Aportes al balance electoral
Por Clara Luz
Esta nota pretende señalar algunos aspectos del balance electoral que nos permitan leer mejor la situación de la lucha de clases en nuestro país con el fin de asentarnos en ella lo más firmenmente posible.
En ese sentido, el análisis de la masividad con que se expresó el voto "bronca" debe ser parte de un debate que no puede agotarse rápidamente. En primer lugar porque es histórico en nuestro país y tenemos el deber de combinarlo con la totalidad de los elementos de la actualidad.
En segundo lugar, pero no por ello secundario, porque debe replantearle a la izquierda la discusión de las políticas electorales, el papel de los diputados revolucionarios y el rol de la democracia burguesa en esta etapa de globalización capitalista y hegemonía de la cultura de la libertad y legalidad imperialistas. Si bien dicho debate no es motivo de este artículo, sí es preocupación de muchos compañeros del MAS que se han cuestionado la participación con candidatos en la reciente contienda electoral partiendo de la base de que no era la mejor manera de acompañar y empujar la ruptura con el régimen de un sector importante del movimiento de masas que se expresó en el abstencionismo y de forma más mezclada en el voto nulo y el voto en blanco.
También se hace referencia a algunos aspectos de la campaña que realizó el MAS.
Voto "bronca" y lucha de clases
Mucho se ha dicho en las páginas anteriores de la importancia de la masividad de esta expresión electoral. Con una mirada que enfoque a través del lente de la lucha de clases actual, se pueden encontrar otros significados.
Uno de ellos es que el voto bronca parece reflejar más que las luchas que se han venido dando las luchas que no se han dado. Más que el proceso de una vanguardia que en Mosconi, Zanón o Turbio se autodetermina ejerciendo la democracia directa para enfrentar los planes del gobierno, este voto parece reflejar hoy, la FALTA DE ALTERNATIVA para los trabajadores, desocupados y sectores medios de la población que sufren la catástrofe capitalista argentina.
Esta visión encierra una clave importante para entender la situación inmediata. Explica el impasse brindado por el conjunto de los explotados a la aplicación de los planes del gobierno que aunque con confusión, divisiones y profundas incertidumbres entre la propia burguesía, avanzan agravando la crisis que sumerge en el agobio y la desesperación a la mayor parte de la población.
Voto bronca que es también de impotencia ante la ausencia de una perspectiva de lucha.
La falta de un movimiento general de trabajadores y desocupados que se ponga a la cabeza de los reclamos del pueblo es lo que torna más lento el desenvolvimiento de la crisis y dificulta un cambio de etapa más favorable a las necesidades populares.
Sin duda no podemos descartar estallidos y bruscos enfrentamiento por el derecho a cobrar y/o a la comida, pero el proceso de recomposición y construcción de una alternativa de clase tiene otros ritmos y esto es definitivo para la superación de la crisis. El movimiento piquetero, que surgió con proyección nacional, no alcanza a constituir una alternativa para el conjunto. La política de su dirección (CTA y CCC) ha impedido hasta ahora su pleno desenvolvimiento para probarse como una referencia efectiva.
En los sectores medios la falta de alternativa es un obstáculo tangible, incluso para la vanguardia, para asumir las tareas que permitan dar una pelea de fondo. En el gremio docente de provincia de Buenos Aires, por ejemplo, es más fuerte la impotencia frente a al burocracia del sindicato que la posibilidad de desarrollar los elementos que por la positiva aparecieron en la lucha de agosto y podían darle otra dinámica al enfrentamiento actual por el cobro de haberes. Una vez más se impone el no saber cómo y hasta dónde luchamos.
Sin duda este es un elemento que debe centrar nuestro accionar político en la construcción de salidas a los problemas inmediatos y más de fondo que parta de esta realidad.
La izquierda y nuestra campaña
Al igual que el voto "bronca" el voto a la izquierda no se puede evaluar como un todo homogéneo y difícilmente podamos hacer algún estudio de laboratorio que nos diga cuánto de voto contestatario o de antirrégimen, o de antisistema hay en la conciencia de los votantes. Sin duda, como se dice en páginas anteriores, no es un episodio más de la historia argentina por la magnitud que encierra y porque le da contexto de búsqueda de alternativa al propio voto bronca, que no alcanzó a manifestarse por la positiva. Esto más allá de las apreciaciones sobre las propuestas llevadas adelante por las distintas agrupaciones a las que ya se han referido en otros artículos.
El aprovechamiento de las oportunidades que este espacio abre debe estar entre las preocupaciones de las organizaciones revolucionarias. No sólo por el desafío de su inserción directa en los movimientos sociales sino por el papel de recomposición política que puede cumplir.
Sin duda la reconstrucción de un movimiento revolucionario tendrá íntima relación con la recomposición política para la cual el conjunto de la izquierda tendrá que revolucionarse.
El MAS debe explorar formas abiertas de funcionamiento con otros para poder ofrecer una alternativa de construcción a aquellos que hoy han girado a la izquierda e incluso que se sitúe como referente de los que están en la búsqueda de salidas.
La orientación política de la campaña, que aunque con desigualdades llevó adelante nuestra organización, estuvo correctamente basada en la necesidad de darle una perspectiva de lucha a la salida a la crisis. La necesidad de que el poder pase a manos de los trabajadores y sus organizaciones basadas en la democracia directa y la autodeterminación, como surge de distintas experiencias de nuestro país en lo últimos tiempos (Autoconvocados de Corrientes, distintas expresiones de desocupados como Tartagal y Mosconi, u ocupados como Turbio, Zanón, etc.) fue parte de la Declaración que conformó el Frente MAS-PO así como de los volantes que repartimos durante la campaña.
En ese sentido, la actividad realizada, hombre a hombre, permitió retomar viejos espacios dejados por el partido y abrir otros nuevos a donde pudimos llegar.
Sin embargo algunas dificultades se presentaron a lo largo de la actividad y es necesario que las asumamos como organización para realizar un diálogo fecundo con la vanguardia.
Es una realidad que más allá de las diferencias políticas planteadas con el Partido Obrero y que están mencionadas en artículos anteriores, hay otra que no es menor. Se trata de su ubicación concreta en relación a los conflictos, la organización del activismo y la orientación hacia la base. A partir de una visión burocrática de construcción y sustituista que no apuesta a la unidad del conjunto ni a su autodeterminación los compañeros del PO terminan separándose de los movimientos más profundos que realizan los trabajadores cuando salen a luchar. En ese sentido son lo opuesto de lo que nosotros queremos construir y por eso entre sectores del activismo docente, estatales, etc. la campaña electoral no nos sirvió para avanzar.
Algunos compañeros plantean que este problema no fue menor ya que la mayor posibilidad de despliegue militante y de propaganda por parte del PO disminuían nuestras posibilidades de diferenciación.
Algunas tareas planteadas
Desde las páginas de SoB se viene planteando la tarea central de aportar al proceso de recomposición obrera y popular. Los resultados de las elecciones nos ofrecen una fotografía distorsionada de toda la sociedad. Datos que no pueden dejarse de lado cuando se plantea la construcción de una alternativa.
De la izquierda revolucionaria debe surgir la propuesta de recomposición política que impida la licuación del espacio hoy abierto, en completa comunión con los elementos más positivos (y que SoB ha descripto largamente) que se expresan en el terreno de la lucha de clases. Recomposición que debe estar por encima de los intentos de autoproclamación de las organizaciones existentes, batallando contra el vanguardismo y defendiendo espacios democráticos de debate y acción.