Derrotemos la guerra imperialista

"No blood for oil"

Socialismo o Barbarie, revista, marzo 2003

 

"Porque si la próxima centuria, realmente va a ser una "Centuria Americana", no va a haber más centurias humanas" ("Socialismo o barbarie". Istvan Meszaros).

 

"No más sangre por petróleo" reza la consigna más cantada en todo el mundo. Cuando esta revista llegue a sus manos, seguramente el gobierno yanqui estará descargado su furia asesina sobre Irak y millones estaremos movilizándonos.

Porque independientemente que los objetivos de la guerra vayan mucho más allá de la cuestión del petróleo, la consigna que titula este editorial sintetiza bien el sentimiento predominante en las calles del mundo desde las multitudinarias movilizaciones del 15 de febrero. Millones perciben que Estados Unidos está yendo a la guerra por sus sucios intereses de potencia imperialista. Intereses que están completamente de espaldas y en contra de las necesidades elementales de los trabajadores y los pueblos. No se quiere derramar una sola gota de sangre más por ellos: por los imperialistas, por los capitalistas, por los privilegiados del mundo. Por los que crecientemente llevan a la humanidad explotada y oprimida a la barbarie.

Por esto, derrotar esta guerra, es la principal tarea de los trabajadores y el pueblo en todo el mundo y en cada país. Es de "vida o muerte". A partir de ahí se ordena todo.

 

Pateando el tablero

 

"Nuestras fuerzas deben ser lo suficientemente poderosas para disuadir adversarios potenciales que persigan un crecimiento militar en la expectativa de superar o alcanzar el poder de Estados Unidos". Esto esta escrito en el texto de la "nueva estrategia" del Imperialismo yanqui. Expresa el intento de reafirmarse en una contraofensiva frente al creciente deterioro y perdida de legitimidad de la orientación capitalista neoliberal, hecha a la medida de los Estados Unidos. Lo mismo que la búsqueda de valerse de la actual hegemonía en el terreno militar para lograr ganancias sobre el resto de los imperialismos y de los pueblos en todos los demás terrenos: el económico, el social y el político.

"El que no está conmigo, está en contra mío": esta es la lógica política mundial que Bush instaló luego de los atentados de las torres. Pero al perseguir sus "intereses nacionales" en forma tan estrecha y exclusivista –buscando asegurarse una ventaja estratégica en la reafirmación de su hegemonía– se está transformando en la principal fuente de desestabilización del sistema mundial de Estados.

El imperialismo norteamericano enfrenta el cuestionamiento y la oposición de varias de las potencias imperialistas a su ataque a Irak. Aunque se trate de países que en los últimos 50 años –más allá de algún chispazo esporádico– son parte del "frente único imperialista" que viene dominando el mundo, todo eso es secundario para el gobierno norteamericano. Necesita crear las condiciones para una "nueva centuria americana" que evite las tendencias a su declinación histórica, esto es lo que está primando.

Esto se debe concretar como sea: mediante el "consenso" ínterimperialista; o, más bien, produciendo la inédita desestabilización política internacional que estamos presenciando. No importa si por el camino queda resquebrajado el "status quo" imperialista imperante hasta nuestros días. Esto es, el conjunto de instituciones y reglas de procedimiento que han marcado el "orden mundial", "el sistema mundial de Estados" en los últimos 50 años. Léase esa cueva de bandidos que es la ONU y su Consejo de Seguridad. Léase la OTAN. No importa si Estados Unidos queda así gravemente sospechado de no tener en cuenta los intereses generales del conjunto de las potencias imperialistas sino solamente los suyos..

El choque entre la orientación de los Estados Unidos y la respuesta de un multitudinario movimiento mundial contra la guerra sumada a la divergencia de intereses que estamos señalando, ha abierto una seria crisis dentro del "campo imperialista", crisis que muestra que el imperialismo yanqui es poderoso...pero no todopoderoso. Es un hecho inédito y de enorme importancia, revelador de elementos de descomposición en el sistema político internacional y que sólo ahora se han expresado alrededor de una inédita crisis diplomática mundial.

En este marco se enfrentan –en cierto modo– dos orientaciones "distintas", aunque igualmente enemigas de los trabajadores: la del imperialismo yanqui (junto con Inglaterra, España e Italia) de imponer a sangre y fuego sus objetivos hegemonistas sobre todo el mundo. Y la del imperialismo Europeo (Francia, Alemania, Rusia y también China), que defiende en el fondo los mismos intereses generales capitalistas- imperialistas, pero que quiere valerse de la legitimidad que brindan las instituciones de la supuesta "comunidad internacional" para hacer pesar sus intereses particulares frente al inmenso poderío militar norteamericano y frente a las propias masas. No son esas instituciones ("de cartón pintado") ni estos países los que pueden derrotar a Bush.

 

Multiplicar la lucha para derrotar a Bush

 

"(...) nuestra tarea primera y principal es clarificar ante las masas populares la naturaleza del militarismo y señalar con toda claridad las diferencias principistas entre la posición socialdemócrata y la de los pacifistas burgueses. ¿En que consiste esta diferencia? No solamente en que los pacifistas burgueses confían en la influencia de las grandes palabras, mientras que nosotros no dependemos únicamente de las palabras. Nuestros respectivos puntos de partida se oponen diametralmente: los amigos burgueses de la paz creen que la paz mundial y el desarme pueden realizarse en el marco del orden social imperante, mientras que nosotros (...) estamos convencidos que el militarismo desaparecerá del mundo únicamente con la destrucción del Estado de clase capitalista" ("Utopías pacifistas", Rosa Luxemburgo).

 

"Hay un nuevo poder en las calles. La fractura de la alianza occidental en relación a Irak y las gigantescas movilizaciones alrededor del mundo, nos hacen recordar que en el planeta hay dos superpoderes. Los Estados Unidos y la opinión publica mundial. En su campaña por desarmar a Irak mediante la guerra si fuese necesario, el presidente Bush aparece frente a frente ante un nuevo y tenaz adversario: millones de personas desbordaron las calles de Nueva York y docenas de millones en otras ciudades del mundo para decir que están contra la guerra" ("A new power in the streets", NYT, 17/02/03).

Así analizaba New York Times la irrupción del movimiento mundial de masas contra la guerra. Porque la decisión de ir a la guerra contra Irak cueste lo que cueste ha desatado una respuesta de masas sin precedentes. Como dice el principal diario norteamericano, frente a la guerra se están enfrentando dos superpotencias: Estados Unidos y las masas del mundo, que se están movilizado por millones contra la guerra.

Todo lo anterior muestra que el imperialismo yanqui va a está nueva guerra en las peores condiciones políticas que se tenga memoria. En las dos guerras mundiales del siglo XX Estados Unidos se presento como defendiendo los valores de la "democracia". A lo largo de las intervenciones de los ’90, se utilizo el argumento "humanitario". Hoy, políticamente, no hay argumento que valga frente a la sospecha generalizada de que va a la guerra por sus propios y mezquinos intereses. La consideración de los Estados Unidos por parte del mundo, esta en el peor nivel de su historia.

Tiene a su favor, abrumadoramente, las condiciones técnico-militares. Pero no hay que olvidar –como les gusta hacer a los reformistas– que la lucha de clases esta por encima de cualquier aparato o "razón técnica". Esto quiere decir que –en un sentido– todo depende del factor "tiempo". En que medida Bush logre liquidar rápidamente el "pleito" y en que medida no. Si no lo liquida rápidamente, puede dar lugar al desarrollo del movimiento contra la guerra que desde el mismo comienzo de la agresión, se va a polarizar, se va a encarnizar, se va a masificar más y más. Y si el tiempo juega contra Bush, directamente puede hacer caer, en pocos días, al gobierno de Blair y el de los otros socios menores europeos. Estos están con pánico frente a esta posibilidad.

Al mismo tiempo, no habrá que dejarse "impresionar" si las cosas siguen un curso diferente al señalado arriba. Porque incluso "ganando" la contienda militar –necesariamente a costa de una masacre– lo hará socavando las legitimidades y los consensos con el resto del imperialismo y frente a los ojos del mundo. Así, el triunfo podría tener elementos pírricos (1) al dejar planteado como consecuencia, una persistente e inédita crisis y división en el campo imperialista y un debilitamiento de sus instituciones de dominio mundiales.

Sin embargo, esto se verá. Lo que nos interesa dejar sentado acá es que la desastrosas condiciones políticas en las que Bush va a la guerra abren la posibilidad de que sea derrotado. Hay que multiplicar y endurecer la movilización. Si Bush, Blair, Aznar y Berlusconi lanzan la guerra, hay que salir a acciones masivas, más duras y contundentes: cortes de calles, ocupaciones de facultades y fábricas, bloqueos y boicots activos a edificios, instituciones y símbolos del poder imperialista, etc. Una resistencia civil activa, que supere los limites del "pacifismo" y de lugar a medidas de lucha de los trabajadores, llegando incluso a huelgas generales, donde la clase trabajadora aparezca al frente de la lucha del pueblo todo. Porque si el imperialismo redobla la apuesta descargando su barbarie asesina, los trabajadores, los jóvenes y los sectores populares estamos obligados a redoblar la apuesta de nuestra lucha contra el imperialismo encarando acciones cada vez más duras y contundentes que derroten su maquinaria asesina.

¡A las calles en cuanto caiga el primer misil!

¡Movilizaciones de masas, cortes de ruta, ocupaciones de fabricas y facultades que paralice los países involucrados!

¡Derrotemos la guerra de Bush!

¡Socialismo o barbarie!

 

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