El terrorismo de Estado que
practica Israel, incrementado en los últimos cinco años, supone el mayor
papel destructivo de las políticas de EEUU en el mundo árabe e islámico.
Sin embargo, Joseph Biden, vicepresidente de EEUU, ha defendido la piratería
israelí contra los buques con ayuda destinada a la Franja de Gaza para romper
el bloqueo diciendo que la matanza [de los solidarios realizada a manos] de
los soldados [israelíes] como una especie de autodefensa y se ha opuesto al
mismo tiempo a cualquier investigación internacional, imparcial e
independiente sobre este crimen.
El gobierno de EEUU participa
en dos guerras fracasadas, Irak y Afganistán, para proteger a Israel y se
prepara para una tercera guerra contra Irán (téngase en cuenta que los tres
países son musulmanes) y estaba a punto de adoptar una resolución
internacional para imponer sanciones [a Irán] después de grandes esfuerzos y
significativas concesiones a China y Rusia para asegurar su apoyo a esa
resolución. Pero se ha llevado una sorpresa cuando los comandos israelíes
irrumpieron en la nave turca, matando a nueve militantes [solidarios]. Pese a
ello, Biden lo defendió, él, que sufrió un duro golpe cuando el gobierno
israelí lo recibió en Tel Aviv anunciando la construcción de 1.600
viviendas en la Jerusalén ocupada.
Israel, que ha chantajeado al
mundo occidental durante los últimos sesenta años presentándose como el
pequeño David, pacífico y débil, frente al Goliat árabe está ahora en los
ojos de todo el mundo como un “matón” que impone el bloqueo para matar de
hambre a civiles inocentes, secuestra buques en aguas internacionales, ataca
con fuego real a los activistas de organizaciones humanitarias y, no contento
con ello, muerde la mano que lo alimenta y le proporciona todas las razones
para usar la fuerza haciendo una negación sin precedentes de esta historia
hermosa.
El terrorismo, tanto en los
medios de comunicación como políticos, que ha estado utilizando Israel
durante años –con su importante arma del antisemitismo, el monopolio del
sufrimiento y la prohibición del término “Holocausto” para comparar
cualquier otra situación- ya no surte efecto, no sólo por razones triviales
sino por las matanzas horribles, premeditadas y a sangre fría, contra
personas desarmadas y sometidas a bloqueo por la arrogancia del poder
[sionista].
El mundo occidental, que paga
su culpa con el Holocausto con la no condena de los crímenes y masacres de
Israel y reitera siempre su apoyo con el pretexto del derecho de Israel a
defenderse y mantener su seguridad, tiene que expiar su pecado contra los
palestinos expulsados de su tierra, privados de su patria, y no encubrir los
embargos y masacres cometidas por los israelíes.
El momento en que Israel
atacaba y encontraba a los árabes y musulmanes con la bandera blanca de la
rendición alzada [mientras] en la televisión occidental se mostraba y
elogiaba la rápida y decisiva victoria, sus objetivos precisos [destruidos] y
el uso de tecnología moderna se ha terminado.
La unidad de comandos israelíes
no ha hecho nada, durante la incursión en la nave turca, que no haya hecho,
esta unidad u otras similares, en buques, aeronaves u otros pueblos árabes.
Lo nuevo es que había gente valiente en la parte posterior de la nave, y
puede haberlas en el futuro [en otras naves] y decidieron rebelarse contra
ellos y hacerles frente, incluso con sillas, en defensa de la dignidad y la
autoestima. Lo que los israelíes y los responsables occidentales no entienden
es que una nueva revolución está surgiendo en el mundo islámico contra la
humillación y el desprecio al que están sometidos los árabes y musulmanes
actualmente, y los indicadores de esta revolución les vemos en todas partes:
Irak, Afganistán, en la sitiada Fraja de Gaza, en el sur del Líbano… y en
la cubierta del Mavi Mármara.
Israel ha dejado de imponer
su agenda a la región, ya no puede tomar la iniciativa de la guerra y la
delincuencia, ordena a Occidente que lo restablezca y no se le debe permitir
que continúe haciéndolo. A causa de estas guerras, grandes y pequeñas, todo
el mundo está afectado y sus peligrosas implicaciones llegan a las diversas
capitales occidentales: terrorismo, disturbios e inestabilidad.
Los árabes -y aquí estoy
hablando del hombre de la calle y no de los regímenes- ya no son cobardes estúpidos
y humillados; los musulmanes, o la gran mayoría de ellos, ya no se comportan
como ovejas frente a los invasores. Aquí está como prueba el que Afganistán,
uno de los pueblos musulmanes más incultos y subdesarrollados, está
desangrando a la OTAN y drenando financiera y humanamente a EEUU. La cima de
la ignorancia puede vencer a la cima de la tecnología si la primera va acompañada
de valentía y dignidad y la segunda de injusticia y arrogancia.
El presidente turco, Abdullah
Gül, ha dicho que Israel pagará un alto precio por su crímen contra los
activistas de la flotilla de la libertad, y lleva razón, puesto que Turquía
dice y hace; como vimos cuando le dio un plazo de diez horas al Gobierno de
Netanyahu para disculparse por el desprecio que sufrió su Embajador y,
efectivamente, obtuvo lo que quería; el Estado embustero y desvergonzado se
vio forzado a presentar excusas por primera vez en su historia.
Recep Tayeb Erdogán, primer
ministro turco, dio un ejemplo de coraje y valor a sus homólogos árabes,
actuó como un verdadero estadista cuando exigió a Israel que liberase
inmediatamente a todos los activistas de la flotilla de la libertad y el
Gobierno arrogante y presuntuoso de Netanyahu accedió de inmediato sin
mantener en su poder a un solo detenido y dando marcha atrás en su decisión
anterior de investigar a algunos y juzgarlos.
Erdogán ha vuelto a pedir a
Netanyahu que se disculpe, igual que exige que se abra una investigación
internacional e independiente sobre la matanza y llevar a los responsables
ante la justicia como criminales de guerra y que se paguen indemnizaciones a
las familias de las víctimas. Y, sin duda, conseguirá todo lo que quiere
porque dispone de una base moral muy sólida, con gran respaldo popular, una
estructura económica fuerte y no recibe ni un céntimo de ayuda de EEUU.
En el entierro de los mártires
de la masacre en aguas internacionales, todos ellos turcos, los ataúdes iban
envueltos con las dos banderas, palestina y turca, en lo que supone un gran
cambio en la historia de la región y el mundo. ¿Quién hubiera creído que
Turquía, que no hace mucho tiempo fue un mediador entre árabes e israelíes,
llevaba a cabo ejercicios militares conjuntos con éstos últimos, haga ahora
de la cuestión del levantamiento del bloqueo a la Franja de Gaza la columna
vertebral de su estrategia nacional, sacrificase mártires para la consecución
de este objetivo legítimo y humano, y que expresase su disposición a enviar
buques de guerra para escoltar la próxima flota [humanitaria]?
Siempre nos han enseñado el
dicho: “la moraleja se saca de los resultados”. Es verdad. Si lo aplicamos
este dicho a lo que está sucediendo en la Franja de Gaza a raíz del embargo,
nos encontramos con que Israel y Occidente son los verdaderos perdedores. El
asedio israelí, que dura cuatro años ante el silencio y la complicidad del
mundo libre, no ha logrado el derrocamiento de Hamás, el hambre que ha
provocado no ha empujado a la gente a rebelarse contra Hamás, no se han
cumplido las demandas árabes e israelíes [sobre Hamás], el cabo Gilad
Shalit sigue preso y el contrabando de armas, que fue la razón de que se
impusiese un embargo para evitar que llegasen, está en pleno auge a través
de los túneles. Además de todo lo anterior, la imagen de Israel y de sus
aliados árabes moderados está por los suelos. Todos estos logros son
alcanzados por la resistencia y el sacrificio, y no por absurdas
negociaciones, con abrazos y sonrisas con el enviado especial de EEUU para
Oriente Medio, George Mitchell, o por los esfuerzos del enviado europeo para
la paz Tony Blair.
El presidente palestino,
Mahmud Abbas, que goza del apoyo de Occidente, igual que Hamid Karzai en
Afganistán, está viviendo su peor momento de debilidad y vive completamente
al margen [de la realidad palestina] entre presiones occidentales y
estadounidenses para quitárselo de encima y negociar directamente con Hamás
como socio esencial en cualquier futuro proceso de paz, exactamente igual que
se levantan cada vez más voces para que se negocie con el movimiento de los
Talibánes en Afganistán.
El mundo está cambiando rápidamente
y no a favor de los intereses de Israel, EEUU y sus aliados en el mundo árabe;
lo importante ahora es cómo sacar provecho de estos grandes logros y aislar
cada vez más a Israel. El primer paso en este sentido es mantener las
sanciones [árabes] contra Israel. La efusión popular que comparten decenas
de miles de personas tanto en el mundo árabe y musulmán, así como en las
capitales occidentales, es la evidencia de los signos de cambio que esperábamos
y que llevamos pidiendo desde hace años.
Al orden oficial árabe no le
pronosticamos ningún bien por la simple razón de que está fuera de la
historia, no tiene ninguna importancia ni juega ningún papel en los sucesos
actuales. Es un régimen que se pudre al igual que sus iniciativas de paz, y
nosotros aquí queremos hablar de los vivos y no de los muertos, y el
ignominioso y servil texto de la declaración final de los ministros de
exteriores árabes [en referencia al texto de la reunión de urgencia de la
Liga Árabe tras la matanza] es la prueba más importante de lo que decimos.