La
derecha avanza en las grandes ciudades
Por
Roberto López Sánchez (*)
Rebelión,
27/11/08
La
derrota electoral sufrida por la revolución bolivariana en
el Estado Zulia, en la ciudad de Maracaibo, en el estado
Miranda y en la alcaldía mayor del Distrito Capital, para
mencionar los principales centros de triunfo de la oposición,
debe ser analizada considerando los siguientes elementos
(aunque puedan quedar otros aspectos no considerados aquí,
ya que el cúmulo de factores intervinientes es bastante
complejo).
1)
La ausencia de una clara política gubernamental hacia la
construcción de un movimiento obrero clasista y
revolucionario. Esta es la primera revolución socialista
del mundo sin movimiento obrero. No existe la mínima
reflexión de parte de los dirigentes del proceso, acerca de
la importancia de tener un movimiento obrero organizado y
fortalecido que respalde y le sirva de sustento al proceso
revolucionario. En diez años de revolución se han tomado
decisiones muy negativas (como, por ejemplo, el período en
que J.R. Rivero estuvo al frente del ministerio del
trabajo), las cuales han repercutido desastrosamente en el
movimiento de trabajadores en todo el país. No existe una
clara definición acerca de los mecanismos de participación
de los trabajadores de las empresas del estado en la
conducción democrática de dichas industrias (PDVSA, Pequivén,
electricidad, carbón, sidor, CANTV, etc); en cambio, siguen
predominando visiones abiertamente tecnocrátas y
neoliberales sobre la conducción interna de dichas
empresas, y las tendencias clasistas y revolucionarias
siguen siendo objeto de persecución y arrinconamiento
dentro de ellas. En las grandes ciudades y en los estados de
mayor población existe una considerable clase obrera
industrial, y trabajadores asalariados en general, hacia los
cuales el gobierno bolivariano no presenta una clara política
de inclusión dentro del proyecto revolucionario. Más bien
han prevalecido dentro del gobierno tendencias antiobreras y
antisindicales, y esta realidad puede estar incidiendo en la
conducta electoral de importantes sectores de trabajadores.
2)
La ausencia de una política gubernamental hacia las
universidades autónomas, las cuales han sido dejadas en
manos de la derecha, con recursos del gobierno nacional.
Mientras las misiones educativas le llegan a los sectores más
desposeídos de la población, la clase media urbana,
estrechamente vinculada al sector universitario, permanece
totalmente fuera de la estrategia política del gobierno
revolucionario. El gran impacto sociocultural que tienen las
universidades autónomas en sus respectivas regiones ha sido
subestimado por el gobierno bolivariano, y hasta ahora se
siguen otorgando presupuestos multimillonarios a estas
instituciones, sin establecer ningún tipo de controles ni
de políticas alternativas dentro de las mismas.
3)
La forma en que se ha construido el PSUV, repitiendo los
mismos vicios clientelares de la vieja partidocracia adeco–copeyana.
Es en las grandes ciudades en donde se desarrolló desde la
década de 1980 una contundente crítica hacia los partidos
y su papel como confiscadores de la soberanía popular.
Estos pobladores de las comunidades populares de las grandes
ciudades venezolanas ven con ojos críticos que dentro de la
vanguardia del proceso revolucionario se estén
reproduciendo los mismos vicios que justificaron el
levantamiento popular de febrero de 1989 y todo el proceso
político posterior que condujo al triunfo de Chávez en
1998.
4)
En el caso del Zulia, la derrota sufrida pone en entredicho
la gestión que por 8 años desarrollara Di Martino en la
alcaldía de Maracaibo, así como la política social
adelantada desde poderosas instituciones como Corpozulia y
PDVSA. Son entes gubernamentales que manejaron toneladas de
millones y que sin embargo su efecto sociopolítico (en términos
electorales) significó la erosión del caudal de votos a
favor de la revolución. Toda la prepotencia que observamos
durante años de parte de estos autocalificados “próceres”
de la revolución, no se compagina con los muy pobres
resultados obtenidos.
5)
El chavismo intenta parecerse a la oposición burguesa, se
ha esforzado en caerle simpático a los representantes del
capital criollo y extranjero (por ejemplo, los casos patéticos
de Di Martino y Diosdado), y el pueblo ha votado en
consecuencia, prefiriendo a los tradicionales dirigentes de
la burguesía criolla, en vez de votar por estos malos
remedos de la politiquería cuartarrepublicana.
6)
No haber corregido prácticamente ninguno de los elementos
caracterizados hace un año como los causantes de la derrota
electoral sufrida el pasado 2 de diciembre. Las 3R terminó
siendo una consigna vacía, ninguna institución aplicó
correcciones en el marco de una reflexión, revisión y
rectificación que nunca fue ejecutada realmente.
En
cualquier caso, los resultados electorales marcan una
tendencia hacia el deterioro del apoyo popular hacia el
chavismo en las principales ciudades del país. Si esta
tendencia no se revierte, futuras elecciones en el 2010 y
2012 podrán asestar verdaderas y contundentes derrotas a
este proceso revolucionario. Es cuestión de ponerle atención
a este fenómeno, pues pudieran estarse creando las bases
para que el capitalismo mundial derroque a la revolución
bolivariana por medios electorales, sin necesidad de
recurrir a golpes de estado o intervenciones extranjeras.
(*)
Militante del PSUV y miembro de la Unión Nacional de
Trabajadores
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