Sidor
y los debates en la izquierda
Un
test para las corrientes del
socialismo revolucionario
Por
Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 17/04/08
Los
grandes acontecimientos de la lucha de clases son también
un test para las diversas corrientes de la izquierda. En
este caso, hemos visto nuevamente dos errores simétricos:
1) el de las corrientes capituladoras al nacionalismo burgués
de Chávez, y 2) el de quienes lo encaran como si fuese un
gobierno burgués “normal”... o algo peor aún.
El
arte de excusar a Chávez sus barbaridades... y de
atribuirle los méritos de otros
Las
corrientes de izquierda pro Chávez –como Marea
Socialista, afín al MST de Argentina, y en general la
mayoría de las que se expresan en el sitio de
Aporrea.org– venían en dificultades cada vez mayores para
sostener su política de apoyo al régimen.
Especialmente
el conflicto de Sidor –donde además compañeros de Marea
Socialista participan en la conducción– las puso ante
un difícil embrollo. A lo largo de esa lucha que duró más
de un año, el gobierno jugó enteramente del lado de la
patronal. Su argumento final y “contundente” fue
enviar el mes pasado a la Guardia Nacional a reprimir
salvajemente, en ocasión de una asamblea en la puerta de
Sidor, con un saldo de decenas de obreros presos, heridos y
hospitalizados.
Se podía
esperar que este último hecho –“la letra con sangre
entra”– hubiese movido un milímetro las neuronas de
estos compañeros en sus posiciones pro Chávez. ¡Nada
de eso! Resolvieron la dificultad con el apolillado
argumento que ha servido para justificar a todos los líderes
nacional-populistas, desde Cárdenas y Perón a nuestros días:
la culpa la tiene el “entorno”; es decir, los
“malos” que rodean al “líder”, los “infiltrados”,
los “caballos de Troya” y la “derecha endógena”
que (no se sabe bien cómo) siempre mantiene los cargos
importantes del gobierno y del partido oficialista, el PSUV,
sin que Chávez tenga nada que ver en eso.
Da pena ver
a compañeros con décadas de trayectoria como socialistas
revolucionarios, repitiendo solemnemente semejantes tonterías,
que ni siquiera son originales.
¿El
gobierno estuvo desde el principio del conflicto con la
empresa y contra los obreros de Sidor? ¡El líder no tiene
la culpa, es obra maligna del ministro de Trabajo!
¿La
Guardia Nacional reprimió brutalmente? ¡Chávez no es
responsable! ¡La orden “vino del gobernador del
Estado”; o “no se sabe quién dio la orden”... pero Chávez
no fue!
Ahora el
gobierno, anuncia que va a organizar desde arriba una
central sindical burocrática y estatizada: ¡También eso
es obra del ministro de Trabajo, y no del líder!
¿En el
estado reina una corrupción fenomenal? ¡Chávez no sabe
que sus amigos “se enriquecen en negocios”!, etc.,
etc.[1]
Por lo
tanto, es un punto fundamental de la política de estos
compañeros hacer plañideros llamados a Chávez para que
se dé cuenta y rectifique, cambiando los
personajes que “están a su lado y utilizan su apoyo”.
[2]
Todo eso
sumado da una imagen surrealista del gobierno
venezolano y, a la vez, muy negativa del propio líder al
que pretenden defender. Chávez, de hecho, no gobernaría,
porque sus ministros y gobernadores hacen lo que quieren,
contrariando sus sanos propósitos. Sería una especie de
pelele o algo peor, que ni se entera de que sus ministros
apoyan a la patronal de Sidor, su Guardia Nacional reprime a
los trabajadores... y sus funcionarios roban a manos llenas.
Por
supuesto, nada de eso es así. Chávez no es un tonto ni un
monigote. Es un líder nacional-populista de primera categoría
y, como presidente de un régimen bonapartista, es quien
decide todo. Los regímenes políticos que Marx llamó
“bonapartistas” se caracterizan precisamente por eso,
sean de derecha o de izquierda: un “líder” o árbitro,
colocado por encima de la sociedad y del estado, lo
decide todo.
Pero, para
estos compañeros, la moneda de la defensa de Chávez tiene
otra cara: además de absolverlo de todos sus pecados contra
la clase obrera y el socialismo, descargándolos en las
cabezas de sus ministros, se le atribuyen los méritos y
buenas obras de otros. En este caso, de los obreros que con
su heroica lucha de un año impusieron la
nacionalización de Sidor, contra todo lo que Chávez
y su gobierno venían haciendo en apoyo a la patronal. Por
eso, da vergüenza ajena leer el titular de Aporrea que
dice, entre otras cosas:
“Renacionalización
de Sidor
“Chávez
vuelve a cumplir con los trabajadores
“¡Gracias
presidente Chávez!
“¡Viva
el compañero presidente Chávez!”
En primer término,
esto es una flagrante mentira. ¡Nada deben agradecer los
obreros a Chavez! El gobierno se vio obligado a
dar un paso atrás, porque la represión no derrotó a los
sidoristas sino que fue un boomerang, que amenazó
con extender la lucha a otros sectores, y así
desbordar a Chávez “por la izquierda”. Eso le
“torció la mano” al gobierno venezolano, que dispuso la
nacionalización para frenar un curso tan peligroso.
Pero lo
peor es que desarma a los trabajadores en relación con
los nuevos problemas a enfrentar. En lo inmediato, los
confunde ante las maniobras de Chávez de indemnizar a
Techint, hacer una empresa mixta con la ex patronal,
conservarla en la administración de Sidor y, sobre todo, evitar
el control y/o la administración obreras.
Chávez:
¿un “gobierno totalitario”?
Pero el
arte de macanear no es exclusivo del campo de la izquierda
que capitula a Chávez. Hay también una variedad de
“antichavistas” –el caso más notorio es el
PSTU-LIT– que son el reflejo opuesto pero simétrico
de los errores que analizamos. En el fondo, ambos coinciden
en su radical incapacidad de entender la
contradictoria dialéctica de este tipo de gobiernos.
Así, unos
consideran progresivo todo lo que hace Chávez (y, si
no lo es, se lo achacan a sus ministros). El PSTU-LIT, en
cambio, considera bueno todo lo que se opone a Chávez,
aunque esos opositores están a la derecha del gobierno,
y los alienta el imperialismo yanqui y la mayoría de la
burguesía venezolana.
Con ese
esquema, el PSTU-LIT apoyó el voto por el NO en el referéndum
del 2 de diciembre –es decir, la posición sostenida por
los “escuálidos” [3]–, festejó como positivo el
triunfo del NO, y, además, encuentra muy progresivos a los
estudiantes de derecha, vanguardia de las movilizaciones
antichavistas.
Por eso, si
en el esquema de los prochavistas la represión en Sidor no
podía haber sido obra de Chávez, en el esquema del
PSTU-LIT era igualmente inconcebible que Chávez acabara
nacionalizando la empresa. La realidad ha desmentido ambos
esquemas.
Los compañeros
del PSTU-LIT saludaron, correctamente, la nacionalización
de Sidor como “una victoria arrancada por la lucha”.[4]
Pero callan (o no entienden) que esa medida era y es incomprensible
en el marco de su falsa y esquemática caracterización del
actual régimen venezolano.
Días antes
de la nacionalización, el PSTU-LIT lo definía así: “más
allá de su «retórica socialista» y de los roces que
pueda tener con el imperialismo, se trata, en realidad, de
un gobierno burgués con un carácter cada vez más
totalitario y antiobrero”. Y, para que no haya dudas,
seguían machacando después con la “ofensiva totalitaria
del gobierno”. En Venezuela, para el PSTU-LIT, no sólo
hay un régimen “totalitario”, sino “cada
vez más totalitario”.[5]
Los
gobiernos y regímenes totalitarios fueron los de Hitler
en Alemania, Mussolini en Italia, Franco en España,
etc. ¿Qué diablos tiene que ver Chávez con eso? Pero este
absoluto disparate es una conveniente justificación
para encontrar algo progresivo en la oposición “escuálida”,
de recontraderecha.
Chávez,
por supuesto, es un gobierno 100 x 100 burgués. Pero se
trata de un gobierno burgués anormal: su “retórica
socialista” y, sobre todo, sus “roces con el
imperialismo” no son detalles menores que se pueden
poner “más allá”, como pretende el PSTU-LIT, que
evidentemente ignora los clásicos análisis que Trotsky
hizo en América Latina sobre este tipo tan contradictorio
de gobiernos.
“En los
países industrialmente atrasados —analizaba Trotsky— el
capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la
relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al
proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de
poder estatal. El gobierno oscila entre el capital
extranjero y el nacional, entre la relativamente débil
burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado.
Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui
generis, de índole particular. Se eleva, por así
decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede
gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capital
extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de
una dictadura policial, o maniobrando con el
proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones,
ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta
libertad en relación a los capitalistas extranjeros. La
actual política [del presidente Cárdenas, de México] se
ubica en la segunda alternativa...”[6] Y hoy, también, es
el caso de Chávez.
En síntesis,
si los bonapartismos sui generis apelan muchas
veces a la movilización controlada de los trabajadores, al
tiempo que les cercenan todo posible curso independiente
buscando la estatización de sus organizaciones, los
regímenes totalitarios se caracterizaron por apuntar a la
lisa y llana liquidación física de las organizaciones
obreras!
Por eso es
un error garrafal no sólo el despropósito de
calificar a Chávez como un “gobierno totalitario”, sino
también dejar de lado en el análisis (y peor aún, en la
política) su “retórica socialista” y sus eventuales
“roces con el imperialismo”, que son fundamentales
para caracterizarlo y actuar frente a él.
El problema
es que el analfabetismo teórico e histórico que
caracteriza a los dirigentes del PSTU-LIT está abriendo las
puertas en América Latina a una línea tan desastrosa como
la de los capituladores a Chávez. Es la política de considerar
“progresivos” a los opositores de derecha que
aparecen frente los gobiernos burgueses surgidos luego de
las rebeliones y estallidos sociales de los últimos años.
Especialmente, si las oposiciones de derecha movilizan algún
sector “popular”.
En
Argentina, esto se expresó en el apoyo del PSTU-LIT al lock
out patronal en el campo, encabezado por la oligarquía
agraria y alentado desde Washington. Su ubicación en
Venezuela refleja la misma y peligrosa confusión.
Notas:
1.
Algunos de los ejemplos que damos de esta antología del
disparate pueden leerse en el Nº 8 de Marea Socialista,
11-3-08 (www.mareasocialista.com) y en los artículos “El
Ministro del Trabajo perdió la cabeza...” (entrevista a
Stálin Pérez Borges), 14/04/08, y “El
pueblo bolivariano apoya a los obreros de SIDOR”, 9-3-08,
en www.aporrea.org
2.
“El mayor peligro... de hoy, además del imperialismo y la
oligarquía, son los sectores que dentro del propio proceso
se niegan a avanzar en medidas contra el poder capitalista,
los que a la par se enriquecen en negocios, los que el
pueblo bolivariano llama «derecha endógena». Muchos
de ellos, Presidente, están a su lado y utilizan su
apoyo...” Marea Socialista, cit.
3.
Se llama “escuálidos” a los opositores de derecha a Chávez,
muy parecidos a los “gorilas” antiperonistas del siglo
pasado en Argentina y a los actuales “cívicos” que
desde Santa Cruz impulsan las “autonomías” contra el
gobierno indigenista de Evo Morales.
4.
“Nacionalização da Sidor é uma vitória da luta dos
trabalhadores”, Opinião Socialista, 11-4-08.
5.
“Los trabajadores luchan por su salario, Chávez los
reprime”, sitio LIT, 18-3-08.
6.
León Trostky, “La industria nacionalizada y la
administración obrera”, Escritos, Tomo X, p. 482,
Editorial Pluma. Subrayados nuestros.
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