Corte
de ruta de La Matanza
Y los colectivos y
los trenes volvieron a pasar.... Pero seguramente nada será
igual. Allí quedaron las huellas de una acción que duró 17
días, y que tuvo como protagonistas a miles de trabajadores
desocupados con sus familias. Los trozos de caucho y madera
quemada seguirán allí por mucho tiempo, como símbolo de los
centenares de fogones que durante días y noches alumbraron como
luciérnagas la Ruta Tres. En todas las carpas la reflexión y la
convicción era la misma: ¡Una vez más no cumplieron! ¡ No
nos moveremos de aquí!
Por el cemento de
la ruta circularon una y otra vez compañeros y compañeras de
los barrios más humildes de La Matanza, acampando en las veredas
que no hace mucho tiempo veían entrar y salir a centenares de
obreros de las fábricas Textil Yute o El
Molino, hoy cerradas. Familias enteras que llevaban
alimentos o leña para sus fogones, mientras decenas de pibes
impregnados de hollín corrían horas tras una pelota. Por
momentos parecían pocos, porque cada barrio se mantenía en sus
carpas, mateando, charlando, preparando la comida, leyendo, o
recibiendo la solidaridad de algunos visitantes. Pero
repentinamente aparecían todos, los miles, cuando eran
convocados a una asamblea desde el Culebrón Timbal
(viejo colectivo que sirvió de escenario y centro de
información), o cuando agitando los brazos mostraban a los
helicópteros de la policía los muchos que eran, o cuando se
escuchaba a quienes traían la solidaridad de una fábrica, de un
hospital, de un sindicato, de una organización barrial, de una
escuela, de Hebe de Bonafini o de los artistas....
Para los años 70,
La Matanza era el centro fabril más importante del país, y
sigue siendo hoy el municipio más grande de todo el Gran Buenos
Aires. Las transformaciones que comenzó la dictadura, que
continuó Alfonsín y que se consumaron durante el gobierno de
Menem provocaron un marcado retroceso y cierre de gran cantidad
de establecimientos fabriles y por tanto, de obreros ocupados. A
la par del retroceso productivo, otras grandes empresas que
siguen teniendo cuantiosos beneficios a través de una creciente
productividad, -como es el caso de Acindar- redujeron de 2.500
trabajadores a 200 (desde el 90 hasta hoy). El crecimiento de la
desocupación en los últimos 10 años según el propio
Indec- fue del 135%; de ahí que la pobreza sea la
característica del 36 % de los hogares matanceros. A ello se
suma que, por la falta de viviendas, se fueron concentrando
durante las últimas dos décadas gran cantidad de asentamientos,
calculados hoy en 180, con una población de más de 500.000
habitantes.
Son estas
condiciones materiales las que dan surgimiento a un amplio
movimiento de desocupados, que perdura en el tiempo y se sigue
extendiendo. No son, como muchos otros trabajadores creen,
gente que no quiere trabajar, o, como dice el
gobierno, puro manipuleo político, sino miles de
familias de desocupados que no tienen ninguna posibilidad de
insertarse en el proceso productivo, que se ven obligadas a
reclamar de los gobiernos un paliativo a su miserable situación.
Allí estuvieron como exponentes de esta cruda realidad, -junto a
las carpas barriales-, los trabajadores despedidos del
Frigorífico Yaguané, que aglutina a más de un centenar, o los
compañeros de la Lista Gris de la UOM, o aquellos ex activistas
sindicales que hoy están como referentes organizando
sus barrios. Ellos, como la amplia mayoría de los que
cortaron la ruta, quieren trabajo, aquel trabajo que
perdieron y que les dio durante décadas la posibilidad de
sobrevivir, de criar y educar -aunque pobremente-, a sus hijos.
¿Pero cuándo llegará ese trabajo? ¿Cómo sobrevivir hoy?
¿Cómo acceder y luego subsistir con los miserables 120 pesos
del Plan Trabajar que una y otra vez las autoridades
rebajan e incumplen?
La lucha por
democratizar el movimiento
Ya en otros
números de Socialismo o Barbarie nos hemos referido
a las direcciones sindicales y políticas que están al frente
del movimiento de desocupados de La Matanza, centralmente la CTA
y la CCC. Hemos criticado el control que sobre los propios
desocupados y sus familias se ejerce a través de los Planes
Trabajar, especialmente por el condicionamiento económico (temor
a no recibirlo), lo que termina maniatando la efectiva y real
democracia que los trabajadores necesitan para organizarse
independientemente, discutir y ampliar horizontes y métodos para
su propia lucha. Esto es lo que impide hoy, seguramente,
desarrollar todas las potencialidades y creatividad del
movimiento de los desocupados hacia objetivos de mayor alcance
que los meros parches que implementa el sistema.
Pero, como algún dijo columnista, la vida real pasa por
las carpas. Allí se discute de todo, en voz baja para que
otros no escuchen, entre mate y mate. A veces
también se expresa en júbilo colectivo, o dientes apretados,
sin expresión verbal, como en la mayoría de las asambleas. Pero
igualmente hablan los rostros, las manos, los
gestos... Como ocurrió cuando le fue impedido al Suteba Matanza
montar su carpa en el corte con argumentos que no convencieron a
nadie... O como ocurrió en la crisis que se produjo el viernes
previo al levantamiento, cuando se llamó a una asamblea al
mediodía para informar que ellos (los dirigentes de la CTA y de
la CCC) habían tenido reuniones (de las cuales no habían
informado) con representantes del gobierno nacional y que
tendrían una nueva entrevista, para la cual plantearon levantar
el corte de la vía. Sólo 25 levantaron sus manos para votar en
contra, pero la expresión de impotencia y negativa a la medida
se manifestaba vivamente en la amplísima mayoría de los
rostros. Los comentarios y discusiones se hicieron luego en las
carpas. En una de ellas se dio una discusión en la que
participó uno de los referentes, que planteó
yo también coincido con Uds... está mal haber levantado
el corte de las vías... ¿Pero qué pasa si hablo y me cortan el
subsidio?. La negativa a levantar el corte de vía pudo
comprobarse luego por la noche, cuando los dirigentes volvieron
denunciando que nadie se había hecho presente del Gobierno
Nacional a la entrevista y llamaron a cortar la vía
nuevamente... Gritos de aprobación mezclados con bronca,
abrazos, mostraron lo que pocas horas antes no se había
expresado. Los dirigentes, bravuconamente, continuaron:
Ahora que vengan aquí si quieren negociar, para irse
al poco rato a la entrevista que reclamaba el gobierno...
El gobierno finalmente aceptó la reunión de negociación. Volvieron a estar presentes, junto a la Bullrich, los mismos personajes con los cuales el gobierno nacional había dicho que no negociaría: el intendente Balestrini (PJ), Alderete por la CCC, D´ Elía por la CTA, a través del llamado Consejo de Emergencia Social de La Matanza. La reunión y la conferencia de prensa se hicieron en la Municipalidad. Los gobiernos nacional y provincial se comprometieron con 7.500 planes Trabajar, 3.000 planes Bonus, el pago de 3.200 planes Trabajar adeudados, medicamentos, herramientas y materiales para trabajar, dinero para reparación de Escuelas, colocación de tres hospitales móviles, licitación para el equipamiento del Hospital del Km. 32, parcelación y legalización de las tierras en los asentamientos 17 de Marzo y María Elena.
También se acordó
iniciar gestiones para conseguir la conmutación de pena
para Emilio Alí junto a otras reivindicaciones menores.
El corte se
levantó sin euforias, pero con la firme convicción de haber
ganado un round. También con la absoluta certeza de que habrá
que seguir movilizados para controlar que todo se cumpla.
Dejamos para el final lo que consideramos uno de los más importante avances de ésta lucha: el proceso de unidad que comenzó a gestarse entre trabajadores ocupados y desocupados. No pocas discusiones se desarrollaron en las empresas cuando activistas del MAS plantearon en sus lugares de trabajo o estudio la necesidad de ir a dar la solidaridad clasista, de juntar víveres, ropa o remedios para los desocupados. No sólo fue una importante experiencia para muchos trabajadores ir al corte, sino que esos mismos compañeros a la vuelta informaban de los resultados, de la alegría de los desocupados al recibir la solidaridad, lo que generó numerosas charlas e iniciativas para dar solidaridad a otras luchas. Pasaron por el corte numerosas delegaciones de trabajadores: de Aerolíneas Argentinas, los mineros de Río Turbio, de la fábrica Renacer de Ushuaia, del Hospital Paroissien, de Siderar Haedo, de la metalúrgica ENFER, del Hospital de Clínicas, de escuelas del municipio y muchos más, además de estudiantes secundarios, terciarios, universitarios... Así como llevar víveres, remedios o ropa sirvió para impulsar actividades solidarias entre numerosos trabajadores que hasta el momento permanecían ajenos a la lucha de los desocupados, la mayoría de las delegaciones pudieron intervenir ante el conjunto de los desocupados. De esta manera se escuchó una música distinta a la expresada por los dirigentes del CTA y CCC. Fueron muy aplaudidos quienes hablaron de la necesidad de terminar con el sistema capitalista (como los compañeros de Río Turbio y otros) o la de compañeros/as que plantearon con firmeza que este acercamiento debía servir para unir a ocupados y desocupados, o los que llamaron a luchar por trabajo para todos, repartiendo las horas, los que defendieron la propuesta de unirse con los trabajadores de Aerolíneas... A este proceso de unidad dentro del corte colaboraron decisivamente los compañeros de la Lista Gris (oposición UOM-Matanza), quienes, junto a los despedidos del Yaguané, el MTD, C.U.B.A. y otros agrupamientos hicieron esfuerzos por impulsar la información y discusión de los distintos conflictos: Zanón de Neuquén, Río Turbio o Aerolíneas...
Nada terminó cuando se levantó el corte. Las experiencias vividas, el aprendizaje, los nuevos lazos establecidos, necesitan de reflexiones, balances y propuestas de continuidad... Nuevas citas, reuniones, encuentros se amasaron al calor de los 17 días. A muchos nos quedó la convicción de que es necesario trabajar para que los próximos cortes y luchas puedan avanzar sobre lo que ya hemos conquistado. En eso estamos...
Un grupo de docentes, miembros de la C.D. y delegados del Suteba Matanza, intentan, con su cartel, instalarse en el corte de ruta. En medio de aplausos de los desocupados y sus familias, habla Alderete, dirigente de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), que plantea a los docentes que no pueden instalarse. La sorpresa fue mayúscula, ya que el Suteba-Matanza había permanecido en los cortes anteriores en unidad de acción con los desocupados y dirigentes de la CCC y de la CTA. Más tarde, DElía, dirigente de la CTA, explicaría a los desocupados que el Suteba no podía instalarse porque en su sindicato existía una interna que ellos no querían que se traslade al Corte de Ruta.
Las razones eran otras: el Suteba Matanza había realizado días antes una numerosa asamblea de más de 400 docentes, que por amplia mayoría separó de la C.D. al dirigente Steimbrum (CTA) por haber aceptado de parte del gobierno, y en nombre del sindicato, Planes Trabajar. El Suteba Matanza, tiempo antes, había resuelto no aceptar ningún tipo de administración de estos planes.
Nosotros (MAS) sostuvimos en dicha Asamblea lo correcto de no aceptar Planes Trabajar por parte del Sindicato, de sancionar a Steimbrum, al igual que reivindicábamos el rol cumplido en los cortes de ruta junto a los desocupados. Somos muy críticos, sin embargo, de la política de la C.D. del Suteba-Matanza, por no plantear públicamente ninguna diferencia con los dirigentes del corte, como tampoco haber desarrollado una información y discusión en el conjunto de las escuelas sobre el tema.
Creemos, como lo
planteamos en la asamblea, que el tema de los desocupados es un
problema que atañe al conjunto de la clase trabajadora, esté
ocupada o no. Que, entre muchas otras razones, la
demostración está en que los grandes empresarios obtienen
inmensas ganancias exigiendo una altísima productividad en las
empresas, a la par de bajar los salarios, aprovechando la
existencia de millones de desocupados y el temor al desempleo de
los que trabajan. Disciplinan así a los trabajadores con
argumentos tales como la competitividad, imponiendo
ritmos brutales de explotación, a la par de tirar migajas a los
desocupados. De esta manera no sólo obtienen beneficios
siderales, sino, lo que es peor, dividen a la clase
trabajadora para impedir que enfrente unificadamente al sistema.
Nadie puede oponerse a que los desocupados acepten los Planes Trabajar para paliar en algo su miserable situación, pero ésta no puede ser la salida. Ello fomenta el control político que maniata a los desocupados e impide ejercer su democracia. Sólo los desocupados deben administrar y controlar los Planes Trabajar para que, actuando como parte de la clase trabajadora, cumplan un rol social transformador. A la par de ello, el Estado intenta corromper a los partidos de izquierda y a las organizaciones sindicales para que se conviertan en mediadoras del sistema, lo que liquida la independencia política de clase, permitiendo el avance del Estado. De allí que ningún luchador honesto, ninguna organización que se reclame revolucionaria, debe prestarse a administrar los subsidios. Necesitamos avanzar entre todos reclamando, luchando, por trabajo para todos. La inmensa riqueza social producida por el sector de la clase trabajadora que hoy es explotada durante largas jornadas y ritmos agobiantes muestra que hemos llegado hace ya tiempo a la posibilidad del reparto de las horas de trabajo. Ello beneficiaría tanto a quienes hoy tienen empleos de intensas jornadas como a quienes el capitalismo expulsa de la producción y obliga a la exclusión social sin retorno. Se impondrían jornadas de 6 horas para todos, sin rebaja salarial y sin flexibilización salvaje. En nuestro caso, por ejemplo, si tuviéramos cursos de no más de 20 alumnos no sólo podríamos dar una formación más personalizada e intensiva, sino que también la mayoría de los docentes que hoy no tienen trabajo ingresarían al sistema.
Muchos compañeros podrán decir que trabajo para todos es imposible de lograr. Estamos seguros de que los capitalistas no otorgarán esta imperiosa reivindicación por algún tipo de convencimiento. Sólo será posible si ocupados y desocupados somos capaces de unirnos para enfrentar al capitalismo, construyendo una alternativa propia, de real transformación social. Porque el sistema que lucra con nuestra miseria y explotación no tiene otra razón y objetivo de existencia que el de obtener más y más ganancias, a costa de lo que sea, incluso, de nuestra propia existencia como trabajadores.