Aumento
sistémico del enojo, la protesta y la volatilidad política
que podría durar años o décadas
Ante el
inicio de un largo período de descontento
Por Peter
Apps
Agencia Reuters, 17/10/11
Londres.– Mientras el
movimiento Ocupa Wall Street se globaliza y la situación en Medio Oriente
empieza a agitarse nuevamente, cada vez parece más probable que los próximos
tiempos serán de gran descontento.
En los centros de poder en
Londres y en Washington, entre los analistas e incluso en los bancos de
inversión de todo el mundo circulan sombríos rumores de que los eventos de
este año son apenas una muestra de lo que se viene. Algunos temen que el
mundo esté ante un aumento sistémico del enojo, la protesta y la volatilidad
política que podría durar años o décadas.
Los
indignados en Berlín: "Libertad para las personas, no para el
dinero"
En muchos países, una generación
de jóvenes conectados a las redes sociales está perdiendo la confianza en
las estructuras tradicionales del gobierno y los negocios, y argumentan que
han sido traicionados y que se les niegan oportunidades.
En el mundo desarrollado, la
creciente clase media teme que su prosperidad se evapore, y reclama que
alguien responsable y la elite mundial encuentren nuevamente el camino del
crecimiento. "Esta situación podría prolongarse durante mucho
tiempo", dijo Jack Goldstone, un experto en demografía de la George
Mason University. "Hay una generación que está harta de que los ricos o
los países ricos de Occidente le digan qué hacer. En Egipto, derribaron a un
gobierno, pero es probable que tampoco les guste quien lo reemplace y que lo
hagan caer también. Va a ser un período difícil."
En Occidente, la crisis produjo
inicialmente menos protestas de lo que se esperaba. Pero ahora parecen estar
en ascenso. Grecia, España, Italia y Gran Bretaña acaban de atravesar su
momento de mayor inestabilidad en décadas.
Anteayer, las protestas contra
el sistema financiero mundial que comenzaron en una plaza de Nueva York en
septiembre se extendieron a decenas de países en todo el mundo. Muchas de
esas manifestaciones fueron pacíficas, pero en Roma hubo quema de autos y la
policía se enfrentó con los activistas. En Londres y otras ciudades, los
manifestantes instalaron carpas y están dispuestos a quedarse. ¿Aumentará
el número de manifestantes?
"Para empezar, alcanza con
un pequeño número de manifestantes para inspirar a muchos otros a unírseles",
dijo Tim Hardy, fundador del blog de izquierda Beyond Clicktivism.
El viernes, las oficinas de
Goldman Sachs en Milán fueron atacadas por una turba enardecida. La mayoría
de las protestas han sido pacíficas, pero es probable que logren aumentar la
presión sobre la industria de las finanzas. Ya se habla de endurecer las
regulaciones y aplicar impuestos específicos, y la prensa presta cada vez
mayor atención al funcionamiento de los paraísos fiscales y los secretos
bancarios.
"Una palabra:
responsabilidad", dijo Hayat Alvi, profesor de estudios de Medio Oriente
y seguridad nacional de la Escuela Naval de Guerra de Estados Unidos.
"Estamos en una época de reclamo de mayor responsabilidad y de imperio
de la ley, especialmente hacia las elites gobernantes y económicas."
Los disturbios que estallaron en
Londres en agosto, con jóvenes que utilizaron como plataforma las redes
sociales para organizar el vandalismo y los saqueos, mostraron que el malestar
poscrisis no siempre es abiertamente político. Con gran parte del mundo en
ebullición, algunos creen que esa violencia nihilista también aumentará.
A medida que se aplaca el calor
del verano en Medio Oriente, la región también parece encaminada a nuevos
disturbios. Los manifestantes egipcios que derrocaron a Hosni Mubarak en
febrero expresan su creciente malestar por la permanencia de los militares en
el poder, por su manipulación de las elecciones en ciernes y por la falta de
cambios. En Túnez, primer país en derrocar a su líder, arrecian las quejas
del mismo tenor.
En Siria, los conflictos y la
confrontación parecen estar empeorando, con esporádicos informes de que
tropas desertoras y otros se alzan en armas contra Bashar al–Assad. En
Arabia Saudita, Bahrein y otros países los analistas ven el riesgo de nuevas
protestas en los próximos meses.
Otros grupos disidentes también
parecen envalentonados. En Israel, la India, Chile y China las protestas
callejeras y en la Web muchas veces han logrado obtener concesiones.
Algunos creen que la actual
furia contra los autócratas, banqueros y elites es un síntoma de un vuelco
fundamental en la estructura de la población mundial.
En Medio Oriente y el norte de
Africa, uno de los combustibles del descontento es la enorme masa de jóvenes
que no consiguen trabajo.
En Occidente, el envejecimiento
poblacional genera tensiones por el aumento del gasto público que implica, así
como por la contracción del crecimiento y la imposibilidad de los jóvenes de
acceder al empleo. En el peor de los casos, según los expertos, el malestar
económico mundial podría durar varias décadas.
"En este contexto, la política
se vuelve impredecible. Puede que se produzca una parálisis, pero también
pueden producirse vuelcos drásticos hacia la derecha o hacia la izquierda.
Tal vez presenciemos el auge de las ideologías de la década de 1930. Esto
acaba de empezar", dijo Goldstone.
En EEUU se
abre una brecha en el consenso sobre que
el capitalismo es la única vía al paraíso
¿Una
revuelta o un movimiento social?
Por
Norman Birnbaum (*)
El País, 16/10/11
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
La Edad Media europea estuvo
llena de revueltas campesinas y disturbios urbanos. Los franceses llamaban a
la agitación en el campo jacqueries, por su protagonista simbólico, el
imperturbable campesino Jacques, que se veía abocado a la violencia por las
exacciones de la nobleza. En las ciudades, los italianos tenían dos nombres:
el popolo grasso frente al popolo minuto, es decir, los gordos, los ricos,
frente a los pobres y más flacos. Desde luego, estos antagonismos eran específicos
de cada nación y cada región, tenían unas causas y unos resultados
complejos y, a menudo, tenían elementos de imaginería religiosa e ideas de
justicia. El difunto héroe de la resistencia polaca Bronislaw Geremek era
historiador de los movimientos sociales medievales antes de utilizar sus
conocimientos como asesor de Solidarnosc y, posteriormente, como ministro de
Exteriores.
A primera vista, pareció que
todos estos movimientos habían fracasado. Para que hubiera representación
política y un mínimo de justicia distributiva hubo que esperar a la aparición
del concepto de ciudadanía. Los nobles y sus homólogos urbanos perdieron
importancia ante la formación de Estados nacionales fuertes, en los que unos
monarcas absolutistas utilizaban los nuevos poderes centralizados para
supeditar tanto a nobles como a campesinos, a burgueses acomodados y
esforzados artesanos. A su vez, las nuevas capas sociales (pequeños
agricultores independientes, prósperos comerciantes urbanos y fabricantes)
utilizaron los Parlamentos para controlar la arrogancia real. Las jacqueries
se convirtieron en un recuerdo del pasado en manos de los historiadores. La
industrialización acabó engendrando un proletariado mucho más amplio y con
posibilidades de ser más peligroso incluso que los más desesperados de los
pobres en las ciudades medievales.
La historia no avanza en línea
recta. Al fin y al cabo, Inglaterra decapitó a un rey siglo y medio antes de
que lo hicieran los franceses. Todavía hace unos días, un columnista del
Financial Times, en un artículo positivo sobre las protestas en Wall Street,
hablaba de una secta británica del siglo XVII, los Excavadores (Diggers),
que, durante la Revolución Inglesa, se resistieron al cierre de las tierras
que hasta entonces habían sido comunes. Es muy poco frecuente que el
Financial Times publique referencias favorables a una revolución. Recuérdense
las energías intelectuales y morales empleadas por los británicos a partir
de 1792 para denunciar a los jacobinos. Unas denuncias que iban acompañadas
de un relato de lo más orgulloso (y absurdamente distorsionado) en el que la
historia británica era una historia de acuerdos y concesiones sin fin. Tal
vez los que ocupan una mínima parte de Wall Street (y sus colegas de otras
ciudades de Estados Unidos) han tocado fibras sensibles de la memoria en otros
lugares.
Desde luego, han abierto una
brecha en las teorías irrefutables de que en Estados Unidos existe un
consenso fundamental sobre que el capitalismo es la única vía al paraíso.
¿Qué capacidad de influir a
largo plazo tiene el grupo amorfo que ocupa en estos momentos un pequeño rincón
del distrito financiero de Nueva York, con el riesgo constante de sufrir la
agresión de una policía brutalizada? El grupo que inició la ocupación está
formado por personas que trabajan en el sector de las artes y la cultura. Se
formó, en un principio, para crear y defender los derechos de los artistas en
materia de contratos, empleo, seguros médicos y vivienda. Lo que les empujó
a una acción colectiva fue la búsqueda de la seguridad individual. Utilizo
el término "artista" pero, en realidad, el grupo incluye también a
personas que trabajan en las nuevas tecnologías. Si la afinidad entre
creatividad artística y protesta social, que comenzó hace dos siglos, se
extiende ahora a los innovadores en las comunicaciones electrónicas, eso debe
hacernos reflexionar. Al grupo se unieron enseguida estudiantes, desempleados
de todas clases, miembros de sindicatos (que aún tienen una gran presencia en
Nueva York) y personas llegadas desde el interior.
Como es natural, los medios de
comunicación, como por instinto, han dicho que los manifestantes son desechos
sociales o jóvenes sin educar. Su desprecio recuerda a la reacción de las
clases dirigentes ante las primeras protestas contra la guerra de Vietnam. Si
no lo hubieran mostrado, habría sido prueba de que Estados Unidos está de
verdad en el umbral de una revolución.
No es así, ni mucho menos. Es más,
pese a su tendencia a actuar como si fuera el presentador de un programa de
variedades, el presidente puede atribuirse en parte el mérito de la protesta.
Al alterar por completo su retórica en las últimas semanas, al empezar a
reconocer la división de clases, ha empujado a quienes criticaban su
frustrada reconciliación con los republicanos a emprender sus propias
iniciativas. Ahora tendrá que aceptar que insistan en que siga él también
la lógica de ese nuevo rumbo.
¿Podrán los manifestantes
unirse con los demócratas que se oponen, en Wisconsin y Ohio, a unas
asambleas estatales y unos gobernadores entregados a la soberanía de los
mercados? Es posible que la conciencia despertada por las protestas haga que
muchos ciudadanos estén más dispuestos a abandonar la pasividad.
Uno de los recursos más
valiosos de los movimientos sociales es la memoria. La memoria social no es
una investigación histórica minuciosa. Es una destilación moral del pasado.
Muchos de los comentarios entusiastas sobre las manifestaciones hacen
referencias a Estados Unidos durante el New Deal y las décadas posteriores,
cuando la economía estaba regulada, la tercera parte de la fuerza laboral
pertenecía a sindicatos y las expectativas, tanto individuales como
colectivas, no dejaban de crecer. Los participantes más cultos habrán
estudiado el New Deal en sus clases de la Universidad. Otros tendrán
recuerdos familiares de los años treinta y cuarenta del siglo pasado,
transmitidos por unos abuelos ya fallecidos. De lo intensos que sean esos
recuerdos puede depender la suerte de las protestas. Pueden convertirse en una
jacquerie moderna. O, tal vez, puedan renovar la persistente y profunda
tradición de protesta en Estados Unidos y marcar el inicio de una nueva etapa
en la política.
Aunque sean efímeras, por lo
menos, han acabado con la atrofia actual de la cultura estadounidense. Al
final, las jacqueries medievales proporcionaron elementos imaginativos a las
revoluciones modernas. La historia contemporánea de Estados Unidos ha estado
llena de sorpresas, en su mayoría decepcionantes. Cualquier mejoría, por
pequeña que sea, sería de agradecer.
* Norman Birnbaum es catedrático
emérito en la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown.
El 15–O en
el Estado español
Los
indignados regresan en masa a Sol,
epicentro de su protesta
Miles de
manifestantes marchan en Barcelona,
Sevilla, San Sebastián y otras ciudades
Por
Gloria Rodríguez–Pina y Raquel
Seco (*)
El País, 15/10/11
El Movimiento 15–M ha
regresado a lo grande al lugar que le vio nacer hace cinco meses: la puerta
del Sol. Miles de personas han llegado al grito, ya clásico, de "Que no,
que no, que no nos representan" a la plaza donde se ubica el kilómetro
cero. Los indignados, que ocuparon muchas calles aledañas, protagonizaron
varias asambleas hasta bien entrada la madrugada.
Madrid,
Puerta del Sol
La protesta del 15–O, para
exigir un nuevo sistema político y económico, se ha dejado sentir en decenas
de plazas españolas. En Madrid (46.000 personas había en Sol cuando daban
las ocho y media), en Barcelona (60.000, según los Mossos), en Sevilla
(45.000 personas, según los manifestantes) y en San Sebastián, entre otras
muchas ciudades.
Mientras, los indignados
extranjeros han hecho que políticos y banqueros sientan su aliento con sus
protestas a las puertas de sedes gubernamentales, y la Bolsa o bancos en
varios rincones del planeta. "Somos el 99% frente al 1%" es uno de
los gritos de esta protesta que se puede ver en una pancarta de Nueva York o
en boca de una manifestante madrileña. Son muchas horas de movilizaciones
recogidas en imágenes de profesionales y aficionados.
A la madrugada en la Puerta del
Sol le faltó, como a la última asamblea, la sensación de unidad y el
entusiasmo que tenían las reuniones posteriores al 15–M. La asamblea
general acabó pasada la una de la madrugada sin ningún tipo de ceremonia. La
reunión estuvo plagada de interrupciones, disputas por el turno de palabra y
amagos de abandonar la plaza para dirigirse, sucesivamente, a la torre de
comunicaciones de Torrespaña (el pirulí), al Banco de España, al Congreso y
a la Universidad Complutense.
“Se nos está acabando la
gasolina”, advirtió la moderadora que, a los pocos minutos, se hartó de
las interrupciones y abandonó el puesto (“Nunca me había pasado esto”,
se quejó). La asamblea continuó un rato más, hasta que se terminó el
combustible y, con él, la electricidad para los micrófonos. Se pasó a los
megáfonos y a las charlas en grupos pequeños, pero pronto se dispersaron.
La única iniciativa que triunfó
fue la de acercarse a la cadena SER, en la Gran Vía de la capital, donde dos
centenares de personas enviaron a un emisario para grabar un comunicado que
esperan sea retransmitido. Y, ya pasadas las tres de la mañana, unos 300
indignados se acercaron al Hotel Madrid, en la calle Carretas, una de las que
dan a Sol. Otro cisma: "No somos okupas", protestaban dos tercios de
los manifestantes, mientras los demás reventaban la puerta del edificio, que
está fuera de uso. Al final, acercamiento de los bomberos, que solo llegaron
a la puerta y asamblea de los últimos resistentes sentados en la calle para
evitar un desalojo.
A las cinco de la tarde nada hacía
presagiar en Madrid, salvo una valla alrededor de la fuente la diosa Cibeles,
que en menos de una hora la plaza rebosaría con miles de indignados. "Lo
que estamos intentando es que se escuche al pueblo, que dio sus votos y su
confianza a unas personas que en lugar de cuidar los intereses del pueblo,
cuidan los suyos”, explicaba Pilar Jalón, agente de viajes de 57 años, que
acudió con sus hijos.
Santiago Fariñas, de 56 años,
y Almudena Plaza, de 48, esperaban impacientes en la confluencia entre la
calle de Alcalá y la Puerta del Sol. Móvil en mano intentaban localizar a su
hijo de 24, que acampó en Sol y que volvía a manifestarse desde Cibeles.
Esperaban en el punto de llegada: se consideran demasiado mayores para ir de
manifestación. No obstante hablan orgullosos de él, que “se apunta a un
bombardeo”, dice el padre, desempleado desde hace cuatro años. Pasadas las
siete y cuarto, el principal acceso a Sol se colapsó. La plaza empezó a
rebosar indignados y estalló en
una ola de aplausos.
La manifestación de Barcelona
ha sido la segunda gran marcha que pone a prueba la musculatura del movimiento
en la capital catalana, después de que movilizasen a más de 100.000 personas
en junio, una semana después del cerco al Parlamento autónomo. Desde que el
movimiento del 15 de mayo cuajase en la capital catalana, las movilizaciones
en la ciudad son habituales, como la acción de ocupar de la Bolsa.
Impresionante
multitud en Barcelona
La multitudinaria marcha en
Sevilla ha reunido a más de 45.000 personas, según los organizadores. La
policía local no ha querido ofrecer una cifra concreta, solo ha dicho que han
asistido miles de manifestantes. Bajo el lema Toma la calle. Rompe su bolsa.
Gobierna tu vida, miles de personas han copado por completo la céntrica
avenida de la Constitución sevillana en una marcha sin incidentes y de
ambiente festivo y reivindicativo. “Solo con el fraude fiscal de los que más
tienen se suprimirían los recortes sociales”, protestaba Elio Fernández. A
su lado, un bebé tenía colgado del cuello un lema más tajante: “He nacido
para ver morir el sistema”.
En Valencia, la protesta ha
reunido a unas 35.000 personas. Cuando la cabeza de la protesta, con pancartas
de colectivos como Democracia Real Ya, Movimiento 15–M o Pobreza Zero,
llegaba al punto final de la misma, en la plaza del Ayuntamiento, donde
arrancaron las concentraciones de indignados del 15–M, la cola de la marcha
salía de la misma plaza, por la calle de las Barcas, con más de dos kilómetros
de recorrido aún por delante. En Alicante, los indignados sumaron alrededor
de 15.000 personas. En Elche, los convocantes congregaron a unas 2.000
personas y en Castellón se concentraron 1.300, según la policía.
Miles de personas –cerca de
20.000, según los organizadores– algo más de 3.000, según agentes que
vigilan la marcha– han desfilado por Vigo, la ciudad que ha reunido al mayor
número de manifestantes. Han marchado desde la Plaza de España hasta la
Puerta del Sol, un trayecto que ha durado dos horas y durante el que no se han
registrado incidentes. Al grito de “chorizos”, algunos participantes han
portado pancartas contra los exdirectivos de Novacaixagalicia que se
embolsaron indemnizaciones multimillonarias. En A Coruña, Santiago y
Pontevedra las concentraciones fueron multitudinarias.
Varios miles de indignados han
salido a las calles de las tres capitales vascas para pedir un cambio global.
"Hay que cambiar las reglas del juego", señalaba en San Sebastián
Javier, de 40 años y gerente de una empresa. Estíbaliz, una joven vizcaína
de 25 años, licenciada en Publicidad, explicaba resignada en la plaza Moyua
de Bilbao: "nunca he trabajado de lo mío". Su sueldo más alto
hasta el momento ha sido de 635 euros. "Mi aita dice que el mundo está
estropeado", explicaba con soltura Aroa, una niña de 5 años, cuando se
le preguntaba por qué estaba allí. Junto a los testimonios, las pancartas
han echado el resto: lemas como "No hay pan para tanto chorizo",
"¿Nos van a dar órdenes nuestros empleados? ¡ERE a los políticos!",
"Se ofrece esclavo titulado", "Tu botin, mi crisis",
"Occupy Wall Street, not Palestine" han salpicado las principales
calles de Euskadi.
Una
convocatoria planetaria
Esta es una movilización
planetaria de centenares de miles de personas que trabajan en red, están
permanentemente coordinadas entre sí y han salido ya o saldrán a la calle
bajo el lema Unidos por un cambio global para dejar patente a los afectados y
al resto del mundo su monumental cabreo por la codicia de las élites
financieras y sus respectivos políticos.
Los centenares de manifestantes
que caminan hacia el centro de Madrid siguen por Internet, desde sus teléfonos
móviles, minuto a minuto cómo evoluciona la movilización internacional en
Roma o en Australia horas antes. Los que han salido de Leganés, integrantes
de asambleas de las ciudades del sur de la Comunidad de Madrid, están también
muy pendientes de cómo evolucionan las cinco columnas restantes de la
capital. Sus integrantes se coordinan por teléfono.
La convocatoria de este 15–O,
que pretende ser "pacífica, sin logos y banderas" (aunque en Roma
ha habido incidentes graves), nació en España de la mano del Movimiento
15–M pero para el movimiento español es sobre todo una ocasión de
revitalizarse y de dar un nuevo impulso a las asambleas de los barrios que
caracteriza a este movimiento horizontal.
“No nos sentimos la madre [de
la movilización], somos parte de ese río. No podemos, ni queremos, liderarlo
ni dirigirlo”, explicaba el jueves una representante de los indignados españoles
(una masa en la que conviven particulares y activistas) en la presentación de
esta manifestación planetaria.
“Unidos en una sola voz
haremos saber a los políticos y a las élites financieras, a las que sirven,
que ahora somos nosotros, la gente, quienes decidiremos nuestro futuro”,
afirma el manifiesto conjunto.
* Esta información ha sido
elaborado con información de Miguel Pérez, Joseba Elola, Rebeca Carranco,
Camilo S. Baquero, Javier Martín–Arroyo, Víctor Honorato, Federico Simón,
Isabel Landa y Ania Elorza.
Francfort,
Berlín y Bruselas se suman con fuerza - Disturbios en Roma
El aliento
del 15–M prende de Tokio a Nueva York
Por
Joseba Elola
El País, 16/10/11
La Puerta del Sol abarrotada, la
gente unida y emocionada, los cánticos contra la banca y los políticos, los
apretujones, la euforia. El 15–M vivió ayer una nueva jornada histórica. Y
ya van tres en su corta existencia, de apenas cinco meses. El movimiento
nacido de la indignación en calles de toda España exportó su protesta a
medio mundo: Tokio, Sidney, Auckland, Kuala Lumpur, Santiago de Chile, Los Ángeles,
São Paulo. Y, por supuesto, las principales ciudades de Europa. El 15–M
consiguió que su eco sonara bien lejos. En 951 ciudades de 82 países.
Los indignados españoles
reclaman un cambio de sistema profundo. Consideran que los políticos están
en manos de los banqueros. Que la democracia actual no funciona. Que precisa
de una revisión urgente.
Madrid y Barcelona fueron las
ciudades que lideraron la protesta. El baile de cifras continuaba anoche. Los
organizadores aseguraban que se había superado con creces la asistencia al
19–J, que ya fue superior a la del 15–M. En la abarrotada asamblea de la
Puerta del Sol se lanzó la cifra del medio millón de asistentes. En
Barcelona, las autoridades hablaban de 60.000 mientras los organizadores
sostenían que era 400.000.
Los tótems del sistema
financiero no vivieron ajenos a la jornada de protestas. Más de 5.000
indignados se plantaron frente a la sede del Banco Central Europeo, en Fráncfort,
en la que fue una de las movilizaciones europeas con más asistencia. En
Londres, más de un millar de manifestantes se dirigieron hacia la Bolsa y
acabaron congregados en torno a la catedral de Saint Paul. Entre ellos, el líder
de la plataforma WikiLeaks, Julian Assange, que hizo acto de presencia. En
Madrid, los manifestantes, que confluyeron en la madrileña plaza de Cibeles,
dedicaron sonoras pitadas a su paso por el edificio del Banco de España.
Roma puso la nota fea en una
jornada que, en líneas generales, transcurrió tranquila. Los enfrentamientos
entre la policía y centenares de encapuchados convirtieron las calles de la
capital italiana en escenario de una batalla campal de más de cuatro horas.
En Bruselas, fueron unos 6.000 los indignados que salieron a la calle. En Berlín,
cerca de 10.000.
El Movimiento 15–M, al que
muchos ya daban por muerto, consiguió internacionalizar su protesta. Reclutó
nuevos efectivos más allá de sus fronteras. Una de las claves, sin duda, fue
la protesta en Estados Unidos, Occupy Wall Street. Los indignados neoyorquinos
han logrado una enorme repercusión desde el pasado 17 de septiembre. El
desalojo frustrado de los activistas anteayer y la violencia policial procuró
un mayor altavoz a la protesta que se estaba gestando. Miles de personas
desbordaban Times Square y sus aledaños por la tarde (madrugada, hora española).
La policía practicó al menos 20 detenciones.
Jon Aguirre Such, portavoz de
Democracia Real Ya, una de las plataformas clave del 15–M, quiso ser claro
en su balance de la jornada: “Las personas que han salido a las calles en
todo el mundo hoy, 15 de octubre de 2011, han hecho historia”.
En Barcelona, la respuesta a las
movilizaciones sorprendió a los propios organizadores. En Valencia se sumaron
a la cita unas 35.000 personas.
El ambiente en las calles de
Madrid, desde primera hora, fue festivo, una de las señas de identidad del
15–M. “Hola BBV, Hola Santander, ¿pagaste ya la casa?”, se cantaba con
la música de los payasos de la tele en Puerta de Toledo, al confluir dos de
las seis columnas de la marcha: las procedentes del templo de Debod y de la
zona Sur, de Leganés.
“El movimiento ha calado de
una manera hermosísima”, declaraba entre el bullicio Manolo, prejubilado de
64 años, miembro de la Comisión de Economía de Acampada Sol. Por las calles
de Madrid se veían algunas pancartas con mensajes en francés e inglés.
“Perroflauta peligroso”, rezaba una. “De Norte a Sur, de Este a Oeste,
la lucha sigue, cueste lo que cueste”, proclamaban los manifestantes. Sobre
una plataforma móvil, un tipo en bañador, con camisa y sombrero de paja,
animaba la marcha: “Este 15–0, más que ocupar la plaza, ocupa el
cerebro”, proclamaba, megáfono en mano.
Al llegar a Atocha, Carlos, uno
de los portavoces de Democracia Real Ya, se mostraba exultante: “El 15 de
mayo no sabíamos qué iba a pasar y descorchamos una botella. Hoy hemos
vivido el desparrame de esa botella”.
Por la noche, la estatua
ecuestre de Carlos III, en plena Puerta del Sol, volvió a verse cubierta de
pancartas contra la banca y el aumento del precio de los alimentos. En varias
ciudades se manejaba la idea de campar. Así ocurrió en Bruselas, en el
barrio europeo.
La protesta viajó por todos los
husos horarios. Arrancó en Tokio con algo más de 300 personas. En Sydney
fueron 2.000. Según avanzaba la madrugada en España, llegaban noticias de
miles de activistas saliendo a la calle en Chile.
“Al 15–M se le ha asignado
una tarea excesiva, es un movimiento de voluntarios y, sin embargo, se le han
atribuido poderes que no son reales”. Lo decía Jon Aguirre Such, de
Democracia Real Ya, dos días antes de la jornada de protestas. Pero lo cierto
es que el movimiento ha pasado su tercera prueba con nota. Ese sencillo y
eficaz lema que llevó a la calle a decenas de miles de españoles el pasado
mes de mayo, “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros”,
arrastró a cientos de miles por el mundo en la jornada de ayer.
Los
indignados en EEUU
"Wall Street ha matado
el sueño americano"
Por
David Alandete y Cristina f. Pereda
Desde Nueva York
El País, 16/10/11
Una multitud de indignados ha
tomado la noche del sábado uno de los centros neurálgicos del capitalismo,
la icónica plaza de Times Square, con sus neones y sus carteles luminosos.
Entre los logotipos de las mayores corporaciones internacionales, los
manifestantes han clamado contra los bancos, contra los gobernantes y contra
la desigualdad de recursos, coreando el que ya es su lema preferido:
"Nosotros somos el 99%". Pedían a la ciudadanía norteamericana que
les apoyara a privar de su poder político al 1% que más recursos tiene en
este país. Una jornada en la que también se han producido detenciones,
aunque en un número mucho inferior a los 700 arrestos de hace unas semanas.
Fuentes policiales confirmaron a Efe que el total de detenidos a lo largo de
la jornada asciende a 74, de los que 42 fueron arrestados por desorden público
en el área de Times Square al final del día y "después de haber
recibido varias advertencias para que se dispersaran". Dos agentes de la
Policía fueron hospitalizados por las heridas que sufrieron cuando los
manifestantes intentaban derribar las barreras de seguridad.
A excepción de las
celebraciones de fin de año, pocas veces se había visto a tante gente en
esta plaza, que es una de las más visitadas por los turistas en Nueva York.
Aseguraban algunas cadenas de televisión locales que había unas 10.000
personas concentradas, una cifra que la policía no ha confirmado ni
desmentido. Cuando los indignados han comenzado a llegar a la plaza, a las
cinco de la tarde (11 de la noche en la España peninsular) las marquesinas de
Times Square les han recibido con un anuncio: "El movimiento Ocupa Wall
Street se convierte en global".
Ese titular ha sido motivo de
celebración y alegría en una multitud que se ha mantenido festiva durante la
concentración, frente a un robusto dispositivo de agentes del orden y
diversos arrestos por traspaso del perímetro policial. Los agentes habían
delimitado con vallas un recinto muy discreto que en media hora ha quedado
toalmente rebasado. Los ocupantes de Times Square han tomado la plaza desde
casi todas las calles y avenidas aledañas, parapetados en las aceras en
principio, y cortando la Séptima avenida al final.
"Es impresionante ver cómo
la gente despierta y reacciona", decía Emma Alpert, estudiante de 26 años,
que ve un mal futuro laboral por delante. "Espero que el resto del mundo
esté contento al ver que, por fin, los americanos hemos despertado, que por
fin nos damos cuenta de qué injustas son las cosas. Me gustaría que todo el
país reaccione al ver esta concentración".
En esta plaza donde lucen los
iconos más representativos del consumismo (Starbucks, McDonald's, Levi's,
Nasdaq, Toys 'R Us) los indignados exhibían lo que para ellos son los símbolos
de la resistencia: caretas del grupo de hackers y activistas Anonymous; chapas
con la faz del soldado Bradley Manning y banderas del Che Guevara. "Wall
Street ha matado al sueño americano", rezaba una pancarta.
Había lemas muy variados.
"La deuda es esclavitud", "No somos vuestros esclavos",
"No rescatéis bancos, rescatad personas", "Cría bancos y te
comerás sus crisis", "Despierta, América", "Más
impuestos para los ricos", "Acabamos de empezar". Y la cifra más
ubicua: "Todos somos el 99%".
La multitud era heterogénea.
Sobre todo había jóvenes, pero algunos ancianos también. "Los mayores
también estamos hartos de tanta corrupción", decía Michael Miller, un
jubilado de 62 años. "Los grandes grupos financieros y sus intereses
dominan a los políticos. A todos. Es hora de que la gente, jóvenes y
mayores, despierte y cambie esta situación".
La concurrencia de hoy ha sido
una demostración de fuerza por parte de un movimiento que desde hace un mes
ha ocupado una pequeña plaza entre Wall Street y la Zona Cero, en Manhattan.
En los mapas se conoce a ese recinto como Zucotti Park. Los indignados lo
llaman "plaza de la libertad".
Por la mañana, los indignados
habían recorrido el espacio entre esa plaza y Washington Square, con un
improvisado recorrido por la zona financiera de Manhattan, deambulando de
sucursal bancaria en sucursal bancaria, protestando contra los bancos. Algunos
de los manifestantes marchaban con trajes y corbatas comprados en tiendas de
segunda mano, disfrazados de banqueros, pidiendo a la opinión pública que no
les juzgue por su atuendo o sus apariencias.
Movilización
menor en la capital
Unas 500 personas participaron
en la “marcha de los bancos” que recorrió por la mañana del sábado el
centro de Washington, según estimaciones del Ayuntamiento de la capital. Los
manifestantes, siguiendo el ejemplo de Nueva York semanas atrás, pretendían
desplazarse a varias sucursales bancarias para retirar dinero y cerrar sus
cuentas. No lo lograron. Los portavoces de Ocupa DC informan que los bancos
cerraron antes de que llegaran.
La falta de un mensaje y
objetivos concretos ha podido pasar factura al movimiento Ocupa DC, con mucho
menos poder de convocatoria que las concentraciones de hace apenas una semana.
En Washington, el movimiento todavía cuenta con dos sedes distintas. Una de
ellas permanece en Freedom Plaza, “ocupada” el pasado 6 de octubre con
motivo de los primeros 10 años de la guerra de Afganistán y contra el nuevo
presupuesto federal. El calendario hizo que coincidiera con las protestas de
Ocupa Wall Street en Nueva York, que inspiraron una réplica en la capital.
Sin embargo, el grupo Stop the
Machine que mantiene un reducido campamento en un parque cercano, todavía no
se ha unido a los manifestantes de Freedom Plaza. La separación de los dos
organizadores principales ha impedido que este 15 de octubre, cuando había un
“llamamiento global por el cambio”, no lograran convocar a los centenares
personas que se manifestaron hace una semana por las calles principales de
Washington y que llegaron a marchar frente a la Casa Blanca.
Tampoco pudieron aprovechar la
llegada de miles de personas a la capital con motivo de la manifestación por
el empleo convocada por los principales sindicatos del país. Cerca de dos
millares de manifestantes se concentraron en el National Mall durante los
discursos de personalidades como el reverendo y activista Al Sharpton, el
alcalde de Washington Vincent Gray o la Secretaria de Empleo Hilda Solís. El
éxito de esta manifestación, por otro lado, no puede vincularse a las
protestas del 15 de octubre, al estar convocada desde hace meses con motivo de
la inauguración del monumento a Martin Luther King, que tendrá lugar este
domingo.
Protestas
contra los ajustes y los bancos
Cientos de
miles de "indignados" marcharon en 82 países
contra el sistema financiero
Roma,
escenario de una batalla campal
Agencia
EFE, 16/10/11
Roma.– Inspirados en los
"indignados" españoles y en el movimiento norteamericano
"Ocupa Wall Street" , cientos de miles de personas protagonizaron
ayer la primera jornada de protesta global contra la crisis, el sistema
financiero, las políticas de recorte y la precariedad laboral, que tuvo su
principal movilización en Roma, donde se produjeron violentos incidentes.
Roma:
enfrentamientos con la policía
Bajo lemas como "Pueblos
del mundo, levántense", "Salí a la calle, creá un nuevo
mundo" y "No somos bienes en manos de banqueros", hubo
concentraciones en casi 1000 ciudades de 82 países, en el día en que se
cumplieron cinco meses desde el nacimiento del movimiento de los
"indignados", en la Puerta del Sol, de Madrid.
En el centro de Roma –donde,
según los organizadores, hubo 200.000 personas–, la policía lanzó gases
lacrimógenos y utilizó carros hidrantes para dispersar a cientos de
manifestantes que incendiaron vehículos y atacaron bancos, durante la
protesta contra "la codicia del sector financiero".
Otros encapuchados o con la cara
tapada incendiaron un anexo del Ministerio de Defensa. Los violentos
enfrentamientos convirtieron a Roma, durante más de cuatro horas, en el
escenario de una batalla campal, que acabó con más de 50 heridos y decenas
de detenidos.
"Desde América hasta Asia,
desde Africa hasta Europa, la gente se está levantando para reclamar sus
derechos", rezaba el manifiesto del 15–O, como se bautizó a la jornada
de protesta de ayer. "Los poderes establecidos actúan en beneficio de
unos pocos, desoyendo la voluntad de la gran mayoría. Hay que poner fin a
esta intolerable situación."
En España, cientos de miles de
personas participaron en las marchas convocadas en 80 ciudades, bajo el lema
"Unidos por un cambio global". Los españoles salieron a las calles
para protestar contra los mercados financieros y los recortes sociales
implementados por el gobierno para hacer frente a la crisis.
La principal protesta fue en
Madrid, donde una multitud recorrió el kilómetro que separa la plaza de
Cibeles de la emblemática Puerta del Sol, donde se inició el movimiento de
"indignados" del 15–M, en mayo.
En Barcelona, unas 60.000
personas, según la policía, participaron en la manifestación que partió de
la plaza Cataluña, con una gran pancarta en la que se leía "De la
indignación a la acción, nuestras vidas o sus beneficios", en
referencia a los banqueros.
Nueva York, donde cientos de
" indignados " acampan desde hace un mes en el parque Zuccotti,
cerca de Wall Street, fue otro de los focos principales de la jornada. Unos
2000 manifestantes avanzaron a través del distrito financiero de la ciudad,
antes de la protesta en Times Square, para pedir "el fin de la codicia de
las corporaciones".
"A los bancos los salvan, a
nosotros, no", rezaba una bandera que flameaba frente a una sede del
JPMorgan Chase, vecina al parque Zuccotti.
Protegido por un gran operativo
policial, cientos de personas rodearon el banco, que fue uno de los ganadores
de la crisis financiera.
"¡JPMorgan Chase fue
salvado con dinero de los impuestos, fuimos vendidos!", exclamaban
manifestantes con sus altavoces. Según ellos, 14.000 personas fueron
despedidas por la entidad luego de recibir 94.700 millones de dólares del
gobierno de Barack Obama para su rescate.
Anoche, un grupo de
manifestantes se enfrentó con la policía en Times Square; hubo tres
detenidos y un herido.
También hubo protestas en
decenas de ciudades de Estados Unidos, entre ellas, Washington, donde los
manifestantes expresaron su enojo por el hecho de que el Congreso no aprobara
la iniciativa con la que Obama busca crear más empleo.
Los organizadores del 15–O
buscaban copiar la protesta de Wall Street en otras importantes sedes
financieras de Europa, como la City de Londres y los alrededores del Banco
Central Europeo (BCE), en Fráncfort. Ayer, en una llamativa declaración, el
futuro presidente del BCE, Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia, apoyó
a los "indignados" (ver Pág. 4).
En Alemania, unas 40.000
personas protestaron en todo el país, con las mayores concentraciones ante la
sede del BCE y la cancillería, en Berlín. En Londres, la concentración se
desarrolló frente a la catedral de Saint Paul, ya que la Bolsa de Valores fue
cercada por la policía.
La manifestación fue respaldada
por Julian Assange, el fundador de WikiLeaks. "Apoyamos lo que pasa aquí
porque el sistema bancario se beneficia del dinero de la corrupción",
dijo ante la multitud.
En Bruselas, corazón de las
instituciones europeas, 6000 personas se concentraron ante la Comisión
Europea. Hasta allí llegaron "indignados" españoles que caminaron
1600 kilómetros desde Madrid.
La protesta
en la City toma cuerpo con una gran acampada
permanente frente a la catedral de San Pablo
Los
indignados se atrincheran en Londres
Por
Walter Oppenheimer
Desde Londres
El País, 17/10/11
Londres, la ciudad europea con más
capitalismo por metro cuadrado, ha visto por fin cuajar un atisbo de protesta
ciudadana por la crisis financiera. Si la convocatoria mundial del sábado
congregó en la City a algo más de un millar de manifestantes y la policía
impidió que tomaran la sede de la Bolsa, la casualidad ha querido que los
indignados londinenses encuentren un campamento con el que no contaban: los
aledaños de la catedral de San Pablo.
Los manifestantes han tenido
extraños aliados a la hora de crear este Sol londinense en el que hay un
centenar largo de tiendas de campaña y todo tipo de precarias instalaciones.
Por un lado, la policía, que al cerrar la entrada a la plaza del Padrenuestro
para evitar la toma de la Bolsa, desvió la protesta a las escalinatas de la
vecina catedral anglicana. Y por otro la Iglesia, y más concretamente el
responsable de la catedral, el reverendo Giles Fraser, que ha aceptado la
acampada debido al buen tono de la protesta. La Iglesia, como tantas veces,
capaz de estar en misa y repicando.
Este mediodía, el ambiente era
de febril actividad en la acampada frente a San Pablo. El tono festivo y
soleado del sábado se ha transformado en ajetreo, como corresponde a un lunes
a las puertas de la City. Por un lado, los acampados, que para evitar ser
desalojados por la policía han aceptado ceñir la acampada a un perímetro
determinado para no dificultar el paso de peatones. En ese perímetro, gentes
de todo tipo, edad y condición se afanaban para poner en marcha lo que
quieren convertir en un campo base de larga duración. Por otro, ajetreados
banqueros observaban con curiosidad el campamento aprovechando la pausa de
mediodía. Entre ambos grupos, varias manadas de periodistas a la caza de
notas de color.
Un puñado de acampados discutían
en asamblea la manera de proceder y las necesidades más perentorias. La
limpieza es una de las más importantes, para no dar coartadas al enemigo y
evitar un desalojo amparado en la higiene. La cocina. Los suministros de
comida. Se debatió la delicada cuestión del reciclaje. Se pidió ayuda de
todo tipo al mundo exterior; pero ojo, no a cualquier precio: no se admiten
limosnas de MacDonalds, por ejemplo. Aquí no se vota propiamente porque esto
es una asamblea, no un parlamento: cuando a uno le gusta algo de lo que
escucha,levanta los brazos y mueve las manos como si estuviera a punto de
empezar la ola en un campo de fútbol.
Uno de los parlamentarios se
dirigió a un grupo de espectadores para pedirles con cierta sorna que la City
colaborara con la acampada donando sillas de oficina para la universidad libre
que se está montando. No todos sonrieron. A esas horas, decenas de banqueros
y oficinistas cruzaban la zona del campamento con curiosidad y haciendo
esfuerzos porno enviar señales de desprecio. Algunos se paraban a debatir con
buen humor con los acampados. Otros leían con cierta cara de asombro las
consignas de los acampados.
Uno de ellos, impecable traje y
corbata –hoy en día, señal casi de rebeldía: la moda ha impuesto el
uniforme de traje y camisa sin corbata– se declara “divertido” con lo
que está viendo. No parece decirlo con ironía, pero tampoco parece
divertido. En realidad, parece más bien ofendido. “Está muy bien que la
gente proteste, ¿pero saben realmente lo que quieren?”, se pregunta.
“Seguro que hay bancos que han
cometido excesos, pero el 99% de la City la forman gente que trabaja mucho. No
creo que esta gente sepa realmente qué es la City. De aquí salen montones de
empresas,aquí es donde se crea empleo. La City es como el aceite que engrasa
la maquinaria de la economía. Sin la City, habría que cambiar esa máquina.
¿Y cuáles la alternativa? ¿El comunismo? Ya sabemos qué ha hecho el
comunismo y no creo que la gente esté realmente a favor de eso”, comenta.
¿Durará la acampada? “Mmm… quizás sí”, responde tras un momento de
duda. “Hay mucho profesional de la protesta”, añade con cierto desprecio.
“Me llamo George, tengo 46 años y soy banquero”, se identifica al
despedirse. Y subraya con orgullo la palabra banquero.
Dani Pelos sí cree que hay
alternativas. Minutos antes ha estado dirigiéndose a la asamblea para invitar
a los presentes a participar en un grupo de trabajo sobre economía
alternativa. Vestido también de traje y corbata, su aspecto contrasta con la
ropa informal, tirando a cutre,del resto de participantes en la asamblea. Pero
su pensamiento no viste ni traje ni corbata. Vive de asesorar a empresas que
quieren aplicar un modelo económico en el que lo que importa no es el dinero
que se llevan los accionistas, sino la riqueza social que se crea. Pero para
eso, acepta, los activistas han deaprender a generar ingresos, no solo a
gestionar gastos.
Dani reniega de “la política
de relaciones públicas” con que las empresas británicas abordan su
compromiso con las causas sociales. Por eso fue él quien advirtió a la
asamblea que no se pueden aceptar donaciones de según quién. “Aquí se
confunde la acción social con la caridad.Por eso las donaciones implican un
dilema ético: de quién aceptamos dinero y de quién no”, explica. ¿Dormirá
esta noche con los acampados? “Mi mujer no me deja”, se escabulle riendo
mientras se va con un amigo a tomar café. Eso sí,reniega del Starbuck’s
que tiene a la espalda. Prefiere el café colado que reparten en el comedor de
la acampada. El sol se ha escondido detrás de unas nubes. Sopla una ráfaga
helada de viento otoñal. Quizás sea el general Invierno el mayor enemigo de
esta protesta.
Los
manifestantes seguían ayer ocupando espacios
públicos en varias ciudades del mundo
Agence
France–Press (AFP),
desde Londres, 17/10/11
Londres.– Cientos de personas
seguían acampando ayer en Londres, Fráncfort, Amsterdam, Nueva York,
Bruselas y varias otras ciudades, después de un fin de semana en el que el
movimiento de los "indignados" adquirió una dimensión planetaria
con el éxito de las manifestaciones convocadas en más de 80 países.
En Londres, varios centenares de
"indignados" pasaron la noche frente a la emblemática catedral de
St. Paul, y prometieron ocupar el lugar en forma indefinida para mostrar su
enojo por la crisis económica mundial. Anoche, ya había unas 70 carpas
instaladas frente a la catedral, y los manifestantes empezaron a organizar un
"centro de prensa" y un comando de distribución de los alimentos
donados por simpatizantes y ciudadanos comunes.
"Nos quedaremos todo lo que
haga falta, para que el gobierno nos escuche y anuncie que las cosas van a
cambiar", dijo Spyro van Leemnen, uno de los representantes del
movimiento Ocupa la Bolsa de Londres, inspirado en el grupo Ocupa Wall Street.
En Amsterdam, los manifestantes
también decidieron acampar en la plaza de la Bolsa, mientras que en Portugal
unos 300 "indignados" continuaban concentrados frente al Parlamento.
Algo parecido sucedió en Fráncfort, donde cerca de 200 personas pasaron la
noche en 30 tiendas de campaña frente a la sede del Banco Central Europeo
(BCE).
Bajo eslóganes como
"Pueblos del mundo, levántense", decenas de miles de personas
tomaron anteayer las calles de medio mundo para protestar contra la crisis y
expresar su rechazo a los políticos, a los que acusan de estar sometidos a
los poderes financieros y económicos.
Salvo en Roma, donde un grupo de
encapuchados irrumpió en una marcha pacífica de unas 200.000 personas, y en
Nueva York, donde la policía arrestó a decenas de personas, las marchas
transcurrieron sin incidentes graves, respondiendo así al espíritu del
movimiento surgido en la céntrica Puerta de Sol, de Madrid, hace cinco meses.
" El movimiento de los
indignados renace como una fuerza global ", proclamó ayer el diario El
País, de España. "El gran logro del movimiento, heredero de aquellas
movilizaciones españolas de mayo, fue movilizar a decenas de miles de
ciudadanos de los cinco continentes bajo los mismos lemas a favor de un cambio
global y en contra de los recortes sociales y de las elites políticas y
financieras", subrayó el diario.
En la misma línea se
manifestaba el editorialista Eugenio Scalfari, del diario italiano La
Repubblica. "Evidentemente, existe ahora un movimiento internacional (.)
que expresa la cólera de una generación sin futuro ni fe en las
instituciones tradicionales, políticas, pero también financieras", señaló
Scalfari.
"El mundo baja a la calle,
única, pacífica y colorida", afirmó por su parte La Stampa. El diario
destacó que a pesar de los violentos incidentes registrados en la marcha de
Roma la gran mayoría de los manifestantes protestaron de forma pacífica.
Roma, el día
después
Ayer, como una ciudad herida
luego de un día de guerrilla, la capital de Italia comenzaba a evaluar los daños,
estimados en unos 1,6 millones de dólares. El alcalde Gianni Alemanno dijo
que la ciudad sufrirá largamente el "daño moral" por la violencia.
Aparte de Roma, las marchas más
multitudinarias fueron las de Madrid y Barcelona, con decenas de miles de
"indignados" en las calles. En estas dos ciudades, los manifestantes
ocuparon ayer edificios vacíos del centro de la ciudad (ver aparte).
La "indignación" por
la crisis se expresó el fin de semana en prácticamente todos los
continentes, de Ginebra a Miami, de París a México, de Santiago a Tokio. Y
ayer los organizadores de las marchas parecían más decididos que nunca a
aprovechar el impulso logrado durante el fin de semana.
El carácter global del
movimiento se fraguó en las últimas semanas tras la irrupción del
movimiento Ocupa Wall Street , que con sus acampadas y marchas logró llamar
la atención de la clase política de Estados Unidos.
Las protestas, que se iniciaron
en Nueva York hace un mes, ya se propagaron a varias otras ciudades del país.
Ayer, centenares de personas fueron detenidas en por lo menos siete ciudades,
entre ellas Arizona, Tucson y Phoenix, donde los manifestantes se negaron a
desalojar los espacios públicos.
En Chicago, unos 175
manifestantes fueron arrestados durante la evacuación del parque en el que
estaban congregados, según la policía.
Durante las marchas del sábado,
muchos manifestantes corearon el célebre lema "El mundo entero está
mirando", haciéndose eco de las famosas concentraciones contra la Guerra
de Vietnam que tuvieron lugar en esa ciudad durante la convención del Partido
Demócrata de 1968.
Los miles de
"indignados" que ocupan Zuccotti Park
inspiran a otros grupos
EEUU: nace
una nueva era de protestas
Por
Rafael Mathus Ruiz
Desde Nueva York
La Nación, 16/10/11
Todos los días, Bill Steyert
viaja desde su casa en Queens hasta Manhattan para unirse a los
"indignados" que acampan desde hace un mes en el parque Zuccotti. A
sus 68 años, la protesta lo entusiasma igual que a la mayoría de los jóvenes
que están allí.
Codo a codo con esos jóvenes,
Steyert no puede evitar recordar las marchas contra la guerra de Vietnam, en
la década del 60.
Ahora, muchos miembros de su
generación regresan al igual que él a sus viejos hábitos, al sumarse a un
movimiento que captó la atención del mundo y que abrió una nueva era de
protestas en Estados Unidos.
"Hubo olas. Primero, fue la
guerra. Luego, las armas nucleares. Esto va y viene. Pero ésta es la primera
vez que se toma un parque. Esta protesta es tan importante como las otras y se
va a volver cada vez más grande", aventura Steyert.
Las heridas que dejó la crisis
financiera global –desatada en 2008 luego de la quiebra de Lehman Brothers–
y la desigualdad que se construyó de a poco durante las últimas décadas
llevaron a miles de jóvenes a instalar su frustración en las calles de
Estados Unidos. La crisis, aquí como en Europa, ha sido particularmente dura
con ellos.
Pero la presencia de Steyert es
una muestra de que el movimiento –llamado "Ocupa Wall Street"–,
heterogéneo de por sí, cosecha apoyos y simpatías amplias y diversas.
"La mayoría de los
movimientos empiezan expresando la visión de una minoría. Pueden ser
populares o no. Este es distinto. Ellos representan a una mayoría",
apuntó a LA NACION Todd Gitlin, profesor de sociología y periodismo en la
Universidad de Columbia.
Gitlin sugiere que aún es
demasiado pronto para estimar el alcance que puede llegar a tener esta nueva
era de protesta en Estados Unidos. Hay muchas fuerzas en juego, justifica.
Como todos los movimientos,
"Ocupa Wall Street" tiene un componente interno –en este caso, los
"indignados"– y otro externo, donde aparecen sindicatos,
dirigentes políticos del Partido Demócrata y organizaciones civiles, indicó
el experto.
"Su éxito depende mucho de
que ambos círculos logren trabajar de manera constructiva, además de su
habilidad para movilizar a la opinión pública. Esto último lo están
logrando. Lo primero es un signo de pregunta", concluyó.
Cuando menos, esa sinergia
parece complicada. Gitlin puso sobre relieve las diferencias entre ambos círculos.
Los "indignados", indicó, son jóvenes románticos, con ideas que
suenan un tanto utópicas, y una organización horizontal, sin líderes, que aún
se está moldeando. Su núcleo más aguerrido aspira a una revolución. El
poder político, los sindicatos, tienen jerarquías: hay líderes y
estructuras verticales.
Vale, por caso, la visión de
Breanna Lembitz, de 21 años, estudiante de ciencias políticas y economía
(en el parque Zuccotti parecen predominar estudiantes de las carreras en
humanidades o tecnología).
Ella quiere un sistema en el que
haya mucha más participación ciudadana en las decisiones, en las empresas y
en las instituciones, algo que se puede lograr, afirma, gracias a que ahora
existe la tecnología para conectar a millones de personas en un instante: las
redes sociales, que estos jóvenes conocen y utilizan como nadie.
"No hay nada que perder en
empezar con un sistema nuevo porque el sistema viejo se quebró", desafía
Lembitz.
Comparaciones
La comparación de este grupo
con el Tea Party –el movimiento ultraconservador norteamericano– no tardó
en llegar.
Hay algunas similitudes, y a
nadie debería sorprenderle que haya personas que simpatizan con ambos
movimientos: comparten, por ejemplo, la furia por el rescate a Wall Street.
Disienten, eso sí, a la hora de discutir qué papel tiene que jugar el
Estado.
Los "indignados"
pueden brindarles a los demócratas y al presidente Barack Obama el vigor que
el Tea Party les dio a los republicanos en la elección del año anterior.
"Sus participantes y sus
actividades son rudimentarios, y recién comienzan", dijo a LA NACION
Thomas Mann, analista político de la Brookings Institution, un centro de
estudios de Washington.
"Pero el movimiento puede
servir para llevar algunos signos de vida a los progresistas, que se sienten
superados por un Partido Republicano que tiene el financiamiento de los ricos
y, aun así, el apoyo de trabajadores y de la clase media blanca", agregó.
Mann dijo que el movimiento
puede ser fugaz y desaparecer, o convertirse en algo más significativo.
Un puñado de celebridades y
figuras ya han pasado por el parque Zuccotti. El premio Nobel de Economía
Joseph Stiglitz, que escribió un artículo en la revista Vanity Fair meses
atrás titulado "Del 1%, por el 1%, para el 1%", fue uno de ellos.
La escritora Naomi Klein dio un
discurso en el que ponderó tres rasgos del movimiento: su rechazo a la
violencia, su convicción para mantener la protesta y el campamento, que
brinda una presencia constante.
"Sólo cuando se quedan
firmes pueden echar raíces. Esto es crucial. Es un hecho que en la era de la
información muchos movimientos brotan como flores, pero se mueren rápidamente.
Es porque no tienen raíces", afirmó.
Más allá del entusiasmo y de
la simpatía que ha generado, el movimiento de los "indignados"
norteamericanos puede fracasar en su intento de construir una participación
masiva. No faltan aquí quienes creen que el sueño americano todavía es
posible, y que en vez de protestar hay que ir a buscarlo.
Aunque el movimiento se expandió
a todo el país, sus demostraciones no alcanzaron aún, por ejemplo, la
dimensión de la protesta que reunió en la Gran Manzana a 250.000 personas en
2003 en contra de la guerra de Irak, o los cientos de miles de almas que
marcharon contra George W. Bush en 2004, durante la convención del Partido
Republicano.
Días atrás, el propio alcalde
de Nueva York, Michael Bloomberg, le quitó trascendencia a la protesta en su
programa radial, al afirmar que, en relación con la cantidad de gente que
vive en la ciudad, las manifestaciones de los "indignados" han sido
pequeñas.
Vale aquí una aclaración: el
movimiento de protesta vive no sólo en las calles, sino también en Internet.
Hay un universo digital, donde los "indignados" crecen con fuerza.
Con un par de semanas de vida, su cuenta en Twitter tenía hasta ayer más de
75.000 seguidores.
En Tumblr, una plataforma que
permite compartir textos, fotos y videos, hay un grupo llamado "Somos el
99%", donde pueden leerse cientos de historias de dificultades. Pero allí
también surgió días atrás otro grupo, que también muestra lo amplio que
puede llegar a ser el movimiento.
En este segundo grupo no parecen
existir dificultades. Algunos incluso piden pagar más impuestos, tal como lo
hizo hace poco el multimillonario norteamericano Warren Buffett. Ese grupo se
llama "Somos el 1%. Apoyamos al 99%".
Las plazas protagonistas del
año 2011
• Plaza Tahrir (El Cairo):
Albergó la protesta que, en febrero, provocó la caída de Mubarak.
• Puerta del Sol (Madrid): En
mayo se convirtió en el centro de la concentración de los
"indignados", que luego creció a otras ciudades.
• Plaza Syntagma (Atenas): Es
el centro de las protestas contra los ajustes y la crisis.
• Parque Zuccotti (Nueva York):
Allí acampan los "indignados" del movimiento "Ocupa Wall
Street".
•
Plaza Verde (Trípoli): Simbólica para los leales a Gadafy, los rebeldes
libios la rebautizaron como Plaza de los Mártires.
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