Derrotar
el plan de déficit cero
Se
han cumplido con gran éxito los cortes de ruta en todo el país, que están
madurando como una experiencia que se comienza a cimentar entre sectores de los
explotados y oprimidos.
Pero no son sólo los desocupados. Los estatales y, sobre todo, los docentes de
la provincia de Buenos Aires están pasando por encima de las maniobras
divisionistas de los dirigentes. Autoconvocándose de manera democrática, miles
y miles de maestros se vuelcan a las calles, hacen asambleas con los padres, se
coordinan de escuela en escuela.
La
unidad libre y democrática en la lucha entre ocupados y desocupados, la
masificación de esta pelea, puede terminar poniendo a la clase trabajadora
como primer actor de la vida política del país. Hacia esta perspectiva hay
que trabajar, sorteando los obstáculos que ponen los “dirigentes”.
En
este marco, el próximo 4 de septiembre se realizará un nuevo plenario de los
trabajadores desocupados y organizaciones territoriales, que adquiere una enorme
importancia: puede y debe transformarse en una expresión democrática y
centralizada de todos los trabajadores desocupados y ocupados del país. De
ser así, de masificarse su representación, estará planteando que comience a
constituirse en un punto de referencia para toda la clase trabajadora.
El
gobierno y la “democracia” muestran su verdadero rostro de sirvientes de los
banqueros y de los grandes empresarios. Son millones los que cuestionan que
Cavallo-De la Rúa decidan el futuro de las grandes mayorías. En esta realidad,
el problema de las salidas, de las alternativas frente a la actual catástrofe,
se va poniendo cada vez más a la orden del día
La
clase trabajadora debe comenzar a asumir un rol político ante la crisis del país.
Se está viendo, se está sintiendo, que la clase capitalista y su gobierno sólo
tienen para ofrecer ajuste sobre ajuste. Las variantes “alternativas” como
Carrió o Farinello proponen una falsa “salida”: humanizar a los banqueros y
a los empresarios. Un cuento de hadas, para seguir engañando a los
trabajadores. Por el contrario, cada vez más está más claro que para superar
el desastre actual hay que ir de una vez por todas contra las ganancias y la
propiedad de los capitalistas: son ellos los que deben pagar la crisis actual.
Pero
se trata de dar un paso más: plantear una verdadera salida política. Ni del
voto, ni de otro figurón patronal como De la Sota o Alfonsín puede venir una
alternativa para los de abajo. La clase trabajadora debe plantearse gobernar
ella, por intermedio de las organizaciones que incipientemente están
surgiendo: los distintos plenarios, encuentros y coordinadoras que distintos
sectores de trabajadores del país están llevando adelante. Sólo un gobierno
de los trabajadores podrá poner en marcha las extraordinarias medidas que hacen
falta para sacar al país y a los explotados y oprimidos de la catástrofe en la
que estamos cayendo. Y para esto, los cortes de ruta sumados al paro y la toma
de los lugares de trabajo, deben generalizarse, masificarse y hacerse de manera
unitaria entre ocupados y desocupados. Así podrán transformarse en una
verdadera lucha nacional, una huelga general de toda la clase trabajadora hasta
la derrota del ajuste, la caída del gobierno, lo que planteará el problema de
los problemas: qué clase debe gobernar en Argentina.