El "terrorismo" de Bush sobre América Latina

Por Ricardo Napurí

No requerimos de las elaboraciones sofisticadas de los teóricos, defensores y apologistas de la globalización mundial para desentrañar los objetivos imperialistas encubiertos en la fraseología de la "guerra mundial contra el terrorismo". Sin embargo, detengámonos en algunos de los dichos de Bush, del vicepresidente Cheney, del canciller Colin Powell y de voceros del Pentágono.

Cheney es el más "salvaje" en sus expresiones. Ha afirmado: "Es una guerra entre civilización y barbarie... Es distinta a la Guerra del Golfo, en el sentido que no puede acabar nunca. Al menos, no en el transcurso de nuestras vidas... No habrá final de la guerra hasta que EE.UU. logre destruir completa y permanentemente el terrorismo internacional."

De su lado, el presidente Bush: "Será un respuesta devastadora y prolongada, una cruzada contra el terrorismo... Aquellos que se opongan a nuestra guerra serán considerados como nuestros enemigos."

El Pentágono por boca de uno de sus altos jefes: "Por ahora estamos en Afganistán. Pero no nos limitaremos a una sola campaña pues nuestra estrategia es mundial."

Colin Powell considerado "palomo" en su gobierno, advirtió al mundo que debe prepararse para "un conflicto a largo plazo llevado a cabo en muchos frentes". El premier italiano Berlusconi interpretó, como muchos, que EE.UU. preparaba en realidad una cruzada contra el islamismo, o sea una guerra entre civilizaciones.

¿Qué nos espera?

Si EE.UU. debe disputar aun —aunque con indudables ventajas— el control y dominio de Asia, Africa y de los países del "socialismo real" con las otras potencias imperialistas, considera sin embargo que en América Latina no debe haber competencia porque históricamente es "suya". No es solamente por los efectos de la doctrina Monroe y los Pactos de Yalta-Potsdam, después de la guerra mundial, que la afirmaron como su "patio trasero", sino que por el proceso histórico desigual quedó como región rezagada, atrasada, explotada y oprimida por el imperialismo norteamericano, sobre todo.

Es tal la dominación sobre nuestros países y tan grande su atraso absoluto que de naciones y Estados supuestamente independientes, en diversos grados es cierto, encaramos en esta etapa un real proceso de recolonización por parte del imperialismo, con la complicidad de las burguesías nativas y sus elites gobernantes. Así la "guerra mundial contra el terrorismo" le sirve al amo imperialista para ajustar aún más las brutales tenazas sobre América Latina, por lo menos en lo económico, político y militar.

Vendrá una presión mayor para disgregar el Mercosur, aprovechando sus contradicciones, sobre todo las aparentemente insalvables entre Argentina y Brasil, ante el entreguismo de gobiernos títeres porque la burguesía nativa no es capaz de proyectos alternativos, sean reformistas o nacionalistas. De esta forma avanza el ALCA, concebido por EE.UU. y sus agentes, como de la Rúa o Cavallo, como un medio para someter a nuestros países a sus intereses.

Pero no le basta al imperialismo con esto. El FMI, el BM, el BID, han sido creados para garantizar esta secular dominación de los países centrales y los monopolios trasnacionalizados sobre nuestras economías atrasadas, denominadas eufemísticamente "en vías de desarrollo". Son instrumentos para la aplicación de las políticas neoliberales y los planes de ajuste, como antes apoyaron a las dictaduras en nombre de la estabilidad, las privatizaciones y el pago de la deuda externa.

Tampoco le basta al Departamento de Estado con su dominio sobre la OEA, desde siempre su instrumento servil (en 1962 por su exigencia separó a Cuba de su seno). Colin Powell asistió a su reunión de cancilleres, realizada en Lima, y no se fue hasta que no se firmó la Carta Democrática, de "defensa de la democracia y de los gobiernos democráticos", a pesar de que en esos momentos se producía el atentado.

Su entramado dispositivo trata de dejar fuera de la OEA (de la legalidad "democrática"), a todo gobierno que surja de las protestas, rebeliones o revoluciones. Pero especialmente es una amenaza a los que osen rebelarse a las imposiciones de EE.UU., aunque hayan sido elegidos por el voto. Están pensando en Cuba y sus imitadores probables; y actualmente en Hugo Chávez de Venezuela, que se muestra díscolo y porque temen que la presión de las masas radicalizadas pueda conducirlo a tomar medidas que no sean del agrado de Bush y sus fundamentalistas republicanos.

Colin Powell "vigiló" personalmente que la OEA dotara a EE.UU. de un instrumento legal-democrático de control político sobre nuestros países. Paralelamente, movió a sus agentes para que "resucitaran" al TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), ya obsoleto porque fue concebido en 1947 como instrumento para rechazar una presunta agresión exterior "comunista". Estaba "muerto", tanto que el presidente Fox de México afirmó que su país lo abandonaría por inservible. Para Argentina es mala palabra, porque no se aplicó, ni respondió a los pedidos de rechazo a la agresión "externa" del imperialismo inglés en la guerra de las Malvinas.

¿Pero por qué EE.UU. tiene tanto interés en resucitarlo?. Porque ya tiene con la Carta el instrumento legal; y ahora con el TIAR contará con el instrumento militar. Porque su articulado habilita la creación de una fuerza militar interamericana de intervención, sin pasar por la discusión de los parlamentos, a veces díscolos. Es decir, los instrumentos que requiere Bush para que su "guerra larga internacional", haga pie, conforme a sus objetivos, en América Latina.

El "terrorismo" en Colombia

Volvemos al "salvaje" Cheney. Ya comprendemos mejor por qué es un "halcón" fundamentalista: "No habrá final de la guerra hasta que EE.UU. logre destruir completa y permanentemente al terrorismo internacional", recordemos que dijo. Para estos represores el concepto terrorista es intencionadamente amplio, algebraico. Según la lista dada a conocer por el Departamento de Estado, terroristas son todos los "violentos", toda la gama de combatientes sociales y políticos radicalizados; y no sólo los que clásicamente apelan a formas de terrorismo individual. En esa lista están las innumerables organizaciones y etnias oprimidas: el IRA, la ETA, minorías en Africa y Asia, los chechenos, entre muchos. En América Latina las FARC, el ELN, Sendero Luminoso, etc. Y estarían los insurrectos de la década 60/70, el Che y Fidel Castro, los montoneros, tupamaros, entre otros.

No les interesa a los represores distinguir entre movimientos revolucionarios que cometen actos "terroristas", de los puramente terroristas, por concepción.

Así lo entienden las fuerzas armadas y sus servicios de inteligencia, y que lo aceptan. Es el caso del Ejército brasileño "descubierto" haciendo espionaje interno, a pesar de que la Constitución se lo prohibe, como igualmente en Argentina. Para los militares brasileños son enemigos los sindicalistas de la CUT, miembros del PT de Lula, y especialmente los activistas del MST. Y para estos servicios, formados en la escuela norteamericana, lo serán igualmente los campesinos que cortan rutas de Ecuador, Perú, Bolivia o Paraguay. Ni qué hablar de los piqueteros en Argentina.

Para Colombia existe una caracterización "más inteligente", la de "narco-terrorismo". No hay escapatoria entonces: se reprime por narcotráfico o por terrorismo, o por las dos cosas a la vez.

Mucho antes del 11 de setiembre, Clinton había ideado el Plan Colombia, para intervenir escalonadamente en la guerra civil de Colombia. Pero no hay que ser ingenuo: no es una intervención para garantizar la estabilidad de la "democracia" en peligro, ni la seguridad del país amenazada, sino también por motivos menos santos. El imperialismo yanqui hace rato que quiere ingresar directamente a la Amazonia, reserva ecológica y de la biodiversidad del mundo, con recursos naturales fabulosos e inexplotados. El medio para lograrlo es hacer pie en Colombia y en los países amazónicos limítrofes con el pretexto de liquidar el terrorismo de la FARC y el ELN.

Complicidad de los gobiernos patronales

Este proyecto imperialista lo conocen los gobiernos y políticos de nuestro países y las patronales empresarias. Pero el carácter de la lucha de clases en cada país, la profunda crisis social y su polarización creciente, que acentúa la crisis de dominación de la burguesía, determina que algunos gobiernos sean más cautelosos que otros en su capitulación a EE.UU. Es el caso de las diferencias entre de la Rúa, que trata de ser más agente que Menem; y Cardoso que tiene un frente interno difícil, con un empresariado que produce mayoritariamente para el mercado interno y que mantiene roces con las políticas económicas liberales más extremas.

Como el gobierno norteamericano tiene como una prioridad de su "guerra mundial contra el terrorismo", intervenir más decididamente en Colombia, los tiempos de ese accionar cuentan mucho. El presidente Pastrana trata de capear el temporal diciéndole a Marulanda "Tiro Fijo", que no le queda otra que pactar para reintegrarse a la institucionalidad democrática, antes de que asomen las bombas y misiles del fundamentalismo imperialista.

¿Qué harán la FARC y el ELN ante la nueva situación?. No lo sabemos. Pero tienen el mal ejemplo de los sandinistas y del Farabundo Martí del Salvador, que capitularon para jugar el nefasto rol de guardianes "por la izquierda", del podrido orden capitalista de sus países.

O sea que mientras unos tratarán de negociar su apoyo para ganar "un alguito", otros ya comenzaron a tirarse a la pileta sin agua. Es el caso del recién elegido Alejandro Toledo en Perú. Con descaro está pidiendo al Departamento de Estado que incorpore en su lista de terroristas a quienes en el país mantienen, aunque muy débilmente, la lucha armada. Es pedir la intervención de EE.UU. en determinadas zonas de Perú cuando lo crea conveniente. ¿Cínico entreguismo oportunista o un "ensayo" de Bush para alinear con su ejemplo a otros gobiernos?

Mientras tanto los ejercicios militares conjuntos y la apertura de bases militares en varios países, acompañan los intentos de integración de los servicios de inteligencia con la conducción de la fuerza armada, movimiento continental presidido por la CIA y el Pentágono. Más claro. El imperialismo yanqui está aprovechando su "guerra" para armar pacientemente pero a ritmos rápidos todo el "paquete" en América Latina. Es la puesta en marcha de una nueva pero más sofisticada Operación Cóndor, la que en la década del 70 organizara Kissinger teniendo como aliados y agentes a los genocidas Pinochet, Videla, Stroessner y los militares uruguayos entre otros.

Hay que impedirlo

Entonces, no es sólo Afganistán y el Medio Oriente. El terrorismo fundamentalista de Bush pone en peligro lo que queda de la independencia de América Latina. Corresponde a todos los que nos reclamamos de la defensa de los trabajadores, de los campesinos y los pueblos, de la democracia y de la lucha antiimperialista, hacer un seguimiento puntual a los nefastos designios imperialistas y de sus agentes políticos locales. Por todos lados, y en casi todos nuestros países la resistencia a los gobiernos agentes va configurando una toma de conciencia de que la lucha es contra los opresores y explotadores nativos pero también contra sus mandantes, los imperialistas.

En este difícil y complejo proceso habrá que bregar por un renacimiento del movimiento obrero y de la juventud, que acompañe solidariamente las luchas campesinas y populares que se dan en muchos países. Este renacimiento de la acción política de las masas puede y debe hacer retroceder a los gobiernos burgueses de turno, abriendo perspectivas para un desarrollo de las luchas.

Sólo en este movimiento puede ponerse fin a toda tentación terrorista que distorsione las legítimas luchas contra el sistema integrado de dominación. O sea, crear todas las herramientas de acción y organización para liquidar de raíz los planes imperialistas de recolonización. ¡Hay que impedir la intervención yanqui en Colombia! ¡Hay que "matar" desde su inicio la nueva Operación Cóndor, instrumento latinoamericano de la guerra global de Bush!

 

Recuadro

¡No a la base yanqui en Tierra del Fuego!

¡Cartón lleno! Si alguna abominación le faltaba a nuestros gobernantes entreguistas, ya está cumpliéndose. Tendremos una base de EE.UU. en el extremo sur del país.

El gobernador de Tierra del Fuego, el 26 de julio pasado, firmó un decreto cediendo terrenos para instalar una base del llamado SIV (Sistema Internacional de Vigilancia). Eran inicialmente 5 hectáreas que por diversos artificios se transformaron luego en 342, un territorio donde ningún "nativo" podrá meter las narices.

Este SIV se ocupa supuestamente de detectar la realización de pruebas nucleares (algo medio raro en la Patagonia). En verdad, es parte de una red mundial de control misilístico. Tiene que ver con los planes de EE.UU. de desarrollar el escudo protector antimisiles, planteado desde los tiempos de Reagan. Lo cierto es que en América Latina silenciosamente se viene estableciendo una red de bases. La de Tierra del Fuego, completa la cobertura del continente. ¡El Hermano Grande te vigila!

Por Ricardo Napurí

No requerimos de las elaboraciones sofisticadas de los teóricos, defensores y apologistas de la globalización mundial para desentrañar los objetivos imperialistas encubiertos en la fraseología de la "guerra mundial contra el terrorismo". Sin embargo, detengámonos en algunos de los dichos de Bush, del vicepresidente Cheney, del canciller Colin Powell y de voceros del Pentágono.

Cheney es el más "salvaje" en sus expresiones. Ha afirmado: "Es una guerra entre civilización y barbarie... Es distinta a la Guerra del Golfo, en el sentido que no puede acabar nunca. Al menos, no en el transcurso de nuestras vidas... No habrá final de la guerra hasta que EE.UU. logre destruir completa y permanentemente el terrorismo internacional."

De su lado, el presidente Bush: "Será un respuesta devastadora y prolongada, una cruzada contra el terrorismo... Aquellos que se opongan a nuestra guerra serán considerados como nuestros enemigos."

El Pentágono por boca de uno de sus altos jefes: "Por ahora estamos en Afganistán. Pero no nos limitaremos a una sola campaña pues nuestra estrategia es mundial."

Colin Powell considerado "palomo" en su gobierno, advirtió al mundo que debe prepararse para "un conflicto a largo plazo llevado a cabo en muchos frentes". El premier italiano Berlusconi interpretó, como muchos, que EE.UU. preparaba en realidad una cruzada contra el islamismo, o sea una guerra entre civilizaciones.

¿Qué nos espera?

Si EE.UU. debe disputar aun —aunque con indudables ventajas— el control y dominio de Asia, Africa y de los países del "socialismo real" con las otras potencias imperialistas, considera sin embargo que en América Latina no debe haber competencia porque históricamente es "suya". No es solamente por los efectos de la doctrina Monroe y los Pactos de Yalta-Potsdam, después de la guerra mundial, que la afirmaron como su "patio trasero", sino que por el proceso histórico desigual quedó como región rezagada, atrasada, explotada y oprimida por el imperialismo norteamericano, sobre todo.

Es tal la dominación sobre nuestros países y tan grande su atraso absoluto que de naciones y Estados supuestamente independientes, en diversos grados es cierto, encaramos en esta etapa un real proceso de recolonización por parte del imperialismo, con la complicidad de las burguesías nativas y sus elites gobernantes. Así la "guerra mundial contra el terrorismo" le sirve al amo imperialista para ajustar aún más las brutales tenazas sobre América Latina, por lo menos en lo económico, político y militar.

Vendrá una presión mayor para disgregar el Mercosur, aprovechando sus contradicciones, sobre todo las aparentemente insalvables entre Argentina y Brasil, ante el entreguismo de gobiernos títeres porque la burguesía nativa no es capaz de proyectos alternativos, sean reformistas o nacionalistas. De esta forma avanza el ALCA, concebido por EE.UU. y sus agentes, como de la Rúa o Cavallo, como un medio para someter a nuestros países a sus intereses.

Pero no le basta al imperialismo con esto. El FMI, el BM, el BID, han sido creados para garantizar esta secular dominación de los países centrales y los monopolios trasnacionalizados sobre nuestras economías atrasadas, denominadas eufemísticamente "en vías de desarrollo". Son instrumentos para la aplicación de las políticas neoliberales y los planes de ajuste, como antes apoyaron a las dictaduras en nombre de la estabilidad, las privatizaciones y el pago de la deuda externa.

Tampoco le basta al Departamento de Estado con su dominio sobre la OEA, desde siempre su instrumento servil (en 1962 por su exigencia separó a Cuba de su seno). Colin Powell asistió a su reunión de cancilleres, realizada en Lima, y no se fue hasta que no se firmó la Carta Democrática, de "defensa de la democracia y de los gobiernos democráticos", a pesar de que en esos momentos se producía el atentado.

Su entramado dispositivo trata de dejar fuera de la OEA (de la legalidad "democrática"), a todo gobierno que surja de las protestas, rebeliones o revoluciones. Pero especialmente es una amenaza a los que osen rebelarse a las imposiciones de EE.UU., aunque hayan sido elegidos por el voto. Están pensando en Cuba y sus imitadores probables; y actualmente en Hugo Chávez de Venezuela, que se muestra díscolo y porque temen que la presión de las masas radicalizadas pueda conducirlo a tomar medidas que no sean del agrado de Bush y sus fundamentalistas republicanos.

Colin Powell "vigiló" personalmente que la OEA dotara a EE.UU. de un instrumento legal-democrático de control político sobre nuestros países. Paralelamente, movió a sus agentes para que "resucitaran" al TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), ya obsoleto porque fue concebido en 1947 como instrumento para rechazar una presunta agresión exterior "comunista". Estaba "muerto", tanto que el presidente Fox de México afirmó que su país lo abandonaría por inservible. Para Argentina es mala palabra, porque no se aplicó, ni respondió a los pedidos de rechazo a la agresión "externa" del imperialismo inglés en la guerra de las Malvinas.

¿Pero por qué EE.UU. tiene tanto interés en resucitarlo?. Porque ya tiene con la Carta el instrumento legal; y ahora con el TIAR contará con el instrumento militar. Porque su articulado habilita la creación de una fuerza militar interamericana de intervención, sin pasar por la discusión de los parlamentos, a veces díscolos. Es decir, los instrumentos que requiere Bush para que su "guerra larga internacional", haga pie, conforme a sus objetivos, en América Latina.

El "terrorismo" en Colombia

Volvemos al "salvaje" Cheney. Ya comprendemos mejor por qué es un "halcón" fundamentalista: "No habrá final de la guerra hasta que EE.UU. logre destruir completa y permanentemente al terrorismo internacional", recordemos que dijo. Para estos represores el concepto terrorista es intencionadamente amplio, algebraico. Según la lista dada a conocer por el Departamento de Estado, terroristas son todos los "violentos", toda la gama de combatientes sociales y políticos radicalizados; y no sólo los que clásicamente apelan a formas de terrorismo individual. En esa lista están las innumerables organizaciones y etnias oprimidas: el IRA, la ETA, minorías en Africa y Asia, los chechenos, entre muchos. En América Latina las FARC, el ELN, Sendero Luminoso, etc. Y estarían los insurrectos de la década 60/70, el Che y Fidel Castro, los montoneros, tupamaros, entre otros.

No les interesa a los represores distinguir entre movimientos revolucionarios que cometen actos "terroristas", de los puramente terroristas, por concepción.

Así lo entienden las fuerzas armadas y sus servicios de inteligencia, y que lo aceptan. Es el caso del Ejército brasileño "descubierto" haciendo espionaje interno, a pesar de que la Constitución se lo prohibe, como igualmente en Argentina. Para los militares brasileños son enemigos los sindicalistas de la CUT, miembros del PT de Lula, y especialmente los activistas del MST. Y para estos servicios, formados en la escuela norteamericana, lo serán igualmente los campesinos que cortan rutas de Ecuador, Perú, Bolivia o Paraguay. Ni qué hablar de los piqueteros en Argentina.

Para Colombia existe una caracterización "más inteligente", la de "narco-terrorismo". No hay escapatoria entonces: se reprime por narcotráfico o por terrorismo, o por las dos cosas a la vez.

Mucho antes del 11 de setiembre, Clinton había ideado el Plan Colombia, para intervenir escalonadamente en la guerra civil de Colombia. Pero no hay que ser ingenuo: no es una intervención para garantizar la estabilidad de la "democracia" en peligro, ni la seguridad del país amenazada, sino también por motivos menos santos. El imperialismo yanqui hace rato que quiere ingresar directamente a la Amazonia, reserva ecológica y de la biodiversidad del mundo, con recursos naturales fabulosos e inexplotados. El medio para lograrlo es hacer pie en Colombia y en los países amazónicos limítrofes con el pretexto de liquidar el terrorismo de la FARC y el ELN.

Complicidad de los gobiernos patronales

Este proyecto imperialista lo conocen los gobiernos y políticos de nuestro países y las patronales empresarias. Pero el carácter de la lucha de clases en cada país, la profunda crisis social y su polarización creciente, que acentúa la crisis de dominación de la burguesía, determina que algunos gobiernos sean más cautelosos que otros en su capitulación a EE.UU. Es el caso de las diferencias entre de la Rúa, que trata de ser más agente que Menem; y Cardoso que tiene un frente interno difícil, con un empresariado que produce mayoritariamente para el mercado interno y que mantiene roces con las políticas económicas liberales más extremas.

Como el gobierno norteamericano tiene como una prioridad de su "guerra mundial contra el terrorismo", intervenir más decididamente en Colombia, los tiempos de ese accionar cuentan mucho. El presidente Pastrana trata de capear el temporal diciéndole a Marulanda "Tiro Fijo", que no le queda otra que pactar para reintegrarse a la institucionalidad democrática, antes de que asomen las bombas y misiles del fundamentalismo imperialista.

¿Qué harán la FARC y el ELN ante la nueva situación?. No lo sabemos. Pero tienen el mal ejemplo de los sandinistas y del Farabundo Martí del Salvador, que capitularon para jugar el nefasto rol de guardianes "por la izquierda", del podrido orden capitalista de sus países.

O sea que mientras unos tratarán de negociar su apoyo para ganar "un alguito", otros ya comenzaron a tirarse a la pileta sin agua. Es el caso del recién elegido Alejandro Toledo en Perú. Con descaro está pidiendo al Departamento de Estado que incorpore en su lista de terroristas a quienes en el país mantienen, aunque muy débilmente, la lucha armada. Es pedir la intervención de EE.UU. en determinadas zonas de Perú cuando lo crea conveniente. ¿Cínico entreguismo oportunista o un "ensayo" de Bush para alinear con su ejemplo a otros gobiernos?

Mientras tanto los ejercicios militares conjuntos y la apertura de bases militares en varios países, acompañan los intentos de integración de los servicios de inteligencia con la conducción de la fuerza armada, movimiento continental presidido por la CIA y el Pentágono. Más claro. El imperialismo yanqui está aprovechando su "guerra" para armar pacientemente pero a ritmos rápidos todo el "paquete" en América Latina. Es la puesta en marcha de una nueva pero más sofisticada Operación Cóndor, la que en la década del 70 organizara Kissinger teniendo como aliados y agentes a los genocidas Pinochet, Videla, Stroessner y los militares uruguayos entre otros.

Hay que impedirlo

Entonces, no es sólo Afganistán y el Medio Oriente. El terrorismo fundamentalista de Bush pone en peligro lo que queda de la independencia de América Latina. Corresponde a todos los que nos reclamamos de la defensa de los trabajadores, de los campesinos y los pueblos, de la democracia y de la lucha antiimperialista, hacer un seguimiento puntual a los nefastos designios imperialistas y de sus agentes políticos locales. Por todos lados, y en casi todos nuestros países la resistencia a los gobiernos agentes va configurando una toma de conciencia de que la lucha es contra los opresores y explotadores nativos pero también contra sus mandantes, los imperialistas.

En este difícil y complejo proceso habrá que bregar por un renacimiento del movimiento obrero y de la juventud, que acompañe solidariamente las luchas campesinas y populares que se dan en muchos países. Este renacimiento de la acción política de las masas puede y debe hacer retroceder a los gobiernos burgueses de turno, abriendo perspectivas para un desarrollo de las luchas.

Sólo en este movimiento puede ponerse fin a toda tentación terrorista que distorsione las legítimas luchas contra el sistema integrado de dominación. O sea, crear todas las herramientas de acción y organización para liquidar de raíz los planes imperialistas de recolonización. ¡Hay que impedir la intervención yanqui en Colombia! ¡Hay que "matar" desde su inicio la nueva Operación Cóndor, instrumento latinoamericano de la guerra global de Bush!

 

Recuadro

¡No a la base yanqui en Tierra del Fuego!

¡Cartón lleno! Si alguna abominación le faltaba a nuestros gobernantes entreguistas, ya está cumpliéndose. Tendremos una base de EE.UU. en el extremo sur del país.

El gobernador de Tierra del Fuego, el 26 de julio pasado, firmó un decreto cediendo terrenos para instalar una base del llamado SIV (Sistema Internacional de Vigilancia). Eran inicialmente 5 hectáreas que por diversos artificios se transformaron luego en 342, un territorio donde ningún "nativo" podrá meter las narices.

Este SIV se ocupa supuestamente de detectar la realización de pruebas nucleares (algo medio raro en la Patagonia). En verdad, es parte de una red mundial de control misilístico. Tiene que ver con los planes de EE.UU. de desarrollar el escudo protector antimisiles, planteado desde los tiempos de Reagan. Lo cierto es que en América Latina silenciosamente se viene estableciendo una red de bases. La de Tierra del Fuego, completa la cobertura del continente. ¡El Hermano Grande te vigila!

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