Cómo
colaborar a la formación de la conciencia socialista
El
dirigente revolucionario ruso, V.I.Lenin,
tuvo la virtud en su obra "¿Qué Hacer?" (1903) de poner blanco sobre
negro una reflexión acerca de las relaciones entre la actividad "espontánea",
cotidiana de las masas trabajadoras y las posibilidades de la obtención de una
comprensión acerca de la totalidad de relaciones y mecanismos que hacen a su
realidad de clase explotada y oprimida, como condición para poder enfrentar de
conjunto al sistema capitalista. Es a partir de esta elaboración que se
fundamentó teóricamente la necesidad de la organización revolucionaria como
un componente fundamental en el logro de este objetivo. Posteriormente
en nombre de Lenin se construyeron organizaciones que estuvierion muy
lejos de los objetivos planteados por él.
La
reflexión, de Lenin con todo lo sugerente y actual que es en muchos aspectos,
planteaba una definición al menos confusa acerca de que la conciencia política
de los trabajadores sólo podía venir "desde el exterior de la lucha económica
entre trabajadores y patronos". Esta forma de abordar el problema, si bien
era correcta en el marco de la pelea en contra de las visiones "economicistas"
y/o "sindicalistas" (esto es, reduccionistas) de la lucha de clases,
tuvo graves consecuencias en muchas organizaciones de la izquierda. Esto,
en la medida en que parecía abonar o justificar el derecho a una cierta sustitución
por parte de estas organizaciones (lo que no está en la trayectoria de
Lenin), de la propia actividad consciente(1) de las masas trabajadoras,
imprescindible -a nuestro entender- para poder transformar el mundo en un
sentido socialista.
Es
por esta razón que, en el desafío de volver a pensar la construcción de las
organizaciones revolucionarias como parte de la experiencia real, vital,
de los trabajadores y al servicio de su propia autodeterminación, está
planteada la necesidad de complejizar el clásico análisis del gran
revolucionario ruso. Esto, como manera de evitar las consecuencias no queridas
de una elaboración –en ciertos aspectos- unilateral sobre esta cuestión
central. A la vez, se trata de demostrar por qué, en el actual cuadro de crisis
de la alternativa socialista, sigue siendo más imprescindible que nunca la acción
organizada de los revolucionarios socialistas.
El
problema de la "alienación"(2)
A
comienzos de este nuevo siglo, se está haciendo más aguda aún, la enorme
contradicción que el capitalismo arrastra desde sus orígenes: la humanidad
tiene al alcance de la mano las herramientas teórico/conceptuales, científico,
técnicas y materiales para la dirección consciente de las relaciones humanas y
naturales. Esto es la posibilidad de poder "dominarlas" a conciencia,
desarrollando la sociedad a su servicio.
Sin
embargo, esta posibilidad está bloqueada por las relaciones entre
las personas y la clases sociales que imperan bajo el capitalismo: es decir, por
el dominio del capital sobre el trabajo, por el imperio de los mecanismos de
engaño, la creación de fetiches y los instrumentos de poder de los
capitalistas sobre las masas explotadas y oprimidas, a las que se intenta
someter a la "inconciencia", a la "incultura", a la
degradación más general de todas sus condiciones de vida. Estos mecanismos actúan
en todos los terrenos de nuestra vida: en el económico, ideológico, social y
cultural. Políticamente se expresan en un apropiarse por parte de la burguesía
y su Estado, del control y gestión de los asuntos de la sociedad, obviamente en
favor de sus intereses.
Es
por esta razón básica y elemental que todo impulso en la perspectiva de acabar
con el capitalismo hacia la apertura de una alternativa, debe estar dirigida a
liquidar no solo la explotación económica, sino muy fundamentalmente (sobre
esta base), a lograr la asunción colectiva y consciente de todos los
asuntos de la sociedad por parte de las grandes masas, como condición para
poner el desarrollo social a su servicio. Digamos que este logro significaría
el salto desde la "prehistoria" de la humanidad (nuestra actual
existencia sometida a las reglas de la necesidad económica y al dominio de
otros) a la historia verdaderamente humana, en la medida que la apropiación
consciente de todos los asuntos por parte de las mayorías es la condición imprescindible
para la dirección colectiva de la sociedad.
En
esta cuestión –en definitiva- se encierra todo el "misterio" del
proceso de la lucha de clases, que debe apuntar hacia ese objetivo: romper
con esta expropiación global, tender a la adquisición de la conciencia y a la
organización independiente por parte de los trabajadores, en la perspectiva de
acabar con las actuales relaciones de explotación y dominio del capital.
Sin
embargo, bajo el capitalismo -y hoy más que nunca, luego de la bancarrota de
los falsos "Estados Socialistas"- es un hecho que lo que domina es
esta "alienación", esto es, el imperio de las relaciones de fuerza y
de las representaciones ideológicas del sistema, destiladas día a día por los
medios de comunicación, en los lugares de trabajo, en las escuelas, por las
distintas iglesias, por las instituciones de la "democracia" y sus
partidos, por las burocracias de los sindicatos.
Este
es el lugar decisivo que tiene el "problema de la conciencia", lo que
plantea el desafío de volver a pensar cómo los socialistas revolucionarios podemos
colaborar en su adquisición, en un movimiento complejo que -para no redundar en
sustitución- debe partir de la acción cotidiana de los trabajadores, de sus
experiencias y tradiciones históricamente adquiridas, en la perspectiva de
colaborar al desarrollo de la conciencia política e ideológica "de
clase". Esto es: la comprensión de la totalidad de las relaciones
de explotación y dominio del capitalismo, como condición para poder acabar con
ellas, abriendo paso a otra alternativa.
Precisamente
en la tarea de colaborar a romper con esta realidad "alienada",
con todos los mecanismos del engaño, es que se deben tener presentes todos
estos elementos o momentos de "ruptura", que en diversos grados
se expresan en la propia acción "espontanea" de los jóvenes y los
trabajadores, en las relaciones que van tejiendo, en las experiencias y
tradiciones que han ido construyendo a lo largo de su historia de
luchas, "(...) las vidas de las personas no se pueden considerar como un
fenómeno individual, sino que es sobre todo un producto social. Las personas
forjan su identidad en tanto comparten tareas con otros individuos, dando a su
existencia un carácter social." (3)
A
la vez, se debe reconocer el límite general al que hay que contribuir a
superar: el momento de la conciencia específicamente política (o político/ideológica)
de la comprensión del conjunto de las relaciones que nos dominan y que no se
puede adquirir por la simple acción espontanea.
Elementos que, por lo demás, siempre se encuentran combinados de una
manera desigual, a la vez que con períodos de avances y/o retrocesos en el
nivel de la conciencia y la organización, dado, precisamente, el peso de los
mecanismos de alienación o de creación de fetiches.
Porque,
efectivamente, este proceso de adquisición de la conciencia sólo puede ser un
proceso de desarrollo desigual y combinado, donde en el plano político/ideológico
y socialista, el papel que deben cumplir las organizaciones revolucionarias es
conservar todo este acervo de una manera que sea sistemática, permanente y
organizada, tarea que se hace imprescindible en la medida que ellas
tienen la responsabilidad de aportar el concentrado de experiencias y programa
históricos de la clase trabajadora, que de otra manera quedaría perdido.
El
lugar de los militantes socialistas
Hoy, a escala mundial, vivimos en un punto muy bajo de conciencia entre los explotados y oprimidos de su situación y de alternativas de salida. No es sólo que hay una gran crisis en lo que a alternativas respecta, sino que el capitalismo mundializado ha venido trabajando en las dos últimas décadas para destruir tradiciones, para atomizar y dividir, para que no quede nada de la experiencia acumulada de acción independiente, de revueltas y de organización de las propias masas, buscando, a la vez, liquidar todo "destello" de conciencia política e ideológica que pudiera surgir.
Es
decisivo, entonces, en la búsqueda de una perspectiva de autodeterminación y
de repensar la organización revolucionaria para colaborar con esto, partir de
la propia acción de los trabajadores, peleando
por rescatar esta acumulación latente de experiencias y tradiciones de lucha.
Así, a los correctos conceptos de
Lenin de "espontaneidad como forma embrionaria de lo consciente", y de
conciencia política socialista como "comprensión del antagonismo
irreconciliable de los trabajadores con el conjunto de relaciones del
capitalismo", se los puede y debe complejizar con estos elementos de
tradición y experiencia de vienen desde abajo, y que venimos destacando.
Es
un deber para los revolucionarios socialistas, partir de la propia creatividad,
tradiciones y experiencias de las masas, para -en ese marco-, pelear por lo que
no pueden obtener mediante el puro movimiento espontaneo y debe ser nuestra
contribución fundamental: la comprensión de la necesidad de enfrentarse al
capitalismo como un todo, hacia una perspectiva de transformación social. "
(...) la izquierda se nutre de esas luchas y contribuye a ellas (...) Después
de cada lucha, sea ésta un triunfo o una derrota, la izquierda cumple un papel
fundamental sintetizando la experiencia de la clase, manteniendo viva la memoria
y organizando a la militancia para nuevas luchas" (4)
De
esta manera, el lugar de las organizaciones revolucionarias surge así
"naturalmente", en la medida que es un hecho de la vida real que bajo
el capitalismo y en la transición al socialismo, este complejo proceso de
adquisición de la conciencia sólo puede ser desigual, no puede ser nunca al unísono
de parte de todas las masas laboriosas. Así es que hay y no puede dejar de
haber "vanguardias" y "retaguardias", precisamente por el
peso de los mecanismos de dominio y engaño del capitalismo, los que incluso
dejan su pesada herencia aún después de la revolución. Y se trata
–precisamente- para los revolucionarios socialistas de colaborar para que esa
"brecha", esa desigualdad en el desarrollo de lo
"consciente" entre los distintos segmentos de los explotados y
oprimidos, se vaya cerrando. He ahí el lugar de los militantes
socialistas, he ahí la fundamentación teórica actual de su necesidad.
Notas:
(1)
Con el concepto de "consciente" nos queremos referir al obrar de una
persona -o de un grupo- teniendo presente el conjunto de las relaciones o vínculos
sociales que lo determinan (o condicionan), a la vez que el conjunto de
posibilidades de transformar las mismas.
(2)
La "alienación" es un concepto fundamental en la obra de Marx. El mismo alude
a una realidad en la cual la gran mayoría de la sociedad pierde su poder para
dominar su vida y todos los asuntos en manos de la religión, del Estado, de los
patrones y/o los burócratas, etcétera. También comprende los
mecanismos ideológicos, y las re-presentaciones que sirven para ocultar
y/o justificar esta realidad alienada.
(3)
Pablo Pozzi y Alejandro Schneider, Los Setentistas, Editorial Eudeba,
setiembre del 2000.
(4) Idem.