Argentinazo: política, estrategia y teoría
El debate está abierto
El proceso político argentino -de antes y después de diciembre del 2001- ha convertido a este país en un enorme laboratorio de experiencias, teorías y estrategias referidas a la lucha de clases. A simple vista se destacan varios procesos de lucha y organización de franjas explotadas, junto con el desarrollo de una amplia y rica experiencia política. La suma y combinación de estos procesos provee la materia prima con la que se forma el ensayo general de cómo puede desarrollarse una "revolución" en las condiciones de principios del siglo XXI. El ponerle fecha no responde a una manía cronológica sino para dar el contexto y situar su importancia: el proceso revolucionario de tipo general que se abrió en diciembre, es uno de los primeros ensayos revolucionarios después de los traumas pos muro de Berlín. También sus limitaciones se relacionan con ello, en lo que se refiere a la inexistencia de una sociedad alternativa a la capitalista. Sin embargo, esto, pese a ser un muy importante obstáculo, puede ser atravesado a partir de las experiencias de recomposición que lleven a cabo las clases populares. Porque es evidente que la caída del estalinismo está actuando como liberador de fuerzas, de energías de autodeterminación, de posibilidades y responsabilidades para el socialismo revolucionario. En fin, de desbloqueo potencial de la auténtica perspectiva socialista.
Por supuesto que la ausencia de experiencias de lucha vuelve vacía cualquier teorización sobre un cambio radical de la sociedad capitalista. Como decía Karl Korsch, "sin movimiento revolucionario no hay teoría revolucionaria". El argentinazo nos da el privilegio opuesto: en presencia de una enorme cantidad de experiencias de autodeterminación que llevan adelante los explotados y oprimidos, estamos obligados a dar cuenta de ellas, a teorizar.
Una característica decisiva de este proceso es el hecho que las masas populares urbanas son el componente central; lo cual lo conecta con ciertas experiencias revolucionarias que podemos llamar "clásicas".
Un mérito que tuvieron siempre las corrientes socialistas revolucionarias ha sido querer aprender y sacar conclusiones de los procesos revolucionarios. Marx y Engels lo hicieron con la insurrección obrera parisina en 1848 y con la Comuna de 1871. Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburg escribieron varios de sus mejores trabajos alrededor de la revoluciones rusas de 1905 y 1917. Lo mismo ocurrió con la revolución española de 1936 en el caso del propio Korsch, de Trotsky, etc.
Es como parte de esta tradición que en el actual momento del argentinazo –menos urgidos por las necesidades inmediatas de la lucha- hemos intentado dedicar parte de esta edición a la reflexión sobre algunos de los problemas estratégicos presentes en el proceso actual. Creemos que parte de esto es el necesario debate entre las corrientes de la izquierda (sobre todo, las revolucionarias) acerca de las lecciones que va dejando el proceso y, sobre todo, de las tareas que enfrentamos para intentar ayudarlo a que avance hacia un escalón superior. Esto requiere de la discusión y la polémica entre las diversas corrientes, y este objetivo buscan los artículos que aquí editamos.
Al mismo tiempo, este número no se reduce a esto: hemos dado gran importancia al análisis de la situación internacional y del imperialismo yanqui, así como también al planteo del necesario apoyo y desarrollo de una campaña mundial contra la agresión a Irak. Tal como reza el título del artículo de referencia, esta pelea es hoy la batalla mundial más importante: derrotar los cantos de guerra de Bush.