necesitaba ir a
Tel Aviv, algo imposible para los habitantes de Gaza.
Finalmente, un médico sugirió
enviarlo al hospital St. Joseph, de Jerusalén. Samir debió
llevar a su hijo en silla de ruedas al puesto fronterizo de
Erez el 23 de noviembre. Luego de esperar cuatro horas,
fueron rechazados y se les dijo que regresaran dos días
después. Cuando volvieron, fueron sometidos a una horrenda
experiencia.
"Estoy aquí con mi hijo herido,
aterrorizado por su salud, y nos obligan a sacarnos toda la
ropa para ser cacheados. Luego se llevan a mi hijo",
contó Samir a través de un intérprete.
"Ahmad necesitaba insulina cada
dos horas, pero no podía dársela. ¡La siguiente cosa que
sé es que le ponen grilletes! Tomaron toda la medicación
que había traído para Ahmed y todo el dinero que recolecté
de donaciones (unos 2.500 dólares), y él se había
ido".
Pasaron 20 días, dijo Samir, antes de
que finalmente pudiera averiguar qué le había sucedido a
su hijo, gracias a la ayuda de organizaciones de derechos
humanos a las que había solicitado colaboración.
Abogados del Centro Al Mezan
descubrieron que otros jóvenes que habían ido a Erez antes
que Ahmad habían sido interrogado y al parecer lo habían
implicado a él, señalando que poseía un arma y un
explosivo de una de las milicias palestinas de Gaza.
Samir indicó que los
"explosivos" eran en realidad las ampollas de
insulina.
Ahmad se declaró inocente durante las
cuatro horas que fue interrogado en Erez . Luego fue
transferido a la prisión israelí de Askhelon. Después de
cinco días consecutivos de interrogatorios, no resistió y
aceptó una confesión.
Los cargos: "integrar una
organización terrorista, pasar información al enemigo,
proveer servicios a una organización terrorista y poseer
armas de fuego".
"Fue sometido a prácticas que
consideramos tortura y maltrato, principalmente a posturas
incómodas por largas horas, como ser sentado en una silla
con las manos atadas hacia atrás", señaló el equipo
legal de Al Mezan.
"La tortura es algo desmesurado en
cualquier caso, pero en éste fue particularmente cruel, ya
que la víctima tenía la salud vulnerable", añadió.
Samir, quien recibe información sobre
su hijo de parte de abogados y de la Cruz Roja, dijo que
luego averiguó que al joven le habían dicho que su padre
se encontraba también en la cárcel, y por tanto debía
cooperar con la Shin Bet, la agencia de seguridad interna
israelí.
Mientras, Médicos por los Derechos
Humanos pudo saber que a Ahmad se le había negado
tratamiento médico y sólo se le había permitido recibir
su insulina. Samir dijo que la última noticia que tuvo de
él fue que uno de sus brazos debía ser amputado.
Hoy, Ahmed está todavía en prisión,
aunque fue transferido a la sureña ciudad israelí de
Beerseba. Basándose en su "confesión", las
autoridades israelíes le ofrecieron un acuerdo por el cual
pasaría 33 meses en prisión. El joven rechazó la oferta
el 24 de marzo, y el tribunal fijó una nueva audiencia para
junio, para permitir que la fiscalía presentara a sus
testigos: los policías que llevaron a cabo el
interrogatorio.
Israel
castiga a los presos palestinos de la huelga de hambre
Una
orden militar israelí puede permitir una
expulsión masiva
de residentes en Cisjordania
Por
Eugenio García Gascón
Público.es,
12/04/10
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Familiares de presos palestinos protestan para
pedir su liberación |
Jerusalén.-
La autoridades penitenciarias israelíes han sancionado a
decenas de prisioneros palestinos, a los que consideran
responsables de la huelga de hambre de tres días que los
reclusos han convocado. El primer día de esta protesta tuvo
lugar el 7 de abril, y los dos días restantes serán el 17
y el 27 de este mes. Las medidas de castigo afectan a
internos de varios centros, incluidos 36 reclusos de Damun,
una prisión situada a las afueras de la ciudad de Haifa.
Los
presuntos líderes de la huelga, que en su primer día
observaron unos 7.000 prisioneros, han sido castigados con
medidas como la limitación de salir al patio durante sólo
una hora al día y la prohibición de comprar en los
economatos de la prisión, así como de mantener
correspondencia con sus familias. Los internos han
respondido amenazando con incrementar las protestas, que
llevan a cabo para mejorar sus condiciones de vida.
Los
reos palestinos exigen un paquete de medidas de diversa índole
que incluyen que se permita las visitas de sus familiares
sin cortapisas, también para los prisioneros oriundos de la
franja de Gaza, que los reclusos puedan presentarse a los exámenes
de graduado escolar, y que se ponga fin al aislamiento de
prisioneros como castigo, una medida bastante extendida.
También piden que se autoricen sin restricciones las
visitas médicas a los enfermos, y que se acabe con el
castigo colectivo contra el conjunto de la población
carcelaria.
Un
castigo colectivo
Desde
hace casi cuatro años, Israel no permite a las familias de
los presos palestinos de Gaza que entren en Israel ni en
Cisjordania para visitarlos. Varias organizaciones de
derechos humanos occidentales han denunciado que este es un
castigo colectivo que viola la legislación internacional.
Sin embargo, los israelíes han decidido desoír estas críticas.
Además,
una decena de organizaciones locales denunció ayer la
inminente entrada en vigor de una orden militar israelí que
permitirá la deportación masiva de palestinos de
Cisjordania, aduciendo que carecen de una autorización
expedida por las fuerzas de ocupación para residir en la
zona. La orden también podría aplicarse a los extranjeros
que viven en Cisjordania.
Israel,
a través de su ejército, se reserva el derecho de decidir
qué palestinos residen legalmente en Cisjordania. Las
autoridades israelíes deciden, a menudo a discreción, quién
tiene o no permiso de residencia. Los palestinos pueden
perder este permiso por muchas razones; por ejemplo, por
marcharse a estudiar durante un tiempo al extranjero.
La
nueva orden entrará en vigor mañana y se cree que decenas
de miles de palestinos se convertirán automáticamente en
infractores de la ley y por lo tanto en susceptibles de ser
deportados automáticamente. La orden define como
"infiltrado" a "cualquier persona que está
presente en la zona y no posea un permiso legal"
expedido por las autoridades de ocupación.
El
lenguaje de la orden es sumamente ambiguo y aplica el término
"infiltrado" a cualquier palestino de Cisjordania,
de Jerusalén, ciudadanos extranjeros e incluso a israelíes
judíos que se hayan desplazado a Cisjordania sin una
autorización legal. La norma excluye deliberadamente a los
colonos que residen en los asentamientos judíos de la región.
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