Entrevista
con Fernando Lugo, candidato de centroizquierda de la
Alianza Patriótica para el Cambio. El ex obispo y favorito
para los comicios del domingo asegura que Paraguay no puede
ser una “isla entre los gobiernos progresistas”. Su
coalición, Alianza Patriótica para el Cambio, podría
destronar a los colorados por primera vez en sesenta años.
“Soy
una línea media entre Chávez y Lula”
Por
Jorge Marirrodriga
Corresponsal en Asunción
El País, Madrid, 18/04/08
Consciente
de que con una formación creada hace apenas ocho meses
puede acabar con 61 años de hegemonía política del
conservador Partido Colorado, Fernando Lugo (San Pedro,
1951) advierte que ha llegado la hora del cambio en
Paraguay, pero buscando una tercera vía entre la Venezuela
de Chávez y el Chile de Bachelet. Este obispo, sancionado
por el Vaticano por sus posturas progresistas, defiende
reconocer a China continental, la expropiación de tierras y
resalta que la libertad es fundamental a la hora de abordar
temas sociales.
–Desde el
gobierno se están lanzando contra usted todo tipo de
acusaciones. ¿Pensaba que la política era así?
–Sinceramente
no me esperaba unos ataques de tan grueso calibre, pero
entiendo el porqué, porque es una gran osadía lo que
estamos haciendo. En apenas ocho meses estamos en
condiciones de romper la hegemonía política de un partido
que ha gobernado durante más de 60 años.
–Precisamente
por esa hegemonía crecen las voces de fraude electoral el
próximo domingo. ¿Qué va a suceder cuando cierren las
urnas?
–Nosotros
decimos que no va a ser fácil, pero tampoco va a ser
imposible. El sistema en Paraguay está muy deteriorado por
el clientelismo y la corrupción y donde hay una confusión
total entre lo que es el partido y lo que es el Estado.
–Está
rodeado de hombres armados, ¿teme por su seguridad?
–Ya
siendo obispo de San Pedro recibía amenazas de muerte pero,
como se suele decir, nadie muere en la víspera del día que
le toca.
–¿Se
decanta por la vía de Chávez y Morales o está más en
sintonía con Lula y Bachelet?
–¿Y no
puede ser una línea intermedia, la de Fernando Lugo?
Paraguay tiene que hacer su propio proceso. Creo que hoy en
América latina no hay paradigmas comunes unificados. Si
bien tenemos problemas comunes también hay otras cosas muy
diferentes. Tenemos que hacer nuestro propio camino para
integrarnos y no ser una isla entre gobiernos progresistas.
–¿Cuál
será entonces la política exterior paraguaya?
–Paraguay
tiene que intentar recuperar nuestra dignidad como nación.
Hay que revisar las relaciones diplomáticas con Taiwan. No
se puede ignorar a China continental ni desconocer a ese
mundo tan grande y las consecuencias económicas que eso
tiene. Tenemos que tener una política exterior clara y
diferenciada. No podemos aceptar de ninguna manera “la
diplomacia de la chequera”. Queremos estar abiertos al
mundo entero.
–Su
programa es tachado de radical, ¿piensa expropiar tierras?
–Sí. Es
una figura constitucional. La Constitución garantiza la
propiedad privada pero también se reconoce el derecho a
expropiar, por la vía parlamentaria, tierras que no son
racionalmente explotadas. Vamos a intentar recuperar las
tierras comunales.
–¿Qué
opina de la introducción de leyes sobre parejas del mismo
sexo o el aborto?
–Tenemos
un Código Civil que hay que reformar. Hay un derecho humano
que es la libertad. Libertad de conciencia, libertad de
adopción. Hay que respetar la libertad. No estamos en la
Edad Media en que el Estado se identifica con una religión.
No voy a esconder la cabeza ante temas polémicos de tinte
moral porque es un proceso en el que tienen que participar
todos los paraguayos independientemente de las creencias de
su presidente. En temas como eutanasia y aborto yo me
identifico profundamente con la Iglesia Católica.
–Pero
sobre usted pesa una importante sanción canónica.
–El
Vaticano reaccionó como debía reaccionar. Soy un caso único
de un obispo que aspira a ser presidente de un país. En
Haití, Jean–Bertand Aristide era sacerdote, pero no
obispo.
–¿Y no
está trasladando su labor de obispo a la política?
–Cuando
la Iglesia Católica como institución ha optado por
identificarse con un modelo temporal se ha equivocado.
Sucedió con los sacerdotes nicaragüenses durante el
sandinismo y ocurrió en El Salvador. La opción pastoral de
Iglesia Latinoamericana con la que yo me siento identificado
la han trasladado muchos a la política. Por eso hay gente
que me identifica con la izquierda, pero ideológicamente yo
no me identifico con ningún grupo de izquierda. Soy más
bien un eje de diálogo que ha propiciado que nueve partidos
que antes ni se saludaban ahora concurran juntos.
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