Nueva York, 4 de febrero.- El jefe de inteligencia estadounidense informó
al Congreso sobre las principales amenazas que enfrenta
Estados Unidos, e identificó el “populismo”
antiestadounidense y anticapitalista encabezado por
Venezuela como la más seria en América Latina, mientras
que a nivel mundial la lista incluye la guerra cibernética,
seguida de la crisis económica, Al Qaeda, el narcotráfico
y el cambio climático.
En la evaluación de América Latina, Dennis Blair, director de Inteligencia
Nacional, asegura que la gobernabilidad “democrática”
permanece firme en la región, algo definido como gobiernos
comprometidos con la “democracia representativa,
liberalización económica y relaciones positivas con
Estados Unidos”. Pero advirtió que en algunos países la
“democracia y políticas de mercado” permanecen en
riesgo por crimen, corrupción y mala gobernabilidad, algo
que la crisis económica ha empeorado, y señaló a México
y Centroamérica, donde los cárteles de droga y la
violencia “minan la seguridad básica”.
Pero la otra amenaza a la gobernabilidad democrática proviene de “lideres
populistas electos que proceden hacia un modelo político y
económico más autoritario y estatista”, mencionó a
Venezuela, Bolivia y Nicaragua, y advirtió que estos países
se han ligado para “oponerse a la influencia y políticas
de Estados Unidos en la región”. Y Venezuela es
identificado como el líder de estas fuerzas
antiestadounidenses: “Hugo Chávez se ha establecido como
uno de los detractores internacionales de Estados Unidos más
reconocido, por sus denuncias contra la democracia liberal y
el capitalismo de mercado, y su oposición a las políticas
e intereses de la región”, afirma Blair en su testimonio
ante el Congreso.
Alianza
de “líderes radicales”
No sólo ha impuesto un “modelo político populista autoritario” en su
país, sino que ha formado una alianza de “líderes
radicales en Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y,
recientemente, Honduras”, que se oponen a casi toda
iniciativa de política estadounidense en el área, que
incluye “la expansión del libre comercio, la cooperación
antidrogas y el antiterrorismo, la capacitación militar, e
iniciativas de seguridad, e incluso programas de
asistencia” estadounidense.
Ante esta evaluación, el embajador de Venezuela en Washington, Bernardo Álvarez,
envió una carta al Congreso en la que denuncia los
calificativos hacia su país en la evolución de
inteligencia. “Como en años pasados, el informe está
lleno de acusaciones políticamente motivadas y cínicas
contra mi país… Venezuela es una nación soberana que
demanda respeto a su derecho de marcar su propio destino”,
afirmó. Agregó que este tipo de informes fueron empleados
por el gobierno de George W. Bush para alentar el golpe
contra el presidente Hugo Chávez en 2002. Advirtió a los
legisladores que “una vez más estamos viendo intentos
para criminalizar a nuestro gobierno y alentar a sectores de
la oposición venezolana que buscan maneras no democráticas
para alcanzar el poder”. En su carta responde punto por
punto a las afirmaciones críticas hacia Venezuela.
Blair, en referencias breves a otros países de la región, señala que Evo
Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador continúan
imponiendo cambios para mantenerse en el poder de manera
autoritaria, y que las relaciones con Washington han
empeorado desde que Morales expulsó al embajador
estadounidense y agentes de la DEA, y cuando Correa no renovó
el contrato para el uso estadounidense de una base militar.
Mientras tanto, Brasil es calificado como lo mejor de la
región: “Brasil, con una democracia estable y competitiva
y una economía robusta, es una de las historias de éxito
en la región”.
A la vez, advierte que el crimen y corrupción crecientes en el norte de
Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) ponen a
prueba esos gobiernos, e indica que las tasas de homicidios
ubican esa región entre las más violentas del mundo.
Afirma que Honduras aún enfrenta “incertidumbre política”
y que su nuevo gobierno tendrá que batallar para lograr el
reconocimiento internacional a la vez que enfrenta la
oposición de los simpatizantes “más radicales” del
depuesto ex presidente Manuel Zelaya.
Cuba ha “demostrado pocas señales de que desea una relación más cercana
con Estados Unidos”, mientras atraviesa dificultades económicas,
amortiguadas en parte por el petróleo venezolano. “El
presidente Raúl Castro teme que un cambio económico rápido
o significativo minaría el control del régimen y debilitaría
a la revolución, y su gobierno muestra nula señal de
aflojar su represión de disidentes políticos”.
Ciberguerra
A escala mundial, la principal amenaza que enfrenta Estados Unidos
identificada por el jefe de inteligencia se ubica no en algo
físico, sino en el ciberespacio. “La seguridad nacional
de Estados Unidos, nuestra prosperidad económica, el
funcionamiento cotidiano de nuestro gobierno depende de una
infraestructura de información publica y privada, la cual
incluye telecomunicaciones, redes y sistemas de computación
y la información dentro de éstas. Esta infraestructura está
severamente amenazada”, afirmó.
La expansión exponencial del universo cibernético es vulnerable a aquellos
que desean dañar los bienes públicos y privados “vitales
a nuestros intereses nacionales”, indica Blair.
“Enfrentamos a estados nación, redes terroristas, grupos
de crimen organizado, individuos y otros actores cibernéticos
con combinaciones diversas de acceso, sofisticación técnica
e intención. Muchos tienen la capacidad para atacar
elementos de la infraestructura informática de Estados
Unidos para la recaudación de inteligencia, el robo de
propiedad intelectual, o la interrupción”, agrego, al
anunciar masivas iniciativas para evaluar la amenaza y las
respuestas a ella.
Además de éstas, Blair hizo referencia a una amplia gama de amenazas y
preocupaciones, incluidas la crisis económica
internacional, que aunque mejora aún no se ha superado, el
reto de la energía, la menaza latente de Al Qaeda, la
proliferación de armas de destrucción masiva y las dinámicas
políticas en Medio Oriente, o países como China, India y
Rusia.
Recordó que el cambio climático tendrá implicaciones amplias para la
seguridad estadounidense durante los próximos 20 años, ya
que “agravar problemas mundiales existentes –como la
pobreza, las tensiones sociales, la degradación ambiental,
el liderazgo inefectivo e instituciones políticas débiles–
que amenazan la estabilidad estatal… El cambio climático
por sí solo probablemente no detonará fracaso en ningún
estado hasta 2030, pero podría contribuir potencialmente a
conflictos intra, o menos probable, interestatales”.