Cuando circularon los
primeros informes en Twitter sobre el mortal ataque de comandos israelíes
contra la flota de Gaza, no los reenvié porque parecían inverosímiles. Pensé:
"Israel no sería tan obtuso como para recurrir a la fuerza letal en
contra de autoproclamados activistas por la paz en aguas internacionales, con
decenas de periodistas observando” .
Pero resultó que Israel podía
ser así de obtuso después de todo. Se disparó a sí mismo en el pie, pero
impactó también en los dedos de los pies de Estados Unidos y socavó todos
sus objetivos estratégicos a largo plazo. El estadista israelí Abba Eban
pronunció en 1973 una famosa frase: "Los árabes nunca pierden una
oportunidad de perder una oportunidad". La cita tuvo repercusión porque
era en buena medida cierta.
Los palestinos estuvieron
encerrados por años en una dinámica contraproducente de violencia y
autocompasión que dio origen al terrorismo y a la intransigencia. Al sentirse
incomprendidos, hicieron caso omiso de la opinión mundial y devolvieron el
ataque dondequiera que pudieran, socavando su propia causa. Pero ahora, como
notó un rabino en mi página de Facebook, es Israel el que nunca pierde una
oportunidad de perder una oportunidad.
Bajo el gobierno de Benjamin
Netanyahu, Israel da la impresión de estar encerrado en una dinámica
contraproducente, en la que se siente incomprendido y renuncia a tener en
cuenta la opinión internacional. Arremete con fuerza y lanza ataques que
socavan sus propios intereses. Está en camino que puede ser catastrófico.
Sin duda Israel enfrenta
amenazas a su existencia. Eso debería obligar a sus dirigentes a enfocarse en
dos cosas: un tratado árabe–israelí y presionar a Irán para que abandone
su plan nuclear. No son objetivos fáciles.
Un acuerdo entre palestinos e
israelíes parece imposible por el momento, pero Israel podría congelar todos
los asentamientos y aplicar otras medidas que volverían más probable hacer
un trato. El acuerdo final se parecería a la solución de dos estados en términos
similares a los “parámetros” que Bill Clinton propuso en el 2000.
Igualmente, Israel podría
cultivar su relación con Turquía, un actor central en el esfuerzo por
presionar a Irán. En vez de eso, el ataque israelí contra un barco de
bandera turca en aguas internacionales fue un enorme retroceso para los
esfuerzos enfocados a imponer nuevas sanciones contra Irán. Uno de los
grandes ganadores en este fiasco ha sido el régimen iraní.
Israel también está ganándose
la enemistad de su base de apoyo en EEUU, país crucial para brindarle
protección frente a las amenazas a su existencia.
¿Cómo se cambia esta dinámica?
Un paso necesario radica en una importante investigación de lo ocurrido. Otro
es un urgente fin al bloqueo de Gaza, por parte de Egipto y de Israel. Este
bloqueo no ha logrado derrocar a Hamas, ha fracasado en su intento de
recuperar al soldado capturado Gilad Shalit, así como no ha logrado mantener
los cohetes fuera de Gaza.
El presidente Barack Obama
necesita encontrar su voz y presionar vigorosamente por el fin del bloqueo.
Necesita hacer que Israel vuelva a sus cabales. Por encima de todo, necesita
darle un empujón a Israel para que se aleje de su tendencia a dispararse en
el pie, y a nosotros en el proceso.