Resumen
El
darwinismo tiene su origen en una proyección a la
naturaleza de las teorías del libre mercado. La ideología
capitalista dominante coincide entonces con los fundamentos
darwinistas de supervivencia de los más aptos y la
presencia de un mercado seleccionador. Es interesante
estudiar la relación de algunos exponentes de las ideas
socialistas y el darwinismo ya que éste tiene su origen
ideológico en intereses contrapuestos a la ideología
socialista. En el caso de Trotsky, éste reconoce a Darwin
como un dialéctico, aunque esta aseveración puede deberse
a un desconocimiento del escaso valor científico de los
postulados centrales del darwinismo.
Palabras clave:
Darwinismo, capitalismo, socialismo, Trotsky, paradigma
Abstract
Darwinism is based in a projection of free market theories to
nature. The dominant ideology is in agreement of Darwinism
and also is claimed by some sectors of socialism. It is
interesting to study the relationship between some exponents
of socialist ideas and Darwinism because it represents
interests opposed to socialist ideology. Trotsky recognizes
Darwin as a dialectical, though this assertion may be due to
a lack of knowledge about the little scientific value of the
central tenets of Darwinism.
Key words:
Darwinism, capitalism, socialism, Trotsky,
paradigm
El
darwinismo se gesta a partir de la proyección que hace
Charles Darwin de las políticas del laissez-faire y las
ideas de Malthus a la naturaleza (Himmelfarb, 1962; Sandín,
1997; Sandín, 2003; Abdalla, 1999, Salvucci 2012b). Esta
muy claro la relación existente, entonces, entre el
capitalismo y el statu quo con el darwinismo. Desde las editoriales dominantes y los
científicos que han logrado mayor visibilidad se sostiene
un conformismo con el darwinismo según el cual todo estaría
explicado anulando cualquier crítica hacia el dogma
dominante. Sin embargo los continuos descubrimientos científicos
llevan a cuestionar por un lado, los postulados darwinianos
y por otro, los orígenes del dogma, que son más ideológicos
que científicos (Sandín, 1997; Sandín, 2003; Salvucci,
2012b). En este contexto, un aspecto que se torna
interesante es analizar la relación de los socialistas con
el darwinismo y viceversa.
Actualmente,
ciertos sectores reconocidos como progresistas, marxistas
y/o de izquierda suelen reivindican al darwinismo. Asumen el
mismo relato que la historia oficial ha realizado de Darwin
–un revolucionario, un genio- y no toman ninguna postura
crítica, llegando en algunos casos a igualar las figuras
del subgraduado en teología británico y del revolucionario
Karl Marx. Teniendo en cuenta que Charles Darwin pertenecía
a la clase alta victoriana durante la época de expansión
del Imperio Británico, realizó una proyección de las
ideas de su época y su sociedad a la naturaleza que
representan todo lo opuesto a los valores sostenidos y
defendidos por los socialistas a lo largo de la historia y
alrededor del mundo, surgen inevitablemente varias preguntas
¿Por qué siguen reivindicando a Darwin los sectores
progresistas y de izquierda? ¿Se debe a desinformación
acerca de la génesis y sustento del darwinismo? ¿Por qué
también ellos caen en el culto a la personalidad?
Marx aceptó inicialmente
la teoría de Darwin por su aporte al quiebre de la concepción
creacionista y liberación del opio de la religión sobre
las masas, pero no dejó de verla como un producto de la
sociedad burguesa1.
No pudiendo cooptar a Marx, los darwinistas optaron por
intentarlo con Engels. Tampoco así obtuvieron el
resultado deseado. Los darwinistas, camuflados en una “teoría” científica, pretendían
explicar la sociedad, la historia en general y la naturaleza
del hombre, a la vez que el origen de las especies (Himmelfarb,
1962; Sandin, 2000). Al parecer, ni siquiera intentaron
hacer de Lenin un darwiniano. Según Tarnawski
(2006:179) “nadie como él fue tan astuto a la hora
de poner al descubierto las tramas políticas
que encubrían las doctrinas de la evolución [darwiniana
– E.S]”. “Sí Lenin
permaneció sin dejarse influir por las sirenas del
evolucionismo es por su firme agnosticismo. Nada la parecía
más despreciable que las tesis de los monistas, incapaces
de discernir la dicotomía entre lo individual y lo social,
entre lo humano y lo animal, entre la religión y la
ciencia” (Tarnawski, 2006:180).
Según
Tarnawsky (2006), las voces darwinianas estaban acalladas
hasta que ocurre la muerte de Lenin en 1924 y esto abrió
una nueva oportunidad para los evolucionistas, que incluso
podían aspirar a puestos de responsabilidad política, pues
contaban para ello con un líder: León Trotsky (1879-1940).
Trotsky
accedió a las teorías darwinistas. En su artículo “Una
oposición pequeño burguesa en el partido de los obreros
socialistas” incluida en el libro “En defensa del
Marxismo”, Trotsky discute con aquellos camaradas dentro
del movimiento socialistas que, influidos por intereses
personales son –según el autor- presa del pragmatismo y
de un eclecticismo pequeñoburgués ya que niegan o
desconocen la importancia de la teoría. En este caso, la
dialéctica. Trotsky hace una defensa categórica de la dialéctica
y en un apartado señala lo que llama ABC de la misma.
Para ser
concretos, Trotsky define a la dialéctica como la ciencia
de analizar todas las cosas y fenómenos en sus cambios
continuos, sin limitarse a los problemas cotidianos sino
llegar a la comprensión de procesos amplios y complicados.
La diferencia del pensamiento vulgar que opera con
abstracciones fijas (estado, capitalismo, moral, etc.)
mientras que la dialéctica determina las condiciones
materiales de los cambios continuos y visualizando cuando
algo deja de ser algo.
Es allí
cuando incluye al darwinismo como el
más alto triunfo de la dialéctica en el campo de la
materia orgánica. Trotsky le da una virtud más al
genio en construcción. Resulta muy fácil creer
que esto es así tal cual nos lo dice Trotsky porque
cualquier persona que llega a esta lectura muy probablemente
ya ha asistido a una escuela (o universidad) donde aprende
el razonamiento “vulgar” y el “método aristotélico
de sofismos” –criticado por el propio Trotsky en el
articulo-, además del razonamiento pequeñoburgués y la
historia oficial dominante que construyeron al genio de
Darwin, ese supuesto “revolucionario” que marcó un
antes y un después.
Pero
también se puede analizar un poco más. Trotsky lo utiliza
a Darwin, fundamentalmente en el artículo en cuestión, más
bien como una oposición a la intromisión de Dios al
pensamiento –coincidiendo en esto con Marx-. Es decir,
para Trotsky el método materialista dialéctico “es una
forma de expresión de la materia cambiante, y en él no hay
lugar para Dios, ni para el Diablo, ni para el alma
inmortal…”, etc. Volvemos, entonces, a la manida dicotomía
(falsa) entre evolución y creacionismo. Esta dicotomía,
que en realidad es generada y sostenida por el propio Darwin
y sus seguidores,
es útil a ambos dogmas, porque elude una discusión seria y
científica. Se asume que evolución es igual a darwinismo,
lo cual es una persistente confusión de la época,
mantenida adrede incluso hasta nuestros días tanto por
creacionistas como por darwinistas. Incluso se ha llegado a
definirlos a éstos últimos como los seguidores de un dogma
y el culto a Darwin, sin sustento científico válido (Agudelo
Murguía, 2006).
La evolución es un hecho, comprobado y
estudiado desde mucho antes que Darwin, en tanto que el
darwinismo, presentado como teoría única, es la construcción
burguesa de basada en teorías de libre mercado proyectadas
a la naturaleza, y con fundamentos científicos nulos o, al
menos, cuestionables siendo además una visión del mundo
que justifica la explotación del hombre por el hombre
basados en la tautológica selección natural. Por supuesto,
no le tenemos que reprochar a Trotsky que desconozca que la
evolución por selección natural (tomada por Darwin de
otros naturalistas) sea pseudociencia, mera tautología,
perogrullada (Cervantes, 2011a, 2011b; Vallejo, 1998).
Muchos científicos de la época y a lo largo de la historia
hasta nuestros días, siguen sosteniendo la validez de la
selección natural, aunque mucho se ha escrito ya de su
inutilidad total como teoría (Sandín, 1997; Sandín, 2003;
Cervantes, 2011a; Cervantes, 2011b, Vallejo, 1998; Salvucci,
2012a, Salvucci, 2012b).
Trotsky
no reconoce ni advierte sobre este aspecto fundamental. El
darwinismo es una estrategia de dominación y marketing del
liberalismo. Al demostrar el imperialismo que Darwin es un
genio ateo, compró las voluntades de muchos, incluidos
partidarios del socialismo ateo. Aunque científicamente
endeble, la teoría de Darwin era útil a los fines
imperialistas y era la justificación natural de la
explotación del hombre por el hombre.
En 1925,
el líder de la revolución rusa escribía:
"Este biólogo
altamente dotado (por
Darwin) demostró cómo una acumulación de pequeñas
variaciones cuantitativas produce una `cualidad´ (calidad)
biológica enteramente nueva y con esta prueba explicó el
origen de las especies. Sin tener conciencia de ello, aplicó
de este modo el método del materialismo dialéctico a la
esfera de la vida orgánica. Aunque Darwin no estaba
informado en filosofía, aplicó brillantemente la ley
hegeliana de la transición de la cantidad a la calidad."
(Trotsky,
1925).
Trotsky
asume una ciencia impoluta y aislada del contexto sociopolítico,
pero esta es una idea falsa, ya que ningún científico es
simplemente eso, sino que es también un actor político que
a través de sus teorías expresa las ideas personales,
dominantes o revolucionarias, según el caso. En el caso de
Darwin, su proyección económica a la naturaleza es
indudable. Georges Gaylord Simpson un reconocido biólogo
evolutivo fue uno de los primeros en expresar claramente lo
que nadie se atrevía “El libro llamado Sobre
el Origen de las Especies no trata realmente de ese
tema”, dijo en 1964. Aunque esto sigue sin ser reconocido
por muchos biólogos actualmente por estar formados dentro
del dogma darwiniano y así no pueden pensar libremente
fuera de lo establecido ni interpretar que el darwinismo,
aun considerándolo una teoría válida, es incapaz de
explicar las observaciones que continuamente demuestran la
complejidad de los procesos biológicos y la evolución. La
teoría evolutiva por selección natural tal cual era
conocida entonces, no era (es) más que una mera hipótesis
sin comprobación ni sustento en la realidad. La
supervivencia del más apto (o adecuado) no tiene nada que
ver con los complejos procesos que subyacen al cambio
evolutivo (Sandin, 1997; Salvucci, 2012a). Si las falacias
del darwinismo no son reconocidas hoy por muchos biólogos,
mucho menos podía comprenderlo en 1925, alguien que no se
dedicaba a la ciencia.
Sin
embargo, llama la atención que Trotsky no esté enterado
que la evolución era un hecho conocido, estudiado y
explicado desde hacía más de 100 años en las
universidades y sobre todo en Francia. Lamarck, naturalista
francés fundador de la Biología como ciencia y considerado
el verdadero fundador de la teoría de la evolución al
publicar su libro Filosofía
Zoológica en 1809, fue arrojado al desván de la
historia, precisamente, por ser revolucionario y no un
proselitista del statu
quo, antiobrerista como Charles Darwin. Después,
paralelamente se construyó un relato “científico” de
la veracidad de la “teoría” de Darwin, frente a las
ideas equivocadas de Lamarck. Actualmente, las teorías
lamarckianas tienen plena vigencia a la luz de las
investigaciones (véase por ejemplo, Sandín, 2003; Raoult,
2010; Salvucci 2012a).
El hecho
de que Trotsky haya visto dialéctica en Darwin, se debe a
que simplificó el relato a “ciencia vs. religión”.
Pero fue incapaz de ver que el darwinismo no es más que el
libre mercado proyectado forzosamente - basado en la falsa
hipótesis malthusiana- a la naturaleza.
Pude ser
más sorprendente aun confirmar que Trotsky reconoce a
Darwin como uno de sus mentores. Trotsky afirmó que “el
darwinismo es próximo al marxismo, y que el
nacionalsocialismo es peligroso porque no es darwiniano”.
Trotsky se explica de esta manera:
"[El]
pequeño-burgués es hostil hacia las ideas de desarrollo,
porque el desarrollo decididamente va contra él –el
progreso no le trae más que sólo problemas incontables. El
nacional socialismo rechaza no sólo el marxismo sino también
el darwinismo. Los nazis maldicen al materialismo, porque la
victoria de la técnica sobre la naturaleza, significa la
victoria del gran-capital sobre el pequeño-capital" (Trotsky
1933).
Trotsky
se expresa así desconociendo que el darwinismo no tiene
fundamento científico y porque entiende que la idea de
evolución es indisociable de darwinismo. Esto es totalmente
comprensible ya que esta es una idea impuesta desde su
posición dominante y persiste hasta nuestros días. La idea
de progreso, transformación de las especies, estudiadas con
un método científico venía llevándose a cabo desde hacia
mas de cien años, pero con la aparición de Darwin que
proyecta a la naturaleza la idea de superioridad de razas
nacida en el vientre de la sociedad victoriana la biología
toma un rumbo más confuso y sombrío. Darwin y su hijo –
quién fue presidente de la Sociedad Eugenésica de Londres-
eran eugenistas. Las prácticas eugenistas imperialistas,
llevadas a cabo en Estados Unidos y en la Alemania Nazi,
tienen un sustento darwiniano. La idea mencionada por
Trotsky de que el nacionalsocialismo no es darwiniano es
refutada con el conocimiento actual de los hechos sucedidos.
Tal cual lo mencionase el nazi Rudolf Hess en un meeting de
su Partido en 1934: "el socialismo nacional no es nada
más que biología”. El propio Hitler se basó en Darwin
para escribir su libro “Mein Kampf”, copiándole
párrafos enteros.
Otro
aspecto interesante es la identificación de ciertos
marxistas con la idea del “dominio de la técnica sobre la
naturaleza”. El filósofo marxista Henri Lefevbre también
reivindica a Darwin y lo elogia por su labor a contribuir al
dominio de la técnica sobre la naturaleza (Lefevbre, 1961).
Parece una necesidad imperiosa el hecho de someter,
explotar, a la naturaleza. La “lucha por la vida”
darwinista, adaptada a la ciencia de las contradicciones
parece demasiado forzada y oportunista. Las leyes naturales
(no las darwinistas) y los procesos que involucran la
evolución se están comenzando a comprender, distanciándose
de los dogmas, tautologías y metáforas darwinianas.
Mientras la existencia de una red de la vida construida por
procesos de integración es confirmada por investigaciones
científicas (Raoult, 2010; Georgiades y Raoult, 2012;
Salvucci 2012a), con resultados y teorías diametralmente
opuestas al egoísmo, competencia y explotación darwinianas,
negar la “animalidad” del ser humano, negar ser parte de
la naturaleza, negar su lugar en la red de la vida parece
una clara tendencia a la alineación y a la negación del
propio ser.
Es
importante señalar que el biógrafo más importante de
Trotsky apunta que gracias a la lectura de Darwin en su
temprana juventud, Trotsky pudo confirmarse en el ateísmo
que antes había sentido sólo instintivamente (Tarnavski,
2006). Esto, verdaderamente es paradójico. Darwin, aun en
su viaje en el H.M.S. Beagle era un creyente de la
inmutabilidad de las especies. Charles Lyell y Fitz Roy
–comandante del barco- le habían entregado los trabajos
de Edward Blyth, un naturalista británico que desarrolló
la idea de selección natural y el libro del propio Lyell (Principios
de Geología), que trata de evolución y transformación
de las especies. No fue hasta cinco años después que había
regresado de su viaje en el Beagle, que Darwin se atreve a
decir en una carta “como si fuese confesar un crimen”
según sus palabras,
que sospecha que las especies no eran fijas. Resulta
verdaderamente sorprendente que un graduado en teología (Theology
subgraduate) subido a un barco que exploró las costas de América
para llevar información al imperio británico, quien
mantuvo su creencias religiosas hasta mucho después de su
regreso, y quien finalmente escribió un libro –presionado
por Lyell- que reúne experimentos con animales domésticos
y observaciones, teorías e ideas de otros autores, haya
influido tan seriamente en un personaje tan importante como
fue León Trotsky para convertirlo en el revolucionario y
luchador a favor de los oprimidos del mundo. Siendo así,
podemos reconocer un aspecto positivo de la obra de Darwin.
Trotsky
dijo: “Darwin era para mí como un guardián en la entrada
al templo del universo. Me sentía drogado por su
pensamiento minucioso, preciso, concienzudo, a la vez que
potente. Lo más asombroso para mí fue cuando leí que él
preservó su creencia en Dios. Yo me negué rotundamente a
comprender cómo una teoría sobre el origen de las especies
por selección natural y sexual y una creencia en Dios poder
encontrar el especio en la misma mente” (citado de
Carmichel, 1975:59 por Tarnavski, 2006).
Aquí se
desconoce el origen del concepto de selección natural y que
el libro de Darwin es el resultado de la visión gradualista
de Charles Lyell y la falsa y nunca demostrada hipótesis
liberal de Malthus (Trotsky parece no enterado que esta errónea
hipótesis puramente socioeconómica, campo que él domina,
nunca fue probada). Además, se suman las ideas de otros
autores y científicos como Edward Blyth (quien describió
la selección natural trabajando en la India) y Trémaux (a
quienes Darwin nunca citó), las observaciones que realizaba
otros naturalistas, las recolecciones que realizaban sus
asalariados en América, y que todo ello dio forma al libro
de Darwin cuyo valor científico es muy modesto si se lo lee
desprendido de los dogmatismos.
Hasta aquí
no hemos agotado el estudio de la relación entre el
socialismo y el darwinismo pero ha sido interesante
reconocer en el mismo Trotsky las mismas simplificaciones y
falacias, comprensibles en su tiempo, que sustentan el
darwinismo de hoy, la mayor estrategia de marketing del
capitalismo. Trotsky encontró en Darwin a un modelo a
seguir en cuanto intentó explicar el problema del origen de
las especies fuera del dogma religioso. Sin embargo, no hay
ninguna profundización del estudio de la teoría darwiniana
y de su capacidad explicativa de los hechos. Hoy, se cuenta
con la capacidad de comprender mejor el proceso evolutivo y
de hacer una evaluación crítica de la teoría darwiniana
dominante. Esto permitirá que se reevalúe la utilización
política que se da a la figura de Darwin y a la teoría
continuada por sus seguidores.
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León (1958): “En defensa del Marxismo”, Argentina, Ed.
Amerindia.
VALLEJO, Fernando (1998): La tautología darwinista,
México, UNAM.
[2]
“Es
notable el hecho de que en los animales y en las plantas
Darwin reconozca a su sociedad inglesa, con su división
del trabajo, competición, la apertura de nuevos
mercados, los inventos y la maltusiana lucha por la
existencia (…) es el «bellum
omnium contra omnes» de Hobbes y hace
pensar en la «Fenomenología del Espíritu» cuando
configura la sociedad burguesa como «reino animal ideal»,
en tanto que en él, el reino animal se configura como
sociedad burguesa”.(Carta de Marx a Engels de 1862).
[4]
Carta a J. Hooker en Autobiografía
y cartas escogidas, C. Darwin. Alianza, 2002.