Respuesta a un intento de
justificación
¿Qué
clase de “trotskista” es Celia Hart?
Por
Roberto Sáenz, 29/02/08
El pasado miércoles 27/02 llegó al
correo de nuestra corriente Socialismo o Barbarie una carta de respuesta de
Celia Hart a nuestra crítica pública por haberse negado a
firmar en defensa de Orlando Chirino, ante el brutal ataque
que este dirigente obrero está sufriendo por parte del
gobierno de Hugo Chávez.
En la misma, a pesar de las
explicaciones que da, no sólo mantiene su posición de no dar un solo paso práctico en defensa de Chirino. Además agrega
nuevos y graves problemas, como el haber salido
a atacar a los
estudiantes cubanos que recientemente –y con valentía-
osaron criticar los vicios régimen castrista.
En lo que sigue, intentaremos
desmenuzar qué clase
de “trotskista” es
Celia Hart.
Lo que importa son los pasos prácticos
Respecto de la campaña en
defensa de Chirino, en su misiva, Celia Hart vuelve a
ratificar su posición respecto de la cuestión.
Textualmente: “Agradezco
que hayan repetido con fidelidad mi texto, pues así el
lector sabrá que yo NO estoy de acuerdo con el despido de
Orlando Chirino”.
Desde nuestra corriente SOB
siempre polemizamos con seriedad, transcribiendo
textualmente los argumentos de nuestros adversarios. Y
precisamente, en la carta de Hart, subsiste enteramente el
grave problema que hemos criticado en nuestro artículo
“Celia Hart no firma
por Chirino”: vuelve a la carga señalando que está en
contra del despido de Orlando Chirino, pero
sin comprometerse a hacer nada.
Ya en su
primera declaración sobre el
tema (“Mi posición
frente al despido del dirigente sindical Orlando Chirino”, publicada en Aporrea),
había dejado sentado: “¿Por qué no firmo tranquilamente
en los petitorios internacionales, como he hecho en múltiples
casos, siendo la única firmante cubana? Porque
a mí el NO… NO se me olvida”.
Sin embargo, en las
circunstancias concretas, nunca se trata de si uno está ideal o subjetivamente (en su conciencia) en contra de tal o cual
medida injusta de un gobierno burgués o burocrático contra
la clase trabajadora o un dirigente obrero en particular. ¡Lo
que define la cosa es qué
paso práctico se está dispuesto a dar para revertir la
injusticia! Todo lo demás son puras palabras… y a las
palabras se las lleva el viento.
Pero para un auténtico
socialista revolucionario y/o trotskista, tomar una
posición práctica ante
un ataque de esta naturaleza, es una cuestión
de principios, aspecto para el cual -para no repetir acá-
remitimos a Celia Hart a nuestra respuesta al MPU panameño
que salió en defensa de su posición. [1]
Pero debería estar claro que
Hart no está dispuesta a dar ningún paso en defensa de
Orlando Chirino sencillamente porque eso
significaría ir –en
un punto al menos- a
un enfrentamiento concreto con el gobierno de Chávez del
cual es servidora
incondicional.
Incluso se podría dudar de la
autenticidad subjetiva
de su rechazo al ataque del principal dirigente obrero
venezolano. Porque en un artículo de su autoría,
inmediatamente después de la derrota del SÍ en el referéndum
del 2/12/07 titulado “¿Atrás?,
ni para tomar impulso” (08/12/07) había lanzado un brutal
ataque político contra Chirino, equiparándolo con el
ex general Baduel (recordar que éste rompió por la
derecha con Chávez).
Refiriéndose precisamente al
referéndum Celia Hart señalaba: “Les
adelanto que es una victoria pírrica para la oposición...
No sabrán capitalizarla, y a nosotros nos vendrá bien
pensar rápido antes de Navidad, reagruparnos y corregir los
errores. La oposición ha tenido que usar nada más y menos
que la canción de Violeta Parra ¡nuestra comunista
Violeta! para himno de los estudiantes... aquella canción
que rezaba: Me gustan los estudiantes que van al
Laboratorio... Los
camaradas chilenos deberían hacer una denuncia... la
Violeta debe estar dando gritos en la tumba... Ni para hacer
canciones sirven los escuálidos. En
esta licuadora histórica se removió la paja del trigo...
Los reformistas insulsos como Baduel, los sectarios engreídos
como Orlando Chirino, quedaron detrás del crisol. Y con ellos no puede haber arreglo posible...”. [2]
Son sus palabras: con
“sectarios engreídos como Orlando Chirino no puede haber
arreglo posible”! De ahí al apoyo a la retaliación política de Chávez contra Chirino no hay
siquiera un paso... aunque se diga –de palabra- que “se
está en contra de su despido...”
Hay que recordar también que
Hart no se desdice -en la carta enviada a SoB- de haber
acusado a Chirino de caracterizar a Chávez como “agente
del imperialismo”... o de que habría votado por el NO,
cuando todo el mundo sabe que Chirino llamó al voto NULO!
Precisamente, este tipo de
“sinuosidades” y dobleces es lo que caracteriza estas
ubicaciones de “pensadores libres” u “opositores de Su
Majestad” ante a los poderes burgueses o burocráticos:
hacer declaraciones aquí o allá, manifestar verbalmente
cierta “oposición” a algún estado de cosas, pero
nunca dar pasos
concretos y prácticos para revertir la injusticia que
se denuncia porque, en el fondo, se es solidario
y/o se es parte del mismo
sector social
privilegiado que se
“critica”.
¿Con los estudiantes o con la burocracia castrista (Fidel y Raúl)?
Pero quizás más dramático que
lo anterior es su ubicación en el lugar donde le aprieta el
zapato: es decir, en
la propia Cuba. Porque es muy reveladora su posición crítica
respecto de los estudiantes de la Universidad de
Ciencias Informáticas (UCI) que tuvieron la valentía de
salir a criticar públicamente algunas de las lacras del régimen
castrista en la misma cara de uno de sus principales
representantes, Ricardo Alarcón (presidente de la Asamblea
Nacional).
Recordamos que en nuestra crítica
habíamos planteado “Que sepamos, su «trotskismo», hace
las veces de una «oposición de su majestad» a los
hermanos Castro como rutilante parte de la misma casta burocrática y nada tiene que ver
con aquellos sectores (como los estudiantes cubanos) que
comienzan a cuestionar por
la izquierda los enormes privilegios de la misma
burocracia castrista”. [3]
Pero su posición sobre la cuestión
es otro escándalo y una vergüenza
para quien se autotitula “trotskista”…
En la carta Hart dice lo
siguiente: “Que
critiqué a los estudiantes cubanos, con respeto y con
el mismo derecho de ellos a hablar, con la moral de
haber criticado muchas cosas, si leen mi artículo sobre
eso, yo soy mucho más
crítica al gobierno. Los estudiantes criticaron por la derecha, si es que estamos de acuerdo en el eje de
coordenadas. Tener
INTERNET, viajar o ir a hoteles no son reivindicaciones de
izquierda en una revolución socialista. Sólo eso traté
de decir en mi escrito. Espero que no se cuestionen mi
derecho a no estar de acuerdo con alguien. Mi escrito no fue
publicado en Cuba, ni nada por estilo....Estuvo más
silencioso que el video. Sólo trataba de que entendieran
los retos importantes. Estalinismo sería que yo no pudiera
disentir desde la izquierda” (los subrayados son
nuestros).
Bueno, aquí hay varias cosas
reveladoras: en primer lugar, nos permitimos dudar que los
estudiantes cubanos en cuestión tengan los mismos derechos
que Hart… De hecho ellos, de manera convincente, denuncian
que no. Lo mismo nos llama a risa que la Hart se
considere “mucho más crítica que los estudiantes sobre
el gobierno” porque hay cero
evidencia real y empírica de esta afirmación sin sustento.
Si esto fuera así, inevitablemente sufriría represalias
por parte del propio régimen. Pero Hart goza del derecho de
viajar por el mundo como se le da la gana, del acceso libre
a su ordenador y a internet (derecho que parece verbalmente
despreciar) y, seguramente,… a varios cepillos de dientes!
cosa que por alguna
“misteriosa” razón no es el caso de estos estudiantes. Volveremos
sobre esto.
Lo más grave es que Hart
(exactamente igual que la burocracia castrista) los
estigmatiza caracterizando sus críticas como siendo “de
derecha”; es decir, los ubica como derechistas,
facilitando así –sea esto conscientemente o no- la
represión de la burocracia sobre ellos.
Esto es gravísimo y pinta de
cuerpo entero como usa su dedo
acusador -bajo la cobertura de ser una “crítica de
izquierda y trotskista”- señalando a todos los que verdaderamente
son críticos desde la izquierda a los privilegios de
las burocracias (sean ellas “bolivarianas” o
“castristas”), como son los casos de Chirino o de los
estudiantes de la UCI.
¿En qué Cuba vive Celia Hart?
Prosigamos. Dice Celia Hart en la
carta que “tener internet, viajar o ir a hoteles no son
reivindicaciones de izquierda en una revolución
socialista”. Depende, porque lo que aquí están
criticando los estudiantes, muy justamente, son los evidentes privilegios de una capa burocrática que se ha
enseñoreado sobre las conquistas de la revolución casi
desde el principio mismo del proceso.
Pero además, es una redonda
mentira que los estudiantes hayan hecho solo críticas en el
terreno de los derechos democráticos. Hart escamotea críticas
fundamentales de orden económico-social, críticas de
inmensa importancia.
Porque lo que han hecho los
estudiantes es denunciar de manera pública que en la isla
hay dos tipos de “ciudadanos”: los
que viven en
moneda no convertible (la mayoría de los trabajadores) y
los que tienen acceso a
la moneda fuerte o convertible (la capa burocrática
privilegiada) que gozan, evidentemente, de un acceso a bienes de consumo que los
primeros no pueden siquiera soñar.
Cómo parte de esto mismo, los
estudiantes desnudaron que la primera parte de la sociedad
(los que siguen viviendo de vender su fuerza de trabajo), deben
trabajar hasta dos o tres días para adquirir… un cepillo
de dientes. Nos volvemos a preguntar: ¿cuantos cepillos
de dientes tiene Celia Hart? ¿Cómo los ha adquirido? ¿Quién
le paga sus viajes al exterior? ¿Y quien cubre los gastos
de su ordenador?
Esta dramática diferenciación
social nada tiene que ver con el socialismo, es
absolutamente antisocialista. Las crecientes
diferenciaciones sociales –que son el blanco de la crítica
de los estudiantes– socavan a cada paso las conquistas de
la Revolución que aún subsisten en Cuba. Es una situación
por la cual la vivencia popular (lo que “todo el mundo
habla en la calle”) es que la propiedad estatizada,
declarada como “de todos”, es en realidad monopolizada
de manera absoluta por la burocracia. Es esa circunstancia
la que alienta la desmoralización
del robo generalizado
para poder llegar a fin de mes... ante el ejemplo
de cómo roban los de arriba. Nos preguntamos, hablar de
esto, ¿es hacer críticas de “derecha”?
Démosle la palabra a una
especialista en Cuba (Janette Habel) que no se ha
caracterizado por ser muy crítica del régimen, sino que más
bien lo ha apoyado casi incondicionalmente:
“Se mide mal en Europa la
gravedad de la crisis
social que ha afectado a la isla. Adoptada en 1993, la
dolarización que ha estado en vigor hasta 2004 ha modificado
la jerarquía salarial anterior, bastante igualitaria.
La dualidad monetaria y la tasa de cambio entre el dólar y
el peso han afectado profundamente a los trabajadores
cubanos del sector público (el 75% de la población económica
activa, R.S.), cuyas
rentas son en pesos. A falta de inversiones, los
transportes se han degradado, el estado de las viviendas (en
número muy insuficiente) es desastroso, la alimentación es
muy cara en los supermercados o en los mercados campesinos
libres y la libreta (el carnet de racionamiento) no
permite alimentarse más que 10 o 12 días (…).
“Estas reformas, aunque
limitadas (la autora se refiere a las reformas mercantiles
de los ‘90, R.S.) iban a introducir desigualdades
muy importantes entre los cubanos, oponiendo a quienes no
tenían acceso al billete verde y a quienes tenían acceso a
él (…). [4] En adelante, el dólar era el rey
independientemente de las competencias profesionales. La
‘pirámide social se había invertido’ y con ella los
‘valores’ y la ética de la revolución (…). La crisis
económica, las reformas y la brecha abierta en el sector público,
han provocado un recrudecimiento
de la corrupción. El mercado negro prospera, alimentado
por los robos en
el sector estatal. El auge de las actividades privadas en un
sistema en el que la extrema centralización estatal no
logra responder a las necesidades de la vida cotidiana ha
favorecido el desarrollo de la economía informal:
fontaneros, mecánicos, pintores, ejercen su actividad a la
vez que salvaguardan su afiliación a una empresa del estado
para preservar sus derechos sociales. Es también en su empresa donde se procuran los materiales necesarios para el
ejercicio de su actividad privada. El último ejemplo es el
de los robos masivos
de gasolina en las estaciones de servicio –con la
complicidad de los empleados de las mismas (…).
“La doble moral en Cuba se extiende y justifica por la imposibilidad de
vivir ‘normalmente’, pues como dicen numerosos cubanos,
para sobrevivir en estas condiciones, hay
que robar o abandonar el país (…). La
propiedad del estado no es percibida por el pueblo,
contrariamente al discurso oficial, como su propiedad, sino
como una propiedad que le es extraña. Los cubanos no
influyen nada en las decisiones económicas.” [5]
Repetimos. El terrible “delito”
de los estudiantes de la UCI fue dar una voz a esta situación,
pero la “trotskista” Celia Hart no parece ver nada de
todo esto!
Algunas definiciones, para
explicarnos mejor
Una definición:
la crítica a la diferenciación social que existe hoy en
Cuba, no es una crítica de “derecha”. La restauración
del capitalismo en cualquiera de sus vías (sea la
neoliberal o la más mediada del capitalismo de estado que
parece esbozar Raúl Castro) solo
podría aumentar la diferenciación social.
Otra definición:
las limitaciones de los derechos democráticos elementales
de las masas obreras y populares no son más que el
reverso de las desigualdades y de la diferenciación
social entre la mayoría trabajadora (que no ejerce de
manera efectiva el poder, ni en el terreno político ni en
el económico-social; por eso Cuba no es ninguna
“dictadura del proletariado”) y la capa burocrática que
se ha enseñoreado al frente del país. Este capa lo que está
buscando es cómo
logra estabilizar esos privilegios, mientras está hecha
un “sándwich” entre el creciente descontento por abajo
y las presiones restauracionistas del imperialismo.
Una definición más:
un auténtico trotskista en la isla sostendría la posición
de que, para defender a Cuba del retorno del capitalismo
(perestrioka u cualquiera otra forma) y de una eventual recolonización,
es absolutamente imprescindible ajustar
cuentas con esta misma capa burocrática,
que está buscando las vías de un acuerdo con el
capitalismo.
Esto significa una revolución
antiburocrática
que transforme de arriba abajo el país en un auténtico
estado obrero basado en la democracia obrera y la propiedad
socializada, acabando con todos los privilegios y dejando atrás la actual característica
de estado
burocrático que
caracteriza al país.
Pero claro, Celia Hart nunca podría
ser una trotskista de este tipo. Es decir, una trostkista
(sin comillas), que se plante realmente contra la burocracia
de los hermanos Castro. Fidel y Raúl Castro encabezaron la Revolución
del ’59 como revolución anticapitalista. Pero al
mismo tiempo, consciente y explícitamente, inhibieron todo desarrollo de la democracia obrera desde abajo. Y
esto implicó también inhibir un auténtico curso de la
Revolución Cubana como revolución
socialista.
¿Cómo olvidar, por ejemplo, que
ya en los tempranos tiempos de la década del ’60, Fidel
Castro en persona se encargó de descabezar
toda posible dirección independiente en los sindicatos,
purgando prácticamente
el 50% de los dirigentes que aunque
eran integrantes del
Movimiento 26 de Julio, no estaban alineados
incondicionalmente al castrismo?
No; no es la clase obrera la que,
mediante sus propios organismos democráticos, dirige Cuba y
ejerce su dominación política y social. ¡Es la burocracia
castrista que socava a cada paso las conquistas que
subsisten de esa revolución ,y de la cual Hart es su vocera
“izquierdista”!
Hay que poner en pié en Cuba la auténtica tradición del trotskismo
Para ir terminando, una última
reflexión. Porque si las palabras significan algo, cabría
preguntarse de qué naturaleza es entonces el autoproclamado
“trotskismo” de Hart.
Ella misma en la carta se encarga
de aclarar un poco las cosas: “Que yo me digo trotskista,
aunque el término es bastante difuso,
pues también soy guevarista, mariateguista, y FIDELISTA, y
no castrista ¡a mucho honor!, de que Fidel hizo triunfar
una revolución socialista...la única que ha existido en
nuestro Continente y la única que está viva. León Trotsky
estaría a su lado de estar vivo tanto o mucho mas que como
lo hizo con Lázaro Cárdenas”.
Bueno, aquí hay varias cosas,
pero como esta respuesta es ya demasiado larga, las
“despacharemos” sucintamente.
El término de “trotskista”
no es nada difuso: recoge una tradición opuesta
a la de Fidel Castro, la de la revolución socialista
como auténtica
realización de la clase obrera mediante su propia
movilización, organizaciones, programas y partidos.
Es decir, de la revolución
social desde abajo, mediante la autodeterminación
de la clase obrera y no hecha desde arriba por caudillos
tipo Fidel. Esta tradición es la que viene de Marx, Engels,
Lenin, Trotsky y Rosa Luxemburgo y que tiene como principio
axiomático que “la
liberación de los trabajadores será obra de los
trabajadores mismos”
y no el lema: “¡Comandante en Jefe, ordene!”.
Son dos tradiciones muy diferentes y hasta opuestas.
En segundo lugar, en las
condiciones de ausencia de esta centralidad de la clase
obrera por un lado, y de progresiva estatización de los
medios de producción (pero sin que pasen a la dirección de
la propia clase trabajadora), la Revolución Cubana fue anticapitalista,
pero no llegó a ser auténticamente socialista. En esa
situación, el ángulo realmente trotskista es el que defiende
a Cuba del imperialismo y la restauración capitalista.
Pero desde el punto de vista de que, para que esta defensa sea
efectiva, hay que
barrer
revolucionariamente a la burocracia
fidel-raulista desde la
izquierda.
En tercer lugar: que Trotsky
defendió contra el imperialismo la expropiación petrolera de Cárdenas en el
’38, pero nunca apoyó políticamente su gobierno
capitalista de estado. Y, menos que menos, integró la casta política de funcionarios que hacían
parte del régimen cardenista.
En síntesis, la tarea que se impone
en Cuba –y que será seguramente muy dura– es poner
urgentemente en pié una corriente y/o partido auténticamente
socialista revolucionario y trotskista, que pelee a brazo
partido por dar una salida por la izquierda a la creciente
crisis del país.
Al servicio de esta tarea se pone
nuestra corriente Socialismo o Barbarie, y ésta no podría
ser encarada por una “trotskista” como Celia Hart, que es
parte de los mismos privilegiados que gobiernan hoy la isla.
1.- “Saltando
las barreras de clase”, en
www.socialismo-o-barbarie.org
2.- En
www.rebelión.org
3.- “Las
andanzas del ‘trotskismo’ castro-bolivariano”, en
www.socialismo-o-barbarie.org
4.-
Posteriormente, el dólar fue reemplazado por una moneda
convertible (el CUC) que existe paralelamente al peso. Pero,
con dólares o con CUCs, la situación es tal como se
describe. (Nota de SoB.)
5.- “El castrismo después
de Fidel Castro. Un ensayo general”, por Janette
Habel, revista A l’ Encontre, Suiza, reproducido en
www.socialismo-o-barbarie.org
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