Palestina, estos ignorados presos
en huelga de hambre
Por Alain
Gresh
Le Monde
diplomatique, blogs, 08/05/2012
Tlaxcala, 11/02/2012
Traducido por Beatriz Morales Bastos
Imaginemos por un instante dos mil presos políticos en
China en huelga de hambre desde hace varias semanas, u otros dos mil presos
políticos en un movimiento similar en Rusia. No cabe duda de que las
televisiones y las radios, tan rápidas en movilizarse acerca de los ataques a
los derechos humanos en países lejanos, abrirían sus boletines de noticias
con esta noticia, se indignarían por esta violación de unos derechos
elementales, harían un llamamiento a nuestras autoridades a que reaccionaran
e incluso a que intervinieran, a imponer sanciones a Pekín o a Moscú.
Hay verdaderamente dos mil presos políticos en huelga de
hambre, pero en Palestina. Y no parece que la información interese a mucha
gente. Pero desde hace tiempo sabemos que los palestinos, los árabes y los
musulmanes no son realmente seres humanos como los demás.
Vayamos en
primer lugar a los hechos, de los que informó el corresponsal de Le Monde («
Le mouvement de grève de la faim des prisonniers palestiniens en Israël
s’étendrait à 2 000 détenus », Lemonde.fr, 6 de mayo):
«Israel tiene cada vez más dificultades para controlar
el movimiento de huelga de hambre de los presos palestinos, que no deja de
extenderse. Esta acción, que empezó el 17 de abril para protestar contra la
práctica de la detención administrativa (que permite mantener a un
sospechoso en la cárcel sin juicio durante un periodo de seis meses
renovables), estaría secundada hoy por unos dos mil presos, según Addameer,
la asociación palestina de defensa de los derechos de los presos palestinos»
[...]
Hay al menos dos presos que están en estado crítico:
Bilal Diab, de 27 años y originario de Jenin, y Thaer Halahla, de 33 y
originario de Hebrón (tambos miembros de la Yihad Islámica), que empezaron
la huelga de hambre el 29 de febrero. Después de sesenta y seis días sin
alimentación, habrán entrado en lo que los médicos llaman “una fase
aleatoria de supervivencia”. Ambos hombres comparecieron, en silla de
ruedas, el pasado 3 de mayo ante el Tribunal Supremo israelí, pero este ha
remitido a una fecha posterior su decisión sobre su puesta en libertad.
Al menos otros seis presos están en un estado de salud
que se considera alarmante. Este movimiento de huelga se ha extendido a los
principales centros de detención de Israel y se han unido a ellos varias
figuras destacadas de la resistencia palestina, como Ahmad Saadat, secretario
general del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Mientras
las manifestaciones de solidaridad se multiplican en varias villas palestinas,
el gobierno del primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, duda sobre la
conducta que debe adoptar».
Esta huelga plantea en primer lugar la cuestión de las
detenciones administrativas (es decir, sin pruebas y sin juicio), una práctica
heredada de la época del Mandato británico, cuando Londres luchaba
(1944–1948) contra el «terrorismo sionista». Como lo recuerdo en De quoi
la Palestine est–elle le nom ?, estas leyes de excepción habían sido
denunciadas por muchos juristas, entre ellos el doctor Moshe Dunkelblum, que más
tarde formaría parte del Tribunal Supremos de Israel. El 7 de febrero de 1946
declaraba: «Estas ordenanzas constituyen una amenaza constante contra los
ciudadanos. Nosotros, juristas, vemos en ellas una flagrante violación de los
principios fundamentales de la legalidad, la justicia y de la disciplina.
Legalizan la más perfecta de las arbitrariedades de las autoridades militares
y administrativas . […] Despojan a los ciudadanos de sus derechos y
confieren poderes ilimitados a las autoridades». Pero una vez que los
sionistas llegaron al poder olvidaron estas críticas y volvieron estas leyes
contra los árabes.
El Tribunal Supremo de Israel, que algunos presentan como
el garante de la democracia en este país, rechazó el recurso de ambos
detenidos administrativos en huelga de hambre desde hace dos meses («Court
rejects petition by Palestinian hunger strikers against detention», Haaretz,
8 de mayo de 2012). Hipócritamente el tribunal observó que esta práctica de
la detención administrativa era «una aberración en el dominio jurídico» y
que, por lo tanto, había que utilizarla «lo menos posible», pero desestimó
el recursos de los presos. Hubo un tiempo en el que Israel autorizaba
oficialmente «presiones físicas moderadas» contra los presos palestinos: un
poco de tortura, no demasiada... Una decisión que este Tribunal Supremo «humanista»
mantuvo hasta 1999.[*] ¡Entonces se estaba en plenas «negociaciones de paz»
entre Israel y la OLP!
Las declaraciones de Richard Falk, Relator Especial de la
ONU para los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, han
puesto de relieve la huelga de los presos palestinos. Falk se declaró «hastiado
de las continuas violaciones de los derechos humanos en las cárceles israelíes.
Desde 1967, 750.000 palestinos, entre ellos 23.000 mujeres y 25.000 niños,
han estado detenidos en las cárceles palestinas, es decir, aproximadamente un
20% de la población total palestina de los territorios ocupados», recordó
(citado en Armin Arefi, «Israël: la dernière arme des prisonniers
palestiniens », AFPS).
Conclusiones: ni una palabra en la mayoría de los medios
de comunicación, ninguna presión sobre el gobierno israelí, ninguna
indignación moral de todos estos grandes intelectuales... La tierra sigue
girando y algunas personas se extrañan de que los discursos europeos sobre la
democracia y los derechos humanos susciten sobre todo risas sarcásticas en el
mundo árabe.
Nota de la Traductora:
* Lo cual no es obstáculo para que la tortura se siga
practicando; de hecho es una de las reivindicaciones de esta huelga de hambre,
que cesen las torturas a los presos y detenidos.
Huelga de hambre de presos palestinos
Llevan su protesta al borde de la
muerte
Uno de ellos lleva ya 74 días sin comer. En una carta leída
por Haniyeh
remarcan que «o vivimos con dignidad o moriremos con dignidad»
Por Ainara Lertxundi
Gara, 12/05/2012
Jerusalén.– Un mayo de hace 31 años, el preso
republicano Bobby Sands caía en coma tras 66 días en huelga de hambre,
muriendo el 5 de mayo de 1981. Otros nueve presos compartieron su trágico
destino ante una Margaret Thatcher que se negaba a reconocer el estatus político
de los presos republicanos y que llegó a decir que «Sands era un criminal
convicto que eligió acabar con su propia vida».
31 años después, alrededor de 2.000 presos palestinos
mantienen una huelga de hambre para exigir la derogación de la llamada «detención
administrativa», de la política de aislamiento y de la prohibición de
recibir visitas de familiares residentes en Gaza. Piden, además, que se les
permita sacarse una foto con su familia una vez al año y no como hasta ahora,
que solo pueden hacérsela una vez durante el periodo de encarcelamiento.
Su estado empeora a cada momento frente a un Gobierno que
se niega a atender a sus demandas y sigue tensando la cuerda.
Ya el lunes, el Comité Internacional de la Cruz Roja
alertó del «inminente riesgo de muerte» de al menos seis presos. Uno de
ellos es Thaer Halahla, en huelga de hambre desde hace 74 días. A sus 33 años
ha estado ocho veces bajo «detención administrativa». Se calcula que cerca
del 40% de los palestinos que viven en Cisjordania han sido detenidos alguna
vez en su vida.
Halahla, que pesa 55 kilos, ha comenzando a vomitar
sangre y a sangrar de las encías y del labio. Tras visitarlo el jueves en el
hospital penitenciario de Ramallah, su abogada Mona Neddaf advirtió que su
presión sanguínea es «extremadamente baja» y que sufre «peligrosas
oscilaciones en su temperatura corporal, además de tener una infección».
Aunque bebe agua, se niega a tomar vitaminas o minerales. El jueves debía de
haber recibido la visita de su familia, pero los servicios penitenciarios
israelíes la denegaron la víspera.
Neddaf afirmó que todos los huelguistas encarcelados en
Ramallah estaban en celdas de aislamiento y que les han amenazado con no
permitirles el contacto con sus abogados si no se levantan para el recuento
diario.
Ayer, cientos de presos anunciaron a través de una carta
leída por el primer ministro de Gaza, Ismail Haniyeh, su intención de dejar
de tomar suplementos vitamínicos. «Juramos que no nos batiremos en retirada.
Somos mártires potenciales. O vivimos con dignidad o morimos con dignidad»,
aseguraron.
Las asociaciones que atienden a los presos han
denunciando las presiones que están ejerciendo las autoridades penitenciarias
israelíes para que abandonen la huelga. Presiones como confinarlos en celdas
de aislamiento, prohibirles las visitas, someterlos a situaciones humillantes
o negarles un tratamiento médico digno.
A ellas se refiere el expreso Louay Odeh, que recogió en
un diario sus experiencias en la huelga de 22 días que realizaron el año
pasado.
Entre otras vivencias, subrayó que el día a día se
convierte en un proceso doloroso en el que el único soporte moral es el apoyo
popular. «Un soporte que Israel siempre intenta romper valiéndose de muy
diversas estrategias; desde sembrar zozobra entre los presos diciéndoles que
el número de huelguistas ha descendido o difundiendo la identidad de aquellos
que la dejan hasta hacer ver a los presos que su sacrificio no tiene ningún
impacto en el exterior».
Por su parte, la ONG Médicos por los Derechos
Humanos–Israel exigió el traslado de los huelguistas a un hospital civil,
porque los penitenciarios carecen de medios adecuados para atender a aquellos
que están en una fase avanzada de la huelga. «El equipamiento es escaso; no
hay monitores para medir el pulso ni un laboratorio para obtener información
actualizada del paciente. Las habitaciones, meras celdas, están cerradas, lo
que puede suponer una pérdida de tiempo fatal en caso de emergencia», incidió.
Denunció, además, que los facultativos del servicio
penitenciario israelí, nombrados por el Ministerio de Seguridad Pública, están
irrespetando la ética médica, «poniendo innecesariamente en peligro la
salud y vida de los presos en huelga de hambre. Su lealtad hacia quienes les
han contratado entra en contradicción con las necesidades de los pacientes».
En uno de esos episodios, uno de los doctores retiró a
Halahla de su silla de ruedas, dejándolo tendido en el suelo bajo la amenaza
de no levantarlo hasta aceptar el tratamiento.
Khader Adnan y Hana Shalabi, «dos símbolos de rebeldía»
Tras sus prolongadas huelgas de hambre, Khader Adnan (66
días, los mismos que Bobby Sands) y Hana Shalabi (43), militantes de la Yihad
Islámica, se han convertido para el conjunto de los palestinos en un símbolo
de «rebeldía y perseverancia», que ha abierto la puerta a esta masiva
huelga de hambre y que ha puesto el foco en la «detención administrativa»,
que data de la época del dominio británico.
En el caso de Adnan, el Tribunal Supremo israelí denegó
en varias ocasiones revisar su «detención administrativa» hasta que estuvo
al borde de la muerte. Fue entonces cuando la Fiscalía militar israelí llegó
a un acuerdo con sus abogados para fijar la fecha de la excarcelación el 17
de abril, paradójicamente el Día del Preso Palestino y el día en que comenzó
esta protesta masiva.
Una vez en libertad, afirmó que «la huelga de hambre
era la única opción que tenía. Mi única arma era la desobediencia. Fui
humillado, golpeado y ultrajado sin motivo por quienes me interrogaron. Juré
por Dios que lucharía contra la detención administrativa».
Shalabi,
arrestada tras ser excarcelada en el marco del acuerdo alcanzado entre Hamas e
Israel para intercambiar mil presos palestinos a cambio del soldado israelí
Gilad Shalit, fue deportada a Gaza.
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