Después de la masacre de Avellaneda
Tocata en fuga
Por Francisco Torres
La masacre del 26 fue el primer intento planificado por el gobierno y los poderosos del país para comenzar a desmontar el argentinazo e imponer un vuelco a la derecha de la situación. Este intento, al serclaramente derrotado por la movilización independiente de los trabajadores, dejó un gobierno más débil y en retirada, y puso sobre el tapete las contradicciones y dificultades de la clase dominante en aplicar sus planes económicos y políticos. Desde el lado de los trabajadores debemos superar las dificultades propias para avanzar en dar una respuesta unificada, en el terreno de las luchas y en el de las salidas políticas.
Y la sangre llegó al río... La putrefacta democracia de ricos y ladrones se cobró la vida de dos jóvenes luchadores: Darío Santillán y Maxi Kosteki (organizados en la Aníbal Verón). Sus nombres se suman a la lista de los 35 mártires de diciembre. Su lucha es la de los miles que no se resignan a vivir en un país así, en este mundo de abundancia para pocos y miserias inauditas para las grandes mayorías. Ellos son parte de los millones que no se resignan a soñar un mañana sin un futuro mejor y en primer lugar un futuro con trabajo genuino.
Una serie de factores llevaron al gobierno a intentar el zarpazo represivo la mañana del 26 de junio. Fríamente organizado y perpetrado desde los organismos del Estado, e impúdicamente alentado por Hadad, La Nación y otros voceros patronales.
El gobierno y la burguesía visualizaron un momento político donde las dificultades de la vanguardia y los trabajadores les impedían avanzar a un escalón superior de organización, dirección y programa. Dificultades expresadas, entre otras cosas, en que los grandes contingentes de los trabajadores ocupados no entraron en la pelea, atenazados entre el miedo al desempleo y el chaleco de las burocracias sindicales. Es tarea de la vanguardia masificar sus movimientos, confluir con los demás sectores en lucha y superar, también, la dificultad en articular una respuesta política común.
El sector más combativo del movimiento de desocupados estaba relativamente aislado por responsabilidades propias y ajenas. El sector mayoritario del movimiento de desocupados (CTA-CCC) acordó una tregua con el gobierno, a cambio de la integración al reparto de los planes asistenciales y se encargó de difundir la idea de piqueteros buenos y piqueteros malos, de pacíficos y violentos, en definitiva en defender al gobierno de Duhalde.
La insistencia al llamado al orden y la campaña mediática de hacer cumplir el "estado de derecho", venía de tiempo atrás. En los primeros días de junio el ministro de Defensa, el radical Jaunarena, junto con el jefe del Ejército propusieron cambiar las leyes para que las fuerzas armadas puedan intervenir en el conflicto social. El 17 de junio Duhalde decía "Los intentos de aislar la capital no pueden pasar más". El martes 25 el jefe de gabinete Atanasof (dicho sea de paso, de extracción sindical) declaró que "utilizaremos todos los mecanismos posibles para hacer cumplir la ley, para evitar que la capital quede aislada" . Y como si fuese poco, el jueves 27, con dos muertos en la calle, el diario La Nación escribía "lo sucedido no es más que producto de acciones delictivas que han superado todo límite" y que el gobierno "ha dejado llegar demasiado lejos a las organizaciones piqueteras".
Represión, mentiras y videos
Preparado el terreno politico... vinieron los hechos. Las fábulas repetidas infinitamente el miércoles de que los piqueteros rodearon a un grupo de policías son francamente increíbles. En la zona había varios helicópteros sobrevolando el lugar, fuerzas policiales y de la prefectura apostados sobre un puente que le da una visibilidad de kilómetros, y nadie vio una columna de por lo menos de mil personas desplazándose cuadras y cuadras por la avenida que desemboca a espaldas de los policías apostados en la subida del puente, y enfrentados a otra columna de miles. Evidentemente, estos escasos policías comandados por Franchiotti eran un señuelo para justificar la cacería. Los infiltrados policiales que causaron destrozos e incendiaban colectivos con molotov disfrazados de desocupados eran parte de la puesta en escena.
Los resultados son por todos conocidos: dos muertos, cientos de compañeros heridos, 20 con heridas de bala de plomo, cerca de doscientos detenidos, persecuciones hasta a 2 kilómetros de los hechos, el allanamiento a un local del Partido Comunista. Ningún policía herido, y hasta la fecha está prófugo el agente policial Leiva, identificado como el provocador incendiario.
A los medios "independientes" les tocaba dar crédito a la versión gubernamental–policial. Durante todo el miércoles y el jueves la patronal de la información pública mintió, y fue parte de la campaña política del gobierno, fiel a sus intereses de clase. "La crisis causó 2 nuevas muertes", titulaba Clarín el 27; "No se sabe aún quiénes dispararon contra los piqueteros", afirmaba con letras más chicas en la misma tapa. La Nación fue un poco más allá y en un primer título de tapa ni siquiera aclara de qué lado fueron los caídos. "Dos muertos al enfrentarse piqueteros con la policía". Más abajo empieza a dejar clara su opinión: "Grupos de izquierda destrozaron negocios y quemaron autos y colectivos". Y en otra nota en la misma tapa, le da crédito al gobierno: "El gobierno asegura que fueron infiltrados. Bajo sospecha dos grupos piqueteros". A pesar de que los trabajadores que cubrieron los hechos llegaban a sus lugares de trabajo con la evidencia en sus ojos, en sus cámaras y en su piel, los dueños de la información guardaron bajo llaves durante 36 horas las evidencias de los asesinatos, hasta que la suerte del zarpazo represivo estuvo echada.
El "piquetero" D’ Elía (FTV- CTA) difundía la versión del complot menemista: "La muerte de los dos compañeros piqueteros es funcional a Menem. Esto no hace más que debilitar al ya débil gobierno de Duhalde. Esto significa generar el caos para justificar represión". Es decir que el gobierno es víctima de un complot y no responsable del asesinato a mansalva. D’ Elía, fiel a su acuerdo con el gobierno, lo defiende hasta el final: lavarle las manos manchadas de sangre.
El tiro por la culata
El miércoles por la noche hubo marchas menores. Los organizadores del corte -Bloque Piquetero Nacional, Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, la Coordinadora de Trabajadores desocupados Aníbal Verón y Barrios de Pie-, junto a organizaciones de izquierda y de derechos humanos convocan para el día siguiente a una marcha unitaria contra la represión. La FTV-CCC no convocaron, a último momento un sector, ATE Capital, decidió asistir. La marcha, con más de 15.000 personas y una nutrida participación de las asambleas populares, hizo responsable al único responsable: el gobierno de Duhalde. A partir de allí la balanza se comenzó a dar vuelta rápidamente.
Las evidencias fotográficas y fílmicas fueron publicadas y el repudio a la represión y al gobierno ganó las calles del país. El miércoles 3, en el marco de un paro convocado por la CTA, se organiza a una movilización unitaria donde más de 30.000 personas hacen sentir su repudio y su sentir, "que se vayan todos". El 9 de julio, una multitud confluye en la Plaza de Mayo: Asamblea populares, la mayoría de los sectores de desocupados salvo la FTV-CCC, los partidos de izquierda y otras fuerzas, en una jornada que tuvo un neto corte antiimperialista, antigubernamental y contra la represión.
La suerte del primer intento represivo estaba echada. Los trabajadores y el pueblo le infligieron una derrota al gobierno dejándolo más débil, y poniendo en primer lugar del actual momento político las contradicciones y dificultades de la clase dominante para intentar recomponer su legitimidad, y continuar el ajuste. El efecto inmediato es que por ahora, y sólo por ahora, Duhalde se va 6 meses antes.
El régimen en su laberinto.
Es evidente que la convocatoria a elecciones, fracasado el intento represivo, es una forma de organizar una "retirada en orden" y un intento de desviar las luchas. Una "retirada" preventiva para que no estalle definitivamente el PJ, y en ese sentido también un intento continuista del conjunto del peronismo.
El proyecto de elecciones a presidente y vice choca con el legítimo sentimiento de "que se vayan todos", cuestión que se agudizará en el curso de nueve meses que prometen ser críticos. La continuidad de los mandatos no sólo ha motivado el repudio generalizado de la población sino que tampoco ha logrado apoyo unánime en el peronismo y otras corrientes burguesas. A éstas tampoco le será fácil lograr la caducidad de todos los mandatos para hacer más digerible la salida electoral.
La tan anunciada candidatura de Reutemann se quedó sin nafta. Las contradicciones en la interna peronista hicieron que el Lole no esté en carrera. Con su postulación se intentó de alguna manera armar una candidatura de unidad burguesa, que pudiese tener el apoyo de toda la burguesía y de EE.UU., o por lo menos de los principales sectores, y que al mismo tiempo pudiera lograr un porcentaje importante de voto popular.
Para colmo, la frenética campaña de Menem polariza más la situación. El sábado 13, al iniciar su campaña en el Gran Buenos Aires de la mano del represor Luis Patti, provocó a los millones que quieren que se vayan todos, tratándolos de golpistas.
El plan político y económico del gobierno carece de la menor solidez. Es un plan de crisis, en el marco de un proceso revolucionario que sigue abierto, y producto de una derrota coyuntural de los sectores patronales.
Por un movimiento político social de los trabajadores
La derrota que sufrió el gobierno lo hizo cambiar los tiempos del plan electoral, pero, con todas las dificultades del caso, seguirá intentando avanzar en la aplicación de los planes del FMI y la gran patronal. El lunes 22 llega a Buenos Aires una comisión, integrada por ex jefes de bancos centrales europeos, que dictará la forma de reestructurar el sistema financiero dejando en la calle a más de 50.000 bancarios. El FMI exige una serie de medidas adicionales: que se reduzca ya el déficit en las provincias y terminar de expropiar los ahorros de millones de trabajadores y pequeños comerciantes. Es decir que en los próximos meses seguirá el ataque a los trabajadores y el pueblo.
Todos los días algún sector de los trabajadores y el pueblo sale a la lucha contra los despidos o el cierre de la fuente de trabajo, porque no le entregaron los planes jefa o jefe, contra el reparto clientelar de la ayuda alimentaria. Los jóvenes secundarios se movilizan por el boleto estudiantil. En estos momentos los mineros de Río Turbio están una dura batalla (ver nota aparte en esta misma edición). Los compañeros de Brukman, Zanón y otras fábricas ocupadas por sus trabajadores pelan por seguir produciendo y mantener el trabajo. Todos los días alguna asamblea popular organiza una olla popular, o toma un espacio publico para el uso de su barrio, todos los días centenares de pequeñas luchas y acciones se multiplican por el país. Todas y cada una de estas luchas y las organizaciones que la llevan adelante deben masificarse, echar profundas raíces en su barrio, en su lugar de trabajo y pelear por confluir con las demás experiencias. Esto es imprescindible, pero no alcanza: todos los luchadores deben presentarle al conjunto de los trabajadores una salida global, una propuesta política, porque sector por sector no hay solución a los tremendos problemas de los trabajadores.
Millones se preguntan cómo salir de esta crisis. Desde las distintas experiencias de los trabajadores desocupados, las asambleas populares y los sectores de ocupados han surgido propuestas que van más allá de lo sectorial. Propuestas que tienen muchos elementos en común, por ejemplo dejar de pagar la deuda externa, renacionalizar las empresas privatizadas bajo control de sus trabajadores, renacionalizar las AFJP, el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, etc. Es hora de que los luchadores construyan una herramienta política común, que nos contenga a todos, que sea plenamente democrática y que en su interior cada uno pueda seguir desarrollando su experiencia. Construir un gran movimiento político social de los trabajadores para decirle al conjunto de la sociedad que hay otro camino del que nos han llevado y nos seguirán llevando los partidos patronales. Llamamos a todas las organizaciones de izquierda a poner su activo militante para ayudar a esta tarea clave para una progresión revolucionaria del argentinazo.
Recuadro 1
El desvío electoral
A partir del argentinazo, millones gritan "que se vayan todos". Sin embargo, sólo se fueron 2 presidentes y una decena de ministros, corridos por la movilización popular, del resto ni hablar. Desde diciembre esta democracia de ricos ha cambiado para peor, se ha vuelta cada vez más "anormal", más antidemocrática. Ya en enero, con Duhalde, se le recortó su derecho a elegir presidente. Ahora, con las elecciones previstas para marzo del 2003, se recorta el derecho a elegir los demás cargos, en el fondo a la gente se le está negando hasta el derecho democrático de elegir, y se le impone artificialmente la continuidad de todos los cargos ejecutivos y legislativos desde el vicepresidente para abajo.
Desde nuestra perspectiva, la auténtica democracia es la democracia de los trabajadores, una democracia desde abajo, donde los trabajadores por intermedio de sus representantes elegidos directamente en sus organizaciones democráticas puedan ser revocados en cualquier momento. Donde realmente los trabajadores elijan y decidan sobre todas las cuestiones. Que no exista más la división entre los que ejecutan y los que legislan. Donde un funcionario gane igual que un sueldo promedio. Las asambleas populares, los movimientos de desocupados y las experiencias de lucha y control obrero que están haciendo sectores ocupados prefiguran esa posibilidad en la medida en que toman en sus manos sus problemas, se autodeterminan, se autoorganizan democráticamente, y sobre todo en la medida en que se extiendan y se masifiquen.
Esa es nuestra perspectiva y con ese norte batallamos, pero de ningún modo se puede permitir que se recorte aún más el elemental derecho de elegir, aunque sea dentro de esta democracia de ricos.
Urnas y engaño
Ese cajón de pequeñas dimensiones, con una pequeña abertura lateral, fajado por todos sus costados, que aparece de vez en cuando en las escuelas, mas allá de su apariencia inofensiva es en realidad una institución muy engañosa. Por más que millones de papelitos entren o no por esa caja y digan lo que digan no se logrará "que se vayan todos". Muy por el contrario, vendrán otras caras para hacer más de lo mismo. La burguesía ha comenzado a desempolvar rápidamente las urnas, porque necesita recomponer su legitimidad para poder seguir aplicando los dictados del FMI. Tiene a su favor la falta de una alternativa propia y desde abajo de los trabajadores; las grandes mayorías no ven la posibilidad de construir una democracia de los trabajadores y un gobierno propio. Es por esto que aún pesa la ilusión de que el pueblo gobierna a través de sus representantes elegidos por el voto de todos, a pesar del gran descreimiento en las actuales instituciones, y los viejos políticos.
En esta democracia de ricos y ladrones, en este "estado de derecho", el voto -se vote a quien se vote- es un mecanismo especialmente diseñado para engañar. Al votar, lo que se hace no es más que elegir al elenco de representantes de los explotadores que van a gobernar, para sus intereses y más en concreto para los intereses de los capitalistas y tenedores de los bonos de la deuda argentina. El voto elige pero nunca decide sobre las políticas concretas a llevar a cabo. Las elecciones son un buen medio para frenar y desviar las luchas de los trabajadores y sobre todo para desmoralizarlos y hacerlos responsables de la situación: "No se queje: usted lo votó; la próxima vez aprenda a votar". Es un mecanismo de engaño que le da a la burguesía o algún sector de ella, el "consenso" y la "legitimidad" que le otorga el hecho que el gobierno ha sido elegido por la "voluntad del pueblo".