Palestina

La ridícula cumbre para Oriente Próximo de Obama

Por Alexander Cockburn (*)
CounterPunch, 03/09/10
TeleSURtv.net, 04/09/10

der israelí reza por la muerte
de todos los palestinos

Por Ricardo Mir de Francia
Corresponsal en Jerusalén
El Periódico, 30/08/10

A menos de una semana del inicio de negociaciones en Washington los israelís se posicionan. En su sermón semanal, el rabino Ovadia Yosef, una de las autoridades religiosas más importantes y respetadas de Israel, cargó ayer contra los palestinos y su presidente, Mahmud Abbás, alias Abú Mazen: «Abú Mazen y todo ese pueblo diabólico deberían perecer». Yosef definió a los palestinos como «enemigos rencorosos» y aseguró que «Dios debería golpearles con una plaga».

Este anciano de 89 años no es el clérigo de un asentamiento perdido como Yitzhar, cuyos rabinos han defendido con argumentos teológicos el asesinato de gentiles, incluidos niños, cuando pongan en peligro el bienestar de los judíos.

Yosef es el exrrabino jefe sefardí de Israel y el líder espiritual del partido ultraortodoxo Shas, integrado en la coalición de gobierno. Para sus seguidores, sus opiniones son vinculantes. No es la primera vez que carga así contra los palestinos. Otras de sus dianas más recurrentes son las mujeres, los homosexuales y los liberales judíos.

El Gobierno israelí se limitó a responder que las opiniones no Yosef no reflejan las del primer ministro, Binyamin Netanyahu.

Ha sido imposible leer el orden del día para la cumbre en el Despacho Oval entre Obama, Netanyahu y Abbas sin desternillarse de risa ante lo absurdo de sus pretensiones. El plan estadounidense es que el presidente Obama informe al primer ministro israelí Binyamin Netanyahu y a Mahmud Abbas, en representación de la Autoridad Palestina, que es el momento decisivo para un arreglo pacífico. EE.UU. quiere un acuerdo dentro de un año, con estipulaciones en ese acuerdo que sean realizadas por fases dentro de una década.

En juego: los asentamientos judíos ilegales, el estatus de Jerusalén Este, el tratamiento dado a los refugiados palestinos y fronteras definitivas entre Israel y un Estado palestino.

El hombre que saludó a Netanyahu y Abbas ya no es el ícono de cambio que entusiasmó al mundo con su discurso a los musulmanes en El Cairo y quien encargó al ex senador estadounidense George Mitchell que preparara la escena para un convenio justo sobre problemas que no han sido solucionados durante más de medio siglo.

Obama está en una mala situación política. La economía baja en espiral. Las elecciones de mitad de mandato surgen amenazadoramente como un posible baño de sangre para los demócratas, en el que podrían perder por lo menos una, si no ambas, cámaras del Congreso. Como lo sabe perfectamente el lobby de Israel, los demócratas ansían dinero judío y votos judíos. Cuando se trata de intereses israelíes el Congreso de EE.UU. salta siguiendo las órdenes del lobby. El discurso de la secretaria de Estado Hillary Clinton, cargado de honores para Netanyahu, podría ser interpretado como un llamado a la colecta de fondos para su próximo intento de obtener la candidatura presidencial demócrata.

Desapareció toda noción de retorcer el brazo a Netanyahu, o de tratar de hacerlo, como cuando el gobierno criticó un asentamiento judío ilegal hace cuatro meses y cuando el vicepresidente Biden transmitió en Tel Aviv las preocupaciones del general Petraeus de que la obstinación de Israel pone en peligro los intereses de seguridad de EE.UU. en la región.

El lobby devolvió el golpe con amenazas políticas. En julio, Dana Milbanke del Washington Post describió con una franqueza poco usual la inminente visita de Netanyahu a Washington:

“Una bandera azul y blanca israelí cuelga de Blair House. Al otro lado de Pennsylvania Avenue, la bandera de EE.UU. está en su sitio usual sobre la Casa Blanca. Pero para captar el verdadero significado de la visita del primer ministro Binyamin Netanyahu al presidente Obama, los funcionarios de la Casa Blanca podrían haber preferido izar la bandera blanca de la rendición.”

Y ante la cumbre de septiembre, los israelíes apuntaron deleitados al retiro por Obama de una exigencia de que Israel congelara las colonias judías en tierra palestina. En su lugar instó a mostrar “circunspección”. “El primer ministro está satisfecho porque su posición principal de que las negociaciones debieran ser sin condiciones previas fue aceptada” dijo el portavoz de Netanyahu, Nir Hefetz, a la Radio del Ejército desde Nueva York. Se citó al propio Netanyahu, quien ha rechazado demandas de una congelación de los asentamientos, y dijo a un periódico: “Entiendo el inglés: ‘circunspección’ y ‘congelación’ son dos palabras diferentes”. Y en cuanto al estatuto de Jerusalén y el tema de los refugiados palestinos, Netanyahu se niega inflexiblemente a discutirlos.

Simultáneamente, horas antes de los apretones de manos, unos colonos judíos dijeron que comenzarán de inmediato los trabajos para la construcción de edificios en por lo menos 80 asentamientos, rompiendo la congelación parcial por el gobierno, que termina el 26 de septiembre.

El tenor de la política israelí actual es un rechazo fanático de cualquier detención de los asentamientos, cualquier concesión seria respecto a las fronteras, más allá de un “Estado” palestino en pequeños trozos, encerrados entre carreteras y muros israelíes, con agua desviada y comunicación entre diversos fragmentos de territorio palestino bajo rigoroso control israelí y constante acoso. Jerusalén Este, la capital propuesta para un Estado palestino, sufre una invasión incesante de nuevos proyectos habitacionales judíos.

La prensa israelí informa de que Netanyahu todavía tiene que desarrollar una posición para la negociación. Su ministro de exteriores, Avigdor Lieberman, se negó a asistir a la cumbre y piensa que Netanyahu debiera haber dicho simplemente a Obama que la construcción continuará sin restricción alguna después del fin de la actual moratoria oficial, que termina el 26 de septiembre.

Por su parte, Abbas ya no es presidente de la Autoridad Palestina, que no tiene un mandato democrático de la vasta mayoría de los palestinos. Votaron por Hamás y consideran a Abbas como un traidor que existe sólo gracias al dinero de EE.UU., los consejeros de seguridad del Pentágono y el apoyo israelí. Hamás expresó su opinión sobre la reunión matando a cuatro colonos israelíes. (Medio millón de colonos judíos ilegales han sido la consecuencia más evidente del “proceso de paz”.)

Tácticamente, Netanyahu tiene juego fácil. Puede proclamar las esperanzas de paz de Israel y, no obstante, advertir que los intereses de seguridad de Israel son supremos. Puede sermonear a Obama sobre los temores primordiales de aniquilación de Israel y, no obstante, no mostrarse demasiado reticente al señalar que Israel puede aniquilar a sus enemigos y está bastante dispuesto a hacerlo. El arsenal nuclear de Israel ronda fantasmagóricamente alrededor del evento.

Cuando la moratoria expire dentro de tres semanas, permitirá que continúen los asentamientos, lo que por su parte llevará a Abbas a amenazar con cumplir su compromiso de abandonar las conversaciones si esto ocurre, un deber programado, como Jeffrey Blankfort predijo en este sitio la semana pasada. Israel continuará su arremetida hacia la derecha, con una purga cada vez mayor del disenso en un entorno político cada vez más encarnizado. El Plan Obama se sumará a todas las demás ruinas diplomáticas en el desierto de los huesos abandonados, la característica más obvia de todos los mapas que intentan presentar la búsqueda de una “solución justa” en Oriente Próximo.

¿Por qué realiza este esfuerzo Obama? Como dice Blankfort:

“Cada presidente de EE.UU., desde Nixon, ha hecho un esfuerzo por terminar con la ocupación israelí por razones estratégicas de EE.UU., y cada uno de ellos se ha enfrentado al lobby y, al final, ha sido incapaz o no ha estado dispuesto a gastar el capital político necesario para imponer su voluntad a Israel. En cada caso, el Congreso se ha puesto de parte de Israel y nunca más que durante el gobierno de Obama. Los tres presidentes que cuestionaron a Israel: Ford, Carter, y Bush padre, terminaron por ser obligados a retirarse y fueron removidos en las elecciones.”

Ahora bien, ¿por qué –considerando esta historia– trató de hacerlo Obama? Blankfort sospecha que fue por presión de los aliados europeos de EE.UU. para que lo hiciera porque:

“La continuación del conflicto I–P pone en peligro su seguridad y su sociedad mucho más que en el caso de EE.UU. y ha habido llamados desde hace tiempo para que la UE active su propia ‘iniciativa de paz’ y probablemente lo haría si EE.UU. se retirara de ese terreno. Es lo último que Israel o el lobby desean y por eso vemos a elementos del lobby en cada administración, actualmente Ross, Emanuel et al., presionando para la participación de Obama a pesar de que saben que va a fracasar.”

La reciente remodelación del Despacho Oval por Obama incluye una alfombra muy cursi con citas edificantes en su borde: “La única cosa que hemos de temer es el temor en sí” de F.D. Roosevelt; “El arco del universo moral es largo, pero se curva hacia la justicia” de Martin Luther King Jr.; “El gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo” de Lincoln, etc. Cuando se espere una rara visita de los palestinos, deberían guardar la alfombra, y colocar otra con la Estrella de David al medio y con un texto bordado en el borde: “¡Cuidado palestinos! Abandonad toda esperanza al entrar aquí”.


(*) Alexander Cockburn. Periodista, co–director del bimensual CounterPunch y del sitio internet homónimo.


La moderada euforia de Israel contrasta con
la desazón palestina

Por Dabid Lazkanoiturburu
Gara, 04/09/10

Es un capítulo más de la falacia negociadora que se abrió en Oslo. La parte israelí se sienta en la mesa tras haber negociado lo suyo con su aliado y mediador estadounidense, mientras que la palestina llega a regañadientes, mutilada y amenazada por la Espada de Damocles de la política de hechos consumados que practica el Estado sionista. Las reacciones de ambos bandos, esperanzada la una y desolada la otra, ilustran la asimetría del actual proceso negociador.

Los medios de comunicación israelíes, incluso los que como el diario «Haaretz» son muy críticos con el gobierno más sionista –que ya es decir– que haya conocido Israel en su corta historia, coincidían en dar pábulo a la esperanza y en mostrar incluso su «sorpresa», en algunos casos admiración abierta, por un primer ministro, Benjamin Netanyahu, que ensalzó al presidente de la Autoridad Palestina (ANP) en Cisjordania, Mahmud Abbas, como «socio para la paz».

De vuelta a Tel Aviv, y contagiado por ese clima, Netanyahu se adelantó a lo que se prevé como por lo menos un año de reuniones quincenales entre ambas partes y evocó la posibilidad de celebrar un referéndum ante un hipotético acuerdo de paz.

Por de pronto, Israel ha logrado una foto que supone su reconciliación total con la Casa Blanca de Obama –tras momentos de tensión en los últimos meses– y ni siquiera se ha visto forzado a anunciar una prórroga en la moratoria a la construcción de nuevas colonias judías.

Y eso que ha logrado que Abbas se comprometa a sentarse nuevamente en la mesa a mediados de mes, 10 días antes de que expire la moratoria.

En esta línea, un gesto de ampliar su vigencia por parte de Netanyahu en los próximos días, o incluso en, o tras, la segunda ronda negociadora, permitiría a Israel presentarse como conciliador y dispuesto a ceder para permitir la consecución de un acuerdo. Cuando, realmente, no haría otra cosa que congelar temporalmente un proceso de colonización de la ocupada Cisjordania que viola toda la legislación internacional.

La cuestión iraní

La utilización de los palestinos como moneda de cambio, no sólo por parte de Israel sino por los regímenes árabes, es una constante en la historia.

En este sentido, no falta quien vincula la repentina «fe negociadora» de Netanyahu con un intercambio de cromos con EEUU respecto a la única potencia regional –destrozada Irak– que preocupa a Israel, Irán.

Israel ansía un escudo antimisiles –suministrado por EEUU– que le asegure frente a Irán y sueña con una guerra abierta contra la República Islámica. Y sabe que Obama le exige, en ese gran juego, una contrapartida: sentarse a «negociar».

Hamas se hace presente

Cruz de la moneda, la delegación negociadora de la ANP vuelve a casa de vacío –con la amenaza de la reanudación de la colonización en el aire– y con una sensación de déjà vu. «Es lo de siempre, bellos discursos y negociaciones que no llevan a ninguna parte», se lamentaba un miembro de la delegación.

En teoría, los palestinos deberían tener todas las de ganar en un proceso negociador serio pero llevan 17 años, desde Oslo, cediendo posiciones.

Y, además, ahora son representados por una fuerza, la vieja guardia de Al–Fatah, odiada por corrupta y contemporizadora con el enemigo israelí.

En este contexto, los recientes ataques de Hamas –y su anuncio ayer de que 13 grupos palestinos han unido fuerzas para incrementar su presión armada–, son una manera de estar presente en un proceso negociador del que han sido, desde el primer momento, excluidos.

Con los ataques a grupos de colonos, Hamas rompe a su vez su moratoria –equiparable a la de Israel– en los ataques y pone sobre la mesa uno de los problemas más sangrantes, el de la anexión constante de territorio palestino por el sionismo y su plan del Gran (Eretz) Israel.

El Movimiento de la Resistencia Islámica recuerda así a los impulsores de estas negociaciones, léase EEUU, que está ahí, y que ningún acuerdo será posible sin contar con su aquiescencia. Y, de paso, mueve del asiento negociador a Abbas.

Imperturbable

Israel se ha mantenido imperturbable en la mesa pese a los ataques contra colonos, lo que contrasta con situaciones similares con anterioridad. ¿Madurez negociadora? Más bien cálculo político.

Abbas y la Autoridad Palestina no tienen ninguna carta que jugar

El diario «Haaretz» seguraba en su edición de ayer que EEUU presiona a la Autoridad Palestina para que no abandone las negociaciones aunque Israel reanude la construcción de colonias judías en Cisjordania.

Al margen de que la información sea cierta –podría formar parte de una estratagema negociadora para vender luego un gesto como concesión–, lo cierto es que, al margen de esta cuestión de la moratoria, la ANP y Abbas tienen escaso margen de maniobra y tanto Israel como EEUU conocen de antemano su posición.

Saben que la mutilada parte palestina no podrá renunciar a que Jerusalén Oriental esté bajo su hipotética soberanía, aunque estaría dispuesta a permitir a Israel que conserve grandes colonias en esta zona de la ciudad tres veces santa.

Se baraja, además, con que la ANP renunciaría a exigir a Israel que asuma su responsabilidad histórica con los millones de refugiados palestinos, que se convertirían en un problema interno del futuro estado palestino.

En procesos de negociación anteriores, la ANP insistía en que todos los refugiados pudiesen elegir entre distintas formas de ser compensados, con una remuneración económica o con su regreso a Israel, bien que en determinados cupos.

La ANP estaría dipuesta a asumir la presencia de la OTAN en Cisjordania y en el Valle del Jordán y a intercambiar territorios, en principio similares. También habría asumido que muchas de las grandes colonias judías pasen a manos de Israel. Por lo que toca a la de Ariel, en el centro de Cisjordania, estaría dispuesta a conceder a sus colonos la cudadanía palestina.