Desocupados:
Avances y límites
La
lucha por el pan
Por
Oscar Alba
El
desempleo ocupa hoy el primer lugar entre los problemas que la población está
padeciendo.
Desde
luego que este es un drama que ya lleva cerca de diez años. Justamente, fue
durante la anterior gestión del flamante (aunque ya conocido) ministro de
Economía Domingo F. Cavallo, por aquel entonces convertido al menemismo, cuando
la desocupación creció notablemente.
Desde
entonces, año tras año, las distintas encuestas oficiales trataron, sin mucho
éxito, de disfrazar el problema, hablando, por ejemplo, de empleo y subempleo,
como si trabajar tres días a la semana o hacer una changa cada tanto
significara no estar desocupado. Hoy los políticos y funcionarios no tienen más
remedio que aceptar la “cruda” realidad. Por supuesto, ellos siempre tienen
a mano una explicación “técnica” para conformar a la clientela electoral.
Pero, palabras más, palabras menos, lo cierto es que la desocupación ha
crecido a límites desesperantes, conformando un espiral ascendente que va
engullendo familias enteras para arrojarlas a la miseria, la degradación y la
marginalidad.
No
vamos a repetir aquí números y estadísticas de la desocupación con la cual
convivimos diariamente y sufrimos directa o indirectamente sus consecuencias. Es
nuestra intención hacer una modesta evaluación desde una óptica
revolucionaria sobre el estado actual y las perspectivas de la lucha contra el
desempleo.
Desocupar
para explotar más
La
desocupación se ha convertido en “la espada de Damócles” que pende sobre
las luchas obreras. El temor a quedar sin trabajo es uno de los principales
frenos para la unidad y la organización de los trabajadores en sus lugares de
trabajo. Esto es aprovechado por las patronales para “bajar los costos” y
mantener sus ganancias: la flexibilización laboral (con la caída de los
salarios como cuestión fundamental) exprime día a día las fuerzas de los
trabajadores.
De
esta manera, los trabajadores se ven terriblemente condicionados para pelear
contra el ataque patronal, el miserable salario que se les paga y la falta de
trabajo. Además, cuando hablamos de derechos del trabajador, no podemos sólo
reducirlos al terreno de las reivindicaciones laborales sino
también al derecho a opinar y actuar, en forma pública, frente a los problemas
políticos del país. En ese sentido, cualquier trabajador sabe que en el
trabajo puede hablar de fútbol, boxeo o poner apodos a sus compañeros, pero no
le conviene defender mucho una posición política a viva voz, o decir que es de
izquierda, sin correr el riesgo de que la patronal o el delegado del sindicato
lo ponga “en la mira” y, por consiguiente, arriesgue su puesto de trabajo.
La democracia capitalista, sólo es para que los políticos patronales y los burócratas,
como Moyano y la Maffei, a través de la televisión o la radio, embauquen, sin
temor a perder sus cargos, a millones de trabajadores.
Los
millones de desocupados son el espejo que el capitalismo muestra,
cotidianamente, a los que trabajan. Para que estos agachen la cabeza so pena de
verse reflejados en el mismo. Esto hace necesario una lucha unitaria de los que
trabajan y los que están desempleados.
Un
lento pero importante avance
El
movimiento de los desocupados ya tiene una identidad política y social en
nuestro país. Existen destellos
luminosos en algunos puntos del país que demuestran que la lucha contra el
desempleo no está en el punto cero. Es fundamental reconocer estos destellos,
por pequeños y distantes que estén entre sí, e ir enhebrando esas
experiencias para fortalecer la lucha. Es una fuerza que se ha ido conformando
desde las luchas locales en el sur patagónico, con puntos claves en Cutral-Có
y Neuquén, y luego se desarrolló también en otras provincias del norte, el
litoral y en el Gran Buenos Aires.
Algunos
compañeros opinan que los cortes de ruta son acciones “desesperadas” y
hechos como los del asalto a la Comisaría de Tartagal, son reacciones “espontáneas”,
y por lo tanto no indican acciones “conscientes” del movimiento de masas.
Por nuestra parte, estamos convencidos de que tenemos que ser parte de esos
movimientos y así poder aportar propuestas políticas que ayuden al desarrollo
de los mismos.
Estas
luchas contra la desocupación surgieron en un primer momento en forma
explosivas, como en Cutral-Có, aunque fueron experiencias que no mantuvieron
una organización más permanente. Pero, posteriormente, con la profundización
de la crisis económica comenzaron a desarrollarse organizaciones que, como en
Salta, indicaban un grado mayor de politización al mantener la organización,
denunciando al gobierno nacional y reclamando en algunos casos no sólo medidas
de emergencia, sino también una salida política como en el caso del
“Llamamiento del Primer Congreso de Trabajadores y Desocupados del Norte de
Salta”. En La Matanza, a partir de los barrios más humildes que bordean la
Ruta 3, miles de desocupados se nuclean en distintas organizaciones. Las cuales,
más allá de sus direcciones políticas burocráticas como el CTA de De Elía o
la corriente que responde al “Perro” Santillán, indican un avance en la
comprensión de la necesidad de organizarse. Allí, mas de mil desocupados
mantuvieron cortada la ruta durante una semana hasta que el gobierno accedió a
sus pedido Esos piqueteros, en febrero, se multiplicaron hasta llegar a mas de
diez mil personas para marchar hasta el Ministerio de Trabajo, para protestar
por el incumplimiento de lo pactado por el gobierno. El 20 de marzo, en medio
del repudio popular a De la Rúa y el plan Murphy, los desocupados volvieron a
marchar por miles. junto a trabajadores de distintos gremios, demostrando
claramente su inserción en la vida política nacional.
Los
cortes de ruta se han constituido en una nueva forma de lucha que nace,
justamente, porque los desocupados no están dentro de una fábrica, una escuela
o una oficina. La burguesía, al echarlos a la calle, los ubica en otro terreno
para luchar muy distinto a un lugar de trabajo y, a diferencia de otras épocas,
el trabajador sabe que es muy difícil que vuelva a ser parte del “circuito
productivo”. En este marco, surgen los “piqueteros” que en otro tiempo
fueron metalúrgicos, albañiles o changarines.
¿Significa
esto que los métodos de luchas tradicionales como la huelga y las ocupaciones,
por ejemplo, ya no sirven? De ninguna manera, siguen siendo parte del arsenal de
los trabajadores, y se deben combinar en el enfrentamiento contra la patronal y
el gobierno. Pero es un hecho que el movimiento de masas está incorporando los
“cortes de ruta” como medida efectiva para pelear. Trabajadores del
transporte y obreros de Alpargatas en Florencio Varela han cortado rutas,
luchando contra los despidos. También en Quilmes, Lomas de Zamora y La Matanza.
Lo mismo han hecho vecinos de barrios inundados o con problemas de seguridad
para manifestar su reclamo.
Los
enfrentamientos con la gendarmería y la policía han sido violentos. En Salta,
cuando los manifestantes comprendieron que las fogatas y las gomeras eran
insuficientes para frenar la represión, asaltaron una comisaría y sacaron las
armas para defenderse. ¿Fue sólo una reacción espontánea o la experiencia de
cuatro o cinco años de enfrentarse con gomeras y palos a la represión,
sufriendo el asesinato de manifestantes, lo que los llevó a armarse? Nos parece
que, en esos enfrentamientos, se sacaron algunas enseñanzas importantes. Puede
ser espontáneo el asalto a una comisaría motorizado por la represión, pero
tengamos en cuenta que, en el caso de Tartagal, fue una respuesta contundente y
decidida por un lado y, por otro, fue una acción que llevó adelante no una
elite desesperada, sino un sector social desposeído y echado a la miseria por
el capitalismo salvaje
Cuando se pasa meses y meses sin trabajar, con la familia alimentándose mal y vistiéndose aún peor (y en el interior del país, esto hace años que pasa), cualquier persona se desespera. En el caso de los piqueteros, esta “desesperación” ya no es una reacción individual, sino una consecuencia social que los lleva a cortar la ruta para hacerse oír y presionar por su reclamo. No obstante, en cada corte de ruta, en cada piquete, existe una gran solidaridad entre los que luchan. Un jarro de leche o un plato de comida, son compartidos y ofrecidos, aún a aquellos que se acercan, simplemente, a darles su voz de aliento.
Los
desocupados de distintas regiones del país ya no responden espontáneamente,
tienen organizaciones que en estos años han surgidos en distintos puntos del país,
que actúan regionalmente, en forma desigual, sin una coordinación y unidad en
las acciones y el programa, y con un camino arduo por recorrer. La
unidad en un movimiento nacional es una de las tareas prioritarias que la lucha
contra la desocupación exige.
Las
trampas y los cepos
Los
capitalistas han tomado rápidamente conciencia de este fenómeno político y
social. Saben que el desarrollo de estas formas de lucha puede hacer peligrar
sus negocios y sacudir la estantería de la democracia burguesa, y no pueden
dejar que avancen sin intentar enchalecarlos y corromperlos. Ya sea por la vía
de las promesas electorales o a través de los “planes sociales” bajo la
tutela de la burocracia de los Moyano y los De Gennaro, que buscan ponerse a la
cabeza de los mismos, para controlarlos férreamente.
Los
“Planes Trabajar “ y otros planes de asistencia social que implementaron los
gobiernos de Menem y De la Rúa, respectivamente, han sido una política
consciente, que bajo el disfraz de “paliativos” de la pobreza, intenta
desmontar, corromper y desprestigiar a la movilización de los sin trabajo. El
“clientelismo” político creado alrededor de la miserable paga que se hace
por cortar yuyos o pintar cordones en las veredas, beneficia mas a los
“punteros” de distintos partidos políticos que negocian con el hambre y la
miseria, que a los propios desocupados (Ver en esta misma edición “Los
rehenes sociales”). El “seguro al desempleo” anunciado
por el gobierno, se inscribe en el marco de acordar una política para
descomprimir la situación en los sectores más pobres, y de centralizar,
poniendo en manos del gobierno y la burocracia sindical, la administración de
la asistencia social.
Consideramos que debemos pelear por un trabajo genuino y no temporario y un subsidio para todos los desocupados que se equipare al salario de los que trabajan, para evitar la trampa de que los subsidios se transformen en el ”piso” salarial. El no pago de los impuestos, el transporte “sin boleto” y la provisión gratuita de útiles escolares deben ser medidas para las familias de los desocupados.
Los
puestos de trabajo, los subsidios y toda asistencia
social deben ser administrados y controlados por asambleas democráticas del
conjunto de los que no tienen trabajo. Para arrancar de cuajo el nefasto
clientelismo político. Junto a esto, es fundamental luchar por el reparto de
las horas de trabajo sin reducción salarial, para que todos tengamos trabajo.
En
boca de la CTA o la Corriente Clasista y Combativa de Santillán, el reclamo de
“Planes Trabajar” es para impedir que se avance hacia un programa común
nacional de reivindicaciones más profundas, que ataquen directamente las
ganancias capitalistas y planteen una salida política capaz de comenzar a
revertir, en forma real, este drama social. En este sentido, el llamamiento que
hacen los desocupados del norte de Salta es una referencia a tener en cuenta,
resultando lo más avanzado de la lucha contra la desocupación.
El
movimiento de los desocupados es un espacio de resistencia que está creciendo
lentamente, y debemos participar activamente para fortalecerlo y aportar a la
unidad de todos los sectores populares que están luchando.
Recuadro
Desocupados
de Salta
Un
buen ejemplo
El
9 de diciembre del 2000, en General Mosconi, Salta, se realizó el primer
Congreso de desocupados de esa provincia. Allí se constituyó la Coordinadora
Departamental de Trabajadores y Desocupados del norte de Salta, conformada por
la Unión de Trabajadores Desocupados de General Mosconi, la Coordinadora de
Desocupados de Tartagal, la Coordinadora de Trabajadores Desocupados de Salvador
Mazza y el Frente de Unidad Barrial de Desocupados de Embarcación. La misma
suscribió un llamamiento a todos los trabajadores del país. Este documento
constituye un programa que indica el avance de un sector importante de
trabajadores que está luchando desde hace tiempo contra el hambre y la miseria,
que los sucesivos gobiernos provinciales y nacionales han impuesto en la región.
Aquí
reproducimos los puntos que consideramos más importantes y que deben ser una
referencia para todos los que hoy luchan contra la explotación capitalista:
“Los
trabajadores de hoy no son el fruto de una ley inevitable, sino el resultado del
negocio capitalista que se ha montado sobre nuestro sacrificio y la entrega de
los activos que se hicieron sobre la base de nuestro aporte. Hay que recordar
que Repsol compró YPF por 8.000 millones de dólares y sólo en los primeros
tramos de la concesión tendrán 48.000 millones de dólares de ganancia. Hay
que recordar que del Departamento de San Martín se llevan 30 millones por mes,
dejando sólo un millón, lo que revela que los saqueadores son ellos, no los
piqueteros. Hay que recordar que se ha despedido en masa a los trabajadores
ypefianos para reducir el costo laboral en función del beneficio y de la lucha
por sobrevivir de estos pulpos y del sacrificio de todo plan de industrialización
y exploración.”
(…)“Los
aquí reunidos declaramos que nuestros reclamos son nuestros derechos. Que un
subsidio al desocupado no es una dádiva, es un derecho porque es este régimen
el que está obligado a darnos trabajo y si así no fuera no tiene razón de
ser. No se nos escapa que los planes de empleo son instrumentados como un
mecanismo para hacer bajar aún más el salario del trabajador activo, y al
luchar por ellos lo hacemos con la perspectiva de arrancar trabajo, lograr la
efectivización y liquidar la precariedad laboral.”
(…)
“Haciendo
un balance de las distintas experiencias de lucha hemos constatado cómo el
gobierno ha tratado de dividir a los desocupados mediante la compra de
dirigentes.
Los
dirigentes que han traicionado a los desocupados deben ser expulsados de las
organizaciones y considerados enemigos de los trabajadores.
Se pretende desorganizarnos convirtiendo a los piqueteros en punteros de los
intendentes y muchas veces lo que se ha conseguido por la lucha, en la ruta, se
lo reparte como si fuese un favor de los funcionarios que en su momento
ordenaron la represión, que este año ya mató a tres compañeros.”
(…)
“Cárcel y perpetua a los asesinos de Verón, Justiniano, Gómez, víctimas de
la represión en la ruta, y Maldonado, víctima de la polícía del gatillo fácil.
Por
una comisión investigadora independiente.”
(…)
“Fuera
las intervenciones y los gobiernos personeros del régimen de entrega y saqueo.
”Soberanía
de las organizaciones obreras y construcción de una Asamblea Popular que
represente el interés de los trabajadores.”