Al calor del Argentinazo
Reflexiones sobre las posiciones de Autodeterminación y Libertad
Luis Zamora "volvió a la política". Bajo este lugar común la prensa se ocupó de la reaparición a la actividad pública del conocido dirigente político de izquierda. Ocupó un lugar importante en algunos medios durante la campaña electoral y más aún cuando con Autodeterminación y Libertad obtuvo 140.000 votos en la Ciudad de Buenos Aires y entró como legislador a la Cámara de Diputados. Después del Argentinazo, su figura creció a medida que caían como muñecos las odiadas de los políticos burgueses.
En la Argentina de hoy, tironeada por la aguda crisis del modelo de país y la convulsión social, la polémica con las posiciones sustentadas por Autodeterminación y Libertad la hacemos como parte de la sana discusión entre trabajadores que buscan una salida, entre corrientes de izquierda que aportamos humildemente al debate instalado en nuestro país. ¿Qué hacer? ¿Qué perspectivas le damos a este país después de haber derribado en las calles a dos gobiernos constitucionales?
Nuestra participación y acercamiento en debates con Luis Zamora no es de hoy. En un texto crítico (Rodaballo N° 9 98/99) él proponía debatir la experiencia de los últimos años y la formación de un movimiento de izquierda que incluyera a todos los sectores políticos organizados e independientes. Nosotros fuimos parte de ese debate e incluso publicamos dicho texto. En ocasión de las distintas elecciones (la Ciudad de Buenos Aires en el año 1998, y las nacionales de 1999) fuimos parte de los compañeros que le plantearon que se postulara como el referente de la izquierda. Con el mismo planteo insistimos en las elecciones del 2001, en las que finalmente se presentó con un agrupamiento nuevo. En este texto sólo aspiramos a plantear algunos puntos de discusión con la plataforma de Autodeterminación y Libertad, sin considerarlo para nada un debate cerrado ni menos que menos creernos los "dueños de la verdad". Pero sí aportar la mayor claridad a una discusión de por sí difícil por los enormes desafíos que los revolucionarios tenemos por delante.
Reflexiones polémicas
En su periódico (De la Z a la A de enero de 2002) sintetizan en seis puntos lo que ellos consideran que no es un "programa cerrado", sino solamente "puntos de inicio" que pueden ser revisados, repensados y mejorados.
Opinamos, como los compañeros, que ningún programa serio hacia el movimiento de masas se construye para la eternidad ni tampoco (¡guay de los dogmáticos que en el mundo hemos sido!) es imposible de ser mejorado. Se crea y recrea en su intervención con él.
Pero, ¿cuáles son los puntos de arranque? Se define como antiimperialista, anticapitalista e internacionalista. A partir de esta coincidencia general, queremos debatir sobre los otros tres conceptos que están relacionados íntimamente en lo que nos parece es la "salida", el programa por la positiva. Estos son: horizontalidad, autodeterminación y nuevas formas de socialismo. Los tomamos de conjunto porque nos parece hacen a una cuestión global: cómo se articula desde la organización hacia el conjunto del movimiento de masas una salida de fondo (o no).
Citamos algunos párrafos. Sobre horizontalidad: "Promovemos un ámbito que adopte hoy, para su funcionamiento, mecanismos horizontales de acceso a los debates, a los elementos de información y a las decisiones. Esto se contrapone con la conformación de aparatos partidarios, estructuras jerárquicas o verticales, búsquedas de líderes, o dirigentes inamovibles. Nos parece que las mejores acciones y decisiones, el aprovechamiento de los errores, la mayor fortaleza saldrán del debate y las resoluciones adoptadas en forma horizontal. ... La experiencia del zapatismo, de los Sin Tierra y de numerosos movimientos sociales en el mundo y en Argentina aportan elementos para tomar en cuenta. ..."
Sobre autodeterminación: "... Pero, en realidad, lo que queremos señalar es lo que creemos es la mayor trampa: la de hacernos creer que necesitamos representantes. Toda la formación que recibimos apunta a que esperemos que la solución a nuestros problemas vendrá desde arriba. La espera del dirigente iluminado o salvador, o la búsqueda del honesto o, incluso, la actitud resignada de seleccionar al menos malo, generalizadas aún en la población, es la expresión de lo que describimos. De allí que lo que proponemos no es que la articulación, red o ámbito que construyamos se postule ante la población como los "verdaderos" representantes. Tampoco la de construir una organización, pretendiendo representar a los explotados y excluidos, se postule para dirigirlos. Por el contrario le proponemos que se autodetermine y se autoorganice. ...".
Con este bagaje, ¿hacia dónde vamos?
La lacra burocrática del estalinismo y la socialdemocracia bloqueó durante décadas la posibilidad de construir partidos sin centralismo burocrático o con excesivo centralismo. Desde la izquierda revolucionaria también "aportamos" nuestros errores sustituistas.
Festejamos con bombos y platillos la aspiración de construir un movimiento sin jefes ni "iluminados", que no se crea la "síntesis" de la experiencia y la necesidad real de los trabajadores. Desde el MAS la autodeterminación y autoorganización de los trabajadores es uno de nuestros puntos programáticos centrales, discutiendo con la CCC y la CTA e inclusive con la mayoría de las organizaciones de izquierda.
Pero creemos que justamente la horizontalidad y la falta absoluta de representación, tal como la plantean los compañeros, va en contra de la verdadera autodeterminación y de la democracia directa y de los trabajadores.
Contraponer un funcionamiento horizontal a uno verticalista burocrático es tirar con balines a un ejército que nos apunta con ametralladoras.
Las tendencias burocráticas se combaten con un funcionamiento democrático con reglas claras, no amorfas e inexistentes en cualquier funcionamiento social.
Toda acción masiva necesita organizarse para poder perdurar. Surgen nuevas organizaciones, distintas, funcionales a las necesidades de los que luchan. Las asambleas populares surgidas en nuestro país necesitan centralización y representación para poder trascender en su programa y en su experiencia. Cualquier asamblea de barrio "no existe" para un número importante de personas que se reúnen en la asamblea de asambleas si no tiene representantes. Esa "existencia" puede ser desvirtuada si es usurpado su contenido (en manos de la burocracia) pero adquiere una dimensión gigantesca si es transmitida por sus representantes porque vincula a explotados con explotados en un movimiento de interrelación de experiencias y de ideas.
La representación no es sólo indispensable para actuar en cualquier acción de la lucha de clases (asamblea, piquete, marcha) sino también para garantizar la democracia. La falta de genuina representación genera formas de caudillismo que entorpece la verdadera expresión de la mayoría.
Estas diferentes visiones sobre la verdadera democracia de las organizaciones de los trabajadores nos parece se nos hacen más nítidas cuando avanzamos hacia algunas preguntas: ¿para qué esta nueva organización?, ¿cómo llegamos al verdadero socialismo?, ¿cómo haremos para llegar a una sociedad igualitaria?
Por eso cuestionamos fórmulas aparentemente muy tentadoras y democráticas, pero que en realidad atacan la verdadera centralidad necesaria para que los trabajadores se emancipen.
Sobre las "nuevas formas de socialismo"
Los compañeros en uno de los párrafos lo explican así: "... . Es en este sentido que no nos proponemos representar a las víctimas, como tampoco la toma del poder del Estado, para que las mismas dirijan un nuevo Estado, no saliendo nunca del círculo "víctimas-victimarios". Sí proponemos la construcción de un nuevo poder o quizás mejor de un contrapoder que en cada situación cuestione el poder hegemónico de ese momento. ..."
Acá los compañeros, además de no referirse a la división de la sociedad en clases, de qué clase está en poder del Estado, consecuentes con ello, no nos hablan de la necesidad de tomar el poder para la clase obrera, de hacer una revolución que liquide el poder de los "victimarios". Nosotros opinamos que el "contrapoder" debe estar en manos de los trabajadores y el pueblo y no puede hacerse efectivo si no es tomando el poder del Estado.
El movimiento zapatista, mencionado en la declaración, es uno de los pregoneros de esta "ausencia de la toma del poder". Es elocuente porque justamente este movimiento masivo, multitudinario de uno de los sectores que más se han movilizado en el continente como son los indígenas mexicanos, termina en un cuello de botella al momento de sus definiciones estratégicas. Se ubica, con todo ese potencial revolucionario por detrás, en una concepción de oposición al modelo neoliberal sin tomar el poder, creando expectativas de que es posible humanizar al capitalismo. Su dirigente, el subcomandante Marcos, lo dice así: "(Refiriéndose al quehacer político) No es tomar el poder por las armas, pero tampoco por la vía electoral o por otra vía, putchista, etc." (declaraciones a Ignacio Ramonet, desde México). (1)
Con semejantes maestros, seguro que no hay que tomar el poder... dejémoselo a la burguesía.
Algunos "antis" que lucen progresivos en el documento
Un discurso antisectario se vuelve lo contrario a la hora de la descalificación de otros grupos o partidos que, aun con sus defectos, son parte de la vida, de la vanguardia que pelea, de gente de carne y hueso que con mucho esfuerzo llega a la conciencia revolucionaria. La primera condición para no ser sectarios es reconocer la existencia de quienes, aunque tengan políticas, tácticas y formas organizativas que no nos gusten, son parte de la realidad.
En relación con el tema de la negación de toda dirección también queremos decir algo. Partimos de que estamos totalmente de acuerdo en que ningún grupo se puede atribuir ninguna representatividad exclusiva ni dirigir para "copar".
El MAS analizó en el ‘89 que se abría una crisis de alternativa frente a la caída del "socialismo burocrático". Creemos que estamos todavía atravesando esta aguda situación. Por un lado, millones luchan se rebelan, y al mismo tiempo, no tienen una alternativa política estratégica.
Nos parece crucial la intervención de la izquierda revolucionaria en esta disyuntiva decisiva. ¿Por qué no orientarlo hacia una alternativa política revolucionaria antes que lleguen las "cataplasmas" del CTA y otras yerbas?
La UNTER de Río Negro está protagonizando un proceso de lucha provincial a partir de dirigir (¡horror!) el sindicato docente de la provincia. Tamaña movilización unitaria y radicalizada contra el gobierno no la hizo la CTA en más de 10 años de existencia.
La fábrica Brukman funciona bajo el control de su personal, sin patrones, por orientación de la dirección de sus trabajadores.
¿Merecen el infierno o ayudan al proceso de recomposición de los trabajadores ocupados?
Queremos enfatizar sobre una idea que recorre el documento, que son las "rabiosas anticertezas". Es muy honesto no tener certezas y decirlo públicamente. El MAS, por ejemplo, no tiene certezas de muchísimos problemas políticos y un largo etcétera. Por ejemplo, sobre cómo se articulará el movimiento de trabajadores ocupados y desocupados junto con las corrientes revolucionarias en la construcción de una alternativa social, cultural y política. Sobre cómo será el proceso de construcción socialista a partir de la toma del poder.
Pero otra cosa es hacer de la debilidad virtud. Si "no tenemos certezas sobre lo que queremos" -como pregona Autodeterminación y Libertad- esa cuestión tiene que ser su principal preocupación.
La conciencia del pueblo ha llegado a certezas muy concretas: "Que no quede ni uno solo", vocifera. Algunos sectores del movimiento de masas avanzaron más. La población de General Mosconi en Salta llegó a la conclusión de que puede hacer andar la provincia cortando el chorro de la salida de divisas de la misma y volcándolo a inversiones productivas.
El país es un debate intenso para alcanzar más certezas, no para seguir en la confusión. Busca información, escucha a otros trabajadores, a sus vecinos, a los partidos de izquierda. Es consciente de que necesita más certezas para poder liquidar este podrido sistema de partidos patronales y poder construir un futuro emancipador. Se desespera para tener esas certezas porque las necesita como el pan para sus hijos para sobrevivir y triunfar en este infierno capitalista.
Creemos que desde la izquierda revolucionaria podemos y debemos decir algo no por "iluminados" sino por ser parte de la acumulación de tradición y experiencia revolucionaria socialista. Somos parte de un proceso objetivo que tiene su "memoria". No se hundió ni con la represión sangrienta ni con la caída del Muro. Esa memoria vive y se agiganta en la lucha cotidiana. El 24 de marzo de este año decenas de miles homenajeamos a los desparecidos. No fue un recuerdo nostálgico. Tampoco lo es el homenaje a la Comuna de París, a la Revolución Rusa, a Sacco y Vanzetti. ¿Por qué no incorporar las certezas de esta memoria colectiva a los millones que despertaron a la vida política?
Desde los trabajadores y el pueblo hacia la revolución socialista
Por lo que señalamos anteriormente, nos parece que el principal debate con los compañeros es hacia la construcción, paciente y democrática, pero también categórica, de una estrategia de revolución socialista. Revolución que no será obra de "nadie" sino de los trabajadores mismos autodeterminados. Conscientes de su destino, de sus peligros, de las posibilidades de su triunfo. Sin esa profunda certeza se agigantan los monstruos patronales e imperialistas que bajo distintos ropajes y sotanas, se acercan al movimiento de masas para derrotarlo una vez más.
(1) SoB Nro. 6. "Zapatismo sin revolución", Ricardo Napurí.