TREGUA EN EL TURBIO
Una larga huelga con ocupación se encuentra en un momento de tregua en la mina de Río Turbio. El 5 de octubre se inició una medida de fuerza votada por los mineros de planta y los contratados de las empresas tercerizadas. Seis días después, un grupo de contratados decidió la ocupación de la mina internándose en el socavón con la firme decisión de mantenerse allí hasta lograr la respuesta reclamada desde hace años: basta de trabajo a destajo. Estos compañeros trabajan en condiciones inhumanas: por 300 pesos de básico y después a matarse por la producción para lograr la diferencia necesaria para sobrevivir. Las condiciones de la mina para trabajar por producción son imposibles. Sin inversión alguna en diez años, no hay medidas mínimas de seguridad ni herramientas. Por otra parte, por el tipo de trabajo que se realiza, aumentar los ritmos de trabajo tiene límites insalvables a partir de los cuales no se puede trabajar más rápido. Los compañeros de planta vienen acompañando la lucha de los contratados para ingresar al mismo convenio, con la convicción de que es parte de la lucha por la fuente de trabajo de todos. El cierre de la mina es la perspectiva si no pelean todos juntos por el programa del Congreso del Carbón: basta de trabajo a destajo, basta de contratados, que no se corten los subsidios, que se vaya la concesionaria privada de Taselli, que la empresa regrese a una gestión estatal pero bajo control obrero, que se construya la usina a carbón en la boca de la mina. Un programa de los trabajadores para los trabajadores y el pueblo.
Por eso el conflicto fue acompañado, como otras veces, por todo el pueblo. Los pibes desde las escuelas les escribieron a los mineros, activistas hicieron pintadas, pasacalles, un festival musical con artistas de la zona. Y se hizo un encuentro con artistas en el profundo del socavón. Las mujeres de los mineros y las madres se instalaron en la boca de la mina para hacer allí la comida que diariamente debe bajar al túnel donde se encontraban los compañeros: a seis kilómetros dentro del cerro, con una loza de 800 metros de piedra como techo. Allí no hay luz. Es la oscuridad absoluta que se quiebra sólo con las lámparas de sus cascos. Una constelación de estrellitas en la noche eterna. El aire, que se inyecta con enormes ventiladores desde el exterior, está viciado, el polvillo en suspensión constante, no hay más que unos cartones o mantas sobre las cuales tirarse, los sanitarios son las galerías secundarias y el agua potable una rareza que llega en cuentagotas. Se pierde la noción del tiempo, cambian los ritmos del sueño y la alimentación, la visión se desacostumbra a la luz...el encierro y la oscuridad puede generar trastornos psíquicos. Los compañeros saben esto porque otras dos veces habían recurrido al mismo método, en el 94 y en el 98. Dos grandes huelgas conducidas por la lista Verde, de las cuales salieron derrotados porque la dirección firmó acuerdos que no convenían a los trabajadores. Pero con una importante experiencia.
La empresa no afloja. La situación política los ayuda. El gobierno nacional tiene una debilidad pasmosa, los funcionarios con los cuales se negocia pueden no ser los mismos al día siguiente. El gobierno provincial se hace el distraído. Ganó las elecciones con el 65% de los votos. Se siente fuerte. Para qué se va a enfrentar a Taselli, con el que seguramente tiene negocios. La conducción nacional de ATE y la CTA una vez más apostaron a que se pierda. Tienen acuerdos políticos importantes con el gobernador Kirchner, porque éste hace campaña por reparto de la miseria que propone la CTA: el seguro de desempleo y formación como forma de humanizar el capitalismo. Los mineros quieren más. Quieren la usina porque quieren salvar los pueblos de la cuenca. Quieren los contratados en planta para salvar la mina. Quieren trabajo y buenos salarios.
En esta oportunidad los dirigentes no aflojaron nada, porque su mandato es irrenunciable. Se deben a los reclamos del Congreso del Carbón. Un mes después, el Ministerio de Trabajo decretó la conciliación obligatoria. La asamblea final fue difícil. Durante horas, todos juntos en el fondo del socavón. La constelación de estrellas se agitó y tembló como nunca. Los compañeros más jóvenes y jugados querían seguir abajo. Los mas experimentados, y también algunos con más por perder, ganaron la pulseada. Necesitamos una tregua, decían. Los jóvenes y los activistas más jugados masticaron su juventud, su impotencia y su bronca. Salieron recién al día siguiente, cuando llegaron los que estaban en Río Gallegos cortando la ruta 3, a 250 km de la mina. Tregua en el Turbio. ĦQue viva el reclamo y la lucha de los mineros del carbón!