¿A donde va la Argentina?
Por
Roberto Sáenz
"Mal alimentados, mojados por la lluvia de días,
cansados, sin dormir, con familia numerosa, pero fundamentalmente sin trabajo,
atraviesan la vida de la mayoría de los piqueteros del nuevo siglo, de esta
parte de la Argentina. Para estos rebeldes de la ruta no sólo el modelo económico
presente parece empecinarse en arrojarlos a los márgenes del sistema. Esta crítica
situación, tiene, en realidad, un arrastre de cinco siglos, porque muchos de
ellos portan... la sangre de wichis y matacos en sus venas..." (Pagina 12,
14/05/2000).
"Nadie quiere a
estos guanacos"
EL pasado viernes 12 de mayo terminó estallando la crisis social en Mosconi, Tartagal y Aguaray (localidades del norte de Salta, integrantes del departamento General San Martín, con 130.000 habitantes). La brutal represión de la Gendarmería contra un núcleo de 200 o 300 compañeros desocupados que estaban cortando la ruta (desde hacía 11 días), derivó en la respuesta de todo un pueblo: 20.000 o 30.000 personas se dieron cita en la ruta 34 volviéndola a cortar. Previamente, pasaron por la intendencia de la localidad de Mosconi, a la que incendiaron íntegramente, como dando a entender su opinión acerca de esta "institución de la democracia" ("nadie quiere a estos guanacos", dijo una vecina del lugar). El gobierno nacional, que claramente había apostado a que mediante la represión (por tercera vez consecutiva, luego de Corrientes y el Congreso) se pudiera literalmente suprimir el reclamo de los trabajadores, tuvo -finalmente- que avenirse a una negociación. Posteriormente, en asamblea, los trabajadores y pobladores de la región aprobaron el acuerdo logrado que constó básicamente de dos puntos: el aumento de la dotación de "planes trabajar" (de 1600 a 3000, sobre una población total de Mosconi de 20.000 habitantes), la libertad de 43 piqueteros detenidos y el compromiso de que no habrá persecución al resto de los mismos. El resto fueron más bien promesas..."Es poco, pero acá no tenemos nada", fué el balance de muchos de los compañeros. Habían logrado un pequeño paso adelante, poniendo sobre la palestra nacional, el problema del empleo como primer problema político del país.
Sin embargo, es bastante obvio, que desde el punto de
vista de las soluciones de fondo al problema del desempleo (y más en general,
de la economía de la región), casi no se puede hablar más que de un simple y
limitado paliativo: el aumento de los
"planes trabajar" (con todo el contenido de precariedad, que tiene de
por sí) está comprometido para el período que vá de junio a diciembre de
este año. La perspectiva -como también señalaron varios otros compañeros- es
tener que volver a la pelea: "hay cosas pendientes y esperamos que se
cumplan; si no, tendremos que volver a la
ruta. Esta fué una lección para los políticos. Espero que de ahora en
adelante sigamos en paz, pero para eso hace falta trabajo".
Pero esto no ha sido todo. En los días posteriores,
los reclamos por trabajo se extendieron como un "reguero de pólvora"
(como decía una compañera desocupada de Cutral-Co: "solo se otorga ayuda
a los que cortan la ruta"), y el gobierno ha debido salir (contra su
voluntad) a "apagar el incendio": trabajadores del ingenio "La
Esperanza" en Jujuy, 92 madres jóvenes desocupadas en Cutral-Co,
trabajadores frutihortícolas de Cipolletti, pobladores de Oran (Salta) y
Comodoro Rivadavia, desocupados en Bahía Blanca... A lo largo y ancho del país
se empezó a generalizar el reclamo por trabajo. Como si esto fuera poco, el
pasado viernes 5/05, De la Rua debió soportar el primer paro general, el que fué
convocado por Moyano (con la CTA a la rastra de él). El mismo, aún
evidentemente desigual (más fuerte en el sector de los transportes, muchos más
dividido en la industria; más importante en varias provincias del interior del
país, que en la Capital Federal), fué, sin embargo, un éxito desde el punto de vista político: los que pararon,
evidentemente lo hicieron expresando una señal de repudio a un gobierno, el
de la Alianza, que habiendo asumido hace solo 6 meses, ya un importante sector
de los trabajadores y la población en general, se están haciendo de la justa
opinión de que es "más (o peor) de lo mismo" de lo que se venía
bajo el menemismo. Pero, además, en las últimas semanas, hay que contabilizar:
la importante marcha de los pesqueros de Mar del Plata sobre Buenos Aires, el
fuerte paro de los colectiveros (también de Mar del Plata), las importantes
movilizaciones de los trabajadores estatales de Chaco (fuertemente reprimida -días
atrás, por segunda vez consecutiva-, por el gobernador radical Rozas) y Neuquén,
etc., etc.
Así, la nueva clase
trabajadora (en sentido amplio), tal cual es hoy, con toda su diversidad -que no
ha muerto ni desaparecido, como quisieran algunos-, se ha comenzado a poner en
movimiento: desocupados de distintas
regiones; madres jóvenes desocupadas; también los que -por ahora- tienen
trabajo; sectores asalariados del campo, etc., etc. ¿Qué está expresando todo
esto? Que el proceso de lucha y resistencia, que se había comenzado a
desarrollar a lo largo de los años '96 y '97 (con ciertas características ya
presentes desde el Santiagazo del '93), ante las consecuencias de la brutal
agresión soportada por los trabajadores y el pueblo en las últimas décadas
-tras la pausa del 97/98, expectativas en la Alianza mediante-, vuelve a
aparecer. Pero ahora, en un contexto de mayores problemas para la burguesía, cuando
el plan capitalista comienza claramente a mostrar sus profundas contradicciones
y límites.
¿A donde va la
Alianza?
"Los estallidos sociales que tuvieron lugar en
estos últimos días -en la Argentina- son preocupantes. La situación es
peligrosa. El gobierno de De la Rua no parece tener una estrategia para impedir
que vuelvan a producirse. Las concesiones que hicieron en Salta pueden conducir
a más estallidos. Aunque hayan dicho que no volverán a hacerlas, sentaron un
precedente...", dijo a Clarín un funcionario del Departamento de Estado
yanqui que pidió no ser nombrado (Clarín, 21/05/2000).
No han pasado más de seis meses de gestión de De la
Rua, y su gobierno, a pesar del triunfo en las elecciones en la Capital, se
encuentra sumido en una importante crisis
política. En los últimos días, se ha corrido el rumor de la renuncia de
Machinea (más allá de que esto vaya a ocurrir realmente o no en el futuro
inmediato), el que a pesar de las duras medidas de ajuste que ha venido
imponiendo, no logra evitar que, de manera persistente, en la economía del país,
se vaya extendiendo un estado de
incertidumbre, al compás de una recesión que no afloja. ¿Que es lo que
está pasando?
Lo que está ocurriendo es que, a pesar de las
transformaciones de fondo impuestas por la burguesía sobre la clase trabajadora
y el país, a pesar de que efectivamente los sectores populares han sufrido una
dura derrota -la que se expresa en la pérdida de inmensas conquistas acumuladas
a lo largo de décadas y en una atomización política/social y precarización
de las condiciones laborales-, algo no
anda bien en la economía argentina (entendamonós, en su economía, esta que han cambiado en un sentido brutalmente
antiobrero y antipopular).
La ansiada reactivación
no llega. La deuda externa y pública
prácticamente se ha duplicado en la última década (pasando de 90.000 millones
de dólares a 150.000). La balanza comercial es deficitaria. En el Mercosur se
agudizan las contradicciones. Lo mismo que hay un importante déficit (fiscal)
del Estado. E incluso a pesar del enorme salto que han logrado imponer en la
explotación de los trabajadores (logrando niveles de
"superganancias"), la
"competitividad" argentina no puede superar él escolló del mecanismo
de la convertibilidad. Este le dá un altísimo valor al peso -cada vez más
artificial-, en relación a las competitividades comparadas del país y los
grandes centros imperialistas. Al estar la productividad del país (esto es,
cantidad de productos por hora trabajada) evidentemente por debajo
del estandart internacional, no se puede sostener más el cambio 1 a 1 con
el dólar (como pretenden De la Rua y Machinea, con el apoyo de la gran
patronal), sino es a costa de transformar a los sectores populares prácticamente
en "subhumanos", rebajando más y más los salarios, despidiendo más
y más compañeros... Y esto aún a pesar de que la aguda recesión (que ya
lleva dos años), se traduce en inéditos niveles de "deflación". Así,
"su economía" arroja déficit, déficit y más déficit...
Producto de esta realidad, se ha llegado a un punto
extremo en la dependencia del país de los vaivenes del financiamiento
internacional: "su país"
funciona en la medida que el flujo de capitales al mismo no se corte,
precisamente "financiando" su funcionamiento. Para colmo, la
Reserva Federal yanqui acaba de aumentar las tasas de interés, lo que
significará un "sobre costo" en pagos de la deuda de este año, de
alrededor de 700 millones de dólares.
Pero, precisamente, lo que campea a nivel de la economía
internacional, es cierta inestabilidad,
la que parece llamada a seguir presente: si el "tequila" fue la
primera señal de alerta para la mundialización, la crisis "asíatica"
adquirió dimensión internacional. Y sin bien, luego fué paliada y Estados
Unidos y Europa Occidental parecieron no haber sido afectados, el grado de
parasitismo económico que acumulan (reflejado en los bruscos vaivenes del
mercado bursátil de Wall Street, inflado como un globo, totalmente por encima
de las ganancias reales obtenidas en la producción), hacen temer acerca de las perspectivas de mediano plazo de la economía
mundial. Y cuando la economía de los países centrales amenace con
estornudar, acá la cosa puede transformarse en "neumonía",
precisamente por este carácter extremadamente dependiente (y vulnerable) de la
economía nacional respecto a los centros imperialistas, que hoy tiene el país.
Así, la "convertibilidad", se vuelve cada
vez más insoportable para la economía capitalista argentina, pero a la vez,
dado el nivel inédito de endeudamiento público y privado en dólares, parece
prácticamente imposible (desde el punto de vista burgués) "salir de la
convertibilidad" (como empiezan a reclamar algunos sectores patronales),
sin una enorme ola de crisis y quebrantos. En
tanto, la población trabajadora, con "estabilidad" o "devaluación"
capitalista, sigue y seguirá "pagando el pato". En este contexto,
el problema del endeudamiento, y de la redoblada subordinación del país al
FMI, al Banco Mundial y al imperialismo en general, se
ha transformado en el otro gran problema político puesto sobre la palestra
nacional.
El gobierno (a pesar del debate que lo esta recorriendo
internamente), no parece plantearse otra
alternativa que seguir adelante con su durísimo ataque económico/social y
reaccionario, en un intento por retomar el camino del "ajuste permanente
estructural", imponiendo otra "vuelta de tuerca" a los ya inéditos
niveles de superexplotación de los trabajadores y el pueblo. Arrancó con
la intervención en Corrientes y el acuerdo por chirolas con la dirección de
CTERA. Siguió con el acuerdo con el FMI, el tarifázo, los ajustes
provinciales. Días atrás sacó la nueva ley laboral en el Congreso, y
ya Machinea está anunciando un nuevo ajuste del presupuesto estatal por 600
millones de dólares (lo mismo que los gobernadores radicales y peronistas en
las provincias), con el objetivo de bajar más aún los sueldos y despedir más
trabajadores. Pero, incluso, todo esto parece ser poco, y ya son varios los
economistas del "establishment" que
están pidiendo medidas más "draconianas" aún...
Al servicio de esta política de "ajuste
permanente", Storani tiene cada día que pasa, más cara
"autoritaria": por orden de De la Rua, dió palos en Corrientes, Rozas
está dando palos a los estatales del Chaco, dieron palos en el Congreso a
trabajadores referenciados en el MTA y recientemente reprimieron salvajemente en
Salta. De paso, esto lleva a la reflexión, acerca de las características de la
tan mentada "democracia" en la actualidad. La misma adquiere
-crecientemente- características de régimen
político "híbrido": esto es, combina las formas clásicas de la
democracia patronal -el engaño por intermedio del voto-, con la instrumentación
creciente de formas de represión y control social por intermedio de los
aparatos represivos del Estado (policía, gendarmería...). Y, también, de
"Estado peón": esto es, directo lacayo de los intereses del gran
capital internacional.
En el marco de esta oriencaión, hay voces crecientes (como las
de Terragno o Alfonsín), que están planteando la necesidad de llevar adelante una renegociación de los pagos de la
deuda con el FMI, con el objetivo de lograr un respiro, y así obtener
fondos para atender la crisis social. A la vez que poder responder a sectores
patronales crecientemente afectados por la crisis (que están empezando a
patalear): es el caso del transporte automotor (el que con Moyano y Palacios, se
respaldan mutuamente), del sector pesquero marplatense, de los productores agrícolas
pequeños y medianos, e incluso de pequeños, medianos y grandes sectores de la
industria en general (no puede ser casual la actual ubicación
"contestataria" del gordo Rodríguez del SMATA).
Buscan -a la vez- evitar que la Alianza "queme sus
cartuchos" de manera prematura, cuando recién comienza a gobernar. Es que
esto ocurre cuando no existe -hoy por hoy- ninguna alternativa patronal seria de
recambio a la Alianza. Porque el PJ todavía no ha encontrado un rumbo claro que
le permita recuperarse, y Cavallo no parece poder ser -hoy por hoy- esa
alternativa. Entonces, ante estallidos como el de Salta, nuevamente
entra en escena la cuestión de la "gobernabilidad", esto es, de la
estabilidad y fortaleza de esta falsa democracia de los ricos, la que también
viene acumulando inéditos niveles de descrédito ante las masas laboriosas.
Como decíamos, a solo unos pocos meses de asumido De
la Rua, la Alianza enfrenta serios problemas políticos: un sector de la poblacion trabajadora ha comenzado a hacer su
experiencia política con el mismo.
Para colmo, esto se dá en un momento en que el PJ no
se ha recompuesto de sus 10 años de brutal gobierno antipopular.
Es en este lugar en el
que se instala Moyano: comprende
perfectamente la falta de alternativa burguesa a la Alianza, lo mismo, que a la
vez, la crisis de alternativas más en general. Así como también, entiende que
la onda "neoliberal" a nivel internacional y nacional, está pasando
-a lo menos- por un momento de graves dificultades. Es por esto que su
perspectiva, expresando sectores de la
patronal (que se encolumnan silenciosamente detrás de él), de la Iglesia
católica (ver el reciente apoyo de Primatesta a la concentración llamada
por él contra el FMI), e incluso del propio
PJ (como el caso de Duhalde y el PJ provincial), es levantar un discurso de
corte "nacionalista", en la pretensión de renegociar determinadas
condiciones económicas para los sectores de la patronal que lo sostienen. Que
se entienda bien: no está claro -por lo
menos, hasta ahora- que enarbole un programa general alternativo (aún dentro de
los marcos del capitalismo) de la orientación dominante de la burguesía y el
gobierno. Más bien, a pesar del "discurso", está sosteniendo puntos
parciales para negociar (como se expresa en "el plan de los 5
puntos" que están levantando): subsidios para 1.000.000 de jefes y jefas
de familia desocupada, aumento para los jubilados, aumento del salario mínimo,
vital y móvil (y de los básicos de convenio), eliminación del IVA de los
productos básicos de la canasta familiar y la fijación de una política que
defienda la producción nacional... En todo caso, si bien, individualmente,
varios de estos puntos son correctos, no
se plantean en el marco de una perspectiva independiente de los trabajadores -y
menos anticapitalista-, sino de ponerse a la cola de los sectores patronales en
crisis y de afirmar un "nacionalismo" -de corte populista-, en un
momento histórico en que la salida para los trabajadores solo puede ser
internacional.
Es en este marco que fué convocada la "movilizacion
multisectorial contra el FMI": "invitaremos a todos los sectores
de la sociedad y a las organizaciones ecologistas, pero sin identificaciones políticas
o sindicales. Será una protesta solo con banderas argentinas" dijo Moyano,
apoyado por Primatesta y también por el PJ de la provincia de Buenos Aires.
Precisamente la prohibición de levantar otras banderas que no sean "las
argentinas", está al servicio de
impedir que el rechazo y repudio al FMI se haga desde una perspectiva propia de
los trabajadores, cuestionadora del capitalismo como tal. Pero justamente la
batalla es esa. Desde abajo, desde los sectores obreros y populares, se trata de
construir una salida anticapitalista y socialista, internacional, a la catástrofe
que nos provoca hoy el capitalismo (tal como comienza a ocurrir a partir de
movilizaciones como las de Seattle)."Mirar
hacia el '45" -al cual es imposible volver-, solo podrá provocar nuevas
frustraciones.
Sin embargo, estamos firmemente convencidos de que hay
que estar dispuestos a dar todo paso práctico
unitario (por pequeño que sea) en la
pelea contra el Imperialismo, así como en la lucha por toda reivindicación que
vaya a favor de los trabajadores (por mínima que sea). Pero esto lo debemos
hacer, levantando bien en alto la perspectiva que estamos señalando: una
salida anticapitalista, socialista e internacionalista de los explotados y
oprimidos. Por la inmediata ruptura
con el imperialismo y las instituciones internacionales que dominan la economía
mundial: FMI, Banco Mundial y Organización Mundial de Comercio. Por acabar con
el infernal mecanismo del endeudamiento permanente: no
pago de la deuda pública y externa. Por el desarrollo de la movilización
nacional e internacional, obrera y popular, contra la mundialización
capitalista. Por el relanzamiento de la
pelea por el socialismo.