El
estallido de la crisis social
PARA
NO PERDER EL MAÑANA...
Por
Roberto Sáenz
"Hace
dos años que estoy sin trabajo y mi esposo también es desocupado. Estamos
viviendo en la casa de mis padres, del esfuerzo de ellos. Son dos familias,
catorce personas metidas en el mismo lugar, y ya no se puede seguir viviendo así.
Pero no vamos a aflojar: seguiremos acá
noche y día, con nuestros hijos en brazos" (María, 21 años,
piquetera de Cutral-Co. Clarín, 16/5).
La
Argentina ha sufrido un proceso de transformaciones sin precedentes en los últimos
25 años. Luego de estos años, y, en particular, de la "década
infame" menemista, es otro país.
No tiene mucho que ver con aquello que lo caracterizó desde la década del '30
hasta principios de los '70. Todo esto ha sido parte de un proceso de
transformaciones a nivel mundial: la "mundialización" ha significado un cambio global en las
características del capitalismo a nivel internacional. Ahora es el mercado
mundial el que manda. Y dentro de él, los capitales volcados a las finanzas.
Como parte de esto, a escala internacional, se han configurado (y se siguen
configurando) una serie de grupos económicos transnacionales, los que dominan
internacionalmente las principales ramas de la economía mundial. Los grandes países
imperialistas han reforzado las relaciones de dependencia y sometimiento de los
"emergentes" (como el nuestro), mediante toda una serie de mecanismos,
donde entre los principales está el brutal mecanismo del endeudamiento, el paso de la mayor parte de la
propiedad a manos extranjeras, etc, etc. Como parte de esto, regiones
enteras quedan practicamente por fuera
de la "circulación del capital". En la Argentina, por ejemplo, ya ha
comenzado la discusión de que "muchas provincias sobran" o son
inviables, desde el punto de vista del capital.
A
la vez, a nivel de las relaciones de trabajo, los trabajadores, los pobres y
oprimidos, han sufrido un ataque sin precedentes: se
ha precarizado, fragmentado e informalizado el trabajo, de una manera que prácticamente
no tiene antecedentes históricos. La tasa de desempleo a nivel
internacional y nacional, registra récord de récords. Y los que tienen
trabajo, soportan un grado de explotación no visto desde la década del '30.
Esta precarización destruye (o compromete) generaciones enteras de viejos y jóvenes.
En el núcleo de esta nueva realidad, está una extraña paradoja: cuando
el capital ha subsumido (subordinado) el conjunto de las relaciones sociales a
lo largo y ancho del mundo, mercantilizándolo todo (todo es mercancía, todo se
compra y se vende por dinero); cuando la condición asalariada (el trabajar para
otro por un salario) ha alcanzado una escala sin precedentes, dominando todas
las áreas de la economía, se instala el desempleo "estructural" como
una característica íntima del actual modo de acumular ganancias.
Así,
según estudiosos como Robert Castels, la falta de trabajo, el desempleo,
subempleo y la precarización laboral más en general, se ha transformado en el
aspecto central de la crisis social de hoy en día: "...la situación
actual está marcada por una conmoción que recientemente ha afectado a la
condición salarial: el desempleo masivo y la precarización de las situaciones
de trabajo... la multiplicación de individuos que ocupan en la sociedad una
posición de supernumerarios, "inenpleables", desempleados o empleados
de manera precaria, intermitente. Para muchos, el futuro tiene el sello de lo
aleatorio"(1).
Esto
se vive claramente en nuestro país, donde a lo largo de la década del '90 se
ha configurado esta realidad, en la cual, aproximadamente el 40% de la población
que está en condiciones de trabajar, se encuentra desempleada o subempleada. Un
verdadero "terremoto social". Y las recientes luchas de las
poblaciones más afectadas por esta realidad, ha vuelto a colocar en el centro
de la escena política esta cuestión.
Todo
esto, configura un desastre social de proporciones, porque en gran medida, la
condición (y/o situación) laboral, ha venido siendo -generación tras generación-
el "soporte" de la identidad y la autoestima de la población
trabajadora en general. No es tan solo la exclusión el problema en cuestión:
es la precarización general de la
condición del trabajo por un salario, lo que se pone en el centro de la escena:
"Las reacciones de quienes no tienen trabajo demuestran que el trabajo
sigue siendo una referencia no sólo económica sino también psicológica, cultural y simbólicamente dominante...
salvo para las minorías privilegiadas, lo que permite tender el arco y lanzar
flechas en varias direcciones, es la fuerza obtenida en el trabajo"(2).
A
partir de ahí, se encadenan toda una
serie de desastres, los que de conjunto han degradado
las condiciones de vida de las masas populares. Porque el
deterioro de las perspectivas de vida es global: junto con la precarización
absoluta de la condición laboral, se vive el desastre en el sistema educativo,
de salud y de la cobertura jubilatoria más en general. Lo mismo que la problemática
del género: ha sido sintomático que
sean madres jóvenes las que han debido salir a la ruta en Cutral-Co, las que
sufren doble o triplemente las cadenas de este sistema: a la explotación como trabajadoras, se le suma la opresión en tanto
que mujeres.
En
fin, una degradación de los vínculos y
lazos sociales de los sectores populares en su conjunto, los que ven perder sus
antiguos puntos de referencia: los vínculos en el trabajo a partir de una
condición laboral estable, las relaciones que antiguamente se estructuraban en
torno a los sindicatos y el conjunto de actividades que los mismos encaraban (de
tipo social, cultural o deportivo), etc., etc. Los que, por otra parte, deberán
reconstruirse (en las nuevas condiciones) como parte de una perspectiva de
recomposición global de los explotados y oprimidos.
¿"Planes
trabajar" o una verdadera salida al problema del desempleo?
¿Que
programa enarbolar frente al desempleo masivo?. La orientación del gobierno
aliancista (y de los capitalistas en general) -siguiendo la tónica
internacional-, es "miserabilista": esto es paliativos como el
"Plan Trabajar" (aunque no solo eso, como se verá en otras páginas
de esta revista). Uno puede ver a los compañeros desocupados barriendo las
veredas o "pintando" los cordones con cal, en cualquier barrio popular
del gran Buenos Aires. Estos "planes", no solo no dan estabilidad
laboral, sino que hieren la autoestima
del trabajador. Sirven a la dominación capitalista. A reforzarla. Así como
a reforzar la dependencia de los trabajadores del Estado en general. De la misma
manera como el desempleo en general, sirve (como decía al viejo Marx) a
reforzar el dominio del capital sobre la fuerza de trabajo empleada.
"Ejercito industrial de reserva" llamaba al contingente de
desocupados. En el mismo sentido van las cajas de alimentos, y toda la serie de
planes asistenciales, que están científicamente pensados por la clase
dominante con el objetivo de la "contención social"... pero también de la subordinación y degradación de la clase explotada.
Esto
no significa que -sectariamente- debamos rechazar el reclamo que están
enarbolando los sectores de trabajadores desocupados por estos planes. En Salta,
se ha necesitado hacer una pueblada, con muertos y represión, para obtener los
escasos 160 $ mensuales. Mientras tanto, al pago de la deuda pública y externa,
se destinan más de 10.000 millones de dólares al año... Pero debemos saber
que esta realidad de desempleo estructural, masivo, en muchos casos "de por
vida", no tiene una salida "orgánica"
dentro del sistema, dadas las actuales características del capitalismo
globalizado (y menos que menos, por intermedio de estos instrumentos...) En
el camino de resolver verdaderamente este problema, debemos -a la vez- intentar
plantear, verdaderas salidas más de fondo, que vayan en el sentido de cuestionar
el dominio del Capital. Desde el socialismo revolucionario, clásicamente se
han levantado una serie de medidas que van en esta perspectiva:
a-
la primer medida, es repartir el trabajo existente entre todos los trabajadores del país,
sin rebaja de salarios (rebajando la ganancia capitalista) ni aumento de la
explotación de los que están trabajando. Resumidamente: "trabajar menos,
para trabajar todos".
b-
a la vez, efectivamente, se trata de atacar
la ganancia capitalista, porque, como es evidente, en Mosconi, Cutral-Co o
los otros pueblos donde se han manifestado estas "puebladas", los
grande pulpos económicos transnacionales del petróleo (como Repsol, Shell,
Esso, etc.) se están haciendo "la américa", obteniendo no ganancias,
sino superganancias (al igual que en las empresas telefónicas y otros
servicios privatizados). Y muchos compañeros en lucha son conscientes de
esto, cuando plantean: "por nuestro pobre pueblo circulan 450 millones al año,
pero ni siquiera un banco tenemos, todo el dinero que ellos ganan queda dentro
de las empresas y no hay un control del gas que sacan. Ellos se llevan los
millones y nosotros nos quedamos con el dengue, la contaminación" (José
"Pepino" Fernández, uno de los dirigentes del corte de Mosconi). En
sus palabras, resume, tres cuestiones
centrales de un verdadero programa de fondo de lucha contra la desocupación:
el problema de cuestionar las ganancias (sea bajo la forma de las regalías, del
impuesto a los capitales u otras), la cuestión del control por parte de los
trabajadores de la producción y los libros de la contabilidad e -incluso- la
cuestión ecológica, esto es, el carácter crecientemente destructor de la
naturaleza que adquiere el capitalismo en la actualidad en su afán -sin límites-
de lucro, y del cual cada vez son más conscientes los sectores populares en el
país.
c-
la puesta en marcha de estas medidas (tal como lo dice José) bajo
el control de los trabajadores.
Pero, junto con esto, es decisivo, enfrentar los ataques a los compañeros
que tienen trabajo (sean estatales o
privados) que están en curso o se vienen: por el aumento de salarios y
jubilaciones mínimas, contra la rebaja de los salarios (que en los últimos
seis años cayeron 20%, y ya Machinea -y los gobernadores- anuncian,
oficialmente, un nuevo plan de rebajas) y los despidos, contra la legislación
laboral esclavista, por la efectivizacion de todos los trabajadores de cada
lugar de trabajo, contra la explotación del trabajo infantil...
Este
conjunto de medidas uniendo a los compañeros ocupados, desocupados, contratados o
terciarizados, en la perspectiva de la transformación social, y partiendo
de tomar en cuenta los reclamos que surgen de las propias luchas (aún los más
elementales, como los del "Plan Trabajar"), es la única posibilidad
de salir -por la positiva, hacia adelante- de
la degradación de nuestra condición laboral, en la perspectiva de una
verdadera superación de la explotación del trabajo, del trabajo por un
salario, mediante la revolución socialista.
Notas:
(1)
Robert Castel, "La metamorfosis de la cuestión social" (Paidos, pag.13).
(2)
Robert Castel, obra citada.