A 25
años del Golpe
Luchemos
por ayer, por hoy y por otro mañana
Por
Marina V., Carla Khan y Ariel Orbuch
Demasiada
grande fue la sangría, demasiado perverso fue el genocidio, demasiado tenaz fue
la lucha por la memoria sostenida desde abajo por los familiares de los
desaparecidos, los propios torturados, los organismos de derechos humanos, las
organizaciones sociales, los partidos de izquierda, la juventud y los
trabajadores. Por eso, a 25 años del golpe, el repudio sigue vigente pese a los
distintos mecanismos activados desde los gobiernos democráticos, el parlamento,
los jueces y los medios de comunicación para borrar las heridas.
Pero
si bien no pudieron imponer el olvido, batallan día a día por banalizar el
significado que tuvo el golpe de Estado. Por eso, en la tele nos hablan de
milicos muy malos que mataron a mucha gente, presentados como un grupo separado
de la clase política y los grupos económicos, al que un día se le ocurrió
despuntar el vicio de ejercer el poder. A la vez, ocultan que fue un plan sistemático
para eliminar a los trabajadores, estudiantes y jóvenes que soñaban y luchaban
por una sociedad distinta, que no se limitaban a resistir las ofensivas
capitalistas sino que al mismo tiempo peleaban por acabar con el sistema. Que
surgieron al calor del Cordobazo,
impactados por el Mayo Francés, por la victoria de Vietnam ante Estados Unidos,
que se reflejaban en la revolución cubana. El objetivo que perseguían era
barrer las movilizaciones populares, acabar con las asambleas, las huelgas, las
ocupaciones de fábricas y lugares de estudios, las coordinadoras que agrupaban
a trabajadores que luchaban independientemente y enfrentados a la burocracia
sindical.
Tijeretazos
entre pasado y presente
Apoyados
en el aniquilamiento de esa inmensa vanguardia, montaron la tarea de romper el
hilo de continuidad entre aquella masacre y el presente de desocupación, con la
policía a los tiros por los barrios pobres y con las cárceles repletas de
excluidos, en las que siempre le hacen lugar a luchadores como Emilio Alí y Raúl
Castells que cometen el delito de pelear por comida y trabajo.
En
definitiva, lo que persiguen es tapar que la dictadura abrió el camino para
insertar a Argentina en la por entonces naciente globalización imperialista.
Que el aparato del horror montado fue al servicio de barrer con las conquistas
obreras y ponerle la alfombra al desembarco de las multinacionales. Los
militares encabezaron el genocidio con el objetivo de hacer un país en el que
los trabajadores tengamos que cumplir jornadas interminables, mientras muchos
pasan años sin laburo, sin acceder a una salud digna y sin la chance de
ofrecerle un futuro a sus hijos. Lo que hoy se esconde es que los militares
peleaban por lo que los gobiernos “democráticos” consiguieron después.
Peleaban por un país como el que vivimos hoy.
Los
distintos tijeretazos entre pasado y presente es lo que permite que radicales,
peronistas y frepasistas puedan sumar sus voces en los coros de repudio al golpe
en su aniversario sin que se les caiga la máscara ante la mayoría de los
trabajadores ocupados y desocupados. Entonces, organizan sus efemérides y
jetonean con cara de compungidos mientras mandan a los gendarmes a reprimir en
las rutas a los piqueteros que no se resignan a la miseria. Dejan caer lágrimas
de cocodrilo por el pasado y al mismo tiempo se hacen los distraídos frente al
reclamo de la esposa de Aníbal Verón, quien pide justicia por el asesinato de
éste en la ruta de Tartagal.
Sin
embargo, el discurso público que disocia el ayer con el hoy se contradice con
los propios hechos de las instituciones de la democracia que en el terreno
concreto pelean por la impunidad del pasado porque saben que es la base sobre la
que se sustenta la aplicación de las políticas del presente. Entonces, los
genocidas caminan por la calle mientras que las cárceles que deberían ocupar
desbordan de víctimas de la miseria. Las celdas están repletas de gente a la
que la globalización imperialista de dictadores, presidentes, diputados y
jueces deja afuera de la posibilidad de tener la panza llena.
La
movida de Carlos Ruckauf para postular a las Abuelas de Plaza de Mayo como
candidatas al Premio Nobel de la Paz es un buen ejemplo de esta doble cara de la
clase política. El hombre de sonrisa y represión fácil –que discute la
paternidad de la iniciativa con Aníbal Ibarra- por un lado, exalta a quienes en
su lucha por recuperar a sus nietos y con sus Juicios de la Verdad remueven
parte de la memoria. Pero por el otro, aclara que las elige a ellas por: “25 años
sin un solo caso de justicia por mano propia”.
Llama
a premiar el respeto a las instituciones que, a la vez, son las que garantizan
la impunidad. Ruckauf se diferencia con claridad de las formas de justicia
independientes como los escraches encabezados por los hijos de desaparecidos y
las piñas a los asesinos que se florean por la ciudad como Alfredo Astiz o el
Turco Julián.
La
perlita de Ruckauf, que en el 75 bajo el gobierno peronista de Isabel firmó el
decreto que propiciaba “el aniquilamiento de la subversión”, es la frutilla
de un postre que preparó y coció la democracia desde el 83. En ese entonces,
en los recitales, en las canchas y, por supuesto, en los actos políticos, la
consigna era “paredón a todos los milicos que vendieron la nación”.
Para
calmar a las fieras y evitar la justicia popular por mano propia, Alfonsín montó
el juicio a los comandantes. Pero despacito empezó a desandar el camino
mediante la obediencia debida y el punto final, leyes con las que aseguró la
impunidad de cada uno de los engranajes del sistema represivo. Y Carlos Menem
terminó de hacer la tarea con los indultos. Asesinos seriales, ladrones,
violadores, secuestradores, censores, expropiadores, mutiladores y genocidas
continúan haciendo de las suyas. Unos cuantos todavía en las Fuerzas Armadas y
la policía. Recientemente, el ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, salió
en defensa de las fuerzas represivas al decir que se hace cargo “de los
oficiales y de su moral” ante denuncias de que entre los milicos que el Senado
quiere ascender hay varios torturadores. Los que no están trabajando para el
Estado pululan por las agencias de seguridad.
Parodia
de justicia
El
verdadero significado de la consigna “nada de justicia por mano propia” es
“nada de justicia”. La experiencia concreta demuestra que si no son las
manos propias las que hacen justicia, reina la injusticia, la impunidad más
descarada. Reina la justicia del aniquilamiento a los luchadores en el 75, la de
la policía que “mete bala en los barrios” a los pobres que de por sí son
sospechosos, la de las leyes represivas que garantizan que los excluidos pasen años
entre rejas sin tener condena.
Cada
hijo de desaparecido recuperado por sus familiares fue conseguido mediante la
investigación independiente. En ninguno de los casos fue el poder judicial el
que motorizó las búsquedas. En el mismo sentido, si hoy Videla y Massera
cumplen arrestos en sus lujosos hogares católicos es porque abogados de los
organismos de derechos humanos demostraron que el secuestro de esos niños --que
aún hoy siguen sin conocer su identidad-- es un delito que se sigue cometiendo,
y por lo tanto, no se limita a los crímenes perpetrados durante la dictadura,
para los que garantizaron la más completa impunidad. Además del resquicio
legal, para garantizar la prisión de Massera que salía a caminar por los
alrededores de su quinta en Pacheco fue necesaria la denuncia de los vecinos, el
escrache de H.I.J.O.S., la presencia de periodistas que presentaron las fotos
como pruebas, en el marco del masivo repudio popular...
Pese
a todas las evidencias, el juez ahora devenido en político justicialista Adolfo
Bagnasco afirma que aún no ha podido comprobar que haya habido secuestros
sistemáticos de hijos de desaparecidos. Ni siquiera se atreven a blanquear esa
verdad inocultable. A tal punto los políticos están comprometidos con la
impunidad que ni siquiera osan sacar rédito de que Videla y Massera están
presos. No tienen margen para tanto. Prefieren silenciar el tema y aportar a la
confusión. A esta altura, la mayoría no tiene certeza de quién está libre y
quién no.
Al
mismo tiempo, los genocidas tienen claro que la falta de castigo es ley. Por eso
el represor Ricardo Cavallo apresado en México pide a gritos volver por estos
pagos para evitar pasar por los tribunales del juez Garzón en España. El
triunfo que significa ver a otro represor preso no debe ser confundido con la
idea de que en la madre patria sí existe la justicia. Garzón comandaba grupos
de tareas para perseguir a los militantes de la ETA cuando era ministro del
Interior del gobierno de Felipe González. Los demócratas europeos y
estadounidenses que ahora juzgan la represión estatal por estas tierras, son
los mismos que en su momento dejaron hacer a los militares en Argentina, Chile,
Uruguay, Brasil y cuanto país precisara liquidar a las vanguardias luchadoras.
Mantener
viva la memoria
En
Argentina, los políticos “progresistas” a lo sumo se limitan a oficializar
la verdad cuando tácticamente consideran que los beneficia. Entonces, aparece
el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, sacando pecho con su idea de
informatizar los archivos sobre la represión con 600 mil páginas de datos.
Pero hasta ahí llega. Se niega sistemáticamente a cumplir el reclamo de la
anulación de las leyes de obediencia debida, de punto final y los indultos. Fue
parte de la parodia que armó en su momento la Alianza, que votó la derogación
de las leyes a sabiendas que no tenía ningún efecto práctico. La derogación
sólo podrá tener vigencia en el futuro, a diferencia de la anulación que
dejaría sin efecto las leyes de obediencia debida y punto final.
Demasiado
barro tiraron en el camino del castigo a los culpables del genocidio para, a
caballito de la impunidad, seguir adelante con el proceso de marginación de la
mayoría de la población. La avidez de la memoria tiene que avanzar en la
creación de condiciones para el castigo. La pelea por castigar la impunidad
pasada debe estar relacionada con la lucha contra la persecución a los
activistas políticos y sociales con los que tiene mano dura la misma Justicia
que tiene los ojos vendados para los torturadores. Debe ir de la mano de la
pelea por poner fin a las andadas de la policía con su gatillo fácil por los
barrios y contra el mecanismo de encarcelar a los que el mismo sistema arroja a
la miseria. El ejercicio de mantener viva la memoria debe incluir la recuperación
crítica de los sueños y prácticas de los desaparecidos. Sólo si somos
capaces de reconstruir los hilos conductores entre el ayer y el hoy podremos
estar fuertes para construir un mañana sin impunidad.
Sin
justicia y con impunidad
El
gobierno de De la Rúa continua el trabajo que hicieron los milicos
Desocupación.
Exclusión.
Miseria
y órdenes del FMI.
Niños
que se mueren de hambre.
Jóvenes
“sin futuro”.
Cárceles
llenas de pobres.
Gatillo
fácil y torturas en las comisarias.
Para
los cortes de ruta.... Storani
promete represión.
El
proyecto de país que De la Rúa impone es la Argentina de la sumisión al
capitalismo depredador.
Este
proyecto que consolidaron los milicos, Menem continuó y defiende De la Rúa
explica la impunidad, no sólo de los genocidas del pasado sino de los de hoy.
Los une la defensa de un puñado de millonarios a costa del hambre y la miseria
del pueblo trabajador. Es el gobierno de la violencia del capital, que arroja
cada vez a más sectores a la desocupación y a la exclusión. Es la violencia
del asesinato de Escobar y Ojeda en Corrientes y de Aníbal Verón en Salta. Es
la violencia de un régimen en donde para los que defienden el sistema, reina la
impunidad.
Contra
este “país” pelearon los desaparecidos. Contra este “país” luchamos
hoy.
Rescatar
la memoria es no perdonar este presente.
Por
eso este 24 de marzo, en esta marcha de repudio que debemos construir desde
abajo, con la tenacidad de de las organizaciones consecuentes, con la
resistencia del activismo que no ha dejado de reclamar por la memoria, contra el
olvido y por el castigo de los culpables y por la lucha contra la Argentina que
los milicos supieron defender, tenemos que poner en primera fila a los
piqueteros, a los trabajadores ocupados y desocupados que encabezan hoy el
enfrentamiento a este gobierno.
Para
este 25 aniversario, numerosos organismos de derechos humanos, sociales,
sindicales y políticos hacen un llamado a una marcha unitaria convocada con las
siguientes consignas:
-
30.000
detenidos-desaparecidos: presentes.
-
El poder económico y los
gobiernos de turno garantizan que el genocidio impune de ayer continúe con el
genocidio de hoy.
-
Basta de hambre, entrega,
desocupación y represión. Basta de impunidad.
-
Hagamos del 24 de marzo un día de
lucha.
Impulsamos
esta convocatoria para enfrentar al gobierno de De la rúa, la represión
de Storani y al mantenimiento de la impunidad. Como parte de este movimiento
nosotros decimos que rescatar la memoria es construir otro futuro. Un futuro
radicalmente distinto. Sin confiar en la justicia ni en esta democracia
patronal. Sin confiar en que el capitalismo se puede humanizar. Con una
perspectiva anticapitalista y socialista peleando cada trabajo, cada lucha, cada
preso político, cada escrache, cada niño apropiado por recuperar.
Junto
con eso decimos: Por más
que postulen miles de premios Nobel, por más que lloren lágrimas de cocodrilo,
por más que jetoneen con cara de compungidos
nada les limpia el legajo a los De la Rúa, Álvarez, Ibarra y Ruckauf.
Llamamos
a la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, que correctamente identifica al
capitalismo como el causante de las muertes de ayer y de hoy, y que hasta la
fecha mantiene su convocatoria separada, a encabezar también esta gran marcha
en repudio al genocidio impune de ayer y su continuidad con el gobierno de hoy.
Desde
estas páginas llamamos a participar con fuerza de la marcha y acto que sale de
Congreso a Plaza de Mayo, así como de las actividades previas que se puedan
impulsar en los barrios, lugares de trabajo o estudio.
*
Por un 24 de marzo unitario de denuncia y lucha contra el gobierno de la
Alianza. Basta de hambre, desocupación y exclusión. Basta de represión e
impunidad. Repudiemos el asesinato de Escobar y Ojeda en Corrientes y del
piquetero salteño Aníbal Verón.
*
Libertad a Emilio Alí, a Cabral y a todos los presos políticos.
*
Castigo a los genocidas y sus cómplices de ayer y de hoy. Abajo las leyes y
decretos de impunidad.
*
No se puede humanizar el capitalismo. Por una alternativa socialista