Las ideas que defendemos
Nuestra
revista surge en un momento muy particular: a comienzos del siglo XXI, el
capitalismo parece reinar en todo el mundo como único "horizonte"
posible para nuestra existencia. Un horizonte que acumula niveles inéditos de
desempleo, exclusión, pobreza, degradación de la educación y salud populares.
Con la juventud que despierta a la "vida" sabiendo que no tiene
perspectiva alguna; con nuestros "viejos" que sienten que no tienen
ningún lugar; con la multiplicada opresión de la mujer.
A
la vez, junto con la caída del muro de Berlín, pareciera que se hubiese cerrado toda perspectiva de que a la
realidad crecientemente bárbara del capitalismo se la pueda enfrentar; que se
pueda luchar y soñar por otra perspectiva: el socialismo. Para millones en todo
el mundo, parece evidente que aquello que se derrumbó en el Este era,
precisamente, el socialismo. Así, una tremenda crisis de alternativas se vive,
se sufre y se siente cotidianamente.
Sin
embargo, claramente, debemos decir que el régimen social que imperaba en los países
del este del mundo (y que -en parte- sigue presente hoy en Cuba o en China) no
era socialismo, ni tuvo nada que ver con él. Por el contrario, una minoría
privilegiada terminó elevándose por encima de la sociedad, quitando todo
dominio a las mayorías trabajadoras y juveniles, apropiándose del producto de
su trabajo. Pero es un hecho que, por primer vez después de 70 años, se puede
disociar la idea del socialismo de la opresora realidad de las sociedades donde
se impuso el dominio de esta burocracia: producto de los acontecimientos de
1989-1991, el derrumbe del estalinismo, está
planteada la posibilidad de recomenzar la pelea por la perspectiva auténtica
del socialismo.
Esta perspectiva es la que señala -en primer lugar- que la revolución y el socialismo, para hacerse realidad, deberán ser obra querida y consciente de las mayorías populares. Como decía Marx: "la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos...”. Así, no puede haber comandante, partido o secretario general que pretenda sustituir o realizar la tarea de la revolución y el socialismo en nombre de las masas laboriosas: esta será su obra asumida conscientemente, o no será.
La experiencia histórica indica que la tarea de revolución socialista no debe ser la de construir un Estado omnipotente, tendiente a fortalecerse cada vez más. Las lecciones de la lucha de clases -y la mejor tradición del socialismo revolucionario-, indican la necesidad del ejercicio del autogobierno por parte de la mayoría de los trabajadores y oprimidos, por intermedio de sus propios organismos independientes. En esta perspectiva, el fortalecimiento del poder de las masas explotadas y oprimidas, el desafío de asunción creciente de todas las tareas económicas, políticas, sociales y culturales, deberá ir de la mano -necesariamente- de la perspectiva de disolución del Estado (aun obrero), en su carácter de "aparato especial", separado de las mismas. E íntimamente ligado con esto, deberá orientarse a la superación de las imposiciones del trabajo (por un salario) como necesidad, tendiendo a la asunción plena de la dirección de la producción y el consumo por parte de los productores asociados, como única vía hacia una verdadera "socialización".
La
inédita realidad de la mundialización del capital pone de presente otro
principio enunciado por Marx y expresamente abandonado por los partidos
socialistas y comunistas: proletarios del mundo, uníos. No fue esta la
perspectiva de esos partidos a lo largo de todo el siglo XX: por el contrario,
el estalinismo predicó la posibilidad de la construcción del socialismo en un
solo país, a la vez que la socialdemocracia -y los nacionalismos burgueses en
los países semicoloniales como el nuestro- se dedicaron a atar la suerte de las
clases trabajadoras a la de los distintos estados nacionales. Hoy siguen el
mismo camino: ante la liberación total del movimiento internacional de los
capitales, levantan muros de piedra entre nosotros. Oponen a los nativos con los
inmigrantes; destilan una ideología reaccionaria, donde supuestamente la causa
de nuestras miserias no sería el capitalismo, sino el compañero que tenemos a
nuestro lado en los lugares de trabajo, en los barrios, en los colegios o
universidades... Por el contrario, en la perspectiva del relanzamiento de la
pelea por el socialismo, ante la mundialización del capital,
se trata de trabajar con tesón y paciencia por la unidad de los explotados y
oprimidos de todo el mundo, construyendo un "nuevo internacionalismo".
Es
de destacar que la lucha por la emancipación atañe al conjunto de los
explotados y oprimidos por el capital. Se trata de un desafío inmenso que
incluye o hace parte a la totalidad de la
clase-que-vive-del- trabajo: a los ocupados, desocupados y subocupados; a las
mujeres; a la juventud; a aquellos que consideran que el capitalismo sólo puede
significar creciente destrucción de la naturaleza. Se trata de que la
perspectiva socialista sea encarnada por el conjunto de los que se encuentran
hoy en una oposición que no puede ser reconciliada con el dominio del capital.
En
definitiva, es necesario comprender la obra de la revolución y el socialismo
como una tarea total, integral, íntimamente
humana: se trata de revolucionar totalmente las vidas de millones de seres
humanos en el planeta, humilladas y pisoteadas a cada paso, en virtud de los
designios de la acumulación del capital. Se trata, a la par, de establecer otra
relación de la humanidad con la naturaleza, comprendiéndola como el ámbito
del desarrollo de su existencia, al cual hay que preservar y no expoliar. Y se
trata, finalmente, de comprender que esta
tarea requiere de la construcción de una ética, de unos valores, de una
cultura acorde con el desafío de una verdadera emancipación: restituir a la
humanidad, a cada uno de nosotros, nuestra "humanidad".
Socialismo
o Barbarie surge, entonces, para aportar su granito de arena en este inmenso
combate.
Desde estas páginas, intentaremos aportar, colaborar, ayudar a inspirar, a que
las luchas y peleas que en las más diversas condiciones los explotados y
oprimidos llevan adelante den pasos hacia la adquisición de una perspectiva que
vaya más allá del capital: la
perspectiva genuina del socialismo. Buscaremos -a la vez- recoger la
experiencia de lucha de los trabajadores a lo largo del último siglo y medio,
tratando de presentar lecciones de la misma. Esto como bandera para una renovación
del propio socialismo revolucionario. Porque hoy, a las puertas de un nuevo
siglo, se hace más presente y actual la alternativa formulada por esa gran
revolucionaria que fue Rosa Luxemburgo: Socialismo
o Barbarie.