La batalla mundial más importante: derrotar la guerra de Bush
Sangre y petróleo
Por Roberto Ramírez
Las guerras suelen ser un buen negocio para los capitalistas, pero la "guerra contra el terrorismo" promete serlo en grado superlativo. Con la invasión de Afganistán y el asentamiento de bases militares en varias republiquetas de la ex URSS en Asia Central, EE.UU. hizo pie en una región importante desde el punto de vista de sus reservas de gas y petróleo, y también estratégica para su transporte hacia los mercados del Pacífico.
Sin embargo esas son "moneditas" en comparación a lo que está en juego con el dominio de Irak. Se trata, según informa Le Monde, de "112.000 millones de barriles de reservas probadas; 11% de las reservas mundiales, la segunda del mundo después de Arabia Saudita. A eso se agregaría según los especialistas 220.000 millones de barriles de reservas probables y quizás más, porque su territorio está relativamente inexplorado debido a los años de guerra...
"Explotar el oro negro irakí es un objetivo que persiguen los petroleros del mundo desde hace tiempo. El nuevo El Dorado de Asia Central no cambia esto, por una razón muy simple: «el costo de producción de un barril en el Mar Caspio oscila entre 7 y 8 dólares. El crudo irakí brota por apenas 70 centavos», explica un experto."[1]
El "grave peligro" que representaría Irak —un país subdesarrollado de 23 millones habitantes— para la seguridad de EE.UU. —superpotencia nuclear, cuyo presupuesto militar iguala al de los siguientes 20 países juntos—, ha sido casualmente descubierto por un gobierno constituido por petroleros de Texas. Varios de ellos, comenzando por Bush y el vicepresidente Dick Cheney, hacían suculentos negocios en Irak, interrumpidos por la guerra del Golfo.[2] Infinidad de publicaciones, incluso de derecha como The Economist, se han cansado de señalar esta sugestiva coincidencia.
Sin embargo sería una simplificación reducir los motivos de la política del imperialismo yanqui a los intereses particulares de la "petrarquía" que hoy maneja su administración. Están en juego intereses generales de la burguesía imperialista norteamericana, que además se encuadran en una política energética delineada desde hace tiempo.
Leyendo, por ejemplo, las actas de las audiencias de las comisiones del Congreso de EE.UU., se puede ver cómo —mucho antes de invadir Afganistán y ahora intentarlo con Irak— se había decidido "seguir una estrategia agresiva con todos los gobiernos regionales" (de Asia central y el Golfo), con el objetivo de "diversificar y no concentrar los suministros mundiales de energía" y enfrentar la "superdependencia del Golfo Pérsico".[3]
Esa política enfrenta varios problemas y dos "horizontes de crisis". Esquematizando, se pueden definir dos problemas principales:
1) Los mencionados "gobiernos regionales", a los que es necesario disciplinar, con una "estrategia agresiva", ya que lamentablemente se trata de zonas consideradas "inestables" y que pueden deparar sorpresas desagradables en cuanto al suministro de petróleo. Ni siquiera la monarquía de Arabia Saudita, al servicio de EE.UU. desde su instauración en la década del 20, es juzgada hoy confiable y segura. La invasión a Afganistán y el rosario de bases militares desde el Golfo Pérsico hasta las republiquetas de Asia Central son parte de esta cadena de seguridad para garantizar a EE.UU. el suministro de energía. Pero a ella le faltan dos eslabones fundamentales: Irak e Irán.
2) La competencia de Europa occidental y Rusia es otro incordio. En relación a Irak, EE.UU. estima que varios de sus amigos europeos se comportado de manera desleal. Mientras el bloqueo a Irak cerraba las puertas a las petroleras de EE.UU. y Gran Bretaña, otros países aprovecharon la oportunidad.
"Trescientas compañías rusas —se queja The New York Times— están haciendo ahora negocios con Irak... Las compañías rusas controlan el 40% de los derechos de venta del petróleo irakí en el mercado mundial... Pero el gran premio son los campos petrolíferos de Irak... el gobierno le ha ofrecido a las compañías rusas derechos de explotación de algunos de sus más ricos yacimientos..."[4]
Aun más comprometida está Francia, con las compañías Total-Fina-Elf. Con la Total se han negociado los derechos de explotación "del yacimiento más importante de Irak, Majnon, entre 10.000 y 30.000 millones de barriles... A Elf le toca uno más modesto, el de Bin Umar".[5] Otras compañías europeas, entre ellas Repsol-YPF, se han lanzado también sobre los huesos sobrantes...
Además, Francia y Rusia le han dado amplios créditos a Hussein, respectivamente 9.000 y 20.000 millones de dólares.
Si EE.UU. invade y ocupa Irak, y se instala una administración militar y/o un gobierno títere, esas deudas y las concesiones otorgadas por Saddam corren el riesgo de ser desconocidas. Ahmad Chalabi, el vende-patria que encabeza el "Comité Nacional de Irak" y que se postula para presidir un gobierno títere, ha prometido que "las compañías norteamericanas tendrán un gran trago de petróleo irakí", y que va a revisar las concesiones a otros países.[6]
Los forcejeos de Francia y Rusia con EE.UU., y su insistencia en que todo pase por la ONU (donde ellos tienen derecho de veto), tiene que ver con esa disputa entre bandoleros. No defienden al pueblo de Irak ni su independencia nacional, sino los intereses de sus petroleras. No rechazan la agresión imperialista, sino que se canalice por la ONU, donde es imprescindible acordar con ellos. Es que, bajo la mesa, tanto Putin como Giscard están negociando su porción en el reparto del botín...
Dos crisis en el horizonte
Estos problemas se dan en un horizonte donde se divisan dos crisis, que tienen distintos tiempos: el agotamiento de las reservas de Occidente y/o extra-OPEC y el agotamiento de las reservas mundiales.
La primera y más cercana crisis, significa que la dependencia de EE.UU. (y asimismo de Europa y Japón) respecto al petróleo importado del Cercano Oriente y/o de los Estados adheridos a la Organización de Países Exportadores de Petróleo-OPEC) va a aumentar considerablemente.[7]
El imperialismo yanqui es un derrochador disparatado de petróleo y energía. ¡Cada estadounidense consume 2,5 veces más crudo que, por ejemplo, un británico![8] "La dependencia de los principales países consumidores —dice Nicolas Sarkis, director de la revista Le Pétrole et le Gaz arabes—, principalmente del petróleo proveniente del Cercano Oriente, irá en crecimiento. Entre 1997 y 2020, esa dependencia pasará del 44% al 58% para EE.UU., del 52,5% al 79% para Europa y del 88,8% al 92,4% para la región del Pacífico."[9]
Con la ocupación de Irak y el proyecto de convertir a ese país en su colonia petrolera, EE.UU. quiere hacer una carambola a tres bandas: garantizar su provisión de petróleo importado en lo que va a del siglo, dar jaque mate a Arabia Saudita y la OPEC en las controversias de precios (hay que recordar que una de las consignas de Bin Laden es elevarlo de 25 dólares el barril a 114) y, por último, ganar una ventaja decisiva sobre sus competidores imperialistas de Europa y Japón.
Pero además EE.UU. se está atrincherando en previsión de otra crisis más lejana en el tiempo pero que podría ser mundialmente catastrófica. Se trata de la perspectiva de la declinación de la producción mundial de petróleo por agotamiento de las reservas, sin que la economía capitalista haya desarrollado una alternativa energética viable.
Se está desarrollando un gran debate entre geólogos y expertos en energía acerca de las perspectivas de las reservas, la producción y el consumo. Hay un sector que afirma que el comienzo de la declinación en la producción está más cerca de lo que estiman los informes —posiblemente interesados— de los organismos oficiales y de las petroleras ligados a ellos. Algunos estiman que en diez o quince años se alcanzará la cumbre de la producción y a partir de allí comenzará el descenso.
No tenemos elementos para hacer nuestro propio juicio, aunque lo indudable es que el petróleo es un recurso no renovable, y que tarde o temprano se irá agotando. Pero lo grave no es eso, sino que el capitalismo no está dando muchas señales de desarrollar alternativas energéticas viables.
El imperialismo yanqui es quien más se encadena a la dependencia del petróleo. Europa hace algunos esfuerzos de desarrollos alternativos, pero en una escala aun insuficiente.
"El impulso hacia fuentes renovables de energía está parado... estamos igual que hace diez años... —señalaba un experto en The New York Times— Las fuentes renovables de energía (sin incluir la energía hidroeléctrica) apenas si proveen el 1% de la energía mundial... Los combustibles fósiles proveen el 85%... «Incluso si hubiese un rápido desarrollo de los renovables, lo más probable es que para el 2020 estos no provean más de 5 al 10% de la energía mundial», dice John Mogford, vicepresidente del departamento de energías alternativas de British Petroleum."[10]
Las razones de esto, como lo reconoce la mayoría de los expertos, no tiene que ver con imposibilidades técnicas sino con el criterio de ganancia que impera en el capitalismo. Es más "rentable" agotar el petróleo (y al mismo tiempo acentuar la catástrofe ecológica del calentamiento global) que desarrollar energías alternativas como la eólica, la solar o la del hidrógeno.
Pero al hacer esto, el capitalismo no sólo profundiza el desastre ecológico, sino que pone las bases para otra catástrofe paralela: el agotamiento del petróleo antes de haber desarrollado alternativas eficaces.
1.- Le pétrole, l’autre enjeu du conflict, Le Monde, 19/09/02.
2.- La familia Bush y Cheney eran accionistas de Halliburton Oil, empresa que además intervino en las ventas de armas a Saddam Hussein cuando era un "good boy", que sólo mataba iraníes, kurdos, chiítas e izquierdistas. Datos en Elton E. Boles, Helping Irak kill with chemical weapons, Counterpunch, 10/10/02.
3.- House of Representatives, Subcommittee on Asia, Hearing On US Interests In The Central Asian Republics, 12/02/98.
4.- Sabrina Tavernise, Oil prize ties Russia to Irak, The New York Times, 16/10/02.
5.- Le pétrole..., cit.
6.- Julian Borger, US occupation plan, The Guardian, 12/10/02.
7.- La OPEC está constituida por Argelia, Indonesia, Irán, Irak, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar, Emiratos, Arabia Saudita y Venezuela.
8.- Randeep Ramesh, Blood and Oil, The Guardian, 17/10/02.
9.- Nicolas Sarkis, Barils de pétrole et barils de poudre au Proche-Orient, Le Monde Diplomatique - Juin 2002.
10.- Neela Banerjee, Drive for Renewable Energy Stuck in Neutral, The New York Times, 20/08/02.