“Una
radicalización desigual, pero muy importante...”
Los
nuevos movimientos en Estados Unidos
Susan
Weissman es miembro de la redacción de la revista Against The Current (Contra
la Corriente) de EE.UU. y también forma parte del consejo editorial de Critique,
a Journal of Socialist Theory (Crítica, Revista de Teoría Socialista)
de Gran Bretaña. En Los Angeles, California dirige todas las semanas Beneath
the Surface (Debajo de la Superficie), un programa radial de crítica
social y política. Además de los temas políticos y sociales de EE.UU., Susan
Weissman ha estudiado y escrito obras sobre la historia de la ex URSS y la
oposición de izquierda.
SW:
Yo diría que lo de Seattle marcó una nueva etapa, aunque estos movimientos están
surgiendo desde hace unos tres años. En alguna medida, recuerda a los años 60.
Esta movilización está creando nuevas alianzas en el movimiento de izquierda,
al mismo tiempo que está dejando a un lado a los pequeños partidos políticos
tradicionales como los comunistas y el trotskismo. Esos grupos más bien están
siguiendo al movimiento, no dirigiéndolo; quieren insertarse en él. Pero este
movimiento está surgiendo orgánicamente del movimiento estudiantil y del
movimiento sindical. Se trata de una radicalización desigual, pero muy
importante.
Creo
que la situación comenzó a cambiar cuando John Sweeney fue elegido dirigente
del AFL-CIO (central sindical norteamericana). Sweeney proviene del SEIU,
sindicato de empleados de servicios, y formaba parte de los sindicalistas
abanderados con la guerra fría. Llegó con la misión de revitalizar al
movimiento sindical. A su llegada sólo el 10 % de la clase obrera estaba
sindicalizada, en su mayoría en el sector público.
Reagan
realmente aplastó a los sindicatos durante su gobierno. Sweeney se propuso
reclutar un millón de trabajadores. Y lo consiguió.
¿Reclutar
para qué? Por supuesto, en primer lugar, para aumentar los ingresos por las
cotizaciones sindicales. No diré que Sweeney es revolucionario ni mucho menos.
Pero sí logró cambiar la imagen de los sindicatos, porque en lugar de tratar
de organizar a los trabajadores relativamente bien pagados, decidió organizar a
los de salarios inferiores: los peones de limpieza, los empleados de servicios,
etc.
Desde
la década del 70, a raíz de la desindustrialización, muchos trabajadores en
EE.UU. se desplazaron a los servicios. ¿Por qué no tratar de sindicalizarlos?
Así lograrán tener mejores sueldos y obtener beneficios, o sea acceso a la
seguridad social, por ejemplo el derecho a la atención médica.
En
EE.UU. hoy en día hay 48 millones de personas que no tienen cobertura médica
gratuita. Se trata de gente que trabaja, porque los desocupados tienen acceso a
la Salud Pública. Por eso hay muchos que prefieren no trabajar si tienen algún
enfermo crónico en la familia, porque así reciben el auxilio médico que se
les otorga a los desocupados, aunque el nivel de esa atención es bajísimo.
Pero por lo menos reciben ese beneficio. En cambio, si trabajas, depende de tu
empleador si tendrás seguridad social o no.
¿Qué
relación tuvo esto con el movimiento estudiantil?
SW:
Mira, además de incorporar a niveles organizativos a negros, latinos y mujeres,
Sweeney creó un programa llamado "Union Summer" ("verano
sindical"), que consistió en proponer a los estudiantes trabajar durante
un verano con los sindicatos, como organizadores y afiliadores. Muchos
estudiantes, en lugar de veranear, participaron en estos veranos sindicales. Mi
hijo participó en esto; fue de Seattle a Wisconsin, yendo también a las fábricas.
Muchos de estos jóvenes después volvían a sus universidades con estas
experiencias...
No
diré que Sweeney fue quien impulsó esta suerte de radicalización, pero jugó
un papel importante. El movimiento estudiantil, que está creciendo, por primera
vez desde la década del 30 está orientado hacia la clase obrera. En los 60 no
era así: los estudiantes se movilizaban contra la guerra de Vietnam y por los
derechos civiles de los negros. Ahora está más relacionado con la clase
trabajadora.
Por
ejemplo, en la actualidad mi hijo es dirigente de un movimiento en la
Universidad de Stanford que se llama "Coalición Estudiantil-Laboral".
Es una organización nacional que también está relacionada con otra que se
llama "Estudiantes Unidos contra los Sweatshops" (talleres de
superexplotación).
En
cada universidad, los estudiantes visten remeras con los logos de su lugar de
estudio. En la mayoría de los casos, esas remeras son confeccionadas en
talleres de superexplotación, y es un excelente punto para organizar a los
estudiantes para no comprar esas prendas, no importa de dónde vengan, de los
mismos EE.UU., Tailandia, Bangladesh o El Salvador. Con esa medida, los
estudiantes sienten que están en contra de la superexplotación de los obreros
en el mundo. Esto significa que se está creando una conciencia contra la
superexplotación, pero internacional. Esto también se combina con lo que
sucedió en Seattle.
¿Qué
pasa en la clase obrera tradicional?
SW:
Muchos obreros americanos no saben que son obreros; piensan que son de la clase
media. Pero ahora sí saben que perdieron sus empleos.
En
los 90 hubo una gran racionalización de la producción en los EE.UU. ¿Qué
significó esto? Llegaron el NAFTA (tratado de libre comercio de Estados Unidos,
Canadá y México) y la globalización, y muchos puestos de trabajo se fueron a
México, a El Salvador, o a otras partes. Los trabajadores que antes ganaban 17
o 18 dólares la hora, tratan ahora de entrar a trabajar en una tienda
comercial, como Wall Mart donde apenas ganan 6 o 7 dólares por hora, y sin
derecho a seguridad social (salud, etc.).
Se
puede afirmar que desde el año 1973, cuando comenzó el nuevo ciclo largo de
recesión mundial, los obreros norteamericanos han perdido un 20 % de su sueldo.
Todo el mundo sabe que vivimos en un “boom económico”, y que Clinton dice
que la prosperidad es más grande que nunca. Esto es cierto, pero sólo para un
sector: el 20 % de la población. El resto está viviendo peor, con más
inseguridad. Muchos no tienen acceso a la atención médica, y viven con
angustia pensando que mañana pueden ser despedidos.
Esto
es nuevo: siempre hubo seguridad en ese aspecto en EE.UU. comparado con Europa.
Pero ahora hay conciencia de esa inseguridad; hay miedo, pues todo el mundo
conoce a alguien que ha sido despedido, incluso tres o cuatro veces. También ha
cambiado la costumbre de tener un empleo para toda la vida. Ahora nadie piensa
así. Todos son prescindibles y lo saben, y ya no creen en la lealtad por parte
de la empresa.
Esto
ha contribuido a formar una nueva conciencia de la clase obrera norteamericana,
con aspectos positivos y negativos. Ese sentimiento generalizado de inseguridad
se concentra en un término: "globalización". Se trata de una
concepción anticapitalista, pero no lo saben. En eso se encuentran todas las
cosas positivas y negativas de los movimientos de Seattle y Washington. No hay
una apreciación teórica de lo que es la globalización, pero saben que es una
cosa que destruyó sus antiguas seguridades.
¿Qué
nos puedes decir de los movimientos que participaron en Seattle?
SW:
En Seattle los manifestantes lograron por primera vez alianzas entre grupos que
antes nunca habían hecho acciones en común. Por ejemplo, los ecologistas con
las feministas, el movimiento homosexual, y los obreros y estudiantes. Ver
marchar en esa ocasión a las activistas lesbianas del brazo con los
trabajadores siderúrgicos fue algo extraordinario. Si estas alianzas lograran
ser duraderas, sería un gran paso adelante.
También
ha surgido un movimiento que se puede caracterizar como “anarquista”. En
realidad, pocos conocen a Bakunin ni a Kropotkin. Piensan que ser anarquista es
ser democrático. Es una reacción contra los movimientos de la vieja izquierda
verticalista. Ellos quieren vivir procesos muy democráticos, que surjan desde
abajo. Por ejemplo, uno de los grupos más grandes, en el oeste de los EE.UU.,
que jugó un papel dirigente en Seattle y en Washington, se llama Direct Action
Net (Red de Acción Directa). Yo conozco a quienes se puede decir que son
dirigentes de esa organización, y les pregunto, pero ellos responden: "no
tenemos dirigentes, somos todos iguales"
Otra
cosa para mencionar, relacionado con Seattle, es una serie de movimientos y
grupos que no son organizaciones políticas tal como las conocemos, sino que se
forman a partir de la lucha por un punto específico.
Por
ejemplo, está el de Ralph Neider, los Ciudadanos Públicos (Public Citizens).
Este grupo está a favor de los sindicatos, los obreros, y los consumidores, y
contra las corporaciones. Ralph Neider es muy conocido y es postulado por los
Verdes como candidato a Presidente para las próximas elecciones. Él comenzó
sus actividades en la década del 60, con ayuda de muchos estudiantes
universitarios, para estudiar y criticar la calidad de los productos que venden
las corporaciones y que dañan al público. Su primera victoria fue contra la
Ford Motors Co. en el caso del modelo "Pinto", que resultó ser muy
peligroso. Después de otras victorias similares, pasó a ser conocido en el país
como "defensor del público". Ahora se ha radicalizado más, está a
favor de los derechos obreros y de hecho es anticapitalista, pero se
autocalifica como "antiempresario" o "populista de
izquierda". Neider inició muchos de estos movimientos por un punto en
particular, como Salud Pública, Energía Nuclear, etc.
En
general, los estudiantes van a esos grupos. Hoy en día, no van a la izquierda
organizada, al movimiento comunista, ni al trotskista, o maoísta, sino que
buscan un tema, un punto. Se los llama “movimientos de justicia social”. Hay
un alto nivel de participación en esos grupos. Según The New York Times,
un 76 % de los estudiantes norteamericanos han participado una vez o más en
esos grupos. En contraste, sólo un 20 % de los ciudadanos de entre 18 y 24 años
votaron en las últimas dos elecciones.
¿Qué
incidencia política tienen esos movimientos?
SW:
Como ya te dije, hay una diferencia muy grande entre el grado de participación
de los estudiantes en estos grupos y su participación política, por ejemplo,
electoral.
Todos
piensan en general que los partidos Demócrata y Republicano no tienen nada que
ver con sus vidas. Según una encuesta reciente, un 63 % de la población quiere
un nuevo partido. Suele decirse: “ya existe un partido [los demócratas y los
republicanos], ahora necesitamos un segundo partido”. Nader dice que los que
existen son un solo partido, el de la burguesía, son los "democrapublicanos".
No existe un partido de los trabajadores, que sirva los intereses de las masas.
Cuando algunos dicen que hace falta una tercera posición, Nader dice que en
realidad hace falta una segunda posición. El nivel de participación popular en
las elecciones es cada vez más bajo. Ahora ronda por el 40 %. Hace un año hubo
elecciones para alcalde en la ciudad de Los Ángeles. ¡Los votos que sacó el
ganador equivalían a un 11 % de la población en condiciones de votar!
Volvamos
al movimiento obrero...
SW:
Sí; en la vida sindical, la forma de organizarse es más inteligente que antes.
En el caso de los camioneros, Carey, quien dirigió brillantemente la huelga
contra UPS, luego olvidó sus raíces y a las bases que lo apoyaban, sobre todo
a los activistas organizados en “Camioneros por un Sindicato Democrático” y
en su lugar contrató a agentes de relaciones públicas para cimentar su poder.
Su segundo triunfo en las elecciones del gremio fue anulado por el gobierno, con
el argumento —cierto— de que había usado fondos del Partido Demócrata, lo
que es ilegal. En la siguiente elección triunfó el hijo de Jimmy Hoffa,
antiguo dirigente del gremio ligado a la mafia. Es interesante ver que Hoffa
hijo, para reconquistar la confianza de las bases del gremio, también tuvo que
proclamarse "reformista" e impulsó una corriente de "camioneros
por un sindicato limpio". Hoffa hijo es abogado y republicano. Paradójicamente,
está al frente de la organización que fue clave para el cambio de la
consideración pública hacia los sindicatos, por su éxito en la huelga de 1997
contra UPS.
Esa
huelga cambió todo. Se puede hablar de la clase trabajadora “antes” y
“después” de la huelga de la UPS. Los huelguistas pedían terminar con el
dualismo que existe entre los trabajadores de tiempo completo y los de tiempo
parcial. Los primeros ganaban bien (15 a 17 dólares la hora), y gozaban de
seguridad social, mientras que los contratados precarios ganaban 7 dólares y
carecían de la misma. A los de tiempo parcial les prometían que luego de
cierto tiempo serían nombrados de tiempo completo, pero había trabajadores con
hasta 15 años de antigüedad y seguían siendo de tiempo parcial. Esa consigna
de la huelga tuvo una resonancia increíble en el pueblo. Es que en la década
del 90 gran cantidad de trabajadores que trabajaban a tiempo completo pasaron a
ser part time y sin seguridad social. Esto fue parte del famoso "downsizing":
achicamiento de las horas de trabajo, de sueldos, y de todo. O como dicen en América
Latina, el “ajuste”.
Otro
caso interesante es el de los “janitors” (personal de portería,
mantenimiento y limpieza de los edificios). Era un sector totalmente olvidado.
Son “invisibles” para la gente, pues la mayoría trabaja de noche. Gran
parte de ellos son temporarios y subcontratados. No olvidemos que la agencia de
trabajo temporario Manpower Inc. es hoy el empleador más importante en los
EE.UU. En estas condiciones de precariedad tan grande en el trabajo, lograr que
los janitors se organizaran y se lanzaran a la huelga, fue un logro increíble.
En
Los Ángeles, los janitors son en su totalidad latinos. En las asambleas no
necesitan que nadie traduzca al inglés. Organizaron la huelga en forma
profesional, con mucho acceso a los medios de comunicación. Esta lucha se
diferenció de otras de muchas maneras. En particular, los organizadores no eran
los acostumbrados sindicalistas blancos y de mediana edad, sino gente salida de
las bases y muchos que traían sus experiencias de luchas contra las dictaduras
latinoamericanas. Todos usaban una remera roja con la leyenda "Justicia
para los janitors".
La
huelga duró tres semanas, y captó el corazón del pueblo. Hubo una anécdota
muy simpática. Una de las marchas fue del centro de Los Ángeles al Century
City, que son como 15 kilómetros, y pasó por Beverly Hills, que debe ser la
mayor concentración de ricos del mundo. Desfilaron unos 5.000 manifestantes, un
número grande para nuestro país. Era como un mar de remeras rojas. La marcha
provocó una terrible congestión de tráfico. De pronto, un hombre en un Jaguar
bajó el cristal de la puerta, vio a los trabajadores marchando, sacó dinero de
su bolsillo y se los dio. Detrás de él había un BMW, el conductor hizo lo
mismo. Detrás, un Mercedes Benz, igual. ¡Fue una cadena de gente echando mano
a su bolsillo y dando dinero, contribuciones a los huelguistas! ¡Y de los
edificios, que ya no estaban limpios debido a la huelga, la gente abrió las
ventanas y comenzaron a tirar dinero a los huelguistas! Yo estaba presente, y
pensé: "esta es una redistribución espontánea de riqueza". Esto
muestra el apoyo que había hacia la huelga.
Estos
trabajadores ganan 6,80 dólares la hora, y sin seguridad social, o sea, sin
atención médica, ni vacaciones, ni jubilación . En San Francisco esos mismos
trabajadores ganan 10 dólares, en Chicago unos 12 a 15, en Nueva York de 15 a
17.
Unos
de los movimientos muy importantes que hay ahora es por el salario vital. En Los
Ángeles se calcula que debería ser de 10,90 dólares la hora, para poder pagar
el alquiler de la vivienda y vivir decentemente. El movimiento de los porteros
en Los Ángeles ni siquiera llegaba a ese reclamo. Pedían un 30 % de aumento en
tres años, Lograron lo que pedían, y también los beneficios sociales. He
conocido y entrevistado en mis programas de radio a mucha gente que eran
sindicalistas y luchadores provenientes de Guatemala, El Salvador, Nicaragua.
Son muy combativos, y como te dije, traen la experiencia de lucha contra las
dictaduras militares centroamericanas y han ayudado mucho a la organización de
los sindicatos.
También
ha habido otro factor importante. En las décadas del 80 y el 90, la población
negra sufrió la destrucción de sus comunidades. En gran parte, debido a los
despidos, pero también a la introducción de la cocaína y el crack. El nivel
de encarcelamiento es altísimo. Uno de cada tres negros está bajo el sistema
de Justicia Criminal, ya sea encarcelado o en libertad condicional. Tan es así
que muchos en Europa nos dicen: “ustedes piensan que tienen bajo nivel de
desocupación, ¿y los presos qué son?” Ahora tenemos unos 2 millones de
personas en la cárcel. En números absolutos, hay mas presos que en China, que
tiene 1.500 millones de habitantes. El 70 % está en la cárcel por delitos no
violentos, en general, por fumar o tener marihuana. De estos, la gran mayoría
son negros o latinos.
El
sistema carcelario es un sistema clasista. Hay analistas que dicen que éste
surgió como una respuesta a las grandes luchas antisistema de los años 60 y
70. Ahora sabemos que la misma CIA introdujo el crack en la comunidad negra,
para recaudar fondos para los contras en Nicaragua. Esto destruyó a la
comunidad negra. El nivel de desempleo en la juventud de los guetos negros es de
un 70 %. Por eso, muchos jóvenes venden drogas y forman pandillas. Pero también
hay muchos que han crecido y dejado las pandillas, y comenzaron a trabajar. En
sus lugares de trabajo, cambiaron las pistolas por los carteles de los piquetes,
y comienzan a organizarse con métodos más militantes que sus antecesores. Los
patrones que los tomaron, buscando mano de obra entre los más jóvenes y más
pobres, no tenían idea de que estaban incorporando toda una cantidad de chicos
duros que no temerían a la empresa ni a la policía. Esos mismos patrones no
respetaban a sus trabajadores, algo que los ex pandilleros odian. (Hay una
gran tradición en las pandillas: la demanda de respeto.) Ahora estos jóvenes
les dicen a sus compañeros de trabajo: “ustedes deben ser tratados con
respeto. Vamos a pedir aumento, y vamos a luchar por el respeto”.
Fuera
de EE.UU. venden la imagen de que han logrado disminuir la violencia y la
criminalidad...
SW:
La represión se está incrementando, y se hace con criterios raciales y de
clase. En los últimos años se están imponiendo "sentencias
obligatorias" para ciertos delitos. Esto significa que el juez no tiene
derecho a decidir la sentencia para un criminal, sino que la misma está
establecida por la ley. Si el sujeto tiene en su poder crack, sufrirá una
condena de 25 años, o más. Si tiene cocaína, que es mucho más cara, la
sentencia es de 5 años, o menos. ¿Quién toma crack? Los negros. ¿Quién toma
cocaína? Los blancos. Se trata en realidad de una represión contra los pobres
y los negros.
Muchos
dicen que el gremio más poderoso de California es el de los guardiacárceles.
Ganan más que un profesor universitario, tienen muchos beneficios sociales. En
California el presupuesto carcelario ha sobrepasado al de educación. El costo
de mantener un preso es mayor que el de enviarlo a estudiar a la Universidad de
Harvard. Los constructores de prisiones son los mayores contribuyentes a las
campañas de los candidatos a gobernador, para que los ganadores construyan más
prisiones. Así como antes se hablaba del complejo militar-industrial, ahora
muchos hablan del "complejo carcelario-industrial". Es la industria
que está más en expansión. Muchos pueblos y ciudades pequeñas presionan al
gobierno para que construyan prisiones allí. Antes, se hacían campañas en
contra: pero ahora están a favor, porque significan fuentes de trabajos bien
pagados. O sea, por un lado asistimos a una radicalización y por el otro a un
aumento de la represión.
La
pena de muerte es otra cuestión en debate. Hay una creciente oposición a las
ejecuciones. La totalidad de los condenados en espera de su ejecución son
pobres. Al que es rico (como el astro de fútbol O. J. Simpson), le basta tener
un buen abogado que logre el beneficio de la duda para salvarse de la pena de
muerte.
¿Y,
volviendo al movimiento obrero, qué piensan los que participan en esas
movilizaciones...?
SW:
En los sindicatos que participaron en las movilizaciones de Seattle y Washington
se combinaron por un lado el tradicional proteccionismo (o sea impedir la
importación de productos que signifiquen una disminución del empleo) y un
cierto internacionalismo, sobre todo en las bases. Hay gran confusión, por
ejemplo, respecto a la Organización Mundial del Trabajo: ¿abolirla o
reemplazarla? Son antiglobalización, pero no saben con qué reemplazarla. No
podemos afirmar que estamos ante un movimiento revolucionario en los sindicatos,
pero a nivel de base hay un comienzo de sentimiento favorable a trabajar con los
otros movimientos, y a favor de un cierto internacionalismo.
La
organización “Global Exchange”, por ejemplo, es una organización de San
Francisco que fundó el movimiento contra los talleres de superexplotación en
todo el mundo. Una de sus dirigentes, Mary Benjamin, es candidata verde al
senado de California. Comenzaron siendo "tercermundistas", se
dedicaban al estudio y la denuncia de la explotación en Bangladesh, Indonesia,
Nicaragua, etc., pero nunca sobre los EE.UU. mismos. Al comprobar las relaciones
entre las fábricas del tercer mundo donde se superexplota, y las empresas
norteamericanas, ahora se han involucrado mucho más con el país, y forman
parte de los organizadores de estas movilizaciones.
¿Y
la izquierda tradicional...?
SW:
En cuanto al movimiento de la izquierda tradicional: el trotskismo existe, y hay
trotskistas en el Labor Party, dirigido por el sindicalista Tony Masocchi, que
ha crecido en el movimiento sindical con la idea de crear un Partido del
Trabajo, surgido de los mismos sindicatos. Trotskistas de las distintas
tendencias entraron en ese partido. Pero han adoptado como regla no participar
en las elecciones políticas, lo que a mi juicio es ridículo, pues entonces
nadie llega a conocerlos. El Labor Party no intervino mucho en las
movilizaciones que mencionamos antes.
Los
que han participado en las últimas movilizaciones provienen de la juventud;
pueden ser hijos de la generación del 60 y 70, pero en general son un fenómeno
nuevo, producto de la situación objetiva.
Hay
también una organización marxista revolucionaria relativamente grande para las
pautas de EE.UU., International Socialism [sección de la corriente del SWP de
Gran Bretaña de Tony Cliff]. Tiene fuerza en las universidades, donde se sumó
a los movimientos de estudiantes contra los talleres de superexplotación. Pero
cuando surgió el movimiento que llevó a Seattle y a Washington, se quedó
retrasada. Esta parece una característica de las organizaciones de izquierda en
estos momentos: ir a la cola del movimiento real, que va más rápido que los
cambios en sus políticas.
Se
puede afirmar que todos los movimientos de izquierda buscan insertarse en esa
radicalización, pero ésta no surge de ellos, ni sus participantes van a ser
reclutados por esos partidos.
Existe
también el SWP, que después de ser la sección oficial de la IV Internacional
(Secretario Unificado) se ha ido reduciendo y volcando cada vez más al
castrismo. Son prácticamente una agencia de Castro. Si vas a sus locales a
pedir un libro de Trotsky, deben bajar al sótano a buscarlo. Los libros de
Castro son exhibidos, los de Trotsky no.
Después,
está Socialist Action, una suerte de reconstitución del SWP trotskista, que
también ha tenido sus escisiones.
En
verdad, para mí, estas organizaciones no son importantes. Creo que su tiempo
pasó. Quizá puedan ser parte de este nuevo proceso de movilizaciones, pero me
parece que no lo lograrán. En general, estos grupos no cuentan con gente joven.
Finalmente,
debo decir que este nuevo activismo, aunque representa una gran esperanza, sólo
constituye aún una pequeña capa de la población. En el caso de los
estudiantes, su trabajo es impresionante pero no tiene aún la resonancia en
amplios sectores de la población universitaria que tenía el movimiento
antiguerra de los años 60, y no pueden movilizar miles y miles en las calles.
La
apatía, el temor y el desaliento son todavía fuertes, a pesar del gran número
de jóvenes que activan en las distintas organizaciones. Sin embargo, se trata
de un cambio muy positivo respecto de las últimas dos décadas y dan
fundamentos para la esperanza en este nuevo siglo.